CAPÍTULO 3
Pablo llegó a casa de Claudia,
un poco antes de la hora, quería darle el regalo, quería ver su
reacción, sabía que la iba a sorprender, y ya de paso, comentarle
lo que le había pasado el día anterior con la autora y la
dedicatoria tan extraña que le había escrito, aunque siendo
realista no sabía si era buena idea, pero tenía que compartirlo con
alguien, y quien mejor que la romántica de su
hermana.
La noche anterior se había quedado
totalmente alucinado al leerla y aunque no comprendía nada,
le había intrigado, todavía, si cabía más.
Los dos hermanos a pesar de su
diferencia de edad (casi 4 años) siempre habían estado muy unidos,
eran además confidentes.
A veces no aprobaban la forma de vida
amorosa el uno del otro pero se respetaban y
aconsejaban.
Ella toda una romántica, aún a sus 30
años recién estrenados, esperaba ese gran amor que sabía que estaba
aguardándole en algún lugar, mientras él, más pragmático creía en
disfrutar de la vida, día a día, y en no esperar más que algunos
buenos ratos con las mujeres que según el momento
surgieran.
Tocó al timbre del ático, casi
totalmente diáfano, que hacía unos años su hermana había comprado y
él había remodelado. Había creado un hogar-estudio muy
acogedor, bohemio y práctico a la vez, consiguió hacerlo muy estiló
Claudia.
Al instante le abrió una chica rubia,
de mediana altura con un pañuelo en modo de cinta en el pelo y aire
bohemio, sólo se parecían en los ojos y en los hoyuelos que se les
formaban cuando sonreían, heredados de su
padre.
Se le tiró al cuello y le estampó dos
efusivos besos.
- ¿Qué pasa hermanita, me has echado
de menos? O ¿es qué te interesa ver tu
regalo?
Claudia, con su amplia sonrisa que le
iluminaba sus ojos y toda su cara, y dando saltitos y palmas como
si fuese una niña pequeña le quitó el regalo a su hermano de las
manos y le dio otro sonoro beso.
- La verdad es que las dos cosas, pero
ya que estamos, vamos a ver si consigues asombrarme este año.
Mientras, desgarraba atolondrada el bonito papel que envolvía el
libro.
Con los ojos como platos al ver lo que
era, empezó a dar grititos de entusiasmo.
- ¿Cómo?, ¿cómo has sabido que lo
quería?, ¿qué es mi autora favorita?
- Aunque creas que tu hermano mayor no
te presta la suficiente atención cuando hablas de temas románticos,
siempre te escucho.
- ¡Me encanta! ¡Es un regalo genial!,
yo no lo había podido comprar.
- Pueees, lo mejor aún no lo has
visto, mira que hay en la primera cara.
Al ver la dedicatoria sus grandes ojos
se abrieron más, si era posible.
- ¿Has estado en la firma de
libros por mí?
- Sabes que haría cualquier cosa por
ver esas caras que estás poniendo.
- Cuenta, cuenta, ¿cómo es ella?, es
tan dulce y apasionada como sus libros, fría y calculadora como
dicen las malas lenguas. Agradable, antipática, guapa, como da la
impresión en las entrevistas,...
- Es normal, agradable, está
bien.
-¿Solo eso? No tienes más que
contarme.
- Bueno, es bastante agradable en
todos los sentidos, estuvo en todo momento sonriendo, nos trataba
con mucha educación y se le veía segura y a gusto en lo que
hacía.
- ¡Por favor! Parece que estés
haciendo una descripción en el colegio, quiero más,
todo.
-¿Qué te puedo decir? Tenía algo que
te hipnotizaba, sus ojos felinos con una mirada dulce, en su forma
de reír, de sonreír, cuando se movía con esa soltura, nada
engreída, pero sí segura de si misma, era desconcertante. Tenía el
cuerpo menudo, pero se veía fibrosa y bien
proporcionada.
Claudia estaba con la boca y los ojos
abiertos como platos.
-¿Queeé?, ¿no es
suficiente?, le dijo con desesperación,
Pablo.
- Sí, la verdad es que te fijaste más
de lo que podía imaginar, pero por qué desconcertante, nada parece
raro de lo has dicho.
- A parte de que casi chocó conmigo y
no se inmutó.
- La verdad que eso si es grave,
jajaja.
- Pero, ya en serio, me escribió una
dedicatoria, por decirlo de algún modo, algo
confusa.
- Ja ja jaaa, esto sí es demasiado,
¿una dedicatoria a ti?, ¿compraste tú, mi hermano realista y poco
romántico un libro de Zoe?, ¡es mejor de lo que creía!
Efectivamente te hipnotizó o como tú siempre me dices te
idiotizó.
No podía parar de reír, mientras Pablo
se movía cada vez más incómodo en el sofá.
-¡Perdona, perdona! Es que me ha
sorprendido. Cuéntame todo lo que pasó sin omitir detalle,
inclusive lo que te puso en la dedicatoria.
Pablo le contó todo sobré esa
tarde, claro que omitió, como le había afectado y la descarga que
había notado cuando la rozó, bueno, casi todo, y por último le dijo
la dedicatoria.
- Haber si tú le encuentras alguna
explicación:
Para
Pablo,
dile a Silvia que casi lo
consigue,
ha
encontrado el ejemplar
perfecto,
la
pena es que yo no busque a
nadie,
y menos
sobornado para conquistarme.
Gracias
de todos modos por el
intento,
en otras circunstancias
y en otra vida, quizás.
Todo un verdadero placer, para mis
sentidos.
Zoe Soller.
Claudia se echó a reír, aunque había
estado intentándolo evitar para no ofender a su
hermano.
- ¿Qué tiene tanta gracia? Yo la
verdad no lo pillo.
-Tú.
-¿Yo? Ahora entiendo
menos.
- Lo gracioso es que te la sepas de
memoria, ¿tanto te ha afectado esa chica?
Menos mal que empezaron a tocar el
timbre y comenzaron a llegar los invitados a la fiesta, ya se
estaba poniendo la conversación demasiado embarazosa para
Pablo.