PROGRAMAS EN DIRECTO
Paqui era una oyente de Levántate y Cárdenas que fue a vernos en directo a Valencia. Cuando terminamos el programa, y como hacemos siempre que nos lo solicitan, esta mujer, su marido y su hija nos pidieron hacerse una foto con todo el equipo. Nos la hicimos, y cuando terminamos el resto del equipo se fue marchando al hotel. Yo ese día me entretuve un rato más hablando con la gente y cuando me di cuenta de que los compañeros se habían ido me dispuse a coger un taxi. Así estaba yo esperando a uno cuando se me acercó un coche y desde el interior me preguntaron:
—¿Te llevamos?
Era Paqui y su marido Carlos. Yo les agradecí el gesto de que me acercaran hasta el hotel. El coche se puso en marcha y yo, sin conocer mucho Valencia, me percaté de que estábamos saliendo mucho a las afueras. Pensé que estarían atajando para llegar antes. Pero aquel atajo duraba ya demasiado y me encontré, sin saber cómo, en una autovía.
—Paqui, ¿dónde vamos, que estamos saliendo de Valencia? —le pregunté.
—Es que quiero que te conozca mi cuñado, si no te importa, que es muy fan del programa —me dijo.
—Vale, pero ¿se tarda mucho? Porque me están esperando para cenar en el hotel.
—No, no, si no tardamos nada, es que mi cuñado tiene mucha ilusión. Es que él no se puede mover.
—Ah, ¿que está impedido o pachucho? —supuse.
—No, no; que no le deja mi hermana ¡¡salir de casa!!
Uhhhh, esa respuesta ya me olió mal, pero, bueno, no me quedaba otra que seguir. Continuamos charlando casi una hora más.
—Paquiiiii, ¿pero adónde vamos? —le pregunté otra vez.
—A Benidorm, ya casi hemos llegado…
¡¡Casi!! Ciento cuarenta kilómetros para ver a su cuñado y perderme la cena en el hotel con mis compañeros. No daba crédito a lo que me estaba pasando. Yo no hacía más que preguntarme por qué no me lo dijeron antes de montarme en el coche. Uf, total, llegamos a Benidorm, a casa del famoso cuñado. No había sacado yo el pie del coche y ya tenía ganas de volver. Cuando entré en la casa del cuñado de Paqui me dicen:
—Ya la hora que es, te quedarás a cenar, ¿no?
Yo quería irme aunque fuera en bicicleta. Por fin entramos al salón y vi un sofá de espaldas a la entrada y con alguien sentado viendo la televisión. Por el lateral del sofá asomaba una mano con el mando a distancia de la televisión en ella. Paqui dijo:
—¡¡¡Moisés!!! —dirigiéndose a su cuñado, el del sofá—. Mira quién está aquí, José Luis Cantón, el del programa de Javier Cárdenas.
El hombre se levantó, se dio la vuelta y me dijo:
—¿No me conoces?
—No, la verdad. ¿Tenía que conocerte? —le pregunté.
Lo que es la vida. Hacía treinta años que no nos veíamos. Fuimos vecinos de niños en otra provincia y pasamos toda la infancia juntos hasta que el destino nos llevó a cada uno por un lado. Nos pasamos hablando gran parte de la velada. Esa noche fue una gran noche.
Lo más curioso es que su cuñada Paqui y su marido no sabían nada hasta ese momento. Treinta años después volví a ver a uno de mis mejores amigos gracias al programa que hicimos en Valencia y a la pesada de Paqui, que en algún momento del trayecto me asustó y todo.
Al año siguiente Moisés se fue. Estaba enfermo y no me dijo nada. Doy gracias al destino por hacer que esa noche recuperara a un gran amigo. Un abrazo, Moisés.