ENCERRADOS A PAN Y AGUA
El cónclave (del latín cum clavis, bajo llave) es la reunión que celebra el Colegio cardenalicio para elegir al nuevo Papa. Los cardenales quedan recluidos y aislados del mundo exterior con el fin de evitar intromisiones de cualquier tipo, pero no siempre fue así. En 1268 fallecía Clemente IV y los cardenales se reunieron en la localidad italiana de Viterbo para elegir al nuevo Papa. Los cardenales estaban divididos en dos bandos, los franceses y los italianos, y ninguno de ellos podía sumar la mayoría necesaria de dos tercios en favor de su candidato. Aquella demora, que al final llegó hasta casi los tres años, hizo que los habitantes de Viterbo tomasen cartas en el asunto para agilizar la elección… Encerraron bajo llave a los cardenales —de ahí el nombre de cónclave—, les dejaron a pan y agua, y quitaron el techo de la sala donde se reunían para que sufriesen las inclemencias del tiempo —esta última medida se vendió como que lo hacían para que el Espíritu Santo les iluminase—. Parece ser que el Espíritu Santo les iluminó porque al poco tiempo llegaron a un acuerdo y nombraron Papa a Gregorio X.
A raíz de aquella eterna elección, en el Concilio de Lyon II (1274), Gregorio X promulgó la Ubi periculum que fijaba las reglas de las futuras elecciones papales —cónclaves—: los cardenales debían quedar siempre recluidos en un recinto cerrado; no se les permitirían las habitaciones individuales ni disponer de más de un sirviente que les atendiera, salvo caso de enfermedad; la comida se les debía suministrar por un ventanuco y, a partir del tercer día de cónclave, el suministro quedaría reducido a una sola comida al día. A los cinco días el régimen se reducía a pan y agua. Además, mientras durase el cónclave los cardenales dejaban de percibir sus rentas eclesiásticas. En 1276, se produjo el siguiente cónclave con las normas de la Ubi Periculum… en un día se nombró nuevo Papa.
Posteriores Papas fueron modificando, suprimiendo o suavizando según su criterio esta norma.