25

Olivia llegó a Clio Art Gallery; Dylan la había llevado hasta el lugar, pero como era temprano, ni Alexa ni Ed se había presentado aún.

Entró con sus llaves y recorrió la galería, maravillándose con las pinturas de un artista londinense que habían adquirido en consignación. Lo consideró muy bueno, le gustó mucho la forma en que definía los trazos de los rostros, los miró de un lado, de otro, se alejó para admirarlos con otra perspectiva, y siguió gustándole; consideraba su técnica muy buena, los sombreados y los colores que el artista conseguía despegaban la imagen del lienzo y le daban vida propia.

Sintió el ruido de la cerradura en la puerta y supo que alguno de sus amigos había llegado.

Alexa, al entrar y ver que la alarma no estaba puesta, imaginó que Ed ya estaba allí.

—Hola, Edmond, ¿es que te han echado de tu casa, que has llegado tan temprano?

Las dos amigas se encontraron a mitad de camino.

—Hola, Alexita.

—Vaya, pero mira a quién tenemos aquí —le habló despectivamente, dejándole claro que aún estaba enfadada—, a la señora dueña del lugar. ¿Ha venido a controlar a sus empleados, jefecita? Enseguida estoy con usted, señora Wheels, y le informo de las últimas novedades en la galería.

—No seas mala, Alexa, sabes que no he venido a eso.

—¿Ah, no? Y entonces ¿qué necesita, señora Wheels? —Remarcó el apellido con cinismo; la noche anterior, cuando Olivia le reveló dónde estaba, había terminado con su paciencia.

—Nada ha cambiado, Alexa, no he regresado con Murray por voluntad propia. No puedo decirte la razón porque no quiero mezclarte en esto, que es muy peligroso, y cuanta menos gente lo sepa te aseguro que es mejor.

—Farsante, ni tú te crees lo que estás diciendo. ¿Sabes qué creo? Que eres una masoquista, que te gusta que ese malnacido te golpee, que lo disfrutas.

—¿Por qué eres tan cruel, Alexa? ¿Cómo puedes suponer siquiera que me gusta que Murray me maltrate? Como si no me conocieras.

—No te pongas en plan de víctima, que si has regresado a su lado, no existe ninguna otra explicación.

—Volví bajo amenaza, tiene algo que puede... —hizo una pausa pensando las palabras que usaría— hacerle mucho daño a alguien que adoro, y debo proteger a esa persona. Que esté nuevamente con él es circunstancial, sólo intento ganar tiempo para conseguir eso que posee.

Alexa la miraba incrédula, le hacía notar que no le resultaban verosímiles ni una sola de sus palabras y se reía con burla.

—¿Y dices que no ha cambiado nada? Hipócrita, resulta que ahora ni siquiera confías en mí y me dices una sarta de estupideces sin revelar nada significativo.

—Créeme que es mejor así, amiga, no es bueno que más gente sepa la verdad. Es algo peligroso. Estoy aquí porque le he dicho a Murray que vendría a contaros una excusa creíble a ti y a Ed para que no sospecharais del verdadero motivo por el que he vuelto con él.

Olivia había conseguido la atención de su amiga.

—¿Me estás diciendo que te está chantajeando con algo fuera de la ley?

—Sí —afirmó con rotundidad.

—En ese caso, Noah es la ley, pero prefieres alejarte de él y caer en el juego de Murray; ¿por qué no se lo cuentas al detective si es algo deshonesto como dices?

—Noah aún no sabe quién soy.

—Infame, no tienes perdón. —Alexa levantó el tono de voz para expresarse— Si yo fuera Noah, cuando me enterase te mandaría a paseo, como corresponde. ¡Y encima vuelves con tu marido! No esperes otra cosa, porque has tomado a ese hombre por estúpido, como pretendes hacer con todos.

—Murray tiene pruebas en contra de mi hermano. Brian está metido en un lío muy grande y me amenaza con entregarlas.

—¡Mierda! ¿En qué anda el insensato de tu hermano?

—No puedo decírtelo, es algo muy peligroso.

—Peligroso... peligroso... ¿Cómo de peligroso?

—Muy peligroso.

—¿Cómo, Olivia?

Alexa insistió y como su amiga siempre la convencía con facilidad, Olivia cerró los ojos y una lágrima se escapó corriendo por su mejilla. La miró fijamente y le dijo:

—Drogas.

—¿Consume drogas? ¿Qué tiene eso de peligroso? Bueno, es peligroso para su salud, pero si está tan descerebrado como para caer en eso es su elección de vida, no entiendo que eso implique que debas volver con el bestia de tu marido.

—Creo que está en negocios con un narco.

—¡Mierda! Tu hermano es un verdadero idiota. Siempre me pareció medio flojito de cascos con las mujeres, pero esto me deja sin palabras.

—No sé qué hacer, no sé cómo salir de las garras de Murray, lo odio, lo detesto, siento asco de él, no quiero permanecer un solo día más en esa casa, pero no tengo alternativa: me amenaza con entregar las pruebas a la DEA y también al mafioso.

—Ven aquí. —Se sentaron en un escalón del suelo—. Tienes que contarle esto a Noah, él sabrá cómo ayudarte.

—¿Estás loca? ¿Qué quieres, que apresen a mi hermano? Por otra parte, jamás podría pedirle que infrinja la ley por mí.

—A ver, mente brillante, ¿qué otra solución se te ocurre?

—No sé, si la supiera no estaría en casa con Murray.

—¿Has hablado con el cabeza hueca de tu hermano?

—No, aún no lo he hecho. Anoche me quedé tan angustiada después de que habláramos que lo único que quería era venir y hacerte saber cómo son las cosas, ya sabes que no soporto pelearme contigo. Además, no sé qué hacer para acercarme a Brian, Murray me tiene vigilada y si se entera de que hablo con mi hermano, entregará lo que tiene.

—¡Bastardo! Maldito infeliz, no es justo que se salga con la suya.

—Nada en mi vida es justo, es obvio que la felicidad no es una posibilidad para mí.

—Vamos, Oli, arriba el ánimo, encontraremos una solución.

—¿Qué solución, Alexa? Esto no es broma, detrás hay gente muy peligrosa.

—Pero no puedes resignarte simplemente y sacrificar tu felicidad por...

—Voy a hacerlo. —La cortó en seco—. Es mi hermano, Alexa, Brian es mi hermano, no seré yo quien lo entregue.

El teléfono de Alexa sonó.

—Ed, ¿qué pasa, te has quedado dormido?

—Curt y yo nos hemos reconciliado y me ha invitado a pasar el día a su casa de la playa. ¿Te importa si hoy no voy?

—No te preocupes por nada, ve y disfruta del día, que aquí todo está tranquilo.

—¿Seguro que no te importa?

—No, amigo, tú que puedes disfrutar del amor, ve y hazlo. Eres un afortunado.

—¿Y el polista?

—El polista es otro tarado para mi colección que se cree que porque tiene dinero y fama sólo importa él. Bueno, ciao, amigo, atiende a tu media naranja y disfruta del cuerpazo que Dios te regaló, aunque considere de por vida que eres un desperdicio para nuestro género.

—¿Qué polista? —preguntó Olivia extrañada cuando ella colgó.

—Un idiota que conocí la semana pasada, pero ya es historia. Es un engreído que cree que va a manejarme a su antojo. —Olivia agitó la cabeza, no podía creer lo rápido que Alexa conocía a hombres y lo pronto que se deshacía de ellos—. Volvamos a lo nuestro, insisto en que debes hablar con el buenorro de Noah.

—No lo haré, Alexa —dijo con convicción—. No voy a ponerlo en peligro, no pienso mezclarlo en esto, entiende que debo proteger a la gente que amo, aunque eso arruine mi felicidad.

—Tu felicidad y tu vida, porque estar al lado de ese inhumano... Temo por ti, amiga.

—Lo tengo amenazado, le he dicho que poseo pruebas de la última paliza que me dio, y creo que se lo ha creído.

—Ese tipo es una bestia; ¿hasta cuándo crees que podrás frenarlo?

—No lo sé, pero no tengo otra elección. —Se agarraron con fuerza las manos—. Mañana también vendré temprano, trata de estar aquí y deja el coche en la entrada trasera, así yo podré ir a casa de Brian.

—Cuenta con ello, amiga. Es indispensable que hables cuanto antes con él para saber a ciencia cierta a qué te enfrentas.

—Sí, estoy de acuerdo.

—¿Has hablado con Noah?

—Sí, Alexita, no sabes cómo me duele mentirle, pero oír su voz me da fuerzas. He sido tan feliz a su lado que no quiero rendirme, pero cada día siento que no tengo salida.

—La encontraremos, amiga, te juro que la encontraremos.

Al día siguiente, por la tarde, Olivia permanecía refugiada en su estudio cuando Cliff llamó a la puerta y ella lo hizo pasar.

—Señora, la busca la asesora de imagen del señor, la señorita Samantha Stuart.

A Olivia le extrañó que la buscase a ella.

—Cliff, el señor Wheels no está en casa.

—No le busca a él, sino a usted.

Se sintió más extrañada aún, pero de todas formas salió a atenderla.

—Buenas tardes, señora Wheels.

—Buenas tardes, señorita Stuart.

Se saludaron con un desganado apretón de manos. A Olivia no le apetecía fingir que se alegraba de verla, y no le importaba mostrarse descortés con ella, así que no se molestó con formalidades.

—Usted dirá, ¿qué necesita?

—Estoy aquí para ayudarla a organizar su cumpleaños.

Era obvio que Murray no pensaba desistir de usar cada oportunidad para lanzar su candidatura. Olivia, hastiada, elevó los ojos al cielo.

—Sentémonos —dijo señalando los sofás de la sala.

Samantha la siguió, y extrajo de su portafolio una carpeta que contenía el plan trazado para esa fecha.

—Bueno, como no nos queda mucho tiempo, déjeme decirle que ya he formulado una lista de invitados que darán prestigio al evento. También he convocado a algunos medios de comunicación para que la fiesta salga en las crónicas sociales, pero de eso nos encargamos con su esposo.

—No entiendo a qué ha venido, si ya lo tiene todo organizado. Supongo que la lista también estará aprobada por mi marido, así que no le encuentro mayor sentido a esto.

Samantha se la quedó mirando y le extendió la lista.

—Me gustaría que le diera una ojeada para saber si quiere invitar a alguien más.

Olivia cogió la lista a desgana, miró y vio los nombres que le interesaban: sus padres, Ed y Curt, Alexa y Brian. Todos los que le importaban estaban ahí. No pudo dejar de pensar por un instante en Noah; días atrás se había ilusionado en festejar su cumpleaños con él, pero ahora que no parecía posible agradeció no haber mencionado la fecha en que los cumplía.

—Quita a Ed y a Curt, para entonces no estarán en la ciudad.

—Perfecto; ¿alguna otra modificación que quiera hacer?

—No, todo me parece bien.

—Su hermano ha pedido dos invitaciones, ¿sabe cuál es el nombre de su acompañante? Es para encargar la invitación e incluirla en la lista.

—No tengo ni idea, acabo de enterarme de que no está en el país, si lo llamo le preguntaré.

Pensó que no tenía ganas de llamarlo por teléfono, ya que si lo hacía no se podría aguantar y le hablaría de las fotos. Prefería esperar a que regresara.

Rompe tu silencio
titlepage.xhtml
Dedicatoria_0001_0000.htm
Capitulo_1_0002_0000.htm
Capitulo_2_0003_0000.htm
Capitulo_3_0004_0000.htm
Capitulo_4_0005_0000.htm
Capitulo_5_0006_0000.htm
Capitulo_6_0007_0000.htm
Capitulo_7_0008_0000.htm
Capitulo_8_0009_0000.htm
Capitulo_9_0010_0000.htm
Capitulo_10_0011_0000.htm
Capitulo_11_0012_0000.htm
Capitulo_12_0013_0000.htm
Capitulo_13_0014_0000.htm
Capitulo_14_0015_0000.htm
Capitulo_15_0016_0000.htm
Capitulo_16_0017_0000.htm
Capitulo_17_0018_0000.htm
Capitulo_18_0019_0000.htm
Capitulo_19_0020_0000.htm
Capitulo_20_0021_0000.htm
Capitulo_21_0022_0000.htm
Capitulo_22_0023_0000.htm
Capitulo_23_0024_0000.htm
Capitulo_24_0025_0000.htm
Capitulo_25_0026_0000.htm
Capitulo_26_0027_0000.htm
Capitulo_27_0028_0000.htm
Capitulo_28_0029_0000.htm
Capitulo_29_0030_0000.htm
Capitulo_30_0031_0000.htm
Capitulo_31_0032_0000.htm
Capitulo_32_0033_0000.htm
Capitulo_33_0034_0000.htm
Capitulo_34_0035_0000.htm
Capitulo_35_0036_0000.htm
Capitulo_36_0037_0000.htm
Capitulo_37_0038_0000.htm
Capitulo_38_0039_0000.htm
Capitulo_39_0040_0000.htm
Capitulo_40_0041_0000.htm
Capitulo_41_0042_0000.htm
Capitulo_42_0043_0000.htm
Capitulo_43_0044_0000.htm
Capitulo_44_0045_0000.htm
Capitulo_45_0046_0000.htm
Capitulo_46_0047_0000.htm
Capitulo_47_0048_0000.htm
Capitulo_48_0049_0000.htm
Capitulo_49_0050_0000.htm
Capitulo_50_0051_0000.htm
Capitulo_51_0052_0000.htm
Epilogo_0053_0000.htm
0054_0000.htm
Agradecimientos_0055_0000.htm
notas_split_000.htm
notas_split_001.htm
notas_split_002.htm
notas_split_003.htm
notas_split_004.htm
notas_split_005.htm
notas_split_006.htm
notas_split_007.htm
notas_split_008.htm
notas_split_009.htm
notas_split_010.htm
notas_split_011.htm
notas_split_012.htm
notas_split_013.htm
notas_split_014.htm
notas_split_015.htm
notas_split_016.htm
notas_split_017.htm
Creditos_0057_0000.htm