CAPÍTULO 18

Pablo preparó unas cuantas cosas para pasar la semana y como no hacía mucho tiempo, siguió el mismo ritual, pero al igual que en la última ocasión solo con pensar en irse a la playa le hacía feliz, esta vez tenía una sensación agridulce.

Por un lado le apetecía mucho, por otro le traería demasiados recuerdos que no sabía como iba a canalizar.

Por un lado esperaba con todas sus fuerzas no volverse a encontrar con ella, por otro esperaba con todo su corazón volverla a ver.

Tenía demasiados sentimientos encontrados cuando llegó a casa de Olivia a recogerla.

Bajó del todoterreno, tocó al timbre y esperó a que su prima saliera.

- ¿Todo preparado para una escapada mágica?

Solo escuchar esa palabra se estremeció, pero puso la mejor de sus sonrisas.

- ¡Por supuesto, vamos a disfrutar que no lo tenemos bien merecido!

Dicho esto, se dieron un abrazo y dos besos, le ayudó a subir las bolsas al maletero del coche y  se pusieron en marcha.

Aunque el camino era muy corto, lo aprovecharon para hablar de como iban sus vidas, trabajo, perspectivas, relaciones,...

Olivia le contó, que hacía un mes había roto su novio con ella, que llevaban dos años y uno de ellos, viviendo juntos.

- Fue un palo, me dejó por una compañera suya.
Según el muy morro, yo me creía superior a él, que se me había subido el dinero a la cabeza, no le prestaba la suficiente atención,  y lo único que me había subido, era el trabajo, no paraba de currar como una loca, mientras estudiaba.
Él, así, podía centrarse en su Máster súper complicado y en su compañera, por supuesto.
¡Aggg! Relaciones, no hay quien las entienda, crees que todo va bien y te salen con esas.

- Jajaja, por eso yo no tengo ninguna.

Olivia puso una ceja arqueada a modo de.... lo dudo mucho.

- ¿Queeeeé? Ninguna seria, así no tengo esos problemas.

- Pues, yo que creía, por lo que tú hermana dio a entender el otro día, cuando me vistes, que te quedaste un poco decepcionado, que había alguien por ahí.

- No, hubo un único amago, y solo con eso se estropeó. No vale la pena gastar tantas energías en algo que se sabe que, antes o después, acabará y casi siempre mal.

Ya estaban entrando al paseo de la playa, tenían todas las vistas espectaculares  delante de ellos.

- ¿Nunca has pensado en dejar tu piso de la ciudad y venirte a vivir aquí? Esto es maravilloso.

- Lo estuve sopesando, una vez, cuando me compré el piso, pero era una oportunidad, lo tengo encima del estudio y tiene en el sótano, plaza de garaje, me ahorra mucho tiempo. No descarto venirme alguna vez, cuando tenga mi trabajo un poco más organizado a pasar  largas temporadas.  Vendría en esta época, hasta casi octubre, que aquí es cuando empieza a entrar un poco el mal tiempo. Si eso llega, de todos modos, me compraría una casita para mí, esta al fin y al cabo es también de Claudia, y no sería justo.

- Yo la verdad es que no me lo pensaría, ahora mismo no puedo, llevo muchos gastos montando mi firma, y quiero comprarme un bajo o alquilarlo y montar una boutique con mis diseños, pero cuando todo salga para adelante, tengo claro que lo haré.

Cuando pasó a la altura del chiringuito le pareció ver a su amigo muerto de risa, con una chica, que aunque estaba de espaldas se le notaba que tampoco podía parar de reírse. Si no fuera, porque sabía que ella no estaría allí a esas horas y con Óscar, pensaría que era Zoe. ¡Dios! La veo por todas partes, dentro de poco la veré hasta en mi propia casa.

Aparcaron a las espaldas de la casa y entraron las maletas por la parte trasera.

Daba a un patio amplio, con muchas plantas y árboles.
En el centro estaba un cenador de madera pintado en el mismo azul que las ventanas, con un toldo de lona blanco y unas cortinas laterales blancas también,  estaban recogidas en cada uno de los cuatro soportes con unos cordones gruesos azules. En ellos, había un macetón alto cuadrado, con bonitas palmeras. En el centro del cenador,  se encontraba unas sillas y una mesa, para comer, desayunar o cenar, en blanco decapado, con cojines azules.

Desde ahí, se accedía a la cocina-salón, por donde pasaron.

- Me encanta como habéis dejado la casa, tiene un aire totalmente marinero, pero conserva su identidad. Está preciosa.

- Pues espera a verla toda, se ha quedado bastante bien, por lo menos para nuestro gusto.

Le fue enseñando parte por parte toda la casita, al mismo tiempo que abría las contraventanas y ventanas, para que entrara la luz del sol y el aire, todavía en esa época del año un poco fresco.

Ella se quedó colocando sus cosas en el dormitorio de Claudia, mientras él hacía lo mismo en el suyo.

Luego bajó y se fue a la cocina a preparar un café, esa mañana con las prisas no había tomado, le preguntó a Olivia sí quería otro, se lo hizo y cuando se disponía a salir a la terraza delantera con la bandeja de los cafés, oyó como ruidos fuera, en el porche y luego vio que se estaba abriendo la puerta, supuso que era Claudia que se había adelantado.

- Olivia, debe ser Claudia que ya ha llegado, el café lo saco al porche.

Cual fue su sorpresa cuando vio detrás de un montón de ramos de flores a Zoe, por poco tira la bandeja al suelo.

Ella se quedó parada, roja como un tomate sin decir palabra.

- Vale, ya bajo, estoy poniendo las sábanas a la cama y enseguida estoy contigo.


                    *************************

Zoe, se había levantado después de una noche movidita, no había pegado ojo.

Había nadado, visto las estrellas tomándose un chocolate, había leído, había visto sus correos, los había contestado, había paseado por la playa,.... y a eso de las 7:00 había conseguido dormirse.

Toda esta situación le ponía súper nerviosa, lo que le había pedido Claudia, volver a ir a la casa, pensar que iba a estar tan cerca Pablo, y pensar que estaría con otra.

Ella la mujer que creía no necesitar para nada de un hombre, estaba más pendiente de lo que hacía él, que de disfrutar su propia vida.

Ya había conseguido sin hacer nada, entre otras cosas por no hacer nada, quitarle un montón de horas y días de sueño.

Tenía que pasar página, así no podía seguir, y para postres, ni siquiera había habido ninguna relación entre ellos, solo una maravillosa noche mágica.

Se tomó un café, oyendo como la regañaba Elisa porque no desayunaba, porque estaba comiendo menos, porque tenía ojeras y un aspecto horroroso, porque se estaba, según ella, dejando, por mil cosas, que en ese momento no tenía ganas de oír, y se metió en la piscina a nadar un rato.

Una hora más tarde salió, y aunque le quedaba tiempo de sobra decidió vestirse para pasear por la playa a relajarse, antes de cumplir su recado del día.

Se puso el bikini, por sí a la vuelta se ponía un ratito tumbada en la arena, sobre él, una faldita corta elástica y una camiseta calada ancha y se colocó unos aros grandes y unas chanclas.

Se miró al espejo, ella no se veía tan mal como decía Elisa, estaba hasta un poco morenita, gracias a los paseos por la playa y la natación  en su casa.

Después de andar un rato, decidió acercarse al chiringuito a esperar a que llegarán las flores tomándose algo.

Allí estaba Óscar, detrás de la barra, con un montón de papeles delante de él, calculadora, bolígrafo y una cara que lo decía todo.

Al  verla puso una gran sonrisa.

- Que gustó da empezar la jornada de trabajo con una chica tan guapa. Sí llego a saber esto, habría abierto mucho más animado. Ya has hecho mejor mi día.

Ella le devolvió la sonrisa y se sentó en la barra en la zona que él estaba.

- No te quejes, no creo que sea tan horrible trabajar en un sitio así.

- Jajaja, no es horrible, pero es trabajo, y yo hasta hace una hora estaba en la playa sobre mi tabla y la he tenido que dejar para venir aquí a enfrentarme con un montón de pedidos, facturas y todo tipo de proveedores, y te aseguro, que eso es peor que ponerse en una corrida delante del toro.

- Que exagerado eres, no será para tanto.

- Bueno, si tú lo dices, a ti te quería yo ver, dijo poniendo una cara muy trágica.

Ella se echó a reír, le encantaba ese chico, la forma despreocupada de decir las cosas, se notaba que estaba acostumbrado a tratar con la gente.

- ¿Qué haces tú por aquí a estas horas y sola? ¿Dónde has dejado a tú chico?

- Primero, por lo que veo no te acuerdas que me tienes que dejar la llave de la casa de Claudia, ¿por qué espero que te lo dijera? y segundo, no creo que necesite ayuda para recoger las flores y tercero y el más importante, yo no tengo chico, dijo intentando poner en su voz un tono de humor que no sentía en absoluto.

- Primero, no me acordaba, pero si me lo dijo, y de todos modos, da igual, las tengo aquí las llaves, segundo, no me refería a sola por la cantidad de flores que tienes que cargar y tú me has entendido perfectamente  y tercero, pero no por ello menos importante, después de como os vi el otro día a Pablo y a ti, creía que erais pareja, además, nunca había visto de esa forma tan atenta y posesiva a mi amigo, ósea que yo diría que la tercera era la más importante, definitivamente, sí.

De golpe los dos estallaron en carcajadas, no podían parar, en ese momento se giró y le pareció ver alejarse un todoterreno que iba conduciendo Pablo.

- Ya hasta alucino, me imagino cosas, pensó

Aún no habían parado de reírse cuando llegó la florista. Menos mal que solo eran tres ramos, uno grande de flores silvestres muy coloridas, uno pequeño de tulipanes lilas precioso con el tallo muy largó y otro también pequeño que eran varios cogollos de hortensias azules.

La chica de la floristería se los dejó , ya Claudia le había  dado todas las instrucciones.

- Bueno, parece que ya está aquí mi cometido, así que, aunque estoy muy a gusto, lo mejor será que me vaya y los coloque antes de que se estropeen.

- Si aun no has probado mi desayuno estrella, no te puedes ir, además, ibas a venir media hora más tarde, ósea, que las flores te habrían esperado y no me puedes rechazar una invitación tan poco arriesgada, la próxima será más peligrosa y a unas horas de adultos.

- De verdad, no tienes remedio, ¡me encantas! Está bien, invítame a ese desayuno.

- No sé si tomarme bien o mal eso de que "me encantas", que poco futuro me veo, dijo haciendo una cara triste y metiéndose a preparar el desayuno.

Cuando salió llevaba una bandeja con un zumo de naranja y uno de los dulces que ella solía comprar en el pueblo que le gustaban tanto.

- Aquí tiene señorita, mi desayuno estrella, ¿cómo quieres el café?

Zoe empezó a reírse

- ¿Qué pasa no te gusta el desayuno?

- Sí mucho,, pero creía que tú preparabas algo especial.

- ¿Para qué preparar algo que no vas a mejorar?

- Llevas toda la razón, además es mi dulce preferido. Me gusta en el desayuno el café con leche, muchas gracias.

Siguieron hablando y riéndose, él se había servido otro pastelito como el de ella y un café, para acompañarla.

Cuando acabó, decidió que ya era hora de enfrentarse a lo que llevaba retrasando, y prefería que no se le hiciera muy tarde, no quería encontrárselo.

Le dio dos besos a Óscar y las gracias por todo, cogió las flores y se dirigió a la casa.

Cuando iba a abrir le pareció oír algo dentro de la casa, pero no podía ser, eran las 12:45, todavía quedaba más de una hora para que llegarán.

Llegó al porche, pero al intentar abrir, se le cayeron las llaves al suelo, con las flores le costó cogerlas, cuando por fin pudo, metió las llaves en la cerradura, abrió y cual fue su sorpresa cuando vio delante suya a Pablo con una bandeja con dos cafés en la mano y oír a una chica que desde arriba, le estaba diciendo, que ya bajaba, que estaba haciendo la cama.

 

 

 

CAPÍTULO 19

- Hola, titubeo Zoe.

- ¿Qué haces aquí?, pregunto muy serio y con extrañeza e indiferencia, aunque su corazón había dado un vuelco.

- Perdona que te moleste, creía que aún no habíais llegado, sino hubiese llamado antes de entrar.

- No importa, pero no has contestado a mi pregunta, a excepción de que seas ahora repartidora de flores.

- Muy gracioso, tu hermana me pidió que trajera estas flores.

- ¡Ah! Mi hermana, y ¿por qué no las trajo ella?

- Porque quería que cuando llegarás tú y tu.... pareja, estuviera la casa bonita, dijo con retintín.

A Pablo no le paso desapercibido el tono irónico que había utilizado, al igual que las intenciones retorcidas de su hermana.

- Nunca cambiará , es una romántica sin arreglo.

- Eso pensé yo, es muy tierna.
Si no te importa ya que estas tú aquí, podrías encargarte de colocarlas y así no molesto más.

- No, que va, no te preocupes, tú no molestas, además, que diría mi hermana si al final las colocara yo y no estuvieran en el sitio adecuado.

- De verdad, tengo un poco de prisa, yo creo que sería mejor si vosotros las colocáis donde os gusten más.

Este juego, a Pablo,  la verdad,  le estaba empezando a gustar, le encantaba cada vez que la veía descolocada.

- ¿Quieres tomar un café? Íbamos a tomarnos nosotros ahora uno.

- No gracias, acabo de tomarme uno con Óscar, me ha invitado a su desayuno especial o estrella, no se como lo ha llamado, que está buenísimo.

Ahora al que le cambió la cara fue a Pablo, eso ya no le hacía tanta gracia. Entonces, la que había visto antes, tan risueña, había sido ella.

- ¿No sabía que hacían en el chiringuito desayunos especiales?

Zoe estaba empezando a disfrutar de la situación, parecía que ahora al que le picaba era a él.

- Supongo que lo habrá hecho especial por mí.

- Que detalle, la verdad es que es buen tío, dijo intentándole sonsacar algo.

- Es un verdadero encanto, disfruto mucho con él, pero creo que porque realmente es un chico malo, con los que siempre te diviertes.

La cara de Pablo era un poema, no sabía como lo hacía, pero siempre empezaba jugando él con ella y al final se cambiaban las tornas.
Iba a tener que hablar seriamente con Óscar, aunque pensándolo bien, ¿qué le iba a decir?, no te acerques a Zoe porque es, ¿qué es?, que derecho tengo yo. Aunque eso no quiere decir que me guste que mi amigo tontee con ella, además él es un mujeriego que con su labia se las lleva a todas de calle.

En ese momento bajó por la escalera Olivia, muy sonriente y feliz por estar allí. Se había cambiado de ropa y se había puesto un bikini mini, encima del cual llevaba una blusa transparente blanca que le tapaba lo justo. Estaba despampanante, se podía apreciar su bonita figura  y su piel todavía sin broncear que para nada le restaba encanto, incluso hacía que se viesen más bonitos sus ojos claros y resaltase su pelo oscuro.

- Hola, perdonar, no sabía que teníamos visita, dijo con una gran sonrisa, estaba tan ensimismada mirando y recordando las vistas que no me he dado cuenta que había venido alguien.

- No te preocupes, yo ya me iba.

- Que flores más bonitas, ¿las has elegido tú?, dijo mirando a su primo. Siempre has tenido mucho gusto con las flores, eres un encanto, como no te voy a querer, si estás en todo.

Pablo no había apartado la mirada de Zoe, haciendo que sintiera cierta incomodidad ante la otra chica, que no tenía culpa de la situación.

- Quédate y tomamos un café y me cuentas que tal por aquí, le dijo Pablo, queriendo saber más de ella con su amigo.

- No, de verdad, me voy, necesito tomar el fresco, se le escapó.

A él le dio la risa, esa chica no tenía remedio.

Olivia viendo la tensión del ambiente, dándole pena el agobio que tenía esa pobre chica y queriendo echar un cable a su primo, intentó meter baza.

- ¿Trabajas en la floristería tan bonita que hay en el pueblo?, preguntó.

- Perdonar soy un maleducado, no os he presentado, Zoe, esta es Olivia, Olivia esta es una amiga, Zoe y no trabaja en la floristería. Claudia le ha pedido el favor de que las traiga, ella es escritora.

- Lo siento, igual he metido la pata, al verte con las flores lo había dado por supuesto. No quería ofenderte. Me encantan las novelas, ¿qué tipo de género escribes?

- Tranquila, no me has molestado. Escribo novelas románticas, no es un género muy bien visto, pero a mí me gustan.

- Debo reconocer, que yo prefiero las de intriga, pero si van acompañadas de un poco de romanticismo y algo de sexo, mejor que mejor. Tampoco es un género que tenga muy buena reputación, pero, es el que a mí me gusta leer, ósea que debe haber escritores para todos los gustos, como estamos los lectores de todo tipo.

- Chicas, me gusta mucho vuestra conversación literaria, pero los cafés se enfrían. Entonces, ¿te quedas a tomarte uno?

- No, gracias, ya me voy y os dejo solos para que podáis disfrutar de las vacaciones.

- Como quieras, tú te lo pierdes, mis cafés no tienen nada que ver con los de Óscar, algún día tendrás que probarlo. Los mejores son los que preparo recién levantado, después de una noche mágica.

- Este tío no tiene vergüenza, pensaba mientras le subían los colores. Siempre tiene que acabar con su puntilla.

Olivia por poco se atraganta por evitar reírse, su primo era el colmo, que momento más malo le estaba haciendo pasar a Zoe, aunque seguro que él llevaba su razón, esa chica le daba pena, desde el principio le había caído bien.

- Tranquila, no te preocupes, otro día cuando te venga bien, quedamos y tomamos algo juntos y así charlamos un poco, dijo Olivia ante la cara de asombro de Zoe.

- Gracias, pero no creo que me sea posible, estoy muy liada, igual hasta esta Semana Santa me voy y me pierdo de aquí, creo que me vendría muy bien, dijo mirando a Pablo con mosqueo. Darle un beso de mi parte a Claudia y  aprovechar estos días, va a hacer un tiempo muy bueno.

Ya en la puerta, salió y comenzó a andar, sin mirar atrás, con más indignación de la que su cuerpo podía aguantar.


                    *********************

- No sé a que ha venido todo esto, seguro que tiene su explicación, pero te has pasado bastante, sin contar, que, en ningún momento has nombrado el pequeño detalle de que soy tu prima, y has dejado a esa pobre muchacha convencida de que somos pareja.

- En otro momento te lo contaré, ahora déjame que saboree mi pequeña victoria, con un café magnífico, unas vistas espectaculares y una chica conmigo,  que aunque está horrorizada, se ha implicado en el juego.

- ¡Qué  cabrito! ¿Qué querías que hiciera?, eres mi primo preferido.

- Y el único.

- Vale, eso también. Pero esa historia no me la pierdo, creo que lleva intriga, romanticismo y sexo.

- Jajaja, cuando vea a Claudia, no se sí darle las gracias o matarla. Ella con todo su romanticismo es la que ha armado este jaleo. Yo solo lo he aprovechado, y creo, que no de la forma que mi hermanita esperaba.

 
¿Quién cerró las puertas al amor?
titlepage.xhtml
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_000.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_001.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_002.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_003.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_004.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_005.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_006.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_007.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_008.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_009.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_010.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_011.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_012.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_013.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_014.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_015.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_016.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_017.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_018.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_019.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_020.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_021.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_022.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_023.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_024.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_025.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_026.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_027.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_028.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_029.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_030.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_031.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_032.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_033.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_034.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_035.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_036.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_037.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_038.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_039.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_040.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_041.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_042.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_043.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_044.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_045.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_046.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_047.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_048.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_049.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_050.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_051.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_052.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_053.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_054.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_055.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_056.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_057.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_058.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_059.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_060.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_061.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_062.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_063.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_064.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_065.html
CR!JSM502WFSH0QFEVD9GXRJY2T1RF6_split_066.html