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Noah Miller ya iba camino a Austin, en el avión su agobio se había intensificado, porque las ansias por llegar se habían hecho incontrolables. Necesitaba supervisar las investigaciones que se estaban llevando a cabo, pero cada vez lo marginaban más. Mientras tanto, mantenía comunicación directa con Collin, que intentaba tranquilizarlo explicándole que ya tenía en su poder las grabaciones de las cámaras de su casa.
—Ha sido un grupo de seis personas el que ha irrumpido en La Soledad, todos armados con AK47 y AR15, los tipos son muy profesionales, ninguno habló ni media palabra y no se preocuparon por destruir ninguna cámara, actuaron con total impunidad, cubiertos con unas máscaras de látex. Las cámaras exteriores muestran el momento en que Olivia alcanza el rellano, y también cuando dispara contra uno de los secuestradores; fue muy valiente, le dio a uno en el brazo.
«Sabía que podía hacerlo», pensó Noah orgulloso de cómo se había defendido, pero a la vez el corazón se le heló, porque no había sido suficiente.
—Así que uno está herido, se ha pasado la alerta a los hospitales, pero como sabemos esta gente cuenta con personal médico propio. En tu casa ya se han recogido las muestras de ADN y todo se está procesando. También ha quedado registrado el momento en que han capturado a Olivia y en condiciones generales se la veía bien. La han metido en un Lincoln MKZ de color burdeos. Mi equipo ya trabaja en el rastreo analizando las cámaras de seguridad de la ciudad.
—Quiero un lugar, Collin, ¡maldita sea! Dame un puto lugar donde entrar y reventar a todos. —Miller apretaba los ojos y las mandíbulas.
—No te daré ningún lugar hasta no estar seguro de que es el sitio donde la tienen. Te ruego que te tranquilices, estoy siguiendo el rastro del senador, sabes perfectamente que él nos guiará a donde la trasladen.
—Nos llevan dos horas de ventaja, si no me habilitan la entrada a la información voy a volverme loco. Me han cancelado todas mis claves para ingresar a los sistemas.
—Enfádate, blasfema, pero cuando esto pase sabrás que ha sido lo mejor. Estás furioso y eres capaz de cualquier cosa. Estoy cuidando de tu carrera, Noah, y también de tu integridad física.
—Es obvio que soy capaz de hacer cualquier cosa, no te quepa duda de que tarde o temprano haré lo que deba hacer.
—Si sigues con esta actitud, te quedarás en tu casa hasta que te devuelva a tu mujer.
—No confío en nadie, quiero ser yo mismo quien la encuentre.
—Eres injusto, sabes que estoy haciendo todo lo que puedo.
—Lo sé, lo sé. —Intentaba encontrar una fibra de cordura, pero parecía imposible—. Pero me siento relegado, y eso me pone más impaciente. —Tan pronto como intentaba calmarse, volvía a estallar—. ¡Por salvar tu puta investigación estoy al margen de todo! —le gritó descontrolado—, te lo di todo en bandeja y ahora me apartas.
—Has hecho lo correcto, no dejaremos a nadie sin castigo.
—Lo único que me interesa es encontrar a Olivia. El resto me importa una mierda, cada minuto me arrepiento más de no haber visto antes que vosotros lo que contenía la caja de seguridad.
—¿Para qué? ¿Para inmolarte yendo solo a una fortaleza impenetrable, donde te convertirían en un colador humano?
—La tienen en la casa de Montoya, ¿eso es lo que crees? La llevan hacia allá, lo has reconocido inconscientemente, y si me has hecho venir a Austin y estás trasladando a tu equipo hacia aquí es porque el lugar está en esta zona. Collin, dime el sitio, déjame ayudarte a investigar, dame tu password, amigo, déjame hacer mi investigación, algo se te pudo haber escapado. —Intentaba convencerlo de que le facilitase el acceso a los archivos.
—¿Eres consciente de lo que me estás pidiendo?
—Me estoy muriendo, Collin, necesito hacer algo, necesito encontrarla, no puedo quedarme de brazos cruzados como pretendéis todos.
—Te llamaré apenas tenga novedades.
La comunicación se cortó.
—Mierda, mierda, me ha colgado. —Su teléfono volvió a sonar y contestó sin mirar.
—Por fin me contestas.
—Lo siento, Brian, esto es una locura, estoy en comunicación directa con quienes llevan la investigación.
—Han matado a Julián.
—Lo sé; ¿Josefina ya lo sabe?
—Aún no, pero tu madre, Alexa y Josefina no paran de llamarme, no sé qué decirles, ya no me quedan excusas que inventar.
Noah se pasaba la mano por la frente y se aflojaba más la corbata, mientras se ponía en pie y le solicitaba a la azafata un agua.
—Se han llevado a mi hermana, ha sido lo único que me han dicho.
Noah soltó un rugido, sentía que su cuerpo no tenía más resistencia conteniendo a tanta gente, se repantigó en el sofá y soltó estrepitosamente un suspiro, exhalando hasta la última gota de aire que guardaba en los pulmones. Él también necesitaba que lo contuvieran, sentía que sus fuerzas se acababan.
—Aterrizo en... —miró su reloj— veinte minutos, un coche policial me espera en el aeropuerto para trasladarme hacia allá. Nos vemos en un rato. No sé más de lo que tú sabes, porque no confían en mi sentido común y me han excluido de todas las investigaciones. Cuando llegue veré qué es lo que puedo averiguar. Espérame ahí. Oye, dentro de lo que cabe, te comunico que tengo buenas noticias para ti; ya hay una forma de comprobar que te usaron en la entrega que quedó reflejada en las fotografías.
—En otro momento sería una buena noticia.
—Lo sé. Debo liberar la línea por si me llaman.
Noah colgó y llamó a algunos de sus informantes. Necesitaba descubrir el paradero de Montoya, los había tentado con una escandalosa suma de dinero, ya que quienes actúan en este círculo delictivo lo hacen por un pago que realmente valga la pena; confiaba en que estarían dispuestos a entregar información con lo ofrecido. Obviamente no había desvelado por qué lo buscaba, aunque querer encontrar a un narcotraficante no necesitaba mayores explicaciones. Les dijo hacia dónde debían encauzar sus averiguaciones, pues temía que Crall lo dejara al margen de lo que descubriera, así que iría por los métodos de investigación que tenía a su alcance.
Su avión aterrizó por fin en Austin, y como la policía lo estaba esperando para trasladarlo los trámites por su arma fueron prácticamente nulos.
De camino a la villa, recibió una llamada de Collin.
—Me cago en la puta, Noah, no tienes freno —le soltó a bocajarro.
—No sé a qué te refieres.
—A la recompensa que has ofrecido por el paradero de Montoya.
—Veo que tu contrainteligencia es muy buena, rápida y eficiente.
—Te conozco, Noah, trabajé cuatro putos años contigo, sé cómo piensas, conozco cada una de tus artimañas y también a tus contactos. Estás arruinándolo todo, no seas idiota, pones en riesgo la investigación, sabes perfectamente que Montoya podría enterarse.
—Dame lo que te he pedido entonces, o subiré la oferta y que se vaya todo a la mierda. —Habló sin una pizca de compasión, quería obligarlo a que lo metiera dentro de la investigación—. Me habéis cortado las manos, así que uso lo que tengo disponible: dinero. Y sabes que me sobra y que lo tengo a montones, así que no será problema sobornar a unos cuantos para obtener la información que necesito. Olivia vale toda mi fortuna, y si tengo que dilapidarla para encontrarla, lo haré. ¿Lo hacemos a tu modo o al mío? Tú decides.
Había llegado a La Soledad, descendía del coche policial cuando estalló en un exabrupto.
—Estos hijos de puta no saben con quién se han metido, les voy a enseñar al senador y a Montoya quién es Noah Maximiliam Miller, les voy a meter un tiro en la cabeza a cada uno. —El fervor había invadido todas las extremidades de su cuerpo, cerraba los puños con fuerza.
En cuanto vio acercarse a Brian, bajó del coche y le palmeó la espalda, al tiempo que chasqueaba la lengua y cortaba la comunicación dejando a Crall con la palabra en la boca. Se acercó al cordón policial y enseñó su identificación para que lo dejaran pasar; de todas formas, la recolección de pruebas en el lugar ya había concluido, tan sólo quedaban unos pocos agentes. Brian entró con él, el área de la sala estaba precintada, así que accedieron por la cocina.
—No toques nada —le indicó a su amigo.
—¿Qué sabes de mi hermana?
—Creo que Wheels ya está al tanto de que soy un oficial de la policía y que tu hermana está conmigo.
—¿Cómo lo ha sabido?
—No importa, lo importante ahora es encontrar a Olivia.
—¿Tienes idea de dónde puede estar? ¿Qué sabes? Dime algo, por favor.
—Se la han llevado con vida, eso se ha podido saber por las cámaras. —Levantó la cabeza y miró una que estaba justo apuntando hacia ellos.
—Pero han pasado varias horas.
—Estamos seguros de que Wheels aún no está con ella y eso nos da tiempo, porque él es quien la quiere.
—Ese tipo se ha vuelto loco.
—Nunca estuvo cuerdo. En su lucha por conseguir más poder se metió en un círculo de violencia donde no importa nada con tal de obtener lo que busca; como tu hermana en este momento representa para él todo lo que no podrá tener, ahora ejecuta su última venganza contra ella, y contra mí, claro está. Por eso debemos encontrarla, antes de que se reúna con ella, porque estoy seguro de que descargará toda su furia en Olivia. —Miller le puso una mano en el hombro y lo miró a los ojos, le habló con convicción absoluta—. La encontraré, Brian, aunque sea lo último que haga en esta vida, la hallaré.
Sonó una alerta en su correo, que Miller se apresuró a abrir desde su teléfono para ver de qué se trataba. Sonrió de lado al comprobarla. «Todas sus claves de acceso han sido nuevamente habilitadas.» Crall había cedido, pues acorralándolo y dejándolo fuera Miller era menos manejable, estaba enajenado y era obvio que seguiría haciendo estupideces.
En el interior de la casa, los recibió parte del equipo del FBI que aún trabajaba allí. Miller se dio a conocer, presentó a Brian y luego sin inmiscuirse en el trabajo de ellos, se internó en su despacho, donde se puso a hacer sus propias averiguaciones. Antes se tomó dos aspirinas, le dolía mucho la cabeza.
El teléfono de Brian sonó, era Alexa. Ambos se miraron y Noah le hizo una seña para que le cediera el móvil.
—Hola —dijo, y la rubia reconoció de inmediato su voz.
—Caramelito, ¿estás en Austin?
—Sí, ya estoy aquí.
—Dime, por favor, ¿qué es lo que ha pasado? Dime, porque aquí vamos a morirnos de un infarto.
—Se han llevado a Olivia.
—En cuanto pille a Brian, lo mato, me dijo que no pasaba nada, que sólo estaba declarando porque habían querido entrar en la casa. Dime que está bien, por favor, dime lo que sabes, dime que mi amiga está bien.
—Quisiera poder decirte que está bien, pero no lo sé. No te enfades con Brian, yo le pedí que os dijera eso, para que no os angustiaseis hasta que yo llegara con información.
—Quiero ir para allá. —Alexa lloraba sin parar, mientras entre hipos le decía a Ana y a Josefina lo que había ocurrido.
—Mira, es preferible que os quedéis allí, la casa está invadida por agentes y esto es un caos, no hallaréis tranquilidad aquí. Pásame con mi madre.
—Mantennos al tanto, por favor.
—Desde luego.
—Hola, cariño.
—Mamá, te necesito.
—Claro mi cielo, ten fe de que la hallarán.
—Aléjate de Josefina y de Alexa, necesito hablar contigo.
Ana comprendió que por el apremio con que Noah le pedía que se alejara era porque algo no iba bien. Con disimulo se apartó.
—Ya estoy en la cocina. Dime qué pasa.
—Ha ocurrido algo, Julián... el padrino está muerto... lo siento.
—No. —Ana ahogó un grito.
—Mamá, te necesito, por favor no te derrumbes, la madrina también te necesitará, debes ser fuerte, yo en cuanto pueda iré hacia allí.
—Dios, ¡no es justo!
—Lo sé, pero ha sucedido y no puede hacer nada.
—Ay, tesoro, ¿cómo se lo diré, cómo?
—Quién mejor que tú para consolarla.
—Lo sé, sé que debo ser fuerte. Noah, haz que esos desgraciados paguen por todo.
Miller no respondió, sólo apretó los ojos y los puños con fuerza, haciendo una promesa muda.
Cortó con su madre y cogió su teléfono, en el que tecleó un escueto mensaje a Crall.
Gracias.
La respuesta llegó inmediatamente.
Te costará algo; estoy aterrizando en Austin y voy para allá. Ahorrarás el hotel al estado porque nos darás hospedaje en tu casa. Llama a Pizza Hut, es lo menos que puedes hacer, y me dicen que no falten de pepperoni y de salsa Alfredo.
Noah agitó la cabeza, lo había conseguido, estaba dentro.
—Brian, ¿por qué no te vas a Houston?, allí las mujeres están solas y necesitan consuelo, creo que serías más útil allí que aquí, y yo estaría más tranquilo si sé que están contigo y no solas. En un rato llegarán los hombres de negro, y el equipo táctico del FBI te mantendrá al margen de todo.
—¿Estorbo?
—No lo haces, amigo, no es eso, sé que en este momento eres quien comparte mis mismos sentimientos, y que estás tan desesperado como yo por tu hermana —se abrazaron—, pero la información que se manejará es confidencial, no te dejarán participar en nada.
—¿Prometes mantenerme al tanto?
—De todo, lo prometo. Te informaré de cualquier novedad o movimiento. Sólo una cosa más: no avises a tus padres aún.
—No te preocupes, que no pensaba hacerlo. No confío en ellos, y pueden poner sobre aviso a Murray.