53
Encontró a Mandy Terris sollozando en el pasillo que conducía a la burbuja.
—No sé qué ha pasado. Salí al pasillo para echar un vistazo a una minipantalla. Sólo un momento. Y antes de que pudiera moverme o hacer algo… —Le espetó una repentina acusación—: Usted dijo que no habría problemas. Dijo que les dejara en paz…
La señorita Fellowes, temblorosa y fuera de sí, la miró.
—¿Dónde está Timmie?
Mortenson había aparecido como por arte de magia. Estaba rociando con desinfectante el brazo de un histérico Jerry. Elliott se disponía a aplicarle una antitetánica. Una brillante mancha de sangre se destacaba en la ropa de Jerry.
—¡Me ha mordido, señorita Fellowes! —gritó Jerry, encolerizado—. ¡Me ha mordido!
La señorita Fellowes le traspasó con la mirada.
—¿Qué le habéis hecho a Timmie? —gritó.
—Le encerré en el baño —dijo Mandy Terris—. Encerré a ese pequeño monstruo ahí y atranqué la puerta con un par de sillas.
La señorita Fellowes entró corriendo en la casa de muñecas, sin apenas notar la sensación de desorientación cuando entró en la Estasis. Apartó las sillas y forcejeó con la cerradura del cuarto de baño. Tardó una eternidad en abrirla.
Miró al niño feo, acurrucado en un rincón.
—No me azote, señorita Fellowes —sollozó Timmie. Tenía los ojos enrojecidos, y sus labios temblaban—. No quise hacerle daño. No me azotará, ¿verdad?
—Oh, Timmie, ¿quién te ha dicho eso?
Lo atrajo hacia ella, abrazándolo con fuerza.
—Ella. La nueva —dijo Timmie, tembloroso—. Dijo que usted me pegaría con un látigo, que me pegaría mucho.
—No tenía derecho a decirte eso. Nadie te va a azotar. ¿Qué ha pasado, Timmie?
El niño la miró con sus grandes ojos.
—Jerry dijo que yo era un niño-mono.
—¿Cómo?
—Dijo que yo no era un niño de verdad, que lo había leído en un periódico. Dijo que yo sólo era un animal.
Timmie luchaba por contener las lágrimas, pero fue en vano. Los sollozos enmascararon sus palabras, pero la mujer fue capaz de entender hasta la última sílaba.
—Dijo que ya no quería jugar con un mono. Yo le dije que no era un mono. No soy un mono. Sé lo que es un mono.
—Timmie, Timmie…
—Dijo que mi aspecto era divertido. Él dijo que era horrible y feo. Lo repitió varias veces, y al final le mordí.
Los dos se echaron a llorar.
—No es verdad —dijo la señorita Fellowes, entre sollozos—. Ya lo sabes, Timmie. Eres un niño de verdad. Un niño de verdad, el mejor del mundo. Y nadie te alejará de mí.
Volvió a salir. Elliott y Mortenson seguían curando a Jerry. Mandy Terris no estaba en ninguna parte.
—Saquen a ese niño de aquí —ordenó la señorita Fellowes—. Llévenle al despacho de su padre y acaben allí la curación.
Los dos asintieron. Se apartaron de ella como si hubiera empezado a escupir fuego.
Dio media vuelta y regresó al lado de Timmie.