El decreto naval de Temístocles…
… Otro consejo de Temístocles había prevalecido antes. Los atenienses, al ver que el tesoro público disponía de una gran cantidad de dinero procedente de las minas del Laurión, estaban a punto de repartírselas a razón de diez dracmas por cada ciudadano. Pero Temístocles los convenció para que renunciaran a ese reparto y, con el dinero, procediesen a construir doscientas naves para la guerra que los enfrentaba entonces contra la isla de Egina.
Heródoto, Historias, VII, 144
Si bien existía la costumbre de repartir entre todos los atenienses los ingresos de las minas de plata del Laurión, se atrevió a dirigirse él solo al pueblo para decirle que no había más remedio que olvidarse del reparto y, con este dinero, equipar trirremes para la guerra contra los eginetas.
En aquel entonces, este conflicto era el más virulento de los que había en Grecia. Los eginetas, gracias al gran número de naves que poseían, eran dueños del mar.
De esta forma le fue más fácil a Temístocles persuadir a los atenienses. Para hacer sus preparativos, en vez de enarbolar el argumento del Gran Rey ni de los persas —estando tan lejos, no temían que fuesen a volver—, manipuló de forma oportuna la irritación y la enemistad que sentían los ciudadanos contra los eginetas. […] En poco tiempo convenció y forzó a la ciudad para que se volviera hacia el mar con el argumento de que si a pie no eran capaces de enfrentarse siquiera con los vecinos, en cambio con la fuerza que iban a obtener gracias a los barcos podrían defenderse de los bárbaros y conseguir la hegemonía de Grecia.
Plutarco, Vida de Temístocles, IV
Preparativos de Jerjes
Jerjes empezó a ordenar que se construyeran barcos en todas las tierras costeras que le estaban sometidas: Egipto, Fenicia, Chipre, Cilicia, Panfilia y Pisidia, y además de éstas, también Licia, Caria, Misia, la Tróade, las ciudades del Helesponto, Bitinia y el Ponto. En los tres años que duraron sus preparativos consiguió tener listas más de mil doscientas naves. En esto le ayudó su padre Darío, que antes de su muerte había hecho grandes preparativos; pues Darío, tras la derrota de las tropas de Datis en Maratón, estaba furioso con los atenienses que lo habían vencido. Pero la muerte había interrumpido sus planes.
Cuando todo estuvo listo para la campaña, Jerjes ordenó a sus almirantes que reunieran la flota en Cime y en Focea, y él mismo, tras reunir a todas las fuerzas de infantería y caballería de sus satrapías, partió desde Susa. Cuando llegó a Sardes, envió heraldos a Grecia con la orden de recorrer todas las ciudades y exigir a los griegos que le ofrecieran agua y tierra. Después, tras dividir su ejército, envió en vanguardia el número de hombres suficientes para construir un puente sobre el Helesponto y para excavar un canal al pie del monte Atos. Pretendía con ello no sólo que el paso de sus tropas fuera menos largo y más seguro, sino también aterrorizar a los griegos con la increíble magnitud de sus preparativos.
Diodoro Sículo, Biblioteca histórica, XI