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uizá sea posible aclarar en cierta medida el significado de la expresión «enlace doble» acudiendo a un episodio sobre el cuento de Poe Descenso al Maëlstrom.

Se recordará que los pescadores, mientras eran atraídos lentamente hacia el vórtice del remolino, pasaron algún tiempo girando junto con otros restos del naufragio alrededor de las paredes cada vez más estrechas del embudo. En un primer momento, los dos hermanos —el menor ya había desaparecido en la tormenta— estaban demasiado sobrecogidos por el miedo como para poder pensar y observar lo que ocurría a su alrededor con claridad. Sin embargo, nos cuenta Poe, pasado un rato uno de los hermanos logró sacudirse el miedo. Mientras el mayor, entumecido por la inminente tragedia, estaba agachado e indefenso dentro de la barca, el menor de los dos empezó a mirar a su alrededor con cierta curiosidad. Ahora que podía ver todo con más serenidad, casi como si aquello no le afectara, advirtió ciertas regularidades en los movimientos de los fragmentos del naufragio que giraban junto con la barca. En suma, gracias a la observación y la reflexión se le ocurrió una «idea»; una imagen coherente del proceso en que estaba inmerso, una «teoría», empezó a tomar forma en su mente. Observando con gran atención lo que ocurría a su alrededor y reflexionando sobre lo que veía llegó a la conclusión de que los objetos cilíndricos tardaban más en hundirse que los que tenían otras formas, y que los objetos pequeños se hundían más lentamente que los grandes. Tras adquirir esta visión sinóptica de las regularidades que presentaba la situación en la que él mismo estaba inmerso y darse cuenta del significado que estas regularidades tenían para su propia actuación, dio los pasos adecuados. Mientras su hermano continuaba petrificado por el miedo, él se ató a un tonel. Instó al mayor a que hiciera lo mismo, pero fue en vano; después saltó fuera de la barca. La embarcación y el hermano se hundieron rápidamente y fueron tragados por el abismo. Por el contrario, el tonel al que él estaba atado era atraído hacia las profundidades muy lentamente, de modo que cuando las paredes del embudo fueron, poco a poco, perdiendo verticalidad, y el movimiento circular se hizo menos intenso, el pescador volvió a encontrarse en la superficie del mar y regresó al mundo de los vivos.

El pescador, en resumen, se vio inmerso en un proceso crítico que en un primer momento parecía escapar por completo a su dominio. Quizá durante un tiempo estuvo aferrado a algún tipo de esperanzas imaginarias. Debieron de pasarle por la cabeza fantasías sobre un milagro, sobre la ayuda de personas invisibles. Sin embargo, pasado algún tiempo se serenó y comenzó a pensar con mayor frialdad; al retirarse mentalmente de la situación, al dominar el miedo y verse a sí mismo, desde una cierta distancia, como a un ser humano que, junto con otras fuerzas, fuerzas desencadenadas de la naturaleza, formaba parte de una determinada constelación, fue capaz de dirigir sus pensamientos hada la situación de la que era prisionero. Advirtió los elementos del proceso incontrolable que podía utilizar para dominar en provecho de su propia supervivencia las condiciones bajo las cuales se desarrollaba aquel proceso. Al representarse simbólicamente la estructura y dirección del curso de los acontecimientos, descubrió un camino para escapar de este. Como puede verse, en esta situación el grado de dominio sobre uno mismo y el grado de dominio sobre el proceso eran interdependientes y complementarios.