CAPÍTULO 28

 

Se levantó temprano, quería recoger un poco la casa, que aunque no la había usado mucho, le hacía falta un pequeño retoque.

Revisó las comidas que tenía en el congelador para ver que tenía, para cuando llegaran Silvia y Hugo con el peque. Vio que había bastantes raciones para 4 de varios platos, ¡genial!, así no se tenían que complicarse  cuando se quedarán en casa.

Se fue a comprar algunas cosas para los desayunos, aperitivos,  para hacer ensaladas y algo de fruta.

Como siempre que salía de compras, acabó comprando flores y los dulces que tanto le gustaban.

Cuando terminó de organizarlo todo, se puso un bikini y se bajó con una toalla a la playa. Necesitaba tomar un poco el sol, su aspecto, entre las noches sin dormir y los kilos que había adelgazado por no comer bien, no era muy bueno.

Nada más llegar, se metió en el agua, estaba bastante fresca, le vino genial, la despejó. Estaba buenísima, trasparente y calmada, no pudo evitar acordarse del día que había pasado con Pablo, desde entonces había preferido no bajar.

Salió, y se tumbó a tomar el sol, era un placer, no hacía demasiado calor y se estaba muy a gusto, cuando se dio cuenta hasta se había dormido.

Se incorporó y al mirar al mar, vio a Pablo y Óscar con las tablas, el corazón le dio un vuelco. ¿Por qué le afectaba tanto?

Él parecía no haberla visto, pero de repente Óscar le saludó con la mano, y llegó remando hasta donde ella estaba, se bajó en la orilla para saludarla. Pablo aunque había visto a su amigo acercarse, ni se inmutó . Se quedó esperándolo dentro.

- No tardes o me largo sin ti, Casanova.

Óscar le sacó el dedo a modo de contestación.

Zoe, fue a levantarse para darle dos besos, le temblaban las piernas, pero aparentó que todo estaba bien.

- Te he echado de menos princesa, ¿tan mal te he tratado que no quieres ni verme?

- Que va, tú siempre me has tratado bien, no pudo evitar mirar hacia donde estaba Pablo, lo único es que he estado un poco liada.

- Pues deslíate y pasa a ver alguna vez a los amigos, que te echamos de menos, y también miró hacia donde estaba su amigo.

- Te prometo que un día de estos me paso, de verdad.

- Pues te esperare impaciente, siempre da gusto tener a una belleza cerca.

- No tienes remedio, se rió.

- Creo que me voy antes de que el capullo aquel se vaya sin mí.

Se volvieron a dar dos besos y se alejó con la tabla hacia donde estaba Pablo. Este no se volvió a mirarla.

Tenían que estar a punto de llegar sus amigos, así que cogió la toalla y volvió a su casa, se bañó en la piscina y se preparó. Al poco estaban allí.

De golpe, aunque solo eran tres parecía que había entrado una marabunta.

Empezaron a sacar cosas del coche, parecía que se iban a quedar a vivir.

Bolsas del bebé, de ropa, de comida, de accesorios para darle de comer, para bañarlo, la silleta, el carrito por si se dormía en la calle, la cuna de viaje, un colchoncito para la cuna, sombrilla para sí llevaban al bebé a la playa, una piscinita hinchable, porque el agua del mar estaba aun muy fría,.....

Estaba agotada solo de ver lo que habían tenido que mover para 3 días.

- Esto lo hacéis, para quitarme cualquier idea lejana que se me pueda pasar por la cabeza de tener hijos.

- Jaja, que exagerada eres, no es para tanto, esto ya lo haces sin darte cuenta.

- Pues, yo me voy a dar cuenta. Anda, vamos a vuestra habitación a dejar todos estos chismes.

- Lo de la playa lo dejamos aquí mismo, y la comida, al pasar, déjala en la cocina, Hugo. No te importa ¿verdad?

- Claro que no, faltaba más, si a este pequeñajo lo quiero más que....y empezó a hacerle pedorretas y darle besos, mientras lo sacaba del autoplay para llevarlo arriba y Yago no paraba de reírse.

 


                    *************************

Ese viernes se levantó como venía haciendo últimamente bastante temprano, se puso el bañador y se fue en busca de Óscar.

Ya llevaban unos días quedando para desayunar y luego salir un rato con las tablas.

- Hoy, hay cambió de desayuno, el especial de la casa, es mi preferido y el de Zoe.

Pablo puso cara de asco.

- No pongas esa cara que aun no sabes lo que es, o ¿es por Zoe la cara?, se hizo el tonto. Además, si no recuerdo mal estos dulces también te encantaban a ti.

- Ja ja ja, dijo con desgana, si piensas joderme este día tan estupendo, lo estas consiguiendo.

- Solo te estaba dando pie por sí querías hablar de lo que te preocupa con un amigo.

- Creo que paso, no me preocupa nada, y lo que quiero es disfrutar de mi desayuno "especial" o “estrella”, ¿no?, ¿así es cómo lo llamas?, e irme al agua.

- Perdone usted, si le importunado, pero si no huyes de nada, ¿por qué  no hemos vuelto a ir por la zona aquella?, señaló a su izquierda, hasta el final del paseo, era, sino recuerdo mal, la que más te gustaba.

- Porque me apetecía cambiar, y tampoco ha surgido.

- Pues hoy, como a ti te da igual, a mí, me apetece más volver a aquella parte.

- Perfecto, como tú quieras.

Se tomaron el desayuno, que por cierto, le encantaba y salieron a pasar un rato en el agua.

Desde lejos, a  Pablo, ya le pareció que la que estaba tumbada era Zoe, pero no le dijo nada a su amigo e intentó alejarse, yendo más hacia dentro en esa parte.

Sin darse cuenta, no le quitaba ojo, ella estaba tumbada inmóvil, pero así todo le provocaba. Su cuerpo se activaba, era hasta doloroso verla tan cerca y tan lejos a la vez.

Óscar desde el principio la había visto, y se había dado cuenta, que su amigo, no solo la había visto, sino que también la había analizado, pero se hizo el loco.

 

Pablo todo era separarse de la costa, y a él le parecía genial, con esa excusa, estarían más tiempo en esa zona, y quizás así él encontrara la oportunidad de saludar a Zoe.

Se percató que algo pasaba cuando vio a Pablo apartando la vista rápidamente de ella y ahí fue cuando vio su momento.

Ella se había incorporado y la saludó con la mano, por lo visto, también los tenía controlados, entonces se fue a acercar y avisó a Pablo.

- Vienes, está ahí Zoe, voy a saludarla.

- No, ve tú, no tengo ganas de salir a la orilla.

Conforme su amigo se iba acercando, intentó pasar de mirarla, y se puso a prestar la atención en el horizonte y las vistas. Se volvió y avisó a Óscar.

- No tardes o me largo sin ti, Casanova.

Y siguió haciendo como si le diera igual, pero veía como se reían y se volvían mirándolo.

- ¿De qué coño estarán hablando esos dos?

Se despidieron, con dos besos, que le hubiera encantado que fueran a él al que se los daba, y mientras Óscar volvía, vio como ella se marchaba para su casa.

- Se le notaba más delgada y no había pasado ni una semana desde la última vez que la vio. Desechó esas ideas que le pasaban por su cabeza. Definitivamente, no es problema mío.

Cuando volvió a casa ya se habían levantado las dos bellas durmientes.

Parecía que se levantaban con las pilas cargadas, ya estaban planeando y viendo que iban a hacer ese día, no podían desperdiciar ni un minuto, que ya quedaban menos vacaciones.

- Habíamos pensado esta noche ir a cenar a algún lado y Olivia dice que a ella le apetece volver al chiringuito, que desde el otro día no ha vuelto a ver a Óscar y antes de irse le gustaría verlo, dijo Claudia poniendo como excusa a Olivia. Mientras está la atravesaba con la mirada.

- Ir vosotras, yo lo tengo muy visto, desayuno y paso un rato todas las mañanas con él.

- Entonces sin problema, vamos a otro sitio, dijo Olivia aliviada, al mismo tiempo que recibía una patada de su prima. Aunque me hacía ilusión que fuéramos los tres, rectificó.

- De acuerdo, sin problema, me gusta mucho el sitio, se está muy bien, por vosotras voy donde haga falta, hasta a ver al plasta de mi amigo.

Claudia sonrió, Olivia no tanto.


                    ****************************

El día, estaba siendo, totalmente distinto a los que ella estaba acostumbrada, después de comer, fue el único momento de paz que hubo en la casa. Mientras el pequeño dormía la siesta, Hugo se fue con él a descansar y se quedaron las dos amigas tomándose otro café.

- La verdad, cuando uno está aquí, se entiende mejor que no quieras salir mucho, aquí parece que no existe el tiempo, es un verdadero placer.

- Aquí tengo todo lo que necesito y deseo.

- Bueno, todo, todo. ¿Has vuelto a ver a Pablo?, igual está aquí este puente ¿no?

- Si lo he visto, más de lo que hubiera debido y menos de lo que hubiera deseado, y se rió.

- ¿Cómo?, y... ¿cuándo pensabas contármelo? Eres una antipática, creía que éramos amigas.

- Si no hemos tenido ni un momento, este es el primero que estamos tranquilas.

- Sabes nenita, existen unos aparatejos que sirven para comunicarse cosas importantes, como esas, dijo como ofendida.

- Era un poco largo de contar y lioso para que fuera por teléfono, además, he estado un poco hecha polvo con el tema y no quería darte la tabarra.

- Creo que justo para eso están las buenas amigas, si lo llego a saber cojo y me vengo para aquí algún día.

- Ya lo sé, por esa razón no te quería molestar, tú tienes tú vida y a Yago, y no te la iba a desmantelar por una época que tuviera a la baja.

- Pues sabes que me enfada, tú lo habrías hecho también por mí.

Siendo sinceras, quizás sí debería haberla llamado, pero no le apetecía mucho airear sus debilidades, creía que se le pasaría, pensó.

- Bueno, esta vez te lo paso, si me pones al día sobre todo, pero que sea la última vez. Aunque sabía que lo hacía por su amiga, se encontraba como si estuviera traicionándola, sin poderle decir que ya lo sabía casi todo.

Zoe le contó lo que ya sabía y luego le añadió, como se había sentido, y lo que luego más fríamente había pensado.

Silvia la escuchaba. Como le había dicho a las otras chicas, nunca la había visto tan pillada por ningún tipo y tan afectada. Quizás, Claudia, con su teoría descabellada, tenía hasta razón, a lo mejor eran almas gemelas.

- Sé que es absurdo, una tontería, no lo conozco tanto tiempo como para que me afecte de esta forma, pero no sé lo que me pasa con él. Quizás solo ha sido un calentamiento.

- ¿Por qué no habláis de todo esto?

- Primero, porque cada vez que hemos tratado de algún tema así, no ha acabado bien, y segundo, que le digo, "no salgas corriendo, como yo haría hasta que me escuches. Me gustas mucho, más que mucho, aunque no lo entiendo".  Ya pensaría del todo,  que soy una pirada, que encima quiero engancharlo, algo que está claro que yo también pensaría, si él me lo dijera.

- No tienes que ser tan brusca, eso se dice de otra forma y dentro de un contexto.

- No creo que volvamos a hablar en nuestra vida, y he llegado a la conclusión, que sería lo mejor.

- Pero... eso es una tontería, tú misma has reconocido que te gusta mucho.

- Por eso, ahí está el problema, es justo lo que no quiero, volverme a complicar la vida.

Siguieron un buen rato charlando, Silvia le preguntaba de todo, hasta cosas bastante íntimas, para ver cómo reaccionaba su amiga. Cada momento que pasaba estaba más segura, que aunque no entendía como alguien, en tampoco tiempo, había roto la coraza de Zoe, Pablo lo había conseguido, no solo le había hecho una fisura, la había hecho añicos muy pequeños. Esperaba que no pudiera volverla a reconstruir.

Bajaron los dos dormilones y ya se entretuvieron con el pequeño y sus necesidades.

 

Querían bajar un rato a la playa, antes de que se fuera el sol de la tarde, antes de que la arena se enfriara.

- Si os parece bien a los dos, esta noche, me apetecería salir, ir a cenar y a tomar algo, dijo Silvia.

- Pero y el peque, no tenemos con quien dejarlo, contestó su amiga.

- Por eso he pensado en ir a alguna terraza al aire libre que no esté muy lejos, le doy el bibe antes de salir y ya en el carrito se nos duerme de camino.

- Parece que mi mujer hoy tiene cuerpo de fiesta, cuando está así, no te puedes negar, le busca a todo soluciones.

- No hará fresco para él en la terraza, seguía Zoe buscando excusas.

- Le pongo la sabanita y la toquilla y él va encantado y la capucha del cochecito si hace falta. Pero..., si no te apetece, tranquila, entiendo que no es la forma que tu sueles salir. Utilizó, un arma rastrera, pero sabía que efectiva.

- No digas tonterías, no es por eso, es porque Yago estuviera bien. Yo no tengo problema, me encanta salir también en ese plan.

- Ya te he advertido, que si a ella le apetecía salir, no te cansaras, ibas a salir, se rió Hugo.

- Que tonto que eres, eso no es verdad, se quejó su mujer.

 
¿Quién cerró las puertas al amor?
titlepage.xhtml
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_000.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_001.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_002.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_003.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_004.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_005.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_006.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_007.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_008.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_009.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_010.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_011.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_012.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_013.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_014.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_015.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_016.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_017.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_018.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_019.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_020.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_021.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_022.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_023.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_024.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_025.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_026.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_027.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_028.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_029.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_030.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_031.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_032.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_033.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_034.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_035.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_036.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_037.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_038.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_039.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_040.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_041.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_042.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_043.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_044.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_045.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_046.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_047.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_048.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_049.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_050.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_051.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_052.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_053.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_054.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_055.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_056.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_057.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_058.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_059.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_060.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_061.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_062.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_063.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_064.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_065.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_066.html