Sobre el tiempo[7]

EL PRESENTE TRABAJO versa sobre el tiempo, aunque no de una manera exclusiva; como se verá pronto se ocupa también de un problema más global. En efecto, la percepción de sucesos que se dan como una sucesión en el tiempo, presupone que hay en el mundo seres vivos que, como los hombres, son capaces de recordar de una manera unívoca lo sucedido con anterioridad y de verlo con una mirada espiritual, en un cuadro único, juntamente con lo que pasó después y con lo que está sucediendo ahora.

En otras palabras, para percibir el tiempo son necesarias unidades centradoras (los hombres) que son capaces de elaborar un cuadro mental en el cual los eventos A, B, C, se encuentran juntos, aunque es manifiesto que no sucedieron simultáneamente. Para ello se requiere un ser con una facultad específica para sintetizar, que se activa y estructura a través de la experiencia. La capacidad para una síntesis de estas características es una propiedad humana, que caracteriza la manera en que los seres humanos se orientan. Al contrario de cualquier otro ser vivo que conozcamos, los hombres se orientan menos por reacciones instintivas y más por percepciones marcadas por el aprendizaje, por experiencias previas no solo del individuo, sino de una larga cadena de generaciones humanas. Esta capacidad para aprender y transmitir de generación experiencias, en forma de saber, es el fundamento de la ampliación y mejora progresivas de los medios humanos de orientación, a lo largo de los siglos.

Y precisamente es medio de orientación lo que hoy en día se concibe y experimenta como «tiempo». Como tal, el concepto de tiempo debía desarrollarse a través de la experiencia, en un largo proceso de aprendizaje que abarca generaciones. Hay muchas pruebas de que los hombres no siempre han experimentado los conjuntos de acontecimientos del mismo modo que lo hacemos hoy en día, a través del símbolo y concepto de tiempo. La capacidad de síntesis de la que están provistos, requería todavía de la activación y estructuración que da la experiencia o, dicho con mayor precisión, la serie de experiencias a través de generaciones, para que los hombres estuvieran en condiciones de elaborar un cuadro mental de consecuencias temporales, tal como lo tenemos ahora. Dicho de otro modo: la experiencia humana de lo que ahora se llama «tiempo», ha cambiado en el pasado y sigue cambiando en el presente, no solo de manera histórica y accidental, sino estructurada y dirigida, y puede ser explicada. La presente investigación pretende bosquejar algunos aspectos de la estructura y dirección de estas transformaciones e insinuar cómo podemos explicarlas. Con ello quedarían satisfechos los puntos decisivos de este programa.