II

Cuando Ankamún consideró que había dejado bastante lejos al «monstruo aullador» de dos voces, cuatro patas, bicéfalo y bimano detuvo su impulso levitacional y volvió a dejarse caer sobre el polvo procurando no lastimarse.

A pesar del susto sentíase feliz porque había alcanzado, sin peor incidente, las coordenadas prefijadas por las calculadoras de la base secreta Gala II, sincronizada, en órbita solar, de manera que permanecía invisible para los observadores de la Tierra...

Ankamún examinó con meticulosidad los alrededores para asegurarse de que ningún peligro le acechaba. «Miró» todos los olores y aunque le trajeron confianza, se dejó llevar por la rutina autodefensiva fijándose en torno una barrera mental de repulsión contra los desconocidos y pequeños seres que captaba pululando bajo las piedras entre las plantas secas, en agujeros y cuevas; no dispondría de tiempo si se propusiera averiguar hasta qué punto cada uno de ellos era peligroso; creyó que lo mejor sería repelerlos por igual, y dejar el plan de estudios para después de conseguir el contacto con su esposa que tardaría en llegar porque el platillo que conducía había amerizado casualmente en la cota 4.877: muy desplazado de la diana pre asignada...

Ankamún necesitaba resistir la espera con un mínimo de comodidad y para conseguirla estuvo buscando con su PES (percepción extrasensorial) un terreno amoldado a sus exigencias. Pronto captó las típicas vibraciones del suelo arenoso a su gusto. Se aproximó reptando hasta el lugar, distante unos veinte metros, donde enterróse con satisfacción, aunque dejando fuera los extremos de sus cinco brazos para poder sostenerse alerta por medio de sus glándulas receptoras orgánico-mecánicas...

Porque la espera se prolongaba más de lo calculado, Arkamún comenzó a experimentar un molestísimo hormigueo de intranquilidad bajo la epimembrana.

—Marki no ha aparecido —pensó con sentimiento de alarma—, ni siquiera me han llegado sus ondas. ¿Le habrá ocurrido algún accidente en el último instante?

Otra cosa le agitaba: el silencio de Gala II que, según el tiempo transcurrido, debíase haber roto dando alguna explicación o tan siquiera indagando. Decidido a averiguar algo Arkamún apretóse dos de los botones rojos que sobresalían entre las protuberancias de su piel...

—Llamando a base... Contesten clave 277... Llamando a base...

Hubo una serie de zumbidos y luego...

—Aquí base. No hable porque ya sabemos que va a preguntarnos por Marki... Cierto que puede haberle ocurrido algo... Pero le suplicamos espere un poco más.

—De acuerdo...

Cortó la comunicación y se resignó...

Transcurrida una hora más. Arkamún rebasó la frontera de su paciencia. Abandonó su cálido refugio del subsuelo y púsose a pasear nerviosamente de una loma a otra... De súbito, durante uno de los saltos que estaba dando de altura en altura, las ondas de ella le sacudieron; fue sólo un segundo el tiempo en que percibió las vibraciones orgánicas llegando desde muy lejos, pero le bastó para localizar su procedencia exacta, y hacia ella partió disparándose con un fuerte impulso autoteletransportador. Los cinco corazones le latían con energía: «Su suave, dulce y amada Marki».

Ankamún experimentaba un gran orgullo por hallarse unido a la primera viajera interestelar y que además habíase prestado a procrear un hijo en pleno espacio para contribuir a los estudios relacionados con la influencia del medio en la genética.

—Marki. ¡Marki! —llamó in mente, con ternura... Marki no respondió...

Después de sobrevolar una extensión de dunas de blanca arena finísima, Arkamún alcanzó la costa; dejóse caer al agua y allí quedó flotando a la espera porque presagiaba que ella no estaba lejos.

Llegó la noche. Desde su sitio Ankamún veía la orilla y un brillo de llamas iluminando las altas peñas erguidas a unos setenta metros del final de la arena. Percibió que dos seres tomaban energía física del calor de una hoguera.

No opuso resistencia a las olas que lo transportaban hasta la playa, y cuando se vio tendido entre las algas en seco desplazóse lentamente evitando la luz para aproximarse sin ser visto; se escurrió por los estrechos espacios entre las rocas y con cautela aupóse reptando a un otero desde el cual poder comprobar lo que existía en realidad tras las peñas...

—¡Humng! Veo dos seres, ¿o dos medios seres? Me sorprende la semejanza que existe entre éstos y el que me asustó en el llano. Qué raro que sólo tengan la mitad del tamaño del otro... y además les falta el resto del cuerpo. ¿Acaso estoy ante dos crías a las que más adelante les crecerá lo que les falta? ¿Se trataba aquel de un solo animal? ¿Viven los de este tipo en simbiosis con los de aquel tipo?... Bien... con tiempo se aclarará todo...

—Marki, ¡oh, Gala II! ¿Dónde está Marki?... Sé que ella está por aquí, entre estos animales. ¿Dónde? ¿Por qué no transmite?

Los dos hombres sentados sobre un montón de redes agitaban con sendas tablas algo que borboteaba en un caldero asentado sobre la hoguera...

El horror de Arkamún no tuvo límite cuando repentinamente comprendió que cosa estaban guisando y comiéndose con apetito...