CAPÍTULO 13
Pablo estaba allí, como le había dicho
a su hermana, una hora antes.
Le había comprado un ramo de flores
que creía que iba acorde con ella, con su carácter, muy
colorido.
Cuando entró ella estaba hecho un
manojo de nervios.
- Cuanto te quiero, que ramo más
bonito, siempre estás en todo. ¿Te gusta cómo ha quedado? ¿Crees
que vendrá mucha gente? Y si no vienen o no les gusta o los del
catering lo hacen mal,... ¡Qué nervios!
- Jajaja, no lo había notado que
estabas nerviosa, yo también te quiero, eres la mejor, todo saldrá
bien, vendrá mucha gente y a todos les encantarán, ¿puedo
respirar ya?, me estás achuchando tanto que vas a dejar el traje
impresentable y no estaría bien siendo el hermano de la
artista.
Dieron una vuelta viendo los cuadros e
intentando que se relajara cuando llamaron a la
puerta.
- Es un poco pronto, ¿quién será?,
preguntó Pablo.
- Se me había olvidado comentarte que
va a venir un amigo. Hugo es crítico de arte para un periódico
especializado, me ha pedido venir antes para verlo tranquilo
conmigo.
- Ese Hugo no será ese amigo de la
universidad que su novia le dejó plantado un poco antes de su boda.
¿A ver si va buscando a mi bella hermanita?
- Sí, es ese, pero no, no quiere nada
conmigo, se casó con la mejor amiga de su ex y no sólo está loco
por ella sino que hace poco que ha sido papá y esta súper
feliz.
- Dos amigas, el mismo tío. Dejaron de
ser amigas ¿no?, sonrió.
- Para nada, creo que son los tres muy
buenos amigos. Hasta me preguntó si podía venir su ex, creo que hoy
coincidía que iba a estar en su casa.
- Corre, ve a abrir la puerta, que te
escriba una buena crítica.
- Yo, mientras voy a dentro a ver como
van los del catering, y, respira hondo que todo va a salir
bien.
*************************
- Hugo, que alegría, cuantas ganas
tenía de verte.
Se abrazaron y se dieron dos
besos.
Las chicas la observaban mientras se
abrazaban.
Se la habían imaginado de otra forma,
la típica bohemia con poco estilo.
Era muy mona, bueno, más que mona, con
el pelo claro, largo y ondulado, unos ojos verdes enormes que
hablaban por sí solos, una sonrisa preciosa que formaba dos
hoyuelos muy graciosos. Su cuerpo, iba enfundado en unos pantalones
de pitillo negros, con una blusa de lentejuelas atada al cuello en
color plata, y unas sandalias de tacón alto también plateadas, era
de infarto, a pesar de no ser muy alta.
- ¿Cuál de estas impresionantes
mujeres es la tuya?, porque me dijisteis que vendrías con Silvia y
con una amiga, ¿no?
- Por supuesto, vengo con mis chicas.
Esta es Silvia, dijo señalando a la rubia, la que me ha hecho un
hombre serio y formal, ella es Claudia, la artista, mi
amiga.
- Encantada, dijo Silvia, aunque no te
creas eso de serio y formal, en Hugo sería
imposible.
- Tenía muchas ganas de
conocerte, eres la mujer 11, según tú
marido.
Y ahora que te veo lo entiendo, antes
pensaba que exageraba un poco.
La verdad es que Silvia iba
impresionante con el vestido palabra de honor, estampado, años 60.
La parte del cuerpo ajustada hasta la cintura y la falda de capa
que le llegaba por encima de la rodilla junto con los tacones
cogidos al tobillo, realzaban su figura y sus bonitas
piernas.
- Y está de aquí es nuestra amiga
Zoe.
- ¿Zoe?, no serás Zoe Soller, por eso
me sonabas, te he visto en alguna revista y entrevista, aunque
siendo sincera, estás mucho mejor en persona. ¡Qué suerte! No todos
los días una conoce a una famosa y que encima
admiras.
Claudia no salía de su asombro, no
podía ser, cuando la viera su hermano, le iba a dar algo. Para que
luego dijera que sus teorías de las almas gemelas eran unas
chorradas.
- Sí, la misma, pero no lo digas muy
fuerte, que Hugo se avergüenza de mis
libros.
- Pues a mí me encantan, los tengo
todos. El último hasta me lo dedicaste.
- ¿Yo?, perdona pero no lo recuerdo.
Que ramo más bonito, me encanta, el otro día me auto regalé uno
parecido.
- Me lo acaba de regalar mi hermano,
es un cielo, según él, va acorde conmigo.
- Ya está bien chicas, hoy hemos
venido a ver sus cuadros y como sigamos hablando va a empezar a
venir la gente y quiero verlos tranquilamente con Claudia,
para que luego pueda escribir una buena
crítica.
- Sí vamos, pobre de ti como no sea
buenísima.
Zoe y Silvia se miraron, se conocían
demasiado y las dos sabían lo que estaban pensando. Iban paseando
viendo los cuadros y hablando.
- Así queee, es una artista
maravillosa, una persona optimista, bla bla bla, pero no oí en
ningún momento que estaba cañón, dijo
Silvia.
- Ja, ja, detecto en tu voz que estás
un pelín, solo un pelín celosa.
- ¿Cómo estarías tú?, cuando a
tu marido se le cae la baba por una artista que por lo que veo
pinta genial, es preciosa y toda dulzura.
- Piensa que te ha traído con él, que
eres la mujer 11 y que ya me gustaría a mí que alguien me mirara
como él te mira a ti.
- Te estás poniendo de parte de ella
porque le gustan tus libros, no es justo, hasta a ti te ha gustado,
dijo haciendo un puchero como si fuese una niña
pequeña.
- No digas tonterías, vosotros sois la
pareja perfecta.
Mientras ellas hablaban, Pablo a la
distancia, las estaba observando, no sabía que hacer, salir o
no.
Al principio había visto a dos chicas,
creía que eran amigas de su hermana, a la morena solo la veía por
detrás, pero que trasera.
Llevaba un traje negro entallado, pero
suelto, que le llegaba hasta debajo de la rodilla, la espalda
estaba descubierta entera, lo raro es que no se le viera el tanga o
lo que llevase, si es que llevaba algo, porque sostén seguro que no
podía llevar. Las sandalias negras tenían un tacón de vértigo, como
sería capaz de andar con tanta gracia sobre esa altura. La melenita
morena corta iba con bucles sueltos en las puntas, el resto
se lo tenía que imaginar, hasta que se acercara o se diera la
vuelta.
A la rubia la veía mejor, y la verdad
es que no le sonaba haberla visto nunca con Claudia, sino, seguro
que se acordaría, es de las que no se te podían olvidar. A esa sí
que la veía perfectamente y su cara era igual de bonita que su
cuerpo.
Vio a su hermana hablando con Hugo y
se acercó hasta ellos, igual esas dos chicas eran la mujer y la ex
de él. Ahora estaban de espaldas en la sala
contigua.
- Hola, soy Pablo, el hermano de
Claudia, tú tienes que ser Hugo.
- Sí, encantado de concerte, le estaba
comentando a tu hermana que sus cuadros son
geniales.
-Para mí lo son, me alegró que te
gusten. A ver si así se tranquiliza.
Se oía como se acercaban las dos
chicas por sus tacones, él se volvió, y al verlas se quedó
petrificado, la sonrisa se le congeló.
- Cuál de ellas será su mujer,
pensó. Por eso no quería compromisos.
Zoe cuando lo vio frenó en seco y su
cara pasaba del rojo al blanco por segundos. Ahora sabía cuando le
había firmado el libro a Claudia.
Claudia al ver la situación, se metió
por medio.
- Chicas os voy a presentar. Este
hombre tan guapo de aquí, es mi maravilloso hermano, el que me ha
regalado este ramo que te ha gustado tanto, dijo mirando a
Zoe. Ellas son Zoe y Silvia.
Los dos tenían sus miradas fijas, como
si el resto no estuvieran en la misma sala.
Hugo y Silvia los miraban sin entender
nada.
Silvia se adelantó y dándole dos besos
le dijo;
- Hola, encantada,
yo soy la mujer de Hugo. ¿Vosotros os conocíais? Pregunto señalando
a Zoe y entendiendo de golpe quien era él, al ver la cara de
ambos.
- Pablo salió de su shock inicial, por
lo menos era la ex. Sí, nos vimos el otro día en la firma de
libros.
- ¿No me digas que a ti también te
gustan esos bodrios de novelas?, saltó
Hugo.
- Si te soy sincero, no lo sé, no he
leído ninguna. Fui para que me firmara un libro para mi hermana.
¿Tú eras la famosa Silvia?, creo que he oído hablar de ti,
dijo con burla y luego miró a Zoe.
- Espero que hayas
oído hablar bien, dijo sonriéndole y sabiendo a lo que él se
refería.
Comenzó a llegar la gente, Claudia iba
saludando y hablando con la gente mientras Pablo se encargaba de
que todo estuviera organizado.
Por fin Silvia y Zoe se pudieron
quedar solas en un rincón.
- Ese buenorro es el que te ha hecho
temblar y te lo has vuelto a encontrar, parece una señal, ¿no
crees?, ¿qué vas a hacer? ¿Piensas hablar con
él?
- No es ninguna señal, es una putada
del destino, no voy a hacer nada, o más bien sí, intentar
esquivarlo hasta que me pueda largar y ni de coña voy a hablar con
él.
- Lo que yo digo, tonta de
remate.
- No lo entiendes, no tenemos nada que
hablar. Se pasó bien y se acabó y punto.
- Le deberías dar una explicación,
¿no?
- Yo no le debo ninguna explicación,
no hay nada entre nosotros.
Mientras Pablo no podía dejar de
buscarla con la mirada, estaba muy escurridiza, parecía que lo
estaba evitando. La llevaba clara, esta vez el que iba a jugar iba
a ser él.
Claudia por fin consiguió llegar hasta
su hermano, se le veía con cara de pocos
amigos.
- Ahora lo entiendo, es preciosa,
agradable, dulce y tiene mucho estilo.
- Se te ha olvidado mencionar que está
como un cencerro y le gusta jugar con los
tíos.
- Igual tiene alguna explicación, no
la veo de esa clase de chicas.
- Ni yo tampoco la vi venir, ni por lo
que parece su ex prometido tampoco.
Llegó gente a felicitar a Claudia y
despedirse, mientras Pablo volvió a lo suyo, saludar, controlar que
todo fuera bien y no quitarle la vista de encima a
Zoe.
Zoe estaba incómoda desde el encuentro
con Pablo, gracias a que comenzó a venir gente y los hermanos
tuvieron que atenderlos, pudo quitarse de encima las miradas frías
que él le mandaba.
De vez en cuando veía como la estaba
observando, y eso, le incomodaba.
Ya no quedaba casi gente, no quería
ser ella la agua fiestas y esperaba que no tardarán mucho en decir
de irse. Se les veía a Hugo y Silvia muy animados hablado con
Claudia y un grupo de gente.
- Por favor, que esto acabe ya,
pensaba mientras paseaba haciendo como sí mirara los
cuadros.
Estaba frente a uno que le había
llamado la atención, ella no entendía de cuadros, pero si
sabía cuando algo le gustaba, y la verdad, es que todos le gustaban
bastante, pero había un grupo que eran más de su estilo,
representaban partes de una casa, una terraza, una cocina, un
recibidor, un salón, un dormitorio, tenían una combinación de
colores que le encantaban, mezclaba tonos de marrón con colores muy
llamativos.
Parada delante de uno en el que
había pintado un dormitorio, se había quedado embelesada. El fondo
era una pared de ladrillos vistos rústicos y la cama llevaba una
funda nórdica en tono tostado claro, con motivos de edificios
emblemáticos de distintos países, la Torre Eiffel, el Big
Ben, el London Eye, .... Se titulaba el cuadro ¿A dónde me
llevarán mis sueños?
- Su mente iba divagando abstraída
totalmente, ¿a dónde?, ¿qué es lo que ella quería realmente?
Era feliz y tenía todo lo que quería, por lo menos hasta que
apareció él, perturbando su vida perfecta. En cuanto vuelva a mi
vida, todo irá igual de bien. Solo ha sido un lapsus, una necesidad
temporal. Pensó, casi convencida.
Pablo se iba acercando por detrás
mientras la observaba, parecía que estaba tan concentrada en el
cuadro, en su cuadro preferido, que no se había percatado que iba
hacía ella.
- Como me gusta, todo en ella es
armonioso. Aunque no tengo que olvidar que su cabeza no está bien o
volveré a caer en sus redes.
Ya junto a ella, pudo absorber su
aroma, ese aroma que le embriagaba y luego no podía
olvidar.
Se acercó junto a su oído, ella sintió
una corriente y pegó un vote.
- Me has asustado, dijo casi sin
moverse.
- No lo pretendía, solo quería
recordarte que me debes algo.
- Yo no te debo
nada.
- ¿Eso crees? Yo lo dudo. Ahora
me reclaman, después hablamos.
- No creo que haya un
después.
- El le guiñó un ojo, ya
veremos.
La inauguración parecía que estaba
llegando a su fin, quedaban muy pocos invitados, entre los que
estaban ellos tres. Se despidieron de Claudia y la felicitaron por
su éxito.
No se veía por ningún lado a Pablo,
menos mal, no tendrían que hablar, mejor así, aunque sin darse
cuenta lo estaba buscando con la mirada.
- ¿Buscas a alguien?, le preguntó
Silvia.
- No, para
nada.
- Se acaba de ir, a dicho algo de que
tenía una cita y se iba a ponerse más
cómodo.
- Ahh, me alegro por
él.
Salieron hablando muy animados, de lo
bien que había salido todo, de lo bonitos que eran los cuadros, de
lo encantadora que era Claudia. Hasta a Silvia después de un rato
con ella le había gustado.
- ¿Habéis visto como se han mirado
Claudia y el socio de Pablo? Yo creo que ahí va a haber temita,
dijo Silvia riendo.
- Que tonterías dices, si se han
acribillado con la mirada y parecía que no se llevaban bien,
contestó Hugo.
- Hombreees, deberías leer mis
libros te abrirían los ojos, jajaja.
- Hugo puso cara de asco. Anda vamos a
tomarnos algo, románticas empedernidas.
De camino al pub nuevo, Zoe no se lo
podía quitar de la cabeza, ¿por qué le afectaba que tuviese una
cita?, a ella le tendría que dar igual, pero le había dolido más de
la cuenta.