PRÓLOGO 

 

Dos años atrás.

 

- ¡Se os ha quedado fenomenal!, se ve un lugar serio, pero agradable, con mucho estilo y cómodo, tanto la zona de espera como la zona de reuniones y de trabajo, dijo Claudia.

 

- Me alegro mucho que te guste, ¿has visto lo bonitos que han quedado tus cuadros?, te dije que eran los adecuados para el estudio. Somos el complemento artístico, las líneas y el color, dijo Pablo a su hermana, mientras le mostraba el estudio de arquitectura que juntó a su socio y amigo inaugurarían ese viernes.

 

- Lo cierto es que llevabas razón, todo con planos y fachadas en blanco y negro hubiera quedado muy soso y poco acogedor, mis cuadros le dan el punto alegre y más personal.

 

Claudia, era pintora, a la espera que su arte fuera reconocido, se vendían bastante bien sus cuadros, gracias a los cuales se había comprado un ático destartalado, que pronto, el estudio de su hermano remodelaría,  pero aún no había conseguido su sueño, que su trabajo fuera reconocido y admirado dentro del mundo artístico.

 

Estaban paseando por las estancias, viendo los detalles que faltaban para encargar para el viernes.

 

- Si os queréis ahorrar muchos camareros y que no se os pringué el estudio demasiado, para empezar el lunes, yo pondría en la sala de reuniones todos los aperitivos y en la barra del fondo, a una persona, que sólo estuviera sirviendo las bebidas.

 

- Si, eso es lo que habíamos pensado, ¿qué más necesitamos?, tú que ves con el ojo clínico de mujer.

 

- Compraría algunas macetas, para poner en todas las estancias y así, después de la inauguración, las seguirías teniendo,  dan un ambiente más vivo, y varios ramos de flores, uno para el recibidor, otro para la sala de espera, dos un poco más pequeños para cada lado de la mesa de reuniones,  todos ellos os sirven, para la decoración de ese día y la primera semana.

 

Siguieron dando vueltas y anotando cosas conforme iban cayendo en la cuenta.

 

- Bueno, yo me voy a ir que tengo que llevar unos encargos a una galería, si quieres, yo hablo con los de la floristería y les digo que lo traigan todo el viernes por la mañana.

 

- Me vendría genial, vamos súper liados, aún nos quedan algunas cosas que ultimar y permisos, y toda descarga es fundamental.

 

 

 

- Pues hecho, si necesitas cualquier cosa me llamas, si no, el viernes por la mañana me acercó para ver lo de las flores y cualquier imprevisto.

 

Se abrazaron y se dieron dos besos, muy achuchados.

 

- No te preocupes, va a irte genial, sois los dos muy buenos. Además, si antes ya teníais trabajo sin estar presentables, ahora con esta imagen os van a llover.

 

- Eres la mejor, siempre con ese optimismo, ¿qué haría yo sin ti?, se rió.

 

- ¡Nada!, ya lo sabes, y riéndose también le volvió a abrazar y se marchó.

 

                                      ❤❤❤

 

Llego el día de la inauguración,  por la mañana, como había quedado con Pablo, Claudia se había acercado a esperar a los de la floristería y habían colocado todo.

 

Cuando dejo todo preparado sólo a falta de los del catering, se marchó a comer y prepararse para esa noche.

 

Normalmente, Claudia, vestía de forma muy bohemia, le gustaba y era cómodo, pero para cualquier evento, sacaba sus mejores galas. El día lo merecía, era un día muy importante para su hermano y quería ir perfecta.

 

Se arregló con un vestido crudo, la falda era ajustada, justo por encima de la rodilla. La cinturilla que lo separaba de la parte del cuerpo era de tiras de cristalitos y cadenas color plata, la parte alta era abultada y vaporosa, los hombros eran a la sisa, muy metidos y en el escote cerrado, tenía la tela plisada con los mismos abalorios que la cinturilla.

Las sandalias eran de un color tostado oscuro con las tiras de cristales y el bolso de mano en el mismo tostado con el cierre de cristales.

 

Salió para el estudio casi una hora antes, quería llegar con tiempo para estar con Pablo cuando empezaran a llegar los amigos y clientes.

 

Toco a la puerta del bajo, y le abrió el socio de su hermano.

 

- ¡Madre mía!, ¿cuanto tiempo hace que no te veo?, ¿dónde se ha metido esa joven desaliñada que yo conocí?, dijo Gonzalo, alucinado ante el cambio de la hermana de su amigo.

 

Gonzalo, hacia ya 6 años que no la había visto. Cuando acabó la carrera, se fue a trabajar fuera para un estudio de arquitectos muy reconocido allí, y así poder adquirir experiencia. Desde entonces las veces que venía quedaba con Pablo, pero no había vuelto a hablar con ella, ni la había visto, sabía como le iba por su amigo.

 

- Claudia riéndose dijo, espero que eso sea un cumplido, pero he de decirte que esa que tú conociste sigue aquí, y se señalo, hoy es cuando voy disfrazada de otra.

 

- Pues, el disfraz te queda genial, él la seguía mirándola embelesado.

 

Esta Claudia, era toda una mujer, con su pelo rubio, largo, ondulado cayéndole por la espalda, sus ojos verdes grandísimos con unas largas pestañas y esos hoyuelos que se le formaba en las mejillas cuando se reía, herencia familiar, le seguían dando un aspecto angelical, que no coincidían con ese cuerpo bien torneado y esas piernas que mostraba sobre unos tacones de infarto, que pedía ser probado como si fuera un bocado exquisito.

 

Él había sido su amor platónico de la adolescencia, ese amigo guapísimo de tú hermano al que esté, con su instinto protector, nunca le había dejado acercarse, y él, lo único que ve en ti,  es a la hermana pesada de su amigo. Pero, por lo que parecía, hoy, no la estaba mirando, para nada, de la misma forma.

 

- ¿Sabes?, a ti, tampoco se te ve nada mal, con ese traje y corbata, hasta pareces un chico bueno, el que a cualquier madre gustaría, ante la mueca de asco que él hizo, ella volvió a reírse. Es broma, ni con traje puedes aparentar ser formal.

 

- Me acabas de hundir, anda pasa y dame dos besos que se me levanté mi autoestima, esa que has tirado por los suelos.

 

Ella entro, lo abrazo y le dio dos besos. Ante el contacto, su cuerpo reacciono, sintió la oleada de calor que siempre había sentido cuando estaban cerca, y que con la madurez creía que había pasado. Será  su perfume, que huele genial, pensó y se separó intentando aparentar normalidad.

 

 

Al corresponderle con el abrazo, tan natural que ella le dio, sintió como todo su cuerpo se activaba, y al separarse, le quedo impregnado su olor y la sensación de querer más.

 

En eso salió Pablo.

 

- ¿Os estáis dando a conocer?, desde qué has tocado, estaba esperando que pasaras a ver si te gustaba como había quedado lo que han traído los del catering y si me descuido vienen los invitados antes que tú, dijo con tono un poco molesto. No le hacía gracia que su amigo tonteara con su hermana, ni en broma, los conocía demasiado bien a los dos.

 

Ella era una romántica empedernida que había crecido leyendo historias de amor, y él un vividor al que le gustaba disfrutar de cualquier fémina, sin ataduras. Una mezcla explosiva y dañina.

 

- Tranquilo, ya va, pero efectivamente, se ha tenido que volver a presentar, porque está irreconocible y guapísima.

 

- Al pasar por su lado, Claudia se acercó a su oreja y flojito le dijo, sigues tan guapísimo como siempre y te aseguro que chico bueno, ni durmiendo, y le cuco el ojo y se fue riéndose.

 

Comenzó a llegar gente, amigos, clientes,... a todos les encantaba, estuvieron atendiéndolos, hablando, mientras sonaba de fondo por el hilo musical melodías que creaban un ambiente muy agradable.

 

 

Los aperitivos estaban muy buenos, el camarero estaba en todo, sirviendo copas y recogiendo las que se quedaban vacías, iba genial.

 

Mientras, Gonzalo, no paraba de mirarla, como sonreía y charlaba con todo el mundo, al tiempo que estaba pendiente que nada fallara, era especial, ¿como no lo había visto nunca antes?

 

Cuando todo el mundo se marchó, se quedaron los tres, recogiendo, limpiando y dejándolo en condiciones, para el lunes empezar a funcionar. Acabaron pronto, no había mucho que arreglar.

 

Ya tenían varios encargos de reformas, entre ellas la de Claudia, y algún que otro proyecto más grande, para empezar estaba muy bien.

 

- Creo que esto ya esta, ¿qué os parece, si para celebrarlo nos vamos a tomar una copa y charlamos un poco de como ha ido y algunos asuntos que tenemos que concretar?, dijo Gonzalo.

 

- Por mi perfecto, necesito un pequeño descanso antes de recogerme, o tendré pesadillas, con tantos nervios y tanta charla, contesto su amigo.

 

- Iros vosotros, yo no quiero cortaros el rollo, merecéis una noche de marcha, Claudia decía mientras cogía su bolso y se disponía a salir.

 

 

- Ni de broma, tú te vienes, no cortas ningún rollo, sólo es tomar unas copas unos amigos un rato, y tú, con lo que nos has ayudado y aportado, lo mereces más que nadie, ¿verdad Pablo?

 

- Por supuesto, vente, tampoco nos vamos a acostar muy tarde, estamos cansados de tanto trajín, además, vamos aquí al lado, a una cafetería que se está muy bien y cierran tarde,  aunque realmente, pensaba, que prefería ver lejos a su amigo de su hermana.

 

- Esta bien, voy un rato, a mí también me hace falta una copa.

 

Apagaron todas las luces y salieron a la calle, hacia una brisa un poco fresca y Claudia se rodeó con los brazos como para cubrirse.

 

- Toma mi chaqueta, tienes frío, le dijo Gonzalo, ante la mueca no muy buena de su amigo.

 

- Gracias, no hace falta, habéis dicho que está cerca.

 

De todos modos, se la quito y se la echó por encima. Ella volvió a notar ese olor, tan agradable, y el calor que emanaba la chaqueta del cuerpo de él.

 

Llegaron al café, era un sitio decorado con mucho gusto, de los típicos que igual podías tomarte el desayuno, como comer o tomarte la copa de la noche.

 

 

Tenía mesitas redondas blancas y de acero, con sillones individuales en colores rojos, en la parte donde había una barra larga. Más al fondo, mesas bajas de acero con sofás dobles, en tonos blancos y grises.

 

Las paredes estaban pintadas, en la zona de entrada, en blancas con motivos de ramas de árboles de gran tamaño en colores grises y las del fondo igual, pero los dibujos eran en rojos.

 

Pasaron al final y cogieron una de las mesas con sofás que habían libres, Pablo se sentó en uno y en el otro, se sentaron ellos dos.

 

Pidieron cada uno una copa, y ya más relajados comentaron como había ido la noche, los trabajos,  por donde empezar,... de todo un poco hasta que Pablo se acordó de un detalle, que además, le venía muy bien, para recordarle a su hermana, que tipo de hombre era su amigo.

 

- Por cierto, ¿no ha venido hoy la secretaria que íbamos a contratar?, sabes tú que le ha pasado.

 

- No estaba lo suficiente cualificada, dijo Gonzalo poniéndose un poco tenso.

 

- ¿Cómo?, la entrevistamos los dos, ¿recuerdas? Y estaba más que cualificada, no entiendo que ha pasado, o sí lo voy entendiendo.

 

 

- Fue un fallo y lo sabes, yo nunca mezclo placer con trabajo,  se puso demasiado a tiro, por ello vi conveniente que no se quedara y busquemos a otra.

 

- ¡Vamos, que te la has tirado!, desde luego por tu bien espero que no se vuelva a repetir, sabes que ni con trabajadores, ni con "clientes", dijo remarcando esa parte para que quedara claro.

 

- No te preocupes, y no te pongas así, sabes que siempre he cumplido con las reglas, un fallo lo tiene cualquiera, y te aseguro que no se va a repetir.

 

Claudia los miraba alucinada, es la primera vez que veía mosquearse en serio a esos dos, a excepción, de cuando su hermano le avisó que no se acercara nunca a ella, aunque al otro le daba igual, porque no tenía ningún interés, le dio rabia que fuera tan tajante y le prohibiera algo.

 

- ¡Chicos, ya!, hoy es día de celebración y ha quedado claro, ¿no querréis empezar mosqueados?

 

Los dos asintieron y después de un rato, quedo todo olvidado.

 

Se tomaron una copa más y decidieron que ya era bastante tarde, que tenían que descansar.

 

- ¿Cómo has venido hermanita?, te acompaño.

 

- He venido paseando, pero tranquilo, no saques el coche que hemos bebido, voy a coger un taxi.

 

- No te preocupes, yo tampoco he traído coche por lo mismo, si ella quiere, vamos paseando hasta su casa y así nos despejamos, y ya allí, yo cojo uno.

 

- Yo, por mi perfecto, da gusto pasear a estas horas.

 

- Como queráis, sois mayorcitos los dos, dijo con un poco de sorna y con una mirada de advertencia.

 

Se despidieron de Pablo, el vivía justo encima del estudio, unas plantas más arriba, cuando compraron el local, él vio la oportunidad y se compró también un piso en el mismo edificio.

 

Iban paseando y charlando, contándose, como les había ido la vida los años en los que no se habían visto, lo que habían hecho, de repente  Claudia se paró.

 

- Es aquí, tengo un apartamento pequeño alquilado, hasta que pueda mudarme a mi ático, por eso me urge tanto que lo acabéis, estoy encajonada, también es mi estudio de pintura, sonrió.

 

- Cuando se acercaron para despedirse, ella por un impulso, sin saber porque le pregunto. ¿Quieres tomarte un café o algo? 

 

- Me vendría bien, pero no te quiero molestar a estas horas.

 

- Tranquilo, de todos modos me iba a tomar yo uno, si me acuesto ya, mañana estoy fatal, normalmente no bebo nada.

 

- Pues entonces, acepto.

 

Subieron los dos en silencio, abrió la puerta del mini apartamento y pasaron.

 

Se entraba directamente a un pequeño salón que estaba junto con la cocina, era todo muy pequeño, para alguien acostumbrado a vivir en un chalet a las afueras como él, pero se veía bonito y moderno.

 

- Entonces, ¿te hago a ti también un café, o prefieres otra cosa?

 

- No, un café esta perfecto.

 

Siguieron hablando de la casa, de como ella quería su ático, como ya le había vuelto la cabeza loca a Pablo, y él lo sabía todo, hasta el último detalle. Mientras preparaba los cafés y los servía.

 

Él, le contó porque no había vuelto antes a España, que allí le fue muy bien y gracias a eso se había podido montar aquí la vida que quería.

 

Cuando se dieron cuenta había pasado algo más de una hora, y ni se habían enterado.

 

- Me voy, lo siento, mira la hora  que es, querrás acostarte ya.

 

- Tranquilo, estaba tan cómoda, que yo tampoco había sido consciente del tiempo que había pasado.

 

Se levantaron camino de la puerta, ella la abrió y se fueron a despedir.

 

- Bueno, supongo, que a partir de ahora nos veremos más a menudo, aunque sea porque vayas a ver a tu hermano.

 

- Creo que sí, no voy a dejar pasar otros 6 años sin verte, se rió, si no, la próxima vez que te vea, ya estarás con tu mujer y tus niños.

 

- Eso, creo que aunque pasen 20, no lo verías, sabes que no está en mis planes.

 

- Nunca digas algo tan tajante, sois los primeros que caéis, luego te llegara esa chica, que te llene lo suficiente y veas que sin ella no puedes vivir, y todos tus planes cambian, le dijo en tono desenfadado, pero sería.

 

- Jaja, no has cambiado tanto, efectivamente, bajo esa apariencia, sigues siendo la misma, ella estaba poniendo cara de ofendida, no te enfades, siempre es bueno, que hoy en día, alguien siga pensando que el amor existe.

 

- Anda, corre y lárgate, no quisiera, el primer día que nos volvemos a ver, acabemos ya peleados, y le sonrió.

 

Se acercó a él, y le dio un abrazo y dos besos, uno de ellos en la comisura de los labios, cuando él se había girado para dárselos también, mientras él la tenía contra su cuerpo cogida por la cintura.

 

Los dos, debieron sentir algo más, porque se separaron las caras mirándose como extrañados, ¿qué les había pasado?, ¿qué era eso que habían sentido?

 

Ella bajó los brazos de su cuello, precipitadamente, como asustada, otra vez no, no podía volver a quedarse enganchada de alguien que creía haber superado hace años, y que era el menos apropiado para ella.

 

Él seguía con sus brazos rodeándole su cintura, le había gustado lo que había sentido, nunca lo había hecho antes, y sin pensar en las consecuencias y dispuesto a comprobar si esa chispa había sido algo fugaz o algo real, acercó su boca a la de ella, volvió a notar la descarga.

 

Ahora con más pasión, comenzó a juguetear con sus labios, a morderlos suavemente, mientras ella sin decir nada, intentando resistirse a lo que su cuerpo le pedía, estaba inmóvil.

 

Sus manos comenzaron a acariciarle la espalda y bajaron hasta sus nalgas y la ajusto más hacia él, para que lo pudiera sentir.

 

Ella no pudo resistirse más, rodeo con sus brazos de nuevo su cuello, enredo sus dedos en su pelo, y le correspondió, abrió un poco su boca, le introdujo su lengua y la enredaron apasionadamente. 

 

Él la alzo en sus brazos y pegándola a la pared le subió el vestido hasta la cintura, ella no sólo se estaba dejando hacer, sino que sus manos exploraban bajo su chaqueta, sobre el culo de él, como saciándose de todo aquello que siempre había soñado y nunca había hecho.

 

La llevo como estaban sin separarse hasta el sofá y la recostó debajo suya, sus manos se movían suave y apasionadamente por encima de su ropa.

 

Se acercó a su cuello y le deshizo el lazo del vestido que llevaba en la nuca, mientras ella le quitó la chaqueta desesperadamente y comenzó a abrirle los  botones de la camisa y a sacársela.

 

Estaba con el torso al aire, se veía todavía más guapo y perfecto de lo que ella recordaba, ahora estaba más fibroso.

 

Comenzó a acariciarlo, bajando hasta la cinturilla de su pantalón, mientras ella intentaba desabrochárselos, él le sacó el vestido por la cabeza.

 

Se le había revuelto el pelo y con sólo la ropa interior, parecía una tigresa, estaba más bonita, si eso podía ser, su cara angelical se había transformado por el deseo.

 

Consiguió quitarle los pantalones, el comenzó a besarle y a acariciarle a través del sostén los pechos, ella se estremecía, fue bajando, y mientras besaba la parte baja del ombligo, aparto un poco el tanga y comenzó con sus dedos a acariciarle, estaba totalmente húmeda, le salía algún jadeo involuntario cada vez que el profundizaba más, se lo quitó de un tirón, al tiempo que introdujo dos dedos en su interior y con su lengua trazaba círculos sobre su clítoris abultado por la excitación.

 

Ella introdujo su mano dentro de sus boxees, comprobó, lo que ya había notado que estaba más que preparado, se los bajó, y empezó a apretarlo, y acariciarlo.

 

Él se separó, no sabía si aguantaría más, de su chaqueta cogió un condón que lo rasgo y se lo puso aceleradamente, le abrió un poco más a ella, y se introdujo lentamente, sintiendo las embestidas que sus cuerpos daban.

 

Comenzaron a moverse, mientras se besaban y mordisqueaba, el cuello, los labios, los pechos,... hasta qué él noto, que ella pedía más y acelero el ritmo, instantes después ella se dejo ir, y él la siguió.

 

Había sido impresionante, nunca habían sentido todo ese cúmulo de sensaciones. Se quedaron un rato abrazados, el todavía dentro de ella, recuperando la respiración y la cordura. ¿Qué habían hecho?, ¿ahora qué?

 

Pasaron unos momentos, mientras las cabezas de cada uno seguían dando vueltas, ya no sólo por el torbellino de emociones que acababan de vivir, sino también, en como iban a afrontar la situación.

 

Gonzalo se separó un poco y vio la expresión de duda, en los ojos y la cara de Claudia, se sintió un cerdo. Con ella no, no tenía que haber pasado, aunque hubiera sido la experiencia más maravillosa del mundo, era la hermana de su amigo y una cliente, como había remarcado Pablo, y además, sabía que era una mujer, que por mucho que hubiera madurado, seguía siendo muy sensible, la había cagado y bien.

 

Se incorporó y sobre su cabeza, habían unas pizarras a modo de cuadros, en los que se veía escrito unas frase  muy significativa de cómo era ella "Si puedes soñarlo, puedes hacerlo" "Porque al final siempre sale el arcoíris".

 

Comenzó a vestirse sin decir palabra, ella al verlo, se sentó en el sofá, y se tapó con un cojín, ahora, al ver la reacción de él, se sentía avergonzada,  expuesta, de golpe, ya no veía a ese chico alegre, despreocupado y apasionado, veía a un hombre frío y distante.

 

Lo observaba sin decir palabra, cuando acabó, la miro y con la misma cara sería, le hablo, le clavó más bien unos puñales envenenados.

 

- Perdona, siento mucho lo que ha pasado, ha sido el error más grave que he cometido en mi vida, por culpa de esto, lo que he luchado tanto por conseguir, puede que se vaya al garete.

 

Ella, haciendo acopio de sus fuerzas para no llorar le contesto, intentando aparentar una entereza que no tenían.

 

- No hay nada que perdonar, yo lo he pasado bien, y espero que tu también.  Si es así, no ha sido un error, ha sido una distracción que nos ha beneficiado a los dos y nos ha descargado tensiones. Si lo que te preocupa es mi hermano, nunca se lo contaría, no por ti, que me das igual, sino, por él, que es la persona que más me importa y no iba a hundir sus sueños que tanto esfuerzo y dinero le han costado por un calentamiento momentáneo, que su hermana y su socio han tenido. Lo que si te aseguro, es que no volverá a pasar, cuando me caliente buscare a otro, no me gusta mentir a Pablo, aunque sea por su bien.

 

La cara de Gonzalo, era una mezcla de enfado con desconcierto.

 

No entendía, si se había solucionado su problema con tanta facilidad porque le mosqueaban tanto las palabras frías y cortantes de ella.

 

- Siento haberte juzgado mal, la chica que conocí hace años, era romántica, creía en el amor de verdad, y pensaba que todos tenían su alma gemela.

 

Ella comenzó a reírse a carcajadas, por los nervios, y por fastidiarlo.

- Esa chica era una adolescente, que también se creía enamorada de ti, la de ahora, sigue creyendo que encontrara el amor, porque sigue siendo una romántica, pero tiene claro, que tú no lo eres, ni por asomo, pero que también sabe disfrutar, hasta que llegue su amor, de un buen polvo. Eso es lo que tú has sido para mí, y siguió riendo, ahora sobre todo, por haberle devuelto el golpe, a ese idiota, que lo tenía bien merecido.

 

- Bueno, como veo que no hay problema, que todo está claro, me voy a mi casa a descansar un poco.

 

- Me parece perfecto, supongo que ya nos veremos. Amigos, ¿no?

 

- Por supuesto. Pues, hasta pronto.

 

Ella se levantó como iba desnuda, dejo los cojines a un lado, y paso por delate de él, sin ningún pudor, le dio dos besos y le abrió la puerta.

 

- Hasta pronto, y descasa que el lunes empezáis con mi casa y tiene que estar perfecta para poder disfrutar de muchas veladas como las de hoy, le guiñó un ojo, le sonrió y cerró la puerta.

¿Quién cerró las puertas al amor?
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