19
Mientras bajaba la escalera, sus pensamientos vagaron y repasaron la relación que estaba construyendo junto a esa mujer, que como Brian decía lo tenía embobado. Había llegado a la conclusión de que ella era la indicada, la que siempre había esperado, la que estaba escondida en sus sueños y en sus pensamientos.
El aroma a tocino lo alegró al entrar en la cocina, estaba de muy buen humor.
Noah sorprendió a Josefina desde atrás, le dio un beso en la mejilla y le quitó la espátula de la mano para ayudarla con el desayuno mientras esperaba a Olivia, que se había demorado.
—¿Qué haces?
—Te ayudo. Con el desayuno me llevo bien, más no me pidas.
—¡Buenos días!
Olivia entró en la cocina unos minutos después, también se mostraba de muy buen humor. Noah se dio la vuelta para admirarla y le guiñó un ojo.
—Buenos días, señorita Alexa.
Josefina miraba a uno y a otra sin poder disimular la alegría que le causaba ver el entusiasmo de ambos.
«Creo que le haré una llamadita a mi querida Ana, no podré guardarle el secreto a mi ahijado; mi amiga no me lo perdonaría.»
—Siéntate a la mesa, que ya lo llevamos todo —le indicó Miller.
Noah y Josefina llevaron a la mesa lo que faltaba.
—Venga, Josefina, siéntese con nosotros. ¿Dónde está Julián?
—Me encantaría señor, pero tengo cosas que hacer. Mi Julián anda arreglando el jardín, la mala hierba parece una plaga y no se puede desatender. Yo iré a echarle una mano con los rosales, de ésos me encargo yo. —Noah agitó la cabeza y le sonrió con cariño—. Que disfruten del desayuno.
Su ahijado la miró reprendiéndola por no haber querido quedarse, pero aun así la dejó ir.
—¿Qué quieres que hagamos? ¿De verdad no quieres que salgamos a dar un paseo?
Olivia se estiró por encima de la mesa y le dio un besazo ruidoso en medio de la boca.
—Deseo quedarme aquí contigo, no quiero ir a ningún lado, al menos hoy no —dijo mimosa—. Ya veremos los próximos días, si nos aburrimos podremos buscar diversión extra.
—Diversión extra... hummm sé cómo conseguir diversión extra sin salir de aquí: nos encerraremos los próximos días, nos vamos a entretener mucho y te prometo que sin caer en el hartazgo, al menos por mi parte sé que no voy a hartarme. Lo único... ven aquí —la llamó agitando el índice y ambos se levantaron acortando la distancia por encima de la mesa—, es que tendré que ir al centro comercial —le hablaba tan cerca que su aliento la excitó— a por una provisión extra de preservativos, porque con el plan que me he forjado en la mente los que he traído no serán suficientes.
—Creo que tu plan me gusta mucho, ve a por eso mientras yo termino de recoger estas cosas.
—No quiero que hagas nada.
—Tranquilo, detective, mis anillos no se caerán por lavar unos pocos trastos sucios —dijo estirando y sacudiendo las manos.
La marca en su dedo anular evidenciaba aún que ahí había habido una alianza. Noah le cogió las manos y sin decir nada se las besó.
—Dime una cosa: ¿hace mucho que conoces a Josefina? —preguntó Olivia.
—¿Por qué haces esa pregunta?
—Porque tienes un trato muy familiar con ella. No es que me molesta, ni que crea que no debes tenerlo porque sea la criada, en realidad me intriga.
—Me encanta lo perceptiva que eres. —Entrelazaron las manos—. Josefina y mi madre son buenas amigas. Ella trabaja aquí desde hace muchísimos años.
—Ah... o sea que a través de ella conociste a tu amigo, al dueño de esta casa.
—Sí, todo fue a través de ella.
«Lamentablemente, que mi madre conociera al desgraciado de mi padre fue a través de ella», pensó.
—Y tu amigo, ¿dónde está?
—Tiene una empresa de desarrollo y diseño electrónico, por esa razón viaja mucho y casi nunca está en la ciudad.
—¿Y hace mucho que lo conoces? Debe de ser un gran amigo para dejarte su casa con todas estas comodidades y poner a nuestra disposición su avión privado para que los usemos a gusto y piacere.
—Mi amigo es muy buen amigo, y muy generoso.
Habían terminado de desayunar. Noah no quería seguir con ese tema, realmente era algo de lo que no se enorgullecía y negarlo era como demostrar que él no era el dueño de todo aquello, así que se levantó y decidió engatusarla hablándole de otra cosa.
—Es verdad que iré a la ciudad a comprar lo que te he dicho, porque no es broma, en casa no tenemos suficiente cantidad, y además quiero ir a por unas cervezas de las que bebimos anoche, sé que te gustaron y a mí me apetecen. Me he dado cuenta de que echaba de menos tomarme una buena cerveza texana y no había reparado en ello en Nueva York.
—Tómate todo el tiempo que necesites, te estaré esperando.
—¿No prefieres venir conmigo?
—No, me quedaré aquí, estoy algo perezosa hoy, aunque eso no significa que no te vaya a echar de menos. Además he visto una biblioteca muy interesante.
—En ese caso... —se acercó peligrosamente a ella, hasta casi rozarla con los labios mientras la cogía por la cintura—, creo que iré solo, así cuando regrese tendrás muchas ganas de mí.
—Siempre tengo ganas de ti.
—Si no fuera porque no tengo muchos preservativos, te juro que no me iba. Por cierto... —le mordió el labio y bajó las manos hasta sus nalgas y las apretó con fuerza, mientras la unía más a su cuerpo. Ladeó la cabeza y miró la encimera de la isla de la cocina— anoche fue muy excitante lo que pasó aquí; ¿tú qué opinas?
—¿Me creerías si te digo que jamás había sido tan osada?
Él se quedó mirándola, estudiando sus palabras. Sin permiso y presa de un gran arrebato, la besó con fuerza, con verdadera sensualidad mientras hurgaba su boca con ímpetu y violencia. Sin aliento y sólo porque las voces de Julián y Josefina los interrumpieron, se apartaron el uno de la otra. Como Noah tenía una magnífica erección, cogió a Olivia por detrás y se escudó en ella para que no lo notasen; ella estaba ardiente y avergonzada por la incómoda situación en que habían sido sorprendidos, pues el beso y las caricias en ese instante eran realmente escandalosos.
—Perdón... —dijo Josefina mientras se le escapaba una risita.
Noah la miró, se la quería comer cruda, y Julián le dio un codazo sin disimulo.
—Afuera hace frío, pero haciendo las tareas realmente no se siente. Veníamos por un refresco, y como estamos acostumbrados a estar solos...
—Tranquilo, Julián, nosotros ya nos íbamos, la cocina es suya.
Noah cogió a Olivia de la mano y la sacó de ahí.
Salieron riéndose, como si fueran dos adolescentes pillados in fraganti.
—Gracias por todo lo que me estás haciendo vivir, incluso por este abochornamiento. Creo que mi vida ha vuelto a tener sentido a tu lado.
—Ahora me voy, pero cuando regrese me lo agradecerás como corresponde, porque te aseguro que la erección que has provocado no se calma sólo con palabras bonitas.
—No pierdes ninguna oportunidad.
—Jamás, siempre que pueda tener tu cuerpo y calmar mis ansias, así será.
El teléfono de Olivia sonó, era la verdadera Alexa. Cogió la llamada y, mientras ella hablaba, Noah se despidió, pero antes le llenó el cuello de besos; luego partió hacia la ciudad.
—He ido a casa de Tiaré y me he encontrado con que te fuiste de viaje con Noah. ¿Cuándo regresas? Podrías haberme avisado.
—Lo siento, serán sólo cinco días. Todo surgió de improviso, me lo propuso y no me pude resistir. Alexita, me siento tan feliz.
—Ya era hora de que te atrevieras a vivir. Necesitaba contarte algo, por eso fui hacia allá.
—¿Ha pasado algo? ¿Acaso... Murray anduvo por allí?
—Olvídate de ese desgraciado, bórralo de tus pensamientos.
—Lo intento, te lo juro, sólo que aunque ahora todo sea cupido y flechazos, sé que tendré que regresar a la realidad y enfrentarme a él. Quiero divorciarme.
—¡¡Guau!! Dime que no estoy soñando. Me parece que tu detective te tiene muy contenta, porque si no no me explico este cambio y que estés tan decidida a dejarlo todo atrás.
Olivia se había alejado de la sala, no quería que nadie la escuchase al hablar. Aunque afuera hacía frío y ella estaba algo desabrigada, salió a la terraza en busca de un poco de intimidad para poder charlar tranquilamente con su amiga.
—Noah es maravillosamente sexy, apasionado, atento y me calienta como nunca creí que un hombre podría calentarme.
»Con Murray jamás tuve el sexo que tengo con él. ¿Sabes?, es muy imaginativo.
—Ay, Oli, necesitabas una buena sacudida y por lo visto el detective te está dando de lo lindo.
—Pero no se trata solamente de sexo. Noah me trata como si fuera de la realeza, con respeto, me valora, me hace sentir importante, me hace sentir una persona.
—Eres una gran mujer, no creo que le cueste demasiado esfuerzo tratarte así. ¿Dónde estáis?
—En Texas, en la casa de un amigo de Noah. Dime, ¿qué era lo que me querías contar?
—Estoy preocupada por Edmond, anda muy deprimido.
—¿Por qué?
—No me lo ha dicho, pero creo que otra vez se ha peleado con Curt.
—Dios, Ed está como yo: no quiere convencerse de que esa relación terminó hace tiempo.
—Lo sé, pero es que a mí no me habla, por eso quería que saliéramos los tres y que intentaras averiguarlo. Realmente no sé cómo ayudarlo, se cierra en banda, se sume en sus problemas y no me permite penetrar la muralla que levanta, ni siquiera intenta desahogarse conmigo, pero yo sé que no está bien. Ya sabes cómo soy yo, y él también sabe que no tengo tacto y que terminará oyendo cosas que no quiere, por eso me esquiva, pero como tú eres toda una lady, estoy segura de que contigo se abrirá.
—Cuando regrese hablaré con él.
—Puedes hablar, ¿no?
—Sí, estoy sola.
—Entonces cuéntame con lujo de detalles todo lo que pasó con Noah.
—Cuando vuelva te prometo que no escatimaré en detalles. No es para contarlo por teléfono, sólo te digo, Alexita, que estoy embobada con este hombre.
—Eres consciente de que Murray no te lo pondrá fácil, ¿verdad?
—Lo sé, pero aunque tenga que renunciar a nuestros bienes, porque sé que eso será lo que más le preocupe, no me importa irme sin nada de lo que me corresponde; sólo ansío mi libertad y poder vivir mi vida.
—También deberás enfrentarte a tu padre.
—Estoy decidida a todo. Cuando llegue, con el primero que hablaré será con Brian, sé que él no me dejará sola en esto y me apoyará.
—Eso es lo que tendrías que haber hecho hace mucho tiempo, te lo dije hasta el cansancio, pero tú parecías estar ciega y sorda.
—No me regañes, no necesito saber lo estúpida que he sido todo este tiempo, no me hagas sentir una débil sin carácter.
—Olivia, no empieces a menospreciarte. Vamos, amiga, la autoestima bien arriba, que seguro que Noah te la ha levantado y mucho.
—Ni te imaginas cuánto. Me hace sentir espléndida, única, especial en todo momento, es muy atento.
—Ya le has dicho que eres Olivia Moore, ¿no?
—No.
—Te mato, Olivia. ¿Cuántas veces te has acostado con él, y no has sido capaz de decirle tu verdadero nombre?
—Lo intenté, te juro que lo he intentado, pero a su lado únicamente puedo pensar en sus besos y sus caricias.
—No me jodas, Olivia, el pasado no se borra ignorándolo. Debes enfrentarte a él para sacarlo del camino. Sólo así tus miedos desaparecerán. Qué ganas con inventarte una identidad que no es la tuya. Noah... se va a enfadar y con razón. Pobre bomboncito, deja ya de mentirle.
—Basta, lo sé, no pretendo ignorarlo ni tampoco vivir en una mentira, solamente me estoy permitiendo un poco de felicidad. Cuando llegue a Nueva York pondré cada cosa en su lugar, te lo juro, pero es que todo se ha enredado tanto... en cuanto se dé la oportunidad se lo diré.
—No se tiene que dar la oportunidad. ¿Estás oyéndote? ¿A quién quieres engañar? Tú debes buscar el momento y que de una vez Noah sepa a qué se enfrenta, o mejor dicho, a quién. Ay, Olivia, estás haciendo las cosas mal, después no digas que no te avisé.
—No quiero escucharte más, Alexa.
—Porque no te conviene.
—Hablaremos cuando vuelva, adiós.
—Habla con Noah, hazme caso. Adiós.