EXPERIMENTO: MI ÁLTER EGO AFROESPAÑOL
Hice la mili en Ceuta, en Regulares. Convivíamos españoles con chicos nacidos en Ceuta aunque de origen marroquí. Hice buenos amigos. Uno de ellos se llamaba Abubakar Abderramán. Era un tipo muy simpático y gracioso. Sus padres vendían en un mercadillo y el tío, dentro del cuartel, lo regateaba absolutamente todo. Cuando estabas arrestado te traía lo que le encargaras de la calle: jabón, galletas, un bocata… Lo cierto es que negociaba producto por producto, y te parecía barato, pero al hacer la suma de todo lo que le habías pedido veías la pasta que ganaba porque lo hacía en un solo viaje. Y nada de exclusividad. En el mismo viaje compraba también para el resto de arrestados del día. Un negociante nato.
Como buen imitador que soy, aprendí a hablar con su misma tonalidad de castellano arabizado. Muchas veces me ponía a su madre al teléfono y me pedía que le hablara como si fuera él. Ahora Abubakar sigue dentro de mí y es el encargado de poner en aprietos a mis interlocutores cuando, por ejemplo, vendo cedés en la terraza del restaurante en el que estoy comiendo para poder pagar la cuenta; o cuando vendo bolsos y relojes en las gasolineras; o cuando intento alquilar un piso patera… Desde aquí le mando un abrazo muy grande a mi amigo Abubakar, con el que tantas veces me reí en Ceuta. Me salvó de más de un atraco por la calle.