CAPÍTULO 22
Tocó a la puerta que se encontraba
abierta, le temblaban un poco las manos y notaba que el corazón se
le iba a salir.
Desde dentro oyó a
Pablo.
- Pasa, pasa, creía que ya no
venías.
Cuando la vio se quedó mudo de golpe,
estaba guapísima, y ese traje le marcaba todo aquello que no
enseñaba. A pesar de ser bajita, con el traje tan corto y las
sandalias tan altas se le veían unas piernas
larguísimas.
Le encantó la reacción que había
provocado en él, la miraba de arriba abajo,
mudo.
- Que poca fe tienes en mí, solo me he
retrasado un poco y ya dudabas de que
apareciera.
Él entonces reaccionó, puso la
sonrisa que a ella le derretía e iba a contestar cuando
empezaron a bajar las dos chicas por la
escalera.
- Que bien, ya has llegado, entonces
nos podemos marchar, dijo Claudia, llegando a su altura y dándole
dos besos.
Ahora la que estaba muda era ella,
Olivia llevaba un traje de encaje con la forma muy parecido al de
ella, pero en tono champan, estaba preciosa, y si ella ocultaba
poco a la imaginación, esta no ocultaba nada. Los complementos
también eran del mismo estilo, con muchísima
clase.
- Hola, dijo Olivia, que alegría me da
volver a verte, ayer te tuviste que ir tan rápida, que no nos dio
tiempo casi a conocernos.
- Yooo.... también tenía muchas ganas.
Me alegro mucho de que Claudia me llamara para salir con vosotros.
Aunque, igual, ¿os apetecía más iros solos? Dijo mirando a
Pablo.
- No digas tonterías, estamos
encantados, verdad Pablo, dijo Olivia.
- Sí , claro, por supuesto, una noche
así no me la perdería por nada, seguro que es diferente, además,
creo que voy a ser el hombre más envidiado, llevo a tres bellezas
conmigo.
Cruzaron hacia el chiringuito, menos
mal que el camino que llevaba desde el paseo por la arena, estaba
todo con tarima, sino, con ese pedazo tacón, se hubiera hundido
hasta el fondo, pensaba Zoe.
Cuando llegaron estaba fuera de la
barra Óscar, que al verlos se acercó a ellos con su maravillosa
sonrisa.
- Mañana no sé como acabarás, pero hoy
eres el hombre más afortunado sobre la tierra. ¡Qué suerte tienen
algunos!, y la verdad es que no sé porque, tampoco eres tan guapo.
No sé que ven en ti algunas mujeres, dijo mirando a Zoe, teniendo
un espécimen como yo delante de sus
narices.
Todas se rieron ante las palabras de
su amigo. No tenía arreglo, tenía una boca que nunca se
frenaba.
Se volvió a Olivia, se le quedó
mirando, y ella se tiró a sus brazos y le dio dos sonoros
besos.
- ¿Es qué ya no te acuerdas de
mí?, ¡qué alegría me da volver a
verte!
- Como no me voy a acordar de esta
chica tan guapísima, ¿cuándo has vuelto? Estás
distinta.
- Me alegro de que te acuerdes, porque
yo no me he olvidado de ti, y de lo bien que lo pasábamos. Volví
esta semana, ya para quedarme y espero que lo de distinta sea para
bien.
- Por supuesto que para bien. Se quedó
mirándola unos instantes, más pensativo de lo que era habitual en
él.
- Anda, danos una buena mesa, y
desaparece de nuestra vista Casanova.
- Si os parece bien, os doy la del
otro día, es la mejor, dijo mirando a Zoe y
Pablo.
Zoe no sabía donde meterse, y lo decía
delante de Olivia, no entendía como está, seguía sonriendo, a ella
no le hubiera hecho ninguna gracia.
Estaría muy segura de su
relación, eso sin contar que debían llevar ya mucho tiempo juntos,
por la forma en que le había hablado Óscar, o era una relación
antigua que habían vuelto a retomar, ya que Óscar había dudado ese
mismo día que ellos eran pareja.
- Sí, esa es perfecta y me trae muy
buenos recuerdos, contestó Pablo mirando a
Zoe.
Esa noche iba a ser más difícil, de lo
que había esperaba.
Cuando estaban ya sentados, Óscar se
acercó a tomarles nota.
- ¿De todo un poco para compartir?,
miró a Zoe y le guiñó un ojo.
Claudia y Olivia asintieron con la
cabeza, intentando no reírse, aunque les daba pena Zoe, estaban
disfrutando de lo lindo, viendo los nervios de esta y como le
subían los colores.
- Yo, si no os importa, no tengo
demasiada hambre, con una ensalada tengo
suficiente.
- ¿Qué le pasa a mi chica, ayer te
quedaste tan satisfecha, con mi desayuno maravilloso, qué se te ha
ido el apetito?
En ese momento, estaba Pablo,
dando un trago al vino, y por poco se
atraganta.
- A este me lo cargo yo, antes de que
acabe la noche, pensó.
Zoe, soltó una carcajada, entre
la tensión contenida y la expresión de Pablo, no pudo
contenerse.
Pablo le miró con cara de pocos
amigos.
Óscar muerto de risa por los gestos y
caras de la pareja se fue a seguir con su trabajo, antes que
sucediera una tragedia.
- Parece que a Óscar le caes muy bien,
no te quita los ojos de encima, ya quisiera yo que un tío como él
me mirara de esa forma, dijo Olivia echando más leña al fuego e
intentando provocar la conversación, que tenía ya ganas de quitarse
de encima, sobre su parentesco con Pablo.
- No creo que me mire de ninguna forma
especial, solo es que hemos congeniado muy bien y se aprovecha de
ello. Además, estoy segura que tú tendrás a alguien tan especial
como Óscar, que te mira de la misma forma, miró a
Pablo.
- Él no es tan especial, dijo dando
énfasis a la palabra. Para él todo lo que lleva falda es digno de
admiración, contestó Pablo un poco ofendido por los comentarios
hacia su amigo y queriendo cambiar de tema.
- Pues,... a mí no me importaría
pegarme un revolcón con un chico, nada especial como Óscar, ¿verdad
chicas?, dijo Olivia, siguiendo con la provocación a su
primo.
Las otras dos soltaron una carcajadas
y a lo unísono, dijeron,
- Verdad, verdad, no uno, los
que quiera.
- Eso me pasa a mí por salir con
mujeres, luego dicen que somos los hombres los que solo buscamos
sexo, refunfuñó.
- Eso era antes, hoy en día las
mujeres queremos lo mismo que los hombres y que mejor que un chico
que además de ser divertido, tenga un buen polvo, contestó Zoe,
mucho más relajada y envalentonada, al ver como se habían unido
todas a fastidiar a Pablo.
Él iba a contestar cuando apareció
Óscar con los platos. Había oído lo que acababa de decir la chica y
parte de las conversaciones y decidió también entrar al
trapo.
Desde el primer día, había visto como
se miraban esa parejita y luego como los dos lo negaban todo,
e incluso como se echaban pullas. Le encantaba, era una de la salsa
de la vida.
Óscar tenía clarísimo que no quería
nada con Zoe, igual que sabía que ella no lo veía de esa forma y
solo tenía ojos para Pablo.
A él, la que siempre le había gustado,
era otra, y ahora la tenía delante suya, y como siempre que estaba
con ella, era con la que más se
cohibía.
No sabía que le pasaba, había una
barrera, parecía que le era imposible acercarse y no por culpa de
la chica, sino de él.
- Esta chica cada día me gusta más,
piensa como yo, dijo Óscar refiriéndose a Zoe, creo que vamos a
hacer buenas migas.
- Creo que sí, le sonrió
Zoe.
Dejó los platos en la mesa bajo la
inquisidora mirada de su amigo y se fue a traer más, con una
sonrisa de lado a lado. Si es tan tonto y no aprecia lo que tiene
delante, ¡qué se joda!
A Pablo le iba a sentar mal la cena,
para postres, veía como las otras dos estaban disfrutando de lo
lindo, eso le irritaba todavía más.
Olivia miró a su primo, hasta sentía
un poco de lástima por él. Esto tenía que llegar a su fin y poner
las cosas en su sitio.
Claudia y ella ya habían hablado antes
de salir y sabían lo que tenían que hacer en caso de que no
surgiera el tema. De esa noche no pasaba.
Olivia le dio un golpecito por debajo
de la mesa a su prima.
- ¿Qué te parece si luego dejamos a
estos dos que se las apañen y nosotras nos vamos a la cala del faro
a darnos un baño?, le preguntó Claudia a
Olivia.
- Yo creo que será lo mejor, porque yo
sé de uno, que al final nos va a morder el trasero, se
rió.
Zoe no daba crédito a lo que estaba
oyendo, ¿de qué iban?, ella no es que fuera una mojigata, pero
nunca aceptaría que otra se quedara con su
chico.
Quizás se había dado cuenta de algo y
se había mosqueado. Aunque no lo demostraba para
nada.
O eran una pareja de esas, que tenían
un rollo libre y les daba igual con quién se acostara el otro.
¡Aggg! Que mal. Aunque viendo como le sentaba que Óscar
tonteara con ella, a Pablo no lo veía en ese tipo de
relación.
- Pensándolo bien, después de habernos
puesto con estos modelitos, creo que será mejor que nos vayamos a
algún sitio que no haga falta quitárnoslos tan pronto, dijo Olivia
riéndose.
- ¡Genial! Hay un garito que está muy
bien y lo llevan unos chicos muy majos, además podemos ir andando,
está al final del paseo, dirección a la salida del pueblo,
respondió Claudia.
- Chicas, yo creo que no es buena
idea, si queréis, yo me voy a casa y vosotras tres os vais de
marcha..., dijo con cara de súplica.
No es que le hiciera mucha gracia que
Zoe se fuera con las otras dos, pero, lo prefería antes de tener
que vérselas con ella a solas.
- No os preocupéis por mí, yo estoy
cansada y me voy para casa, respondió un poco indignada ante la
situación, Zoe.
Si se lo llegan a contar no se lo
cree. Le habían empaquetado el marrón, en este caso ella, al pobre
de Pablo, que morro tenían, y él, podía disimular un poco, lo mal
que le había sentado. Se encontraba fuera de lugar como un estorbo,
a ella, eso nunca le había pasado.
- Aunque pensándolo bien, iros los
tres, yo me tomo una copa con Óscar y ya me voy, lo dijo toda
dolida e intentando hacer daño.
Las otras dos que estaba teniendo una
noche muy divertida o eso parecía, se echaron a
reír.
- Lo que se trata es de que vosotros
os quedéis juntos, no de que no vengas, ni de que te vayas tú sola
y mucho menos que te quedes con el guaperas de Óscar, quiero que mi
hermano y tú habléis de una vez por todas, os hace
falta.
Iban a replicar los dos de golpe y
Olivia se puso un dedo en los labios a modo de hacerlos
callar.
- Ya está bien, nosotras, en cuanto
nos tomemos un café, nos vamos y vosotros hacer lo que os dé la
gana, sois ya mayorcitos, aunque desde luego no lo
demostráis.
Cuando acabaron con el postre y los
cafés, se levantaron las dos, fueron a la barra se despidieron de
Óscar, invitándolo a que fuera en su busca, cuando pudiera dejar a
sus trabajadores a cargo, y se marcharon dejando allí a los dos con
la boca abierta.