23

—Has estado muy bien, chico.

—Eso tú. Vaya manera de apretarle los tornillos. Y vaya aguante tiene.

—Normal. Es un político. Bueno o malo, pero es un político. Además, tú estás dentro. Yo estoy fuera. Tú te debes a la jerarquía. Es natural. Yo prefiero ver a los políticos, por mucho que manden, como una gente que está a mi servicio. Como ciudadano, entiéndeme.

—Desde luego no me esperaba algo así.

—No te fíes, Gerardo, que queda mucho trabajo por delante.

—Ya lo sé, pero cambiar de un plazo de años a uno de pocos meses o incluso semanas...

—Para que veas que las cosas de palacio también pueden ir deprisa. Solo hace falta que se entere de la urgencia quien se tiene que enterar.

—No sé cómo se lo tomará Rojas.

—¿Rojas? ¿Quién es Rojas?

—Mi jefe. El presidente del consejo.

—Que se lo tome como le dé la gana. Suerte tendrá si nuestro ministro no le mueve la silla.

—Desde luego parecía que todo le venía de nuevo.

—Eso tampoco te lo creas, Gerardo, que esta gente interpreta de maravilla. Negrete tiene espolones de gallo viejo, y lo mismo le sale el papel de cándido cuando lo sabe todo, mientras que actúa como de vuelta de todo acabando de llegar. Pero le hemos arrancado un par de compromisos y ahora no puede hacerse atrás.

—Nos ha dejado la pelota en nuestro tejado. Vamos, en el mío, sobre todo. Espero no defraudarle, ni a ti tampoco.

—Oye, pero suelta la dichosa escopeta, que Negrete ha cumplido y ya ha tomado el camino de vuelta. Y no hables de defraudar. Lo que ahora toca es trabajar. Además, me da en la nariz que tú ya tienes los deberes adelantados. ¿A que sí?

—Lo de El Nuevo Petril lo tengo hilvanado.

—¿Con costes?

—Vagos. No actualizados.

—¿Cuánto crees?

—En condiciones normales, unos diez millones. Actuando con urgencia, no sé. Más la gestión.

—Pon cincuenta. ¿Cuándo crees que tendrás el proyecto a punto?

—Antes de la semana que viene, imposible.

—Yo te envío a uno de mis arquitectos y te echa una mano con los detalles. El asunto puede estar aprobado por la vía de urgencia antes de final de mes. Y tu complejo funcionando a mínimos antes de final de año.

—Todo va muy rápido.

—De muy lento ya nos quejamos bastante.

—Y tú, ¿podrás?

—CLVM cumple. A latigazos, si es preciso. ¿Te quieres quedar a cenar?

—No, muchas gracias, que ya me costó un triunfo convencer a mi mujer para aplazar la comida familiar a la cena. Y ya he abusado de tu buen hacer.

—Sandeces. Ya te lo dije, Gerardo. Esto es solo el principio. Entre tú y yo tenemos el deber de enderezar la política energética de este país.

—Palabras mayores.

—Poner en marcha El Nuevo Petril también parecía misión imposible hace unas horas, y mira ahora. Pero, coño, te veo serio. Creía que estarías eufórico. O eres muy contenido, o todavía hay palos en las ruedas.

—Tener en marcha El Nuevo Petril no es suficiente.

—¿Cómo que no es suficiente? No me dirás que ni recién estrenado hay bastante sitio para los residuos sobrantes.

—No, si es mucho, muchísimo, lo que hemos avanzado Pero el problema no se arregla hasta que las barras no estén almacenadas.

—Hasta ahí llego. ¿Y?

—Que no es llevar galletas.

—No será la primera vez que se hace en la historia.

—Sí que es la primera vez que se hace aquí. [Y ahora no me repitas que para todo hay una primera vez.]

—Para todo hay una primera vez. Tú mismo no has disparado peor que Negrete, y eso que se las da de cazador experimentado. No será un asunto insalvable.

—Hay que ensayar. Tres meses de ensayos.

—¿Qué más se puede pedir? Calendario redondo. ¿No me has dicho que has convocado esta semana a los que urge? Pues a practicar. Todo a la vez. Así se llevan a cabo las grandes cosas. Convencer al ministro, abrir la puerta de atrás de El Nuevo Petril, proyectar su actualización, ejecutarla, formar al personal y simular el transporte de la porquería hasta que sea la hora de transportarla de verdad.

—Una tarea ambiciosa [que me abruma. Estoy deseando que llegue el verano].

—Unos trabajos excelentes para el bien del país y para poner a prueba esa colaboración de la que te hablaba hace unos días. Ya verás como dentro de medio año no estaremos como estamos.

[Que sea para bien.] Tal vez. ¿Dónde te dejo esto?

—En ningún sitio. Te vas a llevar la escopeta de recuerdo, hombre, porque ya verás como el día de hoy será señalado. A partir de hoy te cambia la vida. Y, si no, al tiempo.