CAPÍTULO 17

 

 

Claudia se encerró a pintar.

 

Durante toda esa semana sus salidas fueron escasas.

 

Se iba a correr por la mañana muy temprano para moverse un poco, cuando acababa desayunaba con Oscar en el chiringuito y si lo necesitaba salía a comprar suministros.

 

No coincidió con Gonzalo aunque sabía que estaba muchos días por allí con su hermano, revisando la obra de sus amigos que estaba ya muy avanzada.

 

No lo estaba evitando, eso ya se había acabado, simplemente estaba siguiendo su vida y realizando sus propósitos.

 

Llevaba ya varios cuadros casi acabados, se estaba centrando por estancias, y los de una de ellas ya le faltaban poco.

 

El viernes le llamo su cuñada, llevaba toda la semana sin verla, desde el día que volvió y les dijo que ya era definitivo lo de Londres.

 

Quería  hablar con ella sobre un asunto.

 

- Hola perdida, ¿cómo  te va la vida?

 

- Buenas, cuanto tiempo, me he desconectado tanto, que si me  descuido ni me acuerdo de comer, perdona que no te haya llamado.

 

- Tranquila, te entiendo perfectamente, cuando me pongo con un libro me pasa igual. Hablando de comer, me gustaría que comiéramos juntas, pero como supongo que me vas a decir que no tienes tiempo, he pensado en llevármela a tu casa, así solo pierdes el rato de comer. Yo llego, pongo la mesa, preparo todo y tu bajas cuando este todo listo, ¿de acuerdo?

 

Claudia siguió, sin darse cuenta de las horas que pasaban.  Cuando se ponía con la pintura el tiempo se iba tan rápido, que a veces, notaba que su estómago le rugía, y ya era media tarde.

 

Llamaron al timbre y bajo a abrir, suponía que era Zoe.

 

- Ya estoy aquí con las viandas, dijo mientras se abrazaban y daban dos besos.

 

- Que bien, acabo de terminar uno de los cuadros e iba a parar un poco. Mientras tú preparas todo, voy a recoger un poco y me lavo, llevo pintura por todo.

 

Bajo y Zoe ya lo tenía todo preparado, había puesto la mesa y había servido un montón de comida.

 

- ¡Que bruta!, ¿cuánta comida has traído?

 

- Ya sabes cómo es Elisa de exagerada, y te he metido más  en el congelador y la nevera, he tenido que dar dos viajes al coche, se rió. No quiere que te mueras de hambre por falta de tiempo.

 

- Luego dale un beso de mi parte, es un sol, siempre está en todo.

 

- He venido, aparte de a verte, porque quiero comentarte una cosa que como no nos hemos visto, no te lo he podido decir.

 

- ¿Ocurre algo?

 

- Jaja, si algo grave, que Silvia cumple años y lo lleva fatal. Entre Hugo y yo, le estamos preparando una fiesta, en mi casa, es mañana, aunque su cumple es al día siguiente, pero al caer en domingo, es un rollo, no se puede trasnochar.

 

- Que bien, me encantan las fiestas sorpresa.

 

- Lo único, como es lógico, vendrá Gonzalo, espero que no te importe.

 

- Tranquila, me parece perfecto, desde el otro día no lo he vuelto a ver. Si no te importa, yo tengo que llevar a Sergio, mañana venia a pasar aquí el fin de semana.

 

- No me importa, tu puedes traer a quien quieras, pero no entiendo que rollo lleváis los tres.

 

- Rollo ninguno, somos amigos.

 

- No me fastidies, a mi no me engañas.

 

- Es cierto, Gonzalo y yo, ya tenemos claro, que lo nuestro ni ha existido, ni va a existir nunca. Y con Sergio, hay una gran amistad, nada más. Cada uno estamos enamorados de otras personas, para pesar de los dos.

 

- Pero, yo viendo las fotos que mandabais creí notar otra cosa.

 

- Para nada, lo único es que lo pasamos genial, aunque a los dos nos hubiera gustado estar allí con otros. Ojalá nos quisiésemos como pareja, sería mucho más  fácil para los dos. Por otro lado, me alegro de haber estado en Londres con él. Cuando estaba allí, pensaba que hubiera sido genial estar con Gonzalo, pero hubiera sido una putada. Ahora cuando pasee por  las calles, vea los parques, los mercadillos,.. las veré desde el prisma de Sergio, de la otra forma, me traería recuerdos de Gonzalo, y eso no sería bueno.

 

                                                   ❤❤❤

 

- ¿Prefieres que no vaya?, son tus amigos y supongo que ira Gonzalo, igual te encuentras un poco violenta. 

 

- Lo dices en serio, saben que vas a venir, pero aparte de eso tú eres mi amigo, por lo que en esa fiesta encajas perfectamente. Eso sí, si te da miedo ir, eso es otra cosa.

 

- Jajaja, ¿miedo yo?, ¿por qué?

 

- Por si encuentras al amor de tu vida entre las bellezas de mis amigas, hay una cuantas solteras y de muy buen ver, se rió, sabiendo que él ya tenía claro quién era la mujer de su vida.

 

- Que graciosa, ya te he dicho, que cuando vuelva a juntar el valor necesario, volveré a intentarlo con Carlota, pero ahora mismo no tengo fuerzas para que me den otra patada en el culo, no hace falta que me chinches más.

 

- ¡Vale, vale!, te dejo que te tomes tu tiempo, pero te aconsejo que no tardes mucho, la vida se va muy rápido, te lo digo por experiencia, y le guiñó el ojo.

 

- Corre a pegarte una buena ducha y quitarte toda la pintura que llevas por el cuerpo que al final llegamos los últimos, y tampoco es cuestión de llamar la atención.

 

Claudia subió y después de la ducha se tiro un buen rato mirando el vestuario, en esta casa tampoco tenía gran cantidad de ropa, se había traído lo justo y le apetecía ir guapa, aparte de porque iban a estar todos sus amigos y quería que vieran lo bien que estaba, porque iba a estar Gonzalo, y aunque habían puesto las cosas claras, su orgullo de mujer, necesitaba mostrarle lo estupenda que estaba sin él.

 

Al final se decidió por una apuesta segura, iba mona, pero algo sexy, discreta, pero llamativa, cómoda, pero elegante y fresca pensando en la época que estaba, que ya hacía bastante calor.

 

La falda corta azul, le llegaba a mitad del muslo, llevaba alguna que otra lentejuela e iba a conjunto con una blusa blanca atada al cuello con casi toda la espalda al aire cuya cinturilla era de lentejuelas al igual que el final de las tiras de las cintas del cuello, era bastante sugerente, sin ser transparente, se notaba que no llevaba nada debajo de ella.

 

Los complementos que eligió eran bastante informales y sencillos, unas bolas grandes plata y unas sandalias planas y cartera de mano del mismo tono. 

 

Se había recogido el pelo en una especie de moño mal hecho del que se le soltaban mechones y dejaba de esta forma la espalda a la vista.

 

Cuando bajo, Sergio estaba preparado y desesperado, se quedo mirándola y soltó un silbido.

 

- ¿Qué  es lo que tú entiendes por no llamar la atención?, estas que rompes.

 

- Mira quien fue a hablar. Con esa camisa blanca y esos pantalones de pitillo, pareces un modelo de un anuncio, encima el blanco te realza lo moreno  que estas y esos ojazos que tienes.

 

- Entonces, vamos a ver como se nos da lo de pasar desapercibidos, le sonrió.

 

                                                        ❤❤❤

 

Cuando llegaron había ya bastante gente, faltaba la cumpleañera con su marido y poco más.

 

Como Sergio había vaticinado, no pasaron para nada desapercibidos.

 

Comenzaron a saludar a la gente que había en la terraza, allí estaba Pablo, con Oscar, Olivia y otros amigos. Todos les hicieron cumplidos, les dijeron lo bien que se les veía y les dieron dos besos, a excepción de dos personas que se encontraban mirándolos en la distancia, uno era Gonzalo, que se disponía a salir en ese momento con dos cervezas en la mano y se quedo parado al verlos aparecer, y otra era una chica, que en ese momento estaba en el interior de la cocina ayudando a Zoe y al verlos llegar le dio un vuelco el corazón y le cambio la expresión risueña y alegre que había tenido hasta ese instante.

 

- Vamos a saludar a Zoe y de paso, vemos, si necesita algo.

 

- Esta en la cocina, acabando con los preparativos para que este todo listo cuando vengan.

 

Toda la terraza estaba totalmente abierta, al igual que las cristaleras que la unían al salón y la cocina, sobre las mesas, bajas y altas, había dispuesto unos manteles con servilleteros, unas velas en el centro y muchísimos aperitivos repartidos de todo tipo. Estaban encendidos farolillos y antorchas que ocupaban hasta la arena de la playa, donde habían colocado alguna que otra mesita también de la misma forma, estaba todo precioso y la iluminación creaba un ambiente muy bucólico y romántico.

 

Cogió la mano de Sergio para arrastrarlo a la cocina y presentárselo a Zoe, cuando sus ojos chocaron de frente con los de Gonzalo que seguía mirándola, parado en el mismo sitio.

 

- Hola, no me había dado cuenta de que estabas ya aquí, dijo Claudia dándole sus conocidos dos sonoros besos y un abrazo.

 

- No hace mucho que he llegado, estaba cogiendo provisiones, sonrío mostrando las cervezas que se las pasó a una sola mano para poder estrechar la otra a Sergio. Encantado de volverte a ver.

 

- Igual digo, le devolvió el apretón con una sonrisa.

 

- Vamos a ver a Zoe, quiero presentarle a Sergio y enseguida salimos.

 

Al entrar a la cocina, Zoe que los había oído se volvió para saludarlos y se quedo parada al ver la cara que tenía su amiga y editora y el amigo de Claudia, parecía que habían visto un fantasma.

 

- Hola pareja, que alegría que ya estéis aquí, por qué tú eres Sergio, ¿no?

 

 Al ver que seguía parado sin quitar los ojos de esa chica, Claudia intercedió.

 

- Si, el es Sergio, y esta chica ¿es?

 

- Esta es mi amiga y editora, Carlota, y ellos son mi amiga y cuñada Claudia y su...Sergio.

 

- Hola, me alegro de conocerte, si no me equivoco, y creo que no, he oído hablar mucho de ti, dijo Claudia acercándose a saludarla.

 

- Yo también he oído hablar de ti, dijo ya repuesta y mostrando una sonrisa, Zoe me contó que eres pintora y que  igual te vas a Londres, donde has estado pasando una semana muy romántica con un amigo, supongo que con él, dijo con un tono un poco puntilloso e intencionado.

 

- Bueno, eso no es exactamente así, pero ya debes conocer la imaginación romántica que tiene tu amiga.

 

- Vosotros, ¿os conocíais ya?, me ha recordado una escena que viví yo como protagonista, no hace tanto tiempo con Pablo.

 

- Como para olvidarse, fue en la inauguración de mi exposición, y os quedasteis como estos dos. De golpe las dos amigas comenzaron a reírse ante las caras nada amigables de los otros dos.

 

- Si, nos conocemos, y para mi desgracia, más de lo que yo creía, dijo Carlota.

 

-  Como siempre, crees que me conoces bien, lo das todo por hecho y te equivocas, contesto con un tono molesto Sergio saliendo de su mutismo.

 

- Creo cuñadita, que nosotras aquí estamos de más, así que vamos a sacar estas bandejas antes que nos salpique algo.

 

Se cargaron, las sacaron al exterior y fueron a reunirse con el resto.

 

Pronto vieron salir a los otros dos con cara de pocos amigos.

 

- ¿Todo bien?, dijo Claudia al tiempo que acariciaba la mejilla seria de su amigo.

 

- Con ella, nunca va todo bien, dijo molesto Sergio.

 

- Un consejo de alguien que te entiende y te quiere. Sigue luchando mientras veas alguna posibilidad.

 

- Pues creo que tú te has rendido, y el cretino ese, me mira perdonándome la vida.

 

- Lo nuestro es diferente, ya sabemos que nos queremos, y así todo, él a escogido la opción de pasar porque no quiere complicarse.

 

Al poco rato llego Hugo cogido de la mano de su mujer, a la que le había vendado los ojos. Antes había mandado un mensaje anunciando que ya estaban, para que todos estuvieran en silencio esperando su llegada.

De repente, le quito el pañuelo que le cubría los ojos y todos a lo unísono gritaron -¡Feliz cumpleaños!

Ella no daba crédito a lo que veía, no se había sospechado nada, sabia solo lo que Hugo le había dicho, que tenían que dejar a su pequeño con sus padres para cenar esa noche juntos.

 

- ¡Que antipáticos!, me he emocionado y todo, creía que no os ibais a acordar, dijo mientras derramaba alguna lagrima que otra.

 

Saludo a todos, le abrazaron, besaron, felicitaron y estuvieron charlando mientras picoteaban. 

 

Zoe se acercó a su amiga, que desde que había visto a Sergio ya no estaba con el mismo humor.

 

- Piensas contarme que narices pasa contigo y Sergio o te voy a tener que torturar para sonsacártelo.

 

- Otro día te lo contare, es largo, además ahora prefiero olvidarme que estamos en el mismo sitio.

 

- Como quieras, pero eso lo tenemos pendiente.

 

Pasada la media noche, apagaron las luces y solo quedaron los farolillos y las antorchas, sacaron una tarta con todas las velitas encendidas, para que Silvia las soplara.

Le cantaron, la felicitaron de nuevo, tomaron algo de tarta y pasado un rato, ya todos muy animados pusieron música y unos bailaban, otros paseaban por la playa, otros charlaban, estaba siendo una fiesta muy agradable entre muy buenos amigos.

 

- Zoe, porque no pones el karaoke que te regalamos, seguro que ni lo has estrenado y así nos reímos un rato, dijo Silvia a su amiga, haciéndole un puchero, ya que a esta no le hacía ninguna gracia lo de cantar.

 

- Esta bien, hoy se hace lo que tú quieras.

 

- ¡Chicos! ¡Chicos!, ¿quien se apunta a cantar?, vamos a divertirnos, dijo Silvia emocionada como una cría pequeña.

 

En seguida se juntaron todos con sus copas en la mano y se reían de como cantaban unos, aplaudían, acompañaban en las canciones,...

 

Claudia era una de las que aún  no había cantado y Zoe le obligó a salir. Le puso la canción de " Noches de bohemia".

 

- Recuérdame que luego te mate, dijo con el micro en mano, provocando las risas de sus amigos.

 

Empezó a sonar la canción, que a ella por cierto le encantaba y conforme iba cantándola, no podía evitar mirar a Gonzalo, parecía que iba dedicada a él.

        

"Noches de bohemia y de ilusión 

yo no me doy a la razón 

tú como te olvidaste de eso. 

Busco y no encuentro una explicación 

solo la desilusión 

de que falsos fueron tus besos. 

Ya no sé cómo olvidarte, eh, eh 

Como arrancarte de mis adentro. 

Desde que te marchaste 

mi vida es un tormento. 

Y ya no quiero recordarte, eh, eh 

ni siquiera ni un momento 

pero llevo tú imagen 

grabada en mí pensamiento. 

 

Noches de bohemia y de ilusión 

yo no me doy a la razón 

tú como te olvidaste de eso. 

 

Yo quiero vivir distante 

de todo aquello que era nuestro. 

Pero el aire me trae 

aromas del recuerdo. 

 

No me pidas que me calle, eh, eh 

y tú no sabes lo que siento 

me has hecho una herida 

en mi sentimiento. ...."

 

 

 

Mientras ella cantaba sus amigos no paraban de reírse, le hacían los coros para enfatizar sus palabras y le echaban miraditas a Gonzalo, incluso Pablo estaba disfrutando de lo lindo viendo tan agobiado a su amigo y Oscar se alegraba de verlo con esa cara y no paraba de reír.

 

Antes de que acabara, violento y molesto por la situación, Gonzalo se fue del salón a la terraza.

 

Cuando terminó su actuación, Claudia fue vitoreada y aplaudida y ella volvió donde estaba con Sergio que le estaba aguantando su copa.

 

- Creo que deberías salir, yo se de uno que está un poco mas enfadado de la cuenta, le dijo su amigo.

 

- ¡Que le den!, dijo un poco envalentonada por el alcohol que no tenía costumbre de tomar. Me lo estoy pasando genial, y no todo gira alrededor de él, ¿sabes?

 

- Si se, pero..., bueno, lo que tu digas, yo no soy quien, y hoy no estoy de humor.

 

- Pues sabes lo que a mí me pone de muy buen humor cuando me agobio, ven, y lo cogió de la mano mientras lo arrastraba hacia la playa.

 

- Creo que tú esta noche llevas más humor del que es sano, si rió mientras se dejaba arrastrar.

 

- ¡Quítate los zapatos! , le ordenó mientras ella lanzaba sus sandalias lejos de la orilla para que no se mojaran. 

 

Él se arremango un poco los pantalones viendo las intenciones de ella.

 

- Esta buenísima, mete los pies y veras.

 

- Sinceramente, ahora no me apetece mucho.

 

- Así no te puedo ayudar, dijo riendo, o colaboras o te tendré que obligar, dijo amenazándole con salpicarle.

 

- Esta bien, los meto, pero pobre de ti como...

 

- ¿Como qué?, ¿cómo esto?, y le salpico entero dando una patada al agua al tiempo que corría por la orilla muerta de risa provocándole.

 

Él viendo que ya no tenía solución, la siguió intentándole mojar también. Aunque ella corría mucho, al ir sin parar de reírse, las fuerzas la fallaban y el haciéndole un placaje, la derribo en el agua. Estaban los dos empapados y muertos de risa.

 

Desde la terraza Gonzalo observaba la imagen con las mandíbulas apretadas y más tieso que un palo, sin percatarse de que a sus espaldas estaba Pablo.

 

- Que bonito es el amor, ¿verdad?, da gusto verla así de feliz, quién me lo iba a decir a mí, que al final iba a ser Sergio, dijo metiendo el dedo un poco más en la llaga.

 

- Si tú lo dices.

 

- Ya veras, como cuando encuentres a alguien que quieras de verdad, no solo para pasar la noche, ves las cosas de otra forma y te quitas de todas esas tonterías de pasar del amor, te lo dice alguien con experiencia, alguien que hace poco era como tú.

 

Los que estaban en la playa después de un rato mojándose y jugando, salieron y se sentaron en unas rocas que había en un lateral.

 

- A que ahora te encuentras de mejor ánimo.

 

- Ha sido una solución un poco drástica  pero efectiva.

 

A ella le dio un escalofrío y él le rodeo con sus brazos.

 

- Creo que deberíamos volver y coger un par de toallas, aunque hace buena temperatura con las ropas mojadas nos va a dar algo.

 

Subieron las escaleras de la terraza, allí seguían su hermano y Gonzalo.

La blusa la llevaba empapada y se le había pegado al pecho dejándolo completamente a la vista.

 

- Pablo, creo que será mejor que entres y les saques unas toallas, no creo que quiera entrar así.

 

Ella dirigió la mirada hacia donde él había señalado y se echo a reír.

 

- Me da igual que me vean, pero es mejor que la traigas para que no mojemos la casa.

 

- Creo que además, deberíamos irnos ya, mañana no vamos a podernos levantar y recuerda que hemos quedado a comer.

 

- Si, pensaba despedirme de todos cuando me trajera la toalla y así irnos para casa.

 

Él cada vez estaba más molesto, a ella parecía darle igual todo, ya hacia hasta planes con Sergio. Para hacer unos días, haberle dicho que lo quería, lo había superado con demasiada rapidez.

¿Quién cerró las puertas al amor?
titlepage.xhtml
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_000.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_001.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_002.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_003.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_004.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_005.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_006.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_007.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_008.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_009.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_010.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_011.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_012.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_013.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_014.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_015.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_016.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_017.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_018.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_019.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_020.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_021.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_022.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_023.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_024.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_025.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_026.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_027.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_028.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_029.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_030.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_031.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_032.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_033.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_034.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_035.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_036.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_037.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_038.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_039.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_040.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_041.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_042.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_043.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_044.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_045.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_046.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_047.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_048.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_049.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_050.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_051.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_052.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_053.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_054.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_055.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_056.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_057.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_058.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_059.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_060.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_061.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_062.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_063.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_064.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_065.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_066.html