Capítulo IX

Tres días después, Hoskins pasó a visitar a la señorita Fellowes.

—Todo ha salido bien. Mi mujer ya no pone objeciones a que Jerry venga a jugar con Timmie, y Ned Cassiday ha redactado el borrador de un acuerdo de responsabilidad civil que, en su opinión, tendrá carácter legal.

—¿Responsabilidad? ¿De qué, doctor Hoskins?

—De daños eventuales.

—Que Timmie dañe a Jerry, quiere decir.

—Sí —admitió Hoskins con aquel tono de voz pusilánime.

La señorita Fellowes se encrespó.

—Dígame, ¿piensa en serio que pueda ocurrir? ¿Y su mujer?

—Si esa posibilidad nos preocupara de verdad, no habríamos ofrecido a Jerry como compañero de juegos de Timmie. Mi mujer abrigaba dudas al principio, como ya sabe, pero Timmie no tardó mucho en ganársela. De todos modos, siempre existe la posibilidad, cuando se juntan dos niños que no se conocen, de que uno le coja manía al otro, señorita Fellowes. No es necesario que se lo recuerde, estoy seguro.

—Por supuesto, pero los padres no suelen contratar seguros de responsabilidad civil cuando permiten a sus hijos ir a jugar con otros niños.

Hoskins rió.

—No lo entiende. No somos nosotros los que hemos contratado ese seguro, sino la empresa. Annette y yo somos los que garantizamos a la empresa que no emprenderemos acciones legales contra Tecnologías Estasis S.L., si algo ocurriera. Es una renuncia a la responsabilidad, señorita Fellowes.

—Oh —exclamó ella débilmente—. Entiendo. ¿Cuándo vendrá Jerry?

—¿Qué le parece mañana por la mañana?