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o se puede hablar de la diferenciación y la especialización crecientes de la organización de los seres vivos verificadas a lo largo de la evolución sin hablar al mismo tiempo del creciente aparato especial de coordinación e integración. La creciente diferenciación y la creciente capacidad de coordinación e integración de la organización biológica son procesos complementarios. Ninguno de ellos puede pasar de una etapa a la siguiente si el otro no mantiene el ritmo y se queda rezagado. Así, cuando en lo sucesivo se extraigan algunos aspectos de la evolución de aparatos de coordinación y de integración biológicos para ilustrar la naturaleza particular de este ámbito de estudio y este ámbito de la ciencia, también se estará aludiendo por otra parte a la continuación del proceso de creciente diferenciación funcional verificado a lo largo de la evolución biológica, cuyas primeras etapas se han ejemplificado antes. En este contexto bastará con hacer referencia al desarrollo de una de las dos formas de coordinación e integración que se producen en los organismos, la integración mediante células nerviosas (neuronas) y sistemas nerviosos. Aquí podemos prescindir por completo de la otra forma de integración, la coordinación por vías químicas, cuyo representante más conocido es el sistema de las glándulas endocrinas y sus productos.
Cuando se repasa mentalmente la evolución del sistema nervioso se obtiene una imagen muy sugestiva de cómo la creciente especialización y distribución funcional de órganos y sistemas de órganos encontró un equivalente en la formación de órganos especiales de integración con una progresiva tendencia a una regulación centralizada de todos los procesos particulares del organismo. En suma, cuanto más diferenciado es un organismo, más marcada es la centralización de la dirección de todos los procesos que se verifican en ese organismo. Así, la estructura y la función elementales del sistema nervioso son, en último término, las mismas en todos los organismos. El sistema nervioso establece conexiones entre órganos especializados en la recepción de impresiones sensoriales y otros órganos especializados, órganos ejecutivos capaces de reaccionar adecuadamente, y en función del organismo, ante la información recibida de los órganos sensoriales a través de las redes nerviosas. Es sencillo comprender esta estructura elemental del sistema nervioso. Pues un ser vivo —sea una ameba o un ser humano— que, a diferencia de átomos y moléculas, lleva en su mundo una existencia hasta cierto punto individual, es decir, una existencia propia que él mismo regula y dirige, que puede mantener gracias a un constante absorber de su medio ambiente materias nutritivas de menor grado de organización, necesita información para poder continuar su existencia y preservar su integridad, y necesita aparatos que le posibiliten reaccionar ante esta información de manera adecuada y en función de la continuidad de su existencia y la preservación de su integridad. Ya los organismos unicelulares, sean bacilos, algas azules o flagelados, están constituidos según este esquema. Pero, naturalmente, los seres unicelulares no requieren óiganos especiales para coordinar las sensaciones recibidas y la reacción ante estas. Como sea que lo consigan, los seres unicelulares son capaces de orientarse en su mundo y de realizar una coordinación de comportamientos acorde con esta orientación, y ello mediante un automatismo natural —se trata aquí de una coordinación inconsciente.
Para ilustrar el proceso de creciente centralización quizá sería mejor empezar por un organismo multicelular relativamente simple. La estrella de mar es un buen ejemplo de una primera, pero todavía relativamente escasa, centralización. También en este proceso estamos ante un tipo específico de relaciones de equilibrio y desplazamiento de poderes. La capacidad de reacción, relativamente autónoma, de cada uno de los brazos de la estrella de mar demuestra que en esta la centralización es todavía escasa. Cada uno de sus brazos puede reaccionar ante un estímulo recibido de manera hasta cierto punto independiente de los demás brazos. Las vías nerviosas están dispuestas de tal manera que la información que uno de los brazos recibe a través de un órgano sensorial local, de una célula receptora, puede ser transmitida directamente, esto es, sin pasar directamente por un órgano central, a un músculo del mismo brazo, a un órgano ejecutivo local. El brazo afectado puede entonces arquearse sin que se muevan los otros brazos. Pero en el centro de la estrella de mar hay también una sencilla red de distribución que pone en contacto las vías nerviosas de los distintos brazos. Aunque la autonomía de las partes constituyentes con respecto al centro es todavía relativamente grande, hay situaciones en las que se coordinan los movimientos de todos los brazos. Sólo que aquí todavía no existe una hegemonía del centro sobre las partes constituyentes locales. Esta hegemonía se desarrolla lentamente…