Sangre
A Hala se la notó cohibida en la pelea, donde realizó agarres y sacudidas de energía más que golpear. A Hipergirl no pareció importarle quién fuera su madre.
La madre alien estiró del brazo de su contrincante y le arremetió con una palma contra el pecho mientras posicionaba un pie detrás para hacerla caer. Fue un poco insegura en su acción, y aunque logró que Hipergirl recibiera el golpe, ésta se percató de la pierna, saltando para evitarla. Sin miramientos ni esperas, propinó un puñetazo en el centro de Hala.
La mujer aguantó y la agarró por ambos hombros para evitar el impulso hacia atrás. Activó el puño de combate y produjo una sacudida eléctrica en el cuerpo de Hipergirl. Ladeó como reacción y Hala sí pudo realizar el barrido con éxito para que cayese.
Una vez a su merced, Hala se dejó caer enfocando la rabadilla. El peso de la adulta apresó a Hipergirl y la alien aprovechó para coger los brazos de su rival, levantarse y comenzar a retorcer y estirar por encima de la cabeza del Perfecto. Entonces posicionó las rodillas en los brazos y se dejó caer. El grito dejó clara la efectividad. La niña aprovechó el dolor y expulsó energía roja-violácea por el cuerpo. La onda expansiva apartó a Hala.
Se escuchó acelerar el circuito tecnológico del interior de la mochila-reactor de Hala. Chispazos de color surgieron del guante metálico. Al avanzar la cinética tomó forma de estela que impregnó el aire alrededor del brazo en movimiento.
En el lado contrario, Hipergirl fue un espejo y dirigió su puño —mucho más violento en energía y expansión— contra el invento alien en la mano de Hala.
Ambos puños chocaron y una pequeña explosión se sucedió. Fue potente por cómo las luces del laboratorio parpadearon, dando un contraste a la secuencia de ambas cayendo de espaldas con las manos rotas.
Hala se incorporó la primera y miró su guante partido por la mitad. Parecía un ser vivo de cáscara resquebrajada mostrando entrañas de puro rojo. Movió un poco la muñeca y el crujido le quitó la idea de volver a hacerlo. Se quitó con calma el guante. Apenas miró su mano, más centrada en el monstruo.
Hipergirl se incorporó con calma y no hizo caso al dolor. Dejó caer el brazo y ni reaccionó ante la violencia que gritaba a la vista por su mano malherida y rojiza, un tanto despellejada.
La niña miró a su madre. Correspondió la mirada, pero pareció atenta a algo que no estaba allí, atravesándola como a un fantasma. Visionó imágenes en blanco y negro de los golpes que acontecían, culminadas con la posibilidad de ganar de Hala al hacer una llave que noqueaba a Hipergirl.
La pequeña sonrió de una forma extraña y eso hizo vacilar a Hala. La madre alien delató tener una pizca de miedo:
Hipergirl tenía ganado el combate.
La pequeña giró sobre el aire con un gran salto propulsado de energía. Estiró la pierna y volteó con fuerza para chocar contra el bloqueo que la alien realizó con el brazo. Se escuchó otro crujido.
Hala gritó y no vio al cerrar los ojos por un segundo cómo la niña se apoyó con una pierna en su brazo para volver a impulsarse con energía. Olió a quemado. Después notó el golpe en la nuca que la lanzó de boca contra el suelo. Allí recibió un golpe en la espalda que la dobló de una forma desorbitada. Hipergirl había caído encima con un pie, manteniendo el equilibrio con una gracia maldita. El último movimiento fue girar sobre sí produciendo fuego de color, lo que la aceleró más que como hizo con Polo. Hala gritó de una forma que dañaba los oídos. Su grito no era humano, y ni la propia Hipergirl lo había escuchado antes. La agresora saltó produciendo más fuego rojo que quemó a la mujer. Varios metros las separaban, y fueron decreciendo con velocidad.
A último momento, la alien usó los restos de sus fuerzas para elevar los brazos y agarrar a la niña para apartarla y que se golpeara contra el suelo. Sin embargo Hipergirl reaccionó a tiempo y amortiguó con la mano sana, impulsando con la misma para soltarse de la presa al dar una voltereta hacia atrás. Dio la vuelta completa y quedó de pie al lado de la derribada.
Hala se giró y no previó el golpe directo a su garganta. La respiración se le cortó y quedó agonizando. Hipergirl saltó encima de ella y quedó sentada, produciendo una sacudida en su víctima. La agarró de los hombros con la mano y la levantó de la parte superior del cuerpo, donde la rodeó con las piernas. Deslizó la mano hasta la nuca de Hala. Hipergirl sonrió y comenzó a iluminarse.
Sólo se apreció el grito inhumano.
Hala quedaba boca arriba. Algunas zonas de su piel estaban despellejadas y chamuscadas, zonas donde el traje se había roto o desintegrado. Surgía sangre alrededor de su cuerpo tumbado, apenas visible por el contorno de la mujer. La alien respiraba con rapidez y esfuerzo emitiendo un sonido lastimero. Un olor deplorable quedó en el aire del laboratorio; un olor y la sonrisa de Hipergirl.
La pequeña quedaba a un lado observando con ambición desbocada. Se agachó y con tranquilidad habló con su madre:
—Dime dónde está la droga. Lo suyo es que ayudes a tu hijita.
—Tú no eres mi hija —dijo Hala con un hilillo de voz.
—Tengo una idea para que no perdamos más tiempo —acercó la mano a la boca de Hala e introdujo un poco los dedos—. Podría hacer que te ahogaras con tu propio vómito antes de que lo hagas con tu sangre.
Hala se horrorizó y miró a los pequeños dedos introducirse con lentitud con objetivo de la garganta.
—Estás tan débil que no podrías evitar ni a una mosca —aseguró Hipergirl—. A mí me queda fuerza para agarrar tu cabeza y mirar hasta la última de tus respiraciones.
La alien se estremeció.
—De todas formas —prosiguió—, encontraré la droga tarde o temprano aunque tenga que destrozar media casa a patadas. ¿Por qué no adelantas lo inevitable?
Hala sacudió la cabeza como afirmación. Volvió a surgir la sonrisa desde el otro lado.
Apreció que sangraba más de lo que esperaba. Hipergirl regresó con la probeta del líquido en la mano y la satisfacción en el cuerpo. Se sentía bien porque además había programado el sistema de seguridad de la casa con Ceberex para que atacara a quien se acercara por fuera; fuese a quien fuese, sin excepción. Polo debía de estar a punto de llegar con los refuerzos y nadie debía impedir su recuperación.
Pero Hala sangraba más de lo que esperaba. Bajo el cuerpo de la agonizante se extendía un gran charco. Ella, la gran Hipergirl, siempre tenía razón, ¿cuántas veces más tendría que demostrarlo? Pero por una vez reconoció equivocarse por la mancha roja sacudiendo el suelo con la vista. Hipergirl tuvo un mal recuerdo al verse reflejada en lo carmesí.
Se agachó al lado de Hala. Sintió los pies manchándose. La analizó y, tras colocar la probeta entre los dedos de la mano rota, tocó el cuello de la alien. Tenía el pulso débil, a un ritmo delator sobre que la había fastidiado hasta el fondo.
—¿Ha sido a caso hecho? —dijo la pálida.
Pero Hala no podía ver a la ofendida Hipergirl, tenía los ojos tan humedecidos de lágrimas que el mundo ya le quedaba cubierto antes de que comenzara a encadenarse su respiración con la nada.
—Todo estaba saliendo a pedir de boca, ma...
El interior del pecho de la niña se cerró. Forzó y le dolió junto a la espalda al lograr sacudir el peso de piedra en su conciencia:
—Mamá.
Hala alzó la mano. Su hija la agarró.
—Mamá, no quiero que muera nadie —la fría voz de Hipergirl se hizo distinta—. No me haría mejor que él. Quiero dejar de ser una polilla entre sus manos.
—Alza el vuelo y ve a la luz, mi vida.
La pequeña apretó más y miró la probeta para concluir:
—La droga podría ayudar —dijo. Contoneó la cabeza—. No sé, podría ayudar a coagular, o a que aguantes hasta que venga una ambulancia o pueda hacer algo —dijo y miró como si hablara a la probeta—. Al menos te dará adrenalina. Es tu única esperanza —vació el pecho de aire y la miró.
Hala quería sonreír pero no pudo.
—Si de todas formas, ya estoy perdida, ¿no? —asumió la niña—. Alexander me atrapó y ya no me va a soltar.
Soltó la mano, dejó la probeta sobre la mesa y se marchó de la sala. Desactivó la seguridad y fue a buscar por una jeringa al botiquín. Comenzaron a sonar las sirenas por el fondo.
Regresó y comprobó que Hala se sacudía de forma extraña. El suelo quedaba más pintado de vida. A la pequeña le pareció exagerado.
Fue a la mesa y cogió de nuevo la probeta. Se acercó a su madre y se arrodilló dejándose caer. Preparó la inyección a pesar del dolor de la mano, agarrando con la parte posterior del brazo. Se esforzó por controlar la jeringa en contra del dolor.
Sintió bajo las rodillas y piernas la humedad de otro mundo, un mismo tono que la energía que desprendía sin darse cuenta. No vertió todo el líquido dentro de la jeringa, la cerro colocando el embolo y la golpeó con el único dedo sano. Se buscó entonces la vena por la zona superior del antebrazo con intención de sustraer su propia sangre. Lo logró a la primera.
Agitó la jeringa para mezclar ambos líquidos y buscó por el brazo de Hala. Clavó la aguja con cuidado.
—Tú ganas, Alexander.
Pero el ser en su interior no pareció satisfecho. La niña sonrió inconsciente de una forma natural.
El brazo de Hala bajo la piel se tornó morado por unos segundos. La respiración comenzó a estabilizarse. El aire en su boca comenzó a agitarse con un efecto óptico propio del desierto o el asfalto en días de calor.
—Creo que funciona... mamá —tartamudeó.
La palabra se clavó como una vacuna y la madre sonrió y derramó unas lágrimas menos trágicas. La pequeña se percató de la mejoría de su tono de piel.
Notó una leve brisa y le chocó el imposible. Miró si acaso una grieta había surgido en el techo y se percató que provenía del suelo. En la palma de su madre bailaba con espasmos un pequeño remolino. Dedujo con rapidez qué significaba aquello:
—Como no me parece suficiente cantidad, la he mezclado con mi sangre. Funciona porque ha surgido un poder —sin embargo no pareció impresionada—. Es más, ese es el poder que tendría que tener hoy. O ayer. A saber.
—Curioso —Hala sonrió maravillada ante su propio espectáculo—. ¿Verdad, cariño? —afirmó Hala sin permitir que el dolor le borrase la sonrisa—. ¿Qué poder es?
—Manipulación del aire. Ya lo tuve en una ocasión.
—¿Y está bien?
—Mola cantidad —un atisbo de niña resurgió—. Manejar el oxígeno, al dióxido y esas cosas siempre es genial. Bueno, de formas que no son las habituales, como en un laboratorio, con un organismo...
—Mi pequeña cerebrito está regresando.
Hipergirl apartó la mirada y quedó distante. Se miró las manos y fue que asimiló lo pálido de su piel al destacar con el rojo. Chispas de energía surgieron de sus dedos, desviadas y dolorosas por la fractura.
—Ojalá ella estuviera aquí —confesó la niña—. Se pondría pesada con que su poder contrario es mejor que el mío —alzó la mano e hizo aparecer la energía en la palma. La observó como si allí pudiera ver el pasado—. Nos pelearíamos y tú pondrías orden con una merienda y un rato de tele.
Fue apartando la mirada y la llama se disipó. Bajó la mano y se miró en el reflejo descarnado del suelo.
—Todo era más sencillo.
—Ella te quería mucho —dijo su madre con un hilillo de voz—. Me lo decía a tus espaldas.
—Y más de una vez la escuché.
Comenzó a morderse el labio inferior.
—Mamá, dejemos de engañarnos porque sé que confesó tenerme envidia —miró al remolino que comenzaba a quedar débil. Suspiró agobiada—. Nunca supe por qué.
Se incorporó y miró la probeta con el resto de la droga alien. Después miró a la mesa de laboratorio que por milagro seguía intacta.
—Pero le voy a dar motivos.
Se acercó a la mesa y buscó por la última muestra que sintetizó. Vació un poco el cristal y vertió el resto del químico alien. Después buscó por la jeringa y, pidiendo perdón a su madre, se acercó a la alien y la reutilizó para sustraer del brazo un poco de la sangre de Hala.
Vació la jeringa dentro de la probeta y obtuvo un líquido de un tono marrón claro.
La muestra imperfecta y la droga en estado puro debían de ser suficientes al reforzarse por la sangre sustraída. Había sustraído la sangre de su madre con la esperanza de aumentar la cantidad de químico alien en la dosis.
Miró al reloj en la pared y se metió en situación. Por el fondo se escuchó como intentaban tumbar una puerta, reforzadas a conciencia para retrasar a los salvadores. ¿Cuántas ironías más se vería obligada a imponer...?
“Lo hago por todos”. Qué extraño le sonó pensar eso. No estaba tan mal.
Gracias a las paredes de la habitación, poco a poco proyectó en lo real el recuerdo perfecto del día en que perdió su cordura temporal. Comenzó a sentirse nerviosa. La visualización mejoró.
De aquel día tan lejano que ni parecía haber sucedido recordó cómo había parado el reloj para formar un triángulo. Debía —aunque fuera a golpes— devolverlo a su forma circular.
Respiró hondo y comenzó a golpearse el antebrazo para hinchar la vena. Le dolió pero continuó como disciplina para meterse en el momento. Más segura, miró y precisó. Se inyectó el químico sin plantearse —una vez más— qué estaba haciendo. Un malestar sobrevino apenas terminando de introducir lo que podría ser veneno.
Tocó esperar.
Al rato notó cómo flotaba. Miró a sus pies elevados. Algo en su interior se sintió mal, y un sabor metálico invadió sus labios.
Se tocó la nariz sangrando y se percató que no podía controlar el poder de levitación y/o anti-gravedad, un nuevo poder que estaría peleando en su interior con la energía violeta.
Los músculos se volvieron tersos y escuchó cómo se le rompía algo por dentro. Su nariz aumentó el sangrado.
Hipergirl comenzó a gritar desesperada, girando en el aire sin control y acelerando el movimiento. Activó sin querer la energía y se convirtió en una bola de fuego de múltiples colores. No supo si Hala estaba diciendo algo.
La pequeña cerró los ojos y se concentró en recordar aquel momento bajo el suelo perfecto. Gracias a su memoria perfecta pudo regresar. La puerta de arriba se quebró y una invasión de pasos descendió a las profundidades de su persona...
Estaba allí, estaba allí, estaba allí...
Nunca estuvo allí.
Vio el espejo. Descubrió que no lo era. Era un opuesto. Era ella. No tenía que verla como alguien aparte. Era ella. Al descubrirlo se sintió en paz. El supuesto reflejo se rompió y se esparcieron cientos de trozos por doquier.
Flotando y girando en cien trozos quedó la sonrisa orgullosa de Elis. Una vez sucedido...