CAPÍTULO 18
Pablo preparó unas cuantas cosas para
pasar la semana y como no hacía mucho tiempo, siguió el mismo
ritual, pero al igual que en la última ocasión solo con pensar en
irse a la playa le hacía feliz, esta vez tenía una sensación
agridulce.
Por un lado le apetecía mucho, por
otro le traería demasiados recuerdos que no sabía como iba a
canalizar.
Por un lado esperaba con todas sus
fuerzas no volverse a encontrar con ella, por otro esperaba con
todo su corazón volverla a ver.
Tenía demasiados sentimientos
encontrados cuando llegó a casa de Olivia a
recogerla.
Bajó del todoterreno, tocó al timbre y
esperó a que su prima saliera.
- ¿Todo preparado para una escapada
mágica?
Solo escuchar esa palabra se
estremeció, pero puso la mejor de sus
sonrisas.
- ¡Por supuesto, vamos a disfrutar que
no lo tenemos bien merecido!
Dicho esto, se dieron un abrazo y dos
besos, le ayudó a subir las bolsas al maletero del coche y se
pusieron en marcha.
Aunque el camino era muy corto, lo
aprovecharon para hablar de como iban sus vidas, trabajo,
perspectivas, relaciones,...
Olivia le contó, que hacía un mes
había roto su novio con ella, que llevaban dos años y uno de ellos,
viviendo juntos.
- Fue un palo, me dejó por una
compañera suya.
Según el muy morro, yo me creía
superior a él, que se me había subido el dinero a la cabeza, no le
prestaba la suficiente atención, y lo único que me había
subido, era el trabajo, no paraba de currar como una loca, mientras
estudiaba.
Él, así, podía centrarse en su Máster
súper complicado y en su compañera, por
supuesto.
¡Aggg! Relaciones, no hay quien las
entienda, crees que todo va bien y te salen con
esas.
- Jajaja, por eso yo no tengo
ninguna.
Olivia puso una ceja arqueada a modo
de.... lo dudo mucho.
- ¿Queeeeé? Ninguna seria, así no
tengo esos problemas.
- Pues, yo que creía, por lo que tú
hermana dio a entender el otro día, cuando me vistes, que te
quedaste un poco decepcionado, que había alguien por
ahí.
- No, hubo un único amago, y solo con
eso se estropeó. No vale la pena gastar tantas energías en algo que
se sabe que, antes o después, acabará y casi siempre
mal.
Ya estaban entrando al paseo de la
playa, tenían todas las vistas espectaculares delante de
ellos.
- ¿Nunca has pensado en dejar tu piso
de la ciudad y venirte a vivir aquí? Esto es
maravilloso.
- Lo estuve sopesando, una vez, cuando
me compré el piso, pero era una oportunidad, lo tengo encima del
estudio y tiene en el sótano, plaza de garaje, me ahorra mucho
tiempo. No descarto venirme alguna vez, cuando tenga mi trabajo un
poco más organizado a pasar largas temporadas. Vendría
en esta época, hasta casi octubre, que aquí es cuando empieza a
entrar un poco el mal tiempo. Si eso llega, de todos modos, me
compraría una casita para mí, esta al fin y al cabo es también de
Claudia, y no sería justo.
- Yo la verdad es que no me lo
pensaría, ahora mismo no puedo, llevo muchos gastos montando mi
firma, y quiero comprarme un bajo o alquilarlo y montar una
boutique con mis diseños, pero cuando todo salga para adelante,
tengo claro que lo haré.
Cuando pasó a la altura del
chiringuito le pareció ver a su amigo muerto de risa, con una
chica, que aunque estaba de espaldas se le notaba que tampoco podía
parar de reírse. Si no fuera, porque sabía que ella no estaría allí
a esas horas y con Óscar, pensaría que era Zoe. ¡Dios! La veo por
todas partes, dentro de poco la veré hasta en mi propia
casa.
Aparcaron a las espaldas de la casa y
entraron las maletas por la parte trasera.
Daba a un patio amplio, con muchas
plantas y árboles.
En el centro estaba un cenador de
madera pintado en el mismo azul que las ventanas, con un toldo de
lona blanco y unas cortinas laterales blancas también,
estaban recogidas en cada uno de los cuatro soportes con unos
cordones gruesos azules. En ellos, había un macetón alto cuadrado,
con bonitas palmeras. En el centro del cenador, se encontraba
unas sillas y una mesa, para comer, desayunar o cenar, en blanco
decapado, con cojines azules.
Desde ahí, se accedía a la
cocina-salón, por donde pasaron.
- Me encanta como habéis dejado la
casa, tiene un aire totalmente marinero, pero conserva su
identidad. Está preciosa.
- Pues espera a verla toda, se ha
quedado bastante bien, por lo menos para nuestro
gusto.
Le fue enseñando parte por parte toda
la casita, al mismo tiempo que abría las contraventanas y ventanas,
para que entrara la luz del sol y el aire, todavía en esa época del
año un poco fresco.
Ella se quedó colocando sus cosas en
el dormitorio de Claudia, mientras él hacía lo mismo en el
suyo.
Luego bajó y se fue a la cocina a
preparar un café, esa mañana con las prisas no había tomado, le
preguntó a Olivia sí quería otro, se lo hizo y cuando se disponía a
salir a la terraza delantera con la bandeja de los cafés, oyó como
ruidos fuera, en el porche y luego vio que se estaba abriendo la
puerta, supuso que era Claudia que se había
adelantado.
- Olivia, debe ser Claudia que ya ha
llegado, el café lo saco al porche.
Cual fue su sorpresa cuando vio detrás
de un montón de ramos de flores a Zoe, por poco tira la bandeja al
suelo.
Ella se quedó parada, roja como un
tomate sin decir palabra.
- Vale, ya bajo, estoy poniendo las
sábanas a la cama y enseguida estoy
contigo.
*************************
Zoe, se había levantado después de una
noche movidita, no había pegado ojo.
Había nadado, visto las estrellas
tomándose un chocolate, había leído, había visto sus correos, los
había contestado, había paseado por la playa,.... y a eso de las
7:00 había conseguido dormirse.
Toda esta situación le ponía súper
nerviosa, lo que le había pedido Claudia, volver a ir a la casa,
pensar que iba a estar tan cerca Pablo, y pensar que estaría con
otra.
Ella la mujer que creía no necesitar
para nada de un hombre, estaba más pendiente de lo que hacía él,
que de disfrutar su propia vida.
Ya había conseguido sin hacer nada,
entre otras cosas por no hacer nada, quitarle un montón de horas y
días de sueño.
Tenía que pasar página, así no podía
seguir, y para postres, ni siquiera había habido ninguna relación
entre ellos, solo una maravillosa noche
mágica.
Se tomó un café, oyendo como la
regañaba Elisa porque no desayunaba, porque estaba comiendo menos,
porque tenía ojeras y un aspecto horroroso, porque se estaba, según
ella, dejando, por mil cosas, que en ese momento no tenía ganas de
oír, y se metió en la piscina a nadar un
rato.
Una hora más tarde salió, y aunque le
quedaba tiempo de sobra decidió vestirse para pasear por la playa a
relajarse, antes de cumplir su recado del
día.
Se puso el bikini, por sí a la vuelta
se ponía un ratito tumbada en la arena, sobre él, una faldita corta
elástica y una camiseta calada ancha y se colocó unos aros grandes
y unas chanclas.
Se miró al espejo, ella no se veía tan
mal como decía Elisa, estaba hasta un poco morenita, gracias a los
paseos por la playa y la natación en su
casa.
Después de andar un rato, decidió
acercarse al chiringuito a esperar a que llegarán las flores
tomándose algo.
Allí estaba Óscar, detrás de la barra,
con un montón de papeles delante de él, calculadora, bolígrafo y
una cara que lo decía todo.
Al verla puso una gran
sonrisa.
- Que gustó da empezar la jornada de
trabajo con una chica tan guapa. Sí llego a saber esto, habría
abierto mucho más animado. Ya has hecho mejor mi
día.
Ella le devolvió la sonrisa y se sentó
en la barra en la zona que él estaba.
- No te quejes, no creo que sea tan
horrible trabajar en un sitio así.
- Jajaja, no es horrible, pero es
trabajo, y yo hasta hace una hora estaba en la playa sobre mi tabla
y la he tenido que dejar para venir aquí a enfrentarme con un
montón de pedidos, facturas y todo tipo de proveedores, y te
aseguro, que eso es peor que ponerse en una corrida delante del
toro.
- Que exagerado eres, no será para
tanto.
- Bueno, si tú lo dices, a ti te
quería yo ver, dijo poniendo una cara muy
trágica.
Ella se echó a reír, le encantaba ese
chico, la forma despreocupada de decir las cosas, se notaba que
estaba acostumbrado a tratar con la gente.
- ¿Qué haces tú por aquí a estas horas
y sola? ¿Dónde has dejado a tú chico?
- Primero, por lo que veo no te
acuerdas que me tienes que dejar la llave de la casa de Claudia,
¿por qué espero que te lo dijera? y segundo, no creo que necesite
ayuda para recoger las flores y tercero y el más importante, yo no
tengo chico, dijo intentando poner en su voz un tono de humor que
no sentía en absoluto.
- Primero, no me acordaba, pero si me
lo dijo, y de todos modos, da igual, las tengo aquí las llaves,
segundo, no me refería a sola por la cantidad de flores que tienes
que cargar y tú me has entendido perfectamente y tercero,
pero no por ello menos importante, después de como os vi el otro
día a Pablo y a ti, creía que erais pareja, además, nunca había
visto de esa forma tan atenta y posesiva a mi amigo, ósea que yo
diría que la tercera era la más importante, definitivamente,
sí.
De golpe los dos estallaron en
carcajadas, no podían parar, en ese momento se giró y le pareció
ver alejarse un todoterreno que iba conduciendo
Pablo.
- Ya hasta alucino, me imagino cosas,
pensó
Aún no habían parado de reírse cuando
llegó la florista. Menos mal que solo eran tres ramos, uno grande
de flores silvestres muy coloridas, uno pequeño de tulipanes lilas
precioso con el tallo muy largó y otro también pequeño que eran
varios cogollos de hortensias azules.
La chica de la floristería se los dejó
, ya Claudia le había dado todas las
instrucciones.
- Bueno, parece que ya está aquí mi
cometido, así que, aunque estoy muy a gusto, lo mejor será que me
vaya y los coloque antes de que se
estropeen.
- Si aun no has probado mi desayuno
estrella, no te puedes ir, además, ibas a venir media hora más
tarde, ósea, que las flores te habrían esperado y no me puedes
rechazar una invitación tan poco arriesgada, la próxima será más
peligrosa y a unas horas de adultos.
- De verdad, no tienes remedio, ¡me
encantas! Está bien, invítame a ese
desayuno.
- No sé si tomarme bien o mal eso de
que "me encantas", que poco futuro me veo, dijo haciendo una cara
triste y metiéndose a preparar el desayuno.
Cuando salió llevaba una bandeja con
un zumo de naranja y uno de los dulces que ella solía comprar en el
pueblo que le gustaban tanto.
- Aquí tiene señorita, mi desayuno
estrella, ¿cómo quieres el café?
Zoe empezó a
reírse
- ¿Qué pasa no te gusta el
desayuno?
- Sí mucho,, pero creía que tú
preparabas algo especial.
- ¿Para qué preparar algo que no vas a
mejorar?
- Llevas toda la razón, además es mi
dulce preferido. Me gusta en el desayuno el café con leche, muchas
gracias.
Siguieron hablando y riéndose, él se
había servido otro pastelito como el de ella y un café, para
acompañarla.
Cuando acabó, decidió que ya era hora
de enfrentarse a lo que llevaba retrasando, y prefería que no se le
hiciera muy tarde, no quería encontrárselo.
Le dio dos besos a Óscar y las gracias
por todo, cogió las flores y se dirigió a la
casa.
Cuando iba a abrir le pareció oír algo
dentro de la casa, pero no podía ser, eran las 12:45, todavía
quedaba más de una hora para que llegarán.
Llegó al porche, pero al intentar
abrir, se le cayeron las llaves al suelo, con las flores le costó
cogerlas, cuando por fin pudo, metió las llaves en la cerradura,
abrió y cual fue su sorpresa cuando vio delante suya a Pablo con
una bandeja con dos cafés en la mano y oír a una chica que desde
arriba, le estaba diciendo, que ya bajaba, que estaba haciendo la
cama.
CAPÍTULO 19
- Hola, titubeo
Zoe.
- ¿Qué haces aquí?, pregunto muy serio
y con extrañeza e indiferencia, aunque su corazón había dado un
vuelco.
- Perdona que te moleste, creía que
aún no habíais llegado, sino hubiese llamado antes de
entrar.
- No importa, pero no has contestado a
mi pregunta, a excepción de que seas ahora repartidora de
flores.
- Muy gracioso, tu hermana me pidió
que trajera estas flores.
- ¡Ah! Mi hermana, y ¿por qué no las
trajo ella?
- Porque quería que cuando llegarás tú
y tu.... pareja, estuviera la casa bonita, dijo con
retintín.
A Pablo no le paso desapercibido el
tono irónico que había utilizado, al igual que las intenciones
retorcidas de su hermana.
- Nunca cambiará , es una romántica
sin arreglo.
- Eso pensé yo, es muy
tierna.
Si no te importa ya que estas tú aquí,
podrías encargarte de colocarlas y así no molesto
más.
- No, que va, no te preocupes, tú no
molestas, además, que diría mi hermana si al final las colocara yo
y no estuvieran en el sitio adecuado.
- De verdad, tengo un poco de prisa,
yo creo que sería mejor si vosotros las colocáis donde os gusten
más.
Este juego, a Pablo, la
verdad, le estaba empezando a gustar, le encantaba cada vez
que la veía descolocada.
- ¿Quieres tomar un café? Íbamos a
tomarnos nosotros ahora uno.
- No gracias, acabo de tomarme uno con
Óscar, me ha invitado a su desayuno especial o estrella, no se como
lo ha llamado, que está buenísimo.
Ahora al que le cambió la cara fue a
Pablo, eso ya no le hacía tanta gracia. Entonces, la que había
visto antes, tan risueña, había sido ella.
- ¿No sabía que hacían en el
chiringuito desayunos especiales?
Zoe estaba empezando a disfrutar de la
situación, parecía que ahora al que le picaba era a
él.
- Supongo que lo habrá hecho especial
por mí.
- Que detalle, la verdad es que es
buen tío, dijo intentándole sonsacar algo.
- Es un verdadero encanto, disfruto
mucho con él, pero creo que porque realmente es un chico malo, con
los que siempre te diviertes.
La cara de Pablo era un poema, no
sabía como lo hacía, pero siempre empezaba jugando él con ella y al
final se cambiaban las tornas.
Iba a tener que hablar seriamente con
Óscar, aunque pensándolo bien, ¿qué le iba a decir?, no te acerques
a Zoe porque es, ¿qué es?, que derecho tengo yo. Aunque eso no
quiere decir que me guste que mi amigo tontee con ella, además él
es un mujeriego que con su labia se las lleva a todas de
calle.
En ese momento bajó por la escalera
Olivia, muy sonriente y feliz por estar allí. Se había cambiado de
ropa y se había puesto un bikini mini, encima del cual llevaba una
blusa transparente blanca que le tapaba lo justo. Estaba
despampanante, se podía apreciar su bonita figura y su piel
todavía sin broncear que para nada le restaba encanto, incluso
hacía que se viesen más bonitos sus ojos claros y resaltase su pelo
oscuro.
- Hola, perdonar, no sabía que
teníamos visita, dijo con una gran sonrisa, estaba tan ensimismada
mirando y recordando las vistas que no me he dado cuenta que había
venido alguien.
- No te preocupes, yo ya me
iba.
- Que flores más bonitas, ¿las has
elegido tú?, dijo mirando a su primo. Siempre has tenido mucho
gusto con las flores, eres un encanto, como no te voy a querer, si
estás en todo.
Pablo no había apartado la mirada de
Zoe, haciendo que sintiera cierta incomodidad ante la otra chica,
que no tenía culpa de la situación.
- Quédate y tomamos un café y me
cuentas que tal por aquí, le dijo Pablo, queriendo saber más de
ella con su amigo.
- No, de verdad, me voy, necesito
tomar el fresco, se le escapó.
A él le dio la risa, esa chica no
tenía remedio.
Olivia viendo la tensión del ambiente,
dándole pena el agobio que tenía esa pobre chica y queriendo echar
un cable a su primo, intentó meter baza.
- ¿Trabajas en la floristería tan
bonita que hay en el pueblo?, preguntó.
- Perdonar soy un maleducado, no os he
presentado, Zoe, esta es Olivia, Olivia esta es una amiga, Zoe y no
trabaja en la floristería. Claudia le ha pedido el favor de que las
traiga, ella es escritora.
- Lo siento, igual he metido la pata,
al verte con las flores lo había dado por supuesto. No quería
ofenderte. Me encantan las novelas, ¿qué tipo de género
escribes?
- Tranquila, no me has molestado.
Escribo novelas románticas, no es un género muy bien visto, pero a
mí me gustan.
- Debo reconocer, que yo prefiero las
de intriga, pero si van acompañadas de un poco de romanticismo y
algo de sexo, mejor que mejor. Tampoco es un género que tenga muy
buena reputación, pero, es el que a mí me gusta leer, ósea que debe
haber escritores para todos los gustos, como estamos los lectores
de todo tipo.
- Chicas, me gusta mucho vuestra
conversación literaria, pero los cafés se enfrían. Entonces, ¿te
quedas a tomarte uno?
- No, gracias, ya me voy y os dejo
solos para que podáis disfrutar de las
vacaciones.
- Como quieras, tú te lo pierdes, mis
cafés no tienen nada que ver con los de Óscar, algún día tendrás
que probarlo. Los mejores son los que preparo recién levantado,
después de una noche mágica.
- Este tío no tiene vergüenza, pensaba
mientras le subían los colores. Siempre tiene que acabar con su
puntilla.
Olivia por poco se atraganta por
evitar reírse, su primo era el colmo, que momento más malo le
estaba haciendo pasar a Zoe, aunque seguro que él llevaba su razón,
esa chica le daba pena, desde el principio le había caído
bien.
- Tranquila, no te preocupes, otro día
cuando te venga bien, quedamos y tomamos algo juntos y así
charlamos un poco, dijo Olivia ante la cara de asombro de
Zoe.
- Gracias, pero no creo que me sea
posible, estoy muy liada, igual hasta esta Semana Santa me voy y me
pierdo de aquí, creo que me vendría muy bien, dijo mirando a Pablo
con mosqueo. Darle un beso de mi parte a Claudia y aprovechar
estos días, va a hacer un tiempo muy bueno.
Ya en la puerta, salió y comenzó a
andar, sin mirar atrás, con más indignación de la que su cuerpo
podía aguantar.
*********************
- No sé a que ha venido todo esto,
seguro que tiene su explicación, pero te has pasado bastante, sin
contar, que, en ningún momento has nombrado el pequeño detalle de
que soy tu prima, y has dejado a esa pobre muchacha convencida de
que somos pareja.
- En otro momento te lo contaré, ahora
déjame que saboree mi pequeña victoria, con un café magnífico, unas
vistas espectaculares y una chica conmigo, que aunque está
horrorizada, se ha implicado en el juego.
- ¡Qué cabrito! ¿Qué querías que
hiciera?, eres mi primo preferido.
- Y el único.
- Vale, eso también. Pero esa historia
no me la pierdo, creo que lleva intriga, romanticismo y
sexo.
- Jajaja, cuando vea a Claudia, no se
sí darle las gracias o matarla. Ella con todo su romanticismo es la
que ha armado este jaleo. Yo solo lo he aprovechado, y creo, que no
de la forma que mi hermanita esperaba.