La juez estuvo toda la tarde dando vueltas a la extraña ausencia de Telmo Bravo. Quizás, en vista de las circunstancias, fuera necesario emprender una búsqueda en toda regla. Sin embargo, no sabía si sería prudente. Sólo habían transcurrido cuarenta y ocho horas. Era pronto para tomar medidas drásticas. Todavía cabía una explicación razonable. Pero decidió consultar el tema con su marido.
—¿Puedes ayudarme, Jaime? No sé qué hacer.
Le expuso los hechos y la mente empírica del científico entró enseguida al quite.
—¿Qué has hecho en casos similares?
—Mi experiencia en desapariciones no es tan amplia como para sacar palmarias.
—Mejor es poco que nada, ¿no?
—De acuerdo: muchas de las denuncias por desaparición de personas mayores de dieciocho años resultan prematuras. En ocasiones, y a petición de sus familiares, hemos buscado a quien, en realidad, no había desaparecido. Cursar esas denuncias es desagradable y embarazoso, porque el individuo en cuestión no ha realizado ninguna acción ilegal; simplemente, no quería ser localizado. Actuando así no sólo he dejado en ridículo a quienes han participado en las operaciones de búsqueda, sino que he empleado inútilmente recursos muy escasos.
—Es decir, que, según tu experiencia, debes esperar.
—Posiblemente sí, pero no es tan sencillo, Jaime, ni tan lineal como lo planteas. Toda desaparición esconde una zona opaca. En ocasiones, el desaparecido oculta un secreto inconfesable desde el punto de vista social y, por ello, trata de zafarse de la visión del mundo. En otros casos, la persona resulta ser víctima de un secreto que no le atañe. ¿Desea mantenerse en ese cómodo anonimato o, por el contrario, ruega lleno de ansiedad que alguien le eche de menos? Discernir entre ambas posibilidades es lo que resulta complicado en los primeros momentos.
—No hay una regla.
—No.
—De acuerdo, entonces habrá que dejar que trabaje el otro lóbulo. ¿Qué te dice tu instinto?
—Que este hombre está metido en algún lío, aunque no sepamos cuál es. ¿Y a ti, qué te dice?
—No lo tengo tan educado como tú, pero en fin... Yo dejaría pasar el domingo. Si no ha aparecido a primera hora del lunes, me lo tomaría en serio.