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aturalmente, estos prolongados procesos de eliminación pueden variar mucho en los detalles. No obstante, la estructura básica de los procesos atravesados por figuraciones formadas por una multiplicidad de Estados interdependientes con una distribución más o menos proporcionada del potencial físico, pero sin un monopolio del poder, es siempre la misma. Nolens volens, los Estados son arrastrados a una lucha competitiva en la que se emplean todos los medios disponibles, incluida la fuerza física. Es una lucha por la supervivencia —a medida que unos rivales se refuerzan, los otros, si sólo conservan su potencial anterior, se debilitan—. Las figuraciones de este tipo, que se inician con una distribución del poder más o menos proporcionada, poseen una tendencia inmanente hacia un creciente desequilibrio de las oportunidades de adquirir poder. Por lo general, durante el transcurso de la lucha de eliminación dos o tres unidades de poder consiguen un potencial que es inalcanzable para todas las otras y arrebata a estas la posibilidad de seguir participando en la competencia por sus propios medios. Una creciente jerarquización empuja a las dos o tres unidades con mayores posibilidades de adquirir poder hacia una lucha competitiva por el predominio; pues, como ya se ha dicho, en el plano interestatal no existe otro medio de impedir que una unidad de poder físicamente más poderosa se sirva de su mayor poderío en sus relaciones con otros Estados. Tal unidad de poder sólo puede ser puesta en jaque por otro Estado dueño de un poderío más o menos equivalente, o, según el caso, por un grupo de Estados, si estos consiguen dejar de lado sus rivalidades internas para aprovechar al máximo su potencial de poder conjunto. Las unidades de poder más fuertes, las que se encuentran en la cima, se enfrascan prácticamente siempre en una lucha competitiva —no por decisión propia, aunque obviamente las decisiones desempeñan un papel, y seguro que no por agresividad innata, sino porque cada una de ellas tiene el temor fundado de que la otra pueda hacerse más fuerte y de quedar expuesta a la voluntad de la otra—. Así, pues, los dos bandos dan los pasos de los que hablaba antes. Ambos quieren aumentar su seguridad; y cada vez que uno da un paso para aumentar su propia seguridad, disminuya la seguridad del otro. Cada uno de los bandos intenta aumentar su potencial destructor. La consecuencia es, también aquí, un enlace doble escalonado.

Y eso no es todo. Por lo general, ambos bandos maniobran para conseguir una posición favorable en los territorios que se encuentran fuera de sus fronteras. Sostienen una tenaz lucha competitiva por conseguir aliados y clientes. Debido al temor mutuo intentan firmar pactos con países que puedan ser sus aliados. Pueden buscar el ganar influencia sobre otros países que sean productores, potenciales o efectivos, de bienes útiles en caso de guerra. En la lucha de posiciones, que bastante a menudo es una etapa preparatoria en el camino hada una guerra, cada bando pone en marcha todos sus medios para la consecución de las posiciones estratégicas más favorables, que en una guerra pueden desempeñar una función importante e incluso decisiva. Pueden disminuir la difusión de noticias y mantener líneas de abastecimiento abiertas, o bien obstaculizar las del adversario. Pueden ayudar a mejorar el alcance de armas destructoras y la efectividad del servido secreto. En épocas anteriores estas maniobras posicionales de dos potencias hegemónicas durante la fase de preparación de una guerra normalmente se limitaban a un territorio comparativamente muy reducido. Hoy en día abarcan todo el mundo. De producirse ahora una gran guerra, esta revestiría dimensiones globales. Este es uno de los puntos en los que la figuración formada por Estados Unidos y la Unión Soviética se diferencia de otras figuraciones bipolares semejantes del pasado. Las anteriores figuraciones de esta índole tenían, de hecho, un carácter más regional, incluso cuando aquellos que las formaban se consideraban a sí mismos representantes de la humanidad. Esto ocasionaba que, tarde o temprano, el vencedor había de confrontarse en una lucha de eliminación con grupos del exterior poseedores de similares dimensiones o poder. Así, la lucha de eliminación se reanudaba en un nuevo nivel. En la fase actual de esa secular lucha de eliminación entre Estados todos los actores posibles se encuentran ya en escena.