RENFE, JAMÁS TE LA JUEGUES

Renfe, ese tren que cada mañana te lleva a tu puesto de trabajo… o al menos eso intenta. Nuestro horario en la radio es ajustado, por lo que el transporte público es una de las mejores opciones para los que no vivimos en Barcelona, como es mi caso. Es sabido por todos que Renfe ofrece un amplio servicio de transporte público, pero que muchas veces los horarios no se corresponden con nuestras necesidades y es habitual que aparezcan incidentes y accidentes de los cuales, creo, nadie que viaje habitualmente se haya librado alguna vez. Sirva este ejemplo.

Renfe, un día cualquiera, las cinco y cuarto de la madrugada. El tren se para a mitad de trayecto. Como siempre, no hay información, nadie nos dice qué está pasando. Renfe, seis menos cuarto de la mañana. Casi empiezo a comerme el asiento del ataque de nervios que me está entrando, ¡como esto siga así no llego al programa! A todo esto, nos hacen bajar del tren… A esas horas, poca gente viaja en los vagones, pero la cuestión es que nadie sabe qué está pasando. Al cabo de un buen rato —las seis de la mañana—, cuando ya debería estar entrando por la emisora, llega el maquinista. El tren se queda parado hasta nuevo aviso.

Yo creo que debió verme la cara tan descompuesta que se acercó a mí y me preguntó:

—¿Chica, estás bien?

—No, señor, llego tarde al trabajo.

El hombre se me quedó mirando, y de repente los ojos se le iluminaron.

—Oye, ¿tú no sales en la foto con Cárdenas? ¿Tú trabajas en Europa FM, verdad?

¡El maquinista me había reconocido! En ese momento creo que pudo entender el porqué de mi casi descomposición. Está claro que no se debe llegar tarde a ningún trabajo, pero cuando tienes que empezar un programa en directo, ¡te subes por las paredes!

Santi, que así se llamaba, me comentó que era muy soñador y que escuchaba el programa cada día. Enseguida, y sin decirle nada, me dijo que vivía a cien metros de donde el tren se había estropeado y que él mismo me llevaba hasta la emisora si hacía falta. ¡No me lo podía creer! A veces hay buena gente en el mundo, y si encima tienes la gran suerte de encontrar a un soñador, ni te cuento. El hombre me llevó hasta la emisora e incluso se saltó algunos semáforos en rojo para que pudiera llegar a la hora.

Lo bueno vino al cabo de unos meses, cuando nos llegaron a la emisora dos multas de cien euros que Santi nos envió para que se las pagáramos. Se las habían puesto para que yo pudiera llegar a la hora. Aún intento localizar a ese maquinista, y a pesar de seguir viajando cada día en tren, no he vuelto a coincidir con él.