CAPÍTULO 8
Llego a casa de Zoe un poco antes de la hora de comer, había pasado antes por la pastelería a comprar los dulces que tanto les gustaban a su hermano y su cuñada.
Con la mejor de sus sonrisa entro por la parte de la terraza.
En la mesa de comedor estaban sentados trabajando los dos hombres y en su escritorio, tecleando delante del ordenador, Zoe.
- Hola chicos, que ocupados os veo a todos, he traído unos dulces para después de comer, voy a dejarlos en la cocina, no quiero molestaros para que podáis acabar.
- Te veo pletórica y súper feliz, cuenta, ha pasado algo que debamos saber, dijo con retintín su cuñada.
- Si ha pasado algo, pero me lo reservó para los postres, ahora voy a la cocina, a ver si Elisa necesita algo.
A Gonzalo se le descompuso la cara del todo, que pensaría contarles, quizás ella había interpretado mal la noche que habían pasado juntos y ahora pensaba que eran pareja, había estado genial, pero él no estaba preparado para tener una relación. Se iba a liar buena, nunca aprendería, siempre la cagaba con Claudia.
- Voy a por una cerveza a la cocina, queréis algo pareja.
- Tráeme a mi otra.
- Yo no quiero nada, luego con la comida pasare directa al vino.
Fue hasta la cocina y se acercó a Claudia que estaba guardando los pasteles en la nevera.
- ¿Qué es lo que tienes que contarles?, dijo un poco más brusco de lo que pretendía.
- Contarles, a ellos y a ti, pero ya he dicho que luego, pero que impacienté que eres, le sonrió.
Y se apartó de él dejándolo descolocado y sin saber qué hacer. Cogió las cervezas y salió, mientras le daba un trago.
Mientras comían, charlaban de todo un poco, de lo bonita que estaba la casita de veraneo que se habían comprado sus amigos, que pronto estaría acabada, de lo felices que se les veía de pensar que iba a estar allí en su propia casa cerca de sus amigos,..., el que menos participaba era Gonzalo, que se veía más reservado.
Cuando acabaron, recogieron la mesa y prepararon los cafés y los dulces. Estaban todos impacientes por saber la noticia que había traído tan contenta a Claudia, todos menos Gonzalo, que no sabía cómo iba actuar él, cuando ella lo contara.
- ¡Ya está el café, los postres, por favor, no nos hagas sufrir más y desembucha!, casi le grito Zoe.
- ¡Vale, vale!, se rió. Os pongo en antecedentes primero. Hace ya algún tiempo, un amigo, me compro varios cuadros para él vender en su galería, me prometió, que si se vendían bien, tendría noticias suyas y me pediría más.
- ¿Ese amigo tuyo, no será ese don Juan millonario, que siempre ha estado coladito por ti?, pregunto Pablo, poniendo mala cara.
- Eso, ahora no viene al caso, además, es sólo un amigo.
- Si un amigo que te quiere meter en su cama desde siempre.
- De todos modos, si así fuera, es cosa mía, no tuya.
- Depende, eres mi hermana, y no quiero que ese tipo, que lo relacionan con mujeres del mundo entero, añada una muesca en su cama, a tu costa.
- Vamos a ver, hermanito, a lo mejor, la que añado la muesca en mi cama soy yo, porque eres tan machistas.
- De verdad, cada día te entiendo menos, y me preocupas más, creo que te prefería antes, cuando creías en todos esas chorradas de las almas gemelas.
- Bueno, ya vale los dos, que al final no nos enteramos.
Claudia aparentando estar mosqueada con su hermano, cuando lo que estaba era agradecida, porque le habían venido perfectos sus comentarios. Se puso a contarles, lo que había hablado con él.
Gonzalo, estaba muy serio, esto era peor que hubiera contado lo de ellos, él se había hecho la idea, de que esa noche la pasarían juntos y no sólo no iba a ser, sino que encima se largaba con otro que la quería para él, y a ella eso parecía no importarle, incluso le gustaba la idea.
- Ósea, que dentro de un rato me voy, lo bueno es que como si puedo mañana vuelvo, no tengo que hacer maletas, los trajes de fiesta los tengo allí.
- Eso es genial, enhorabuena, y no le hagas caso a tu hermano, y disfruta todo lo que puedas, le puso una sonrisa picara. Voy a sacar champan para que brindemos.
- Me parece genial, pero yo un poquito que dentro de un rato quiero coger el coche.
- Pablo, me acompañas a por el champán y así recogemos esto.
Ya en la cocina, Pablo cogió a su pareja por banda, para desahogarse.
- Cada día la entiendo menos, y yo que pensaba que Gonzalo era un peligro para Claudia, y por lo que veo la más peligrosa aquí es ella. Has visto el pobre como se ha quedado.
- Jaja, que poco perspicaces sois en cuestión de amor los hombres.
Él la miro con cara de mosqueo.
- No te enfades, ahora es cuando yo entiendo todo. Tu hermana es muy valiente, cuando yo creí que no existía el amor, me encerré en mi cascaron y me negué a él, si no llega a ser por la intervención de ella y el resto de las chicas, tú y yo no estaríamos juntos. Tu hermana al principio hizo lo mismo. No sé lo que hace años, le pasaría con Gonzalo, pero, por lo que parece, la dejo muy tocada, y después de encerrarse también, ha salido y a decidido luchar por lo que quiere, ella sola, y conseguir que él se dé cuenta que quiere pasar el resto de sus días con ella. Me encanta.
Es gracioso, pero vosotros, no veis igual, que vayáis con las mujeres que os apetezca, como que una mujer no quiera atarse y vaya con los hombres que quiera, le está dando su propia medicina.
Esta arriesgándose a perderlo todo, pero no sin antes luchar por conseguirlo. Sólo con las historias que tenemos entre nosotros y nuestros amigos, tengo para escribir una serie completa de libros, y se echó a reír.
Pablo, intentaba asimilar toda la información que Zoe le había dado, y unir hilos.
- Hace dos años, fue la inauguración de nuestro estudio, parecía que se llevaban genial, algo que a mí no me hacía ninguna gracia, se fueron hasta juntos, él la acompaño a su casa, a partir de ese momento se han estado odiando, no se han soportado, hasta el otro día.
- Ves, eso me confirma que algo paso entre ellos, y la reacción que Silvia y yo le notamos cuando hizo su exposición, es otro detalle.
Mientras, en el salón, ajenos a lo que hablaban los otros, Gonzalo, intentaba aparentar indiferencia.
- ¿Parece que no te alegras por mi?
- Me alegra mucho, pero pensaba que teníamos planes para esta noche.
- Ya, lo siento, pero esta es una oportunidad que no puedo desaprovechar, y la verdad, es que me apetece mucho.
- Tranquila, lo entiendo, además para nosotros habrán otros días.
- Pues claro, y así, si hay otra vez, hasta nos apetece más, es más emocionante, si pasáramos mucho tiempo juntos, sin estar con otras personas, al final, nos cansaríamos, y ya no sería tan divertido, es mejor sin ataduras, cuando nos apetezca a los dos, o estemos disponibles, quizás, mientras encontremos a aquella persona que nos complemente en todos los sentidos y ya no necesitas a otros, pero mientras, podemos divertirnos juntos, porque creo que no se nos da nada mal, y se acercó, le dio un suave beso en los labios y le sonrió.
A Gonzalo, le sentó como una patada en sus partes, estaba de nuevo como hace dos años, pero ahora con buen rollito y promesas de volverlo a repetir. ¿Eso es lo que quería?
Después de brindar, ella se despidió, quería llegar pronto. Gonzalo, también se fue, quería hablar con ella antes de que se marchara.
- No entiendo tanta prisa, todavía quedan cuatro horas.
- Se nota que eres hombre, bromeo. Esta noche quiero estar espectacular. Cuando llegue voy a escoger la ropa y los complementos que necesite, me voy a dar un baño con aceites, para tener la piel perfecta e hidratada, luego me lavare la cabeza, me secare el pelo, me peinare, maquillare y por último me vestiré, para estar preparada cuando venga a recogerme. Y también, en medio de todo eso, me gustaría descansar un poco, para estar más descansada para lo que deparé la noche, pero ya no se sí a tanto me dará tiempo.
- Desde luego con cuatro horas te va a faltar. ¿Cuándo piensas volver?
- Pues como te he dicho, según se presenté la noche, y lo que necesite descansar mañana. Pero, no te preocupes, si no hay ningún cambio, antes de que te vayas, habré vuelto. Pensándolo bien, tanta pregunta es ¿por qué te quieres traer a esa chica que parece que te ha calado hondo?, por mi no te preocupes, si quieres hasta que no os marchéis, puedo quedarme en la ciudad.
- No hay ninguna chica especial, hay muchas, y no pensaba traerme a ninguna, era simple curiosidad, porque, para estar aquí sólo, igual vuelvo a la ciudad, una amiga, me ha invitado a su fiesta de cumpleaños.
- Pues, ya como tú quieras, yo de ti aprovecharía.
- Llevas razón, es lo más inteligente, dijo tajante. Voy a llamar a tu hermano, y le digo que me vuelvo contigo, si no te importa.
- Por supuesto, prepárate que nos vamos.
En un momento, estaban subidos en el coche camino de vuelta, no sólo él tenía un nudo en el estómago, ella también se sentía vacía y triste, pero tenía que arriesgarse, tenía que demostrarle que ir cada uno a su rollo no era tan estupendo, quizás se estaba equivocando, y todo esto le explotará en la cara, pero "en la guerra y el amor todo vale", y ya lo tenía todo perdido, si salía mal, por lo menos habría disfrutado una noche más de su compañía, y después del verano, partiría camino de Londres.
- ¿Dónde es la fiesta que tienes esta noche?
- No tengo ni idea, como no pensaba ir, no me he informado. He quedado con ella en pasar a recogerla a las 9:00 en su casa, y desde allí, ya iremos.
- ¡Que fuerte!, te imaginas que vamos al mismo sitio.
- ¡Que bien!, dijo de mala gana. Sólo faltaba encima encontrada pegada al otro tipo, pensó.
- No te alegres tanto. No te preocupes, aunque te vea, no te saludo, no quiero molestar, dijo un poco ofendida, aunque sabía o creía saber las razones de él.
Se quedaron en silencio hasta que llegaron al chalet de Gonzalo.
- No te invito a que pases porque sé que llevas prisa, pero cuando quieras ya sabes donde vivo, se acercó y le dio dos besos en las mejillas.
- Disfruta, y no sufras por mí, si te veo estate tranquilo, no te conozco, hasta pronto.