FRANCISCO FELIPE FAXICURA, UN SAMURÁI EN LA CORTE PAPAL

Francisco Felipe Faxicura no es otro que Hasekura Rokuemon Tsunenaga, un samurái japonés que viajó por América y Europa en el siglo XVII al servicio del señor de Sendai (zona norte de Japón) y que en España fue bautizado con ese nombre.

Desde el siglo XVI los jesuitas tenían la exclusiva en la evangelización de Japón pero en 1608 el Papa Paulo V también autorizó a dominicos y franciscanos. El franciscano Luis Sotelo, que se encontraba en Filipinas, se trasladó a las cercanías de Tokio pero en aquella zona los cristianos no eran muy bien recibidos y tuvo que huir. Decidió probar suerte en Sendai, al norte de la isla, donde el cristianismo era tolerado. Sotelo se ganó la amistad de Date Masamune, señor de Sendai, llegando a convencerlo para que enviase una delegación diplomática a España y a los Estados Pontificios. Masamute ordenó la construcción de un galeón para cruzar el Pacífico hasta Ciudad de México (capital del Virreinato de Nueva España). El 28 de octubre de 1613, embarcaban 180 personas (sumarais, comerciantes, marinos, sirvientes y algunos españoles) en el flamante galeón Date Mura (San Juan Bautista para los españoles). Al frente de la misión, nuestro protagonista… Hasekura Rokuemon Tsunenaga acompañado de Luis Sotelo como intérprete.

Después de tres meses llegaron a Acapulco y de allí a Ciudad de México. Tras dejar parte de la delegación japonesa para tratar acuerdos comerciales y preparar el viaje de vuelta, se embarcaron rumbo a España. Hicieron escala en Cuba —la primera vez que un japonés pisaba la isla— y el 5 de octubre de 1614 llegaban a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). La embajada de Japón se reunió con el rey Felipe III en Madrid en enero de 1615 y Hasekura le entregó una carta de su señor Date Masamure en la que le ofrecía un tratado comercial. Luis Sotero se encargó de traducirla y el rey contestó que estudiaría la propuesta. El punto culminante de la visita de Hasekura a la corte del rey fue su bautismo… con el nombre de Felipe Francisco Faxicura (Felipe por el rey, Francisco por su padrino el duque de Lerma y Faxicura por la castellanización de Hasekura). La embajada se quedó ocho meses en España antes de partir rumbo a los Estados Pontificios.

Una tormenta les obligó a refugiarse en el puerto de Saint Tropez (Francia) donde fueron recibidos por las autoridades locales y causaron gran expectación entre la población por su aspecto físico y por sus costumbres…

Nunca tocaban la comida con sus dedos, sino que usaban dos pequeñas varas que ellos sujetaban con tres dedos.

Soplaban sus narices en papeles de seda suave del tamaño de una mano, que nunca usaban dos veces, así que ellos los arrojaban al suelo después de usarlos, y ellos estaban contentos de ver a nuestra gente alrededor precipitándose a recogerlos. Sus espadas cortan tanto que ellos pueden cortar un papel suave poniéndolo sobre el filo y que el viento soplara sobre ellos.

Igual que en Cuba, supuso el primer contacto entre Japón y Francia. Cuando el tiempo mejoró continuaron su viaje y llegaron a Génova. En noviembre de 1615, la embajada se trasladó a Roma y fue recibida por el Papa Pablo IV y, de nuevo, Hasekura le entregó una carta —posiblemente escrita por Luis Sotelo ya que se encuentra en el Vaticano y está escrita en latín— en estos términos…

Besando los pies santos del más grande, universal y mayor santo del mundo entero, al papa Paulo, con la sumisión y mayor reverencia, yo, Date Masamune, Rey de Sendai en el imperio de Japón, le suplico: […] El Padre franciscano Luis Sotelo vino a nuestro país a esparcir la fe de Dios, entonces, aprendí sobre esta fe y deseé hacerme cristiano, si bien todavía no he logrado cumplir este deseo debido a ciertas dificultades. Sin embargo, para conseguir que mis súbditos se hagan cristianos, deseo que enviéis a misioneros de la iglesia franciscana. Por mi parte os garantizo que podréis construir una iglesia y que los misioneros gozarán de protección. También es mi deseo que escojáis y enviéis a un obispo. Para este fin he enviado a mi samurái Hasekura Tsunenaga Rokuyemon como mi representante para que acompañe a través de los mares a Luis Sotelo en su viaje a Roma, y os ofrezca una muestra de obediencia y os bese los pies. […] También, y puesto que nuestro país y Nueva España son países vecinos, para que os pida que intervengáis todo lo que podáis en la negociación con el Rey de España; que todo será en beneficio de enviar misioneros a través de los mares […]

Al Papa se le debieron saltar las lágrimas de la emoción. El Papa aceptó encantado y concedió a Hasekura el título honorífico de ciudadano romano. Tras dos meses en Roma emprendieron el viaje de regreso, pero esta vez sin pasar por Madrid. Desde que comenzaron su viaje, las cosas en Japón habían cambiado mucho —aunque Date Masamure los protegía, se había extendido por todo el país una ola de violencia y terror contra los cristianos— y el acuerdo no se firmó. Un año más aguantó en Sevilla la embajada japonesa, pero sin medios económicos y agotados los recursos diplomáticos, Hasekura y Sotelo, abatidos y decepcionados, partieron hacia México. Las luchas entres las distintas órdenes misioneras y la persecución de cristianos en Japón echaron por tierra aquella embajada que había recorrido Europa durante casi tres años. Pero no se marcharon todos… un pequeño grupo de japoneses decidieron quedarse en Sevilla y sus alrededores —lógico al conocer lo bien que se vivía por allí—. Hoy en día, sus descendientes siguen utilizando el apellido Japón.

De lo humano y lo divino
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