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Ingenuamente, las Honoradas Matres creen tener la lealtad de sus tleilaxu perdidos esclavizados. En realidad, muchos de estos tleilaxu procedentes de la Dispersión tienen sus propios planes. Como Danzarines Rostro, nuestra misión es arruinar las maquinaciones de todos ellos.

KHRONE, mensaje a los Danzarines Rostro

Incluso para los estándares de un tleilaxu perdido, el laboratorio construido sobre las cenizas de Bandalong era primitivo. Uxtal solo contaba con el material más básico, sustraído de instalaciones abandonadas utilizadas en otro tiempo por antiguos maestros, y era la primera vez que le encargaban un proyecto tan complejo. No podía dejar que las Honoradas Matres o los Danzarines Rostro sospecharan que la tarea tal vez le superaba.

Le asignaron a algunos ayudantes inútiles, en su mayoría varones de casta inferior con poca voluntad que habían sido subyugados por aquellas terribles mujeres. Ninguno de ellos poseía ningún conocimiento ni capacidad que pudiera ayudar. Debido a un supuesto desaire, las volubles Honoradas Matres ya habían asesinado a uno de aquellos patéticos hombrecitos y su sustituto no parecía mucho más capacitado.

Uxtal trataba de no demostrar su inquietud, de parecer enterado, aunque había muchas cosas que le confundían. Khrone le había ordenado que obedeciera a los Danzarines Rostro, y estos le decían que hiciera todo lo que ordenaran las Honoradas Matres. Ojalá supiera qué estaba pasando verdaderamente. ¿Estaban los Danzarines Rostro en realidad aliados con las violentas rameras? ¿O no era más que un truco astutamente arropado por otro truco? Meneó la cabeza dolorida con desazón. Las antiguas escrituras advertían sobre la imposibilidad de servir a dos amos, y ahora entendía por qué.

Por las noches, Uxtal apenas dormía unas horas, y estaba demasiado angustiado para descansar de verdad. Tenía que engañar a las rameras y a los Danzarines Rostro. Crearía el ghola que Khrone quería —¡eso podía hacerlo!— y trataría de fabricar la especia alternativa con base de adrenalina que las Honoradas Matres necesitaban. Sin embargo, la creación de especia auténtica estaba mucho más allá incluso de sus capacidades imaginarias.

En un gesto de magnanimidad, Hellica le había proporcionado gran cantidad de cuerpos femeninos para que los utilizara como tanques axlotl, y él ya había hecho las modificaciones necesarias en uno (después de hacer una chapuza con los tres anteriores). De momento, todo bien. Aparte del material que tenía en su primitivo laboratorio, en principio con el tanque tenía que bastar para lograr su objetivo. Ahora solo tenía que crear el ghola y entregarlo, y Khrone le recompensaría (eso esperaba).

Por desgracia, eso significaba que su suplicio se prolongaría al menos nueve meses. Y no sabía si podría soportarlo.

Sospechando de la presencia de Danzarines Rostro por todas partes, Uxtal empezó a cultivar un niño a partir de las misteriosas células extraídas de la cápsula de nulentropía extraída del maestro tleilaxu muerto. Entretanto, día sí y día también, la Madre Superiora le hacía saber de su impaciencia por tener su suministro del sustituto de la melange. Estaba celosa de cada segundo que dedicaba a algo que no fueran sus necesidades. Y él, asustado y agotado, se veía obligado a cumplir con los dos encargos, aunque no tenía experiencia en ninguna de las dos cosas.

En cuanto el bebé ghola sin identificar estuvo implantado en el primer tanque axlotl funcional, Uxtal volcó sus esfuerzos en crear la alternativa de la especia. Las rameras ya sabían cómo crearla, así que no tenía que hacer ningún descubrimiento ni tener flashes de ingenio en ese campo. Solo tenía que fabricar el producto en grandes cantidades. Las Honoradas Matres no querían malgastar su tiempo en semejantes menesteres.

Por un momento miró por una ventana de seguridad de un sentido al cielo gris. El paisaje de su alma era como las colinas carbonizadas y sin vida que veía a lo lejos. No quería estar allí. Y algún día buscaría la forma de escapar.

Uxtal, que había nacido en un círculo religioso aislado, se sentía muy incómodo rodeado de mujeres dominantes. En la raza tleilaxu, las hembras se criaban y en cuanto alcanzaban la madurez sexual se las convertía en matrices sin cerebro. Ese era su único propósito. Las Honoradas Matres eran lo contrario de lo que Uxtal consideraba adecuado y lógico. Nadie conocía el origen de las rameras, pero la propensión a la violencia parecía algo innato en ellas.

Y se preguntó si algún maestro tleilaxu renegado no las habría creado para que eliminaran a las Bene Gesserit, igual que los futar, que supuestamente habían sido creados para eliminar a las Honoradas Matres. ¿Y si aquellas monstruosidades femeninas habían escapado al control de su creador y el resultado fue la destrucción de todos los mundos sagrados y la esclavización de un puñado de tleilaxu perdidos, si todo había salido mal?

En aquellos momentos, Uxtal andaba arriba y abajo, tratando de dar la imagen de un administrador al mando, observando a dos ayudantes de laboratorio con batas blancas que se ocupaban de vigilar el tanque ghola especial.

Acababan de agregar un nuevo módulo al edificio mediante un mecanismo suspensor. Esta nueva sección tenía tres veces el tamaño de la antigua y para acomodarla hubo que retirar las vallas de la granja de sligs y expropiar una parte de las tierras. Uxtal esperaba que el granjero se quejara e incurriera de ese modo en la ira de las Honoradas Matres, pero el hombre —¿cómo era, Gaxhar?— se limitó a trasladar dócilmente a sus sligs a otra zona de la granja. Las mujeres también le exigieron un suministro continuado de carne de slig, y él obedeció. Para Uxtal era un consuelo ver a alguien tan sumiso, saber que no era el único que estaba indefenso en Bandalong.

En la parte más antigua del laboratorio, sometían a las prisioneras a lobotomías de carácter químico y las convertían en simples recipientes de cría. Y, desde ciertas partes separadas de la nueva ala, a Uxtal le llegaban los gritos de otras mujeres, porque el dolor (técnicamente, la adrenalina, las endorfinas y otras sustancias que el organismo produce como respuesta al dolor) era el principal ingrediente de la especia especial que tanto anhelaban las Honoradas Matres.

Hellica, la Madre Superiora, ya había visitado las nuevas cámaras para supervisar los detalles.

—Nuestras instalaciones estarán listas en cuanto tengan un bautizo apropiado.

La mujer llevaba puestas unas mallas de color oro y plata que mostraban las generosas curvas de su cuerpo, una capa a juego y un turbante enjoyado que parecía una corona montada sobre sus cabellos rubios.

Uxtal no estaba particularmente interesado en saber lo que quería decir. Cada vez que veía a la Madre Superiora, tenía que hacer un gran esfuerzo para no demostrar su desprecio, aunque seguramente ella se lo veía escrito en la cara cenicienta. Por su propio bien, intentaba demostrar solo la cantidad justa de miedo en su presencia, pero no demasiado. No se mostraba servil… o al menos eso creía.

Tras una tanda particularmente larga de gritos procedentes de la nueva ala del edificio, Hellica entró en aquella parte del laboratorio, donde el tanque axlotl fecundado descansaba sobre una mesa cromada. La mujer disfrutaba contemplando aquel montón de carne sudorosa y olorosa. Y le dio a Uxtal un codazo tan fuerte que le hizo perder el equilibrio, como si fueran compañeros de armas.

—Es una forma muy interesante de tratar el cuerpo humano, ¿no crees? Solo apta para mujeres que no son dignas de más.

Uxtal no había querido preguntar de dónde procedían las donantes. No era asunto suyo, y no quería saberlo. Pero tenía la sospecha de que las Honoradas Matres habían capturado a varias de sus odiadas rivales Bene Gesserit en otros planetas. Bueno ¡eso sí que habría valido la pena verlo! Así, como tanques axlotl hinchados, aquellas mujeres al menos ocupaban el lugar que les correspondía, se habían convertido en receptáculos para la cría. El ideal tleilaxu de la mujer…

Cuando vio que los dos ayudantes de laboratorio estaban ocupados con el tanque, Hellica frunció el ceño.

—¿Es este proyecto más importante que el mío? Necesitamos nuestra droga… ¡no debéis demoraros!

Los dos ayudantes se quedaron petrificados. Uxtal se apresuró a hacer una reverencia ante ella y dijo:

—Por supuesto que no, Madre Superiora. Estamos aquí para satisfacer vuestros deseos.

—¿Mis deseos? ¿Y qué sabes tú cuáles son mis deseos? —Y se cernió sobre él, observándolo con su mirada predadora—. No sé si tienes el estómago necesario para hacer este trabajo. Todos los maestros originales murieron como castigo por sus crímenes pasados. No me obligues a incluirte en la lista.

¿Crímenes? ¿Qué podían haber hecho los tleilaxu originales a las Honoradas Matres que fuera tan grave como para querer exterminarlos?

—Yo solo entiendo de genética, Madre Superiora, no de política. —­Hizo una reverencia y se quitó rápidamente de en medio—. Me complace enormemente serviros.

Las cejas claras de la mujer se arquearon.

—Tu misión en la vida es servir.