CAPÍTULO 17
- Hola Hugo, soy
Claudia.
- Hola, ¿qué tal estas?, ¿has leído la
crítica?
- Sí, me ha encantado, pero te llamaba
para pedirte una cosa.
- Tú dirás preciosa, para mi amiga lo
que quiera.
- Gracias, es una tontería, ¿me
podrías dar el teléfono de Zoe?, quiero pedirle un favor y no lo
tengo.
- ¿A pasado
algo?
- No, que va, sólo es porque ella vive
en la zona donde yo tengo la casita y quería ver si me podía
recoger una cosa para llevarla.
- Por supuesto, enseguida lo busco y
te lo mando.
- Muchas gracias, a ver cuando
quedamos otra vez, todos, más tranquilos y salimos a tomarnos
algo.
- Cuando tú quieras, pero avísame con
tiempo, nosotros ahora dependemos de la
canguro.
- Pues sin problema, de verdad que os
llamaré, ya cuando pase Semana Santa. Dale un besazo a Silvia y al
peque de mi parte.
Perfecto, ya tenía el teléfono de Zoe,
otro pasito dado.
- ¿Zoe?
- Sí, soy yo.
- Hola guapa, perdona que te moleste,
soy Claudia.
A Zoe, casi se le cae el teléfono de
las manos, la hermana de Pablo llamándola a
ella.
- ¿Estás ahí?, ¿me
oyes?
- Sí, perdona, es que no tenía bien
cogido el teléfono y por poco se me cae, no era mentira del
todo.
- Siento llamarte a tu casa, pero
quería pedirte un favor.
- ¿A pasado algo? ¿Pablo está
bien?
- No, no ha pasado nada, Pablo está
perfectamente, sólo era pedirte una cosita, pero si ves que no te
va bien, no pasa nada, lo entiendo.
- Dime, si puedo, por supuesto, lo que
quieras.
- Te cuento, mañana sobre la hora de
comer, llegará Pablo a la casita y quiero que esté bonita para
estas vacaciones, entonces, he encargado a la florista del pueblo,
que me lleve unas flores para ponerlas por la casa, soy una
romántica sin remedio, pero cuando ella llegue no hay nadie. Era
por si tú podías recoger la llave en el chiringuito. Allí Oscar
tiene una copia. Sería meterlas dentro y ponerlas en unos jarrones,
para cuando él llegue sobre las 2:00 estén
puestas.
Zoe no salía de su asombro. Que
jugarreta le estaba gastando sin saberlo y no podía negarse o
quedaría fatal.
Le parecía muy fuerte tenerle que
poner la decoración romántica a Pablo y a su acompañante, por
lo que había dado a entender su hermana.
- Si es mucha molestia, de verdad que
no pasa nada, solo era porque Óscar no tuviera que cerrar un rato,
además, ya sabes como son los hombres, tampoco me fió de que las
pusiera bien.
- No es molestia, simplemente, pensaba
como organizarme para estar cuando llegara la
florista.
- Pues, si puedes, yo le digo a la
florista, si quieres, para que no tengas que esperarla, que sobre
las 12:00 las lleve al chiringuito y así tú, sobre las 12:30 las
recoges, junto con la llave y las llevas antes de que lleguen
ellos.
- Me parece perfecto, allí
estaré.
- Muchísimas gracias, te debo
una.
- ¿Zoe?
- ¿Sí?
- Por poco se me olvida lo más
importante.
Claudia tenía que hacer un esfuerzo
para no reírse, notaba lo tensa que estaba Zoe, hasta, a través del
teléfono. La verdad, es que había equivocado la profesión seguro
que hubiera ganado más dedicándose a casamentera. Lo que no
entendía es como esa chica podía escribir esos libros tan
románticos y luego serlo tan poco. También se podría haber dedicado
a eso.
¡Madre mía! Qué más podría pasarme.
Tuvo que hacer un esfuerzo para que le saliera la
voz.
- Dime, ¿de qué se
trata?
- Que no te he dado la
dirección.
- Es cierto, que
despistadas.
¡Ufff! Menos mal, era eso,
pensó.
Le dio los datos, aun ya sabiendo que
conocía la casa muy bien.
No hizo falta apuntar nada, ni estar
atenta a las explicaciones, sabía perfectamente como encontrar la
casa.
Otro paso dado, como salga mal el
encuentro, Pablo fijo que me mata.
Mañana temprano, llamaría a Olivia y
Pablo, para decirles que me iba a retrasar, que se fueran ellos
primero, que iban a llevar unas cosas sobre las 12:30 y que más
tarde llegaría yo, para acompañarlos a comprar y
comer.
****************************
- En qué lío me había metido. Parecía
que todo lo que tenía que ver con Pablo venía con
complicaciones.
Estaría allí a las 12:30 como máximo,
sólo faltaba que me encontrara a mí, preparándole la semana
romántica, en su casa. Me daba algo. Ya no dudaría de que estoy
loca de remate, sería la guinda del pastel.
Hasta que llegó la noche, y después de
haber nadado y cenado, cuando se había sentado a ver las luces de
los barquitos y el faro, hasta ese momento, no se había parado a
pensar en otra cosa que en el problema que se le presentaba, pero
ahora que estaba más tranquila, estaba cayendo en la cuenta,
de que, lo que más le dolía era pensar como había pasado de ella,
como no era ella la que iba a pasar esa semana romántica con él,
tenía que darle igual, era mejor así, pero siendo sincera, no le
daba igual, tenía a partes iguales una mezcla de rabia y tristeza.
Pero, lo peor es que ella, se lo había buscado.