CAPÍTULO VI

En el cual se contienen autoridades de grandes y famosos filósofos, que afirmaron ser habitable la tórrida zona, y la cuarta que a ella dista hacia el polo austral y el emisferio inferior que algunos negaban. —De como hobo noticia de haber en el mundo dos géneros de etiopes, los cuales agora cognoscemos y experimentamos, y otras muchas cosas contiene este capítulo notables.

Por las razones arriba dichas, parece que Cristóbal Colon pudo razonablemente moverse a creer que pedia descubrir las Indias por la parte del Occidente, como parece en el capítulo próximo pasado, allende las cuales pudo muy bien animarse a lo mesmo por las opiniones de muchos y notables antiguos filósofos que hobo de tres partidas del mundo ser habitables, conviene a saber, la que llamaban los antiguos tórrida zona, y la cuarta de la tierra que va de la equinoccial hacia el polo austral, y el hemispherio inferior o que está debajo de nosotros; y como destas partidas de la tierra no hobiese clara noticia y viese probables opiniones que eran habitables, y las razones que para serlo los dichos filósofos daban cuadrasen al Cristóbal Colon y a cualquiera hombre discreto, racionabilísimamente pudo tener por cierto su descubrimiento.

Esta tórrida zona es el espacio que hay del trópico de Cáncer o Cancro al de Capricornio, que son 47° de latitud, y esta es una de cinco en que la tierra toda los antiguos dividieron, como fue Pitágoras y Homero y todos los que en Egipto filosofaron, y entre los latinos, Ovidio y otros muchos, las tres decian inhabitables, las dos por excesivo frió, y la de en medio por demasiado calor, y esta llamaban tostada o quemada, que en latin suena perusta o tórrida, que agora llamamos equinoccial, y Ptolomeo æquator o igualdad, porque igualaba el dia con la noche. Del número dellos fue Pitágoras y Homero y Platón, y daban para ello cinco razones, las cuales vea quien quisiere, por Alberto Magno, en el libro De natura locorum, cap. 6.º; pero Ptolomeo, Avicena y otros a quien sigue y aprobó el mismo Alberto, a quien Dios singularísimamente perfeccionó en los secretos naturales y en toda natural filosofía, tuvieron y probaron el contrario, conviene a saber, que la dicha zona del medio de las cinco no sólo era habitable, pero era su habitación delectabilísima según su misma natura, puesto que en algunas partidas y provincias della per accidens, ósea por los accidentes y disposición de las tierras, o lagunas, o mares o rios, podia ser su habitación no tan sabrosa o deleitable. Todo lo cual está el dia de hoy en estas nuestras Indias bien probado, y parte dello yo que escribo esto he experimentado.

Esto probaban dello por experiencia, y dello asignando algunas razones por experiencia; porque decian que ellos vían muchos hombres con sus mismos ojos, que moraron entre el trópico estivo y la misma equinoccial, y que los libros que los filósofos que allí vivieron escribieron de los planetas y cuerpos celestiales, vinieron a sus manos, y que parte de la India y de Etiopía cae por aquellos lugares, y por consiguiente dicen ser necesario allí haber habitación. Dicen más, que muchas ciudades de la gente de Achim y de los indios, y de los de Etiopía están en aquel primer clima. Ansimismo en toda la latitud que hay en el segundo clima entre la equinoccial y el trópico estivo, que consta de 24°, cuanta es la declinación del sol del círculo equinoccial, hay muchas ciudades, según Ptolomeo, cuyos moradores vinieron a las partes de Europa. Algunas razones pone allí Alberto Magno, la primera es, porque según la doctrina de los filósofos, como el sol en el oblicuo círculo sea causa de la generación por el acceso, y de la corrupción por su receso, es necesario allí haber generación, adonde igualmente se allega y se desvía, esto es, en la equinoccial; luego en la región della, potísimamente habrá generación y habitación de lo engendrado: la segunda razón es el acceso o llegamiento del sol, próximo o cercano, causa calor, y el receso o desviamiento del, causa frío, pues el medio de entre frío y calor, es templado, luego los lugares que estuvieren en medio del acceso y receso, serán templados, y por consiguiente aptos para habitación: la tercera, el efecto de las estrellas es Tortísimo en aquel lugar, donde mayormente se multiplican los rayos suyos, y esto es en las vías de los planetas, pues las vías de los planetas son entre los dos trópicos, luego allí será más fuerte la fuerza e influencia de las estrellas, pues según la fuerza e influencia de las estrellas se hace la generación; luego en los tales lugares potísimamente habrá generación, pues generación no puede haber sino en los lugares donde puedan habitar las cosas engendradas; luego de necesidad debe haber allí congrua y conveniente habitación para las cosas engendradas. Dejadas otras razones que allí trae Alberto Magno, concluye asi: Omnibus autem his rationibus, et considerationibus habitis, consentiendum videtur Ptolomeo et Avicenae, ut dicamus torridam non omnino esse torridam, sed esse habitatam tam in littoribus maris quod ibi est (et mare Indicum vocatur quod multos habet adamantes in fundo) quam etiam in insulis maris multis quae ibidem a philosopho esse describuntur; et infra: Sub equinoctiali scilicet circulo qui est sub medio regionis illius, quae torrida vocatur, et continua et delectabais est habitatio; quia licet radias solaris his in anno ibi reflectatur in se ipsum, eoque illi loco perpendiculariter incidit. Non tamen diu figitur in eodem loco, quare circulus solis ibi est extensus, et quasi recte recedit ab equinoctiali; nec rursum accedit ad ipsum nisi interpositis quatuor signis adminus; et ideo calor accessus eius non figitur circa locum unum, et ideo nullum locum incendit; et intervenit magnum tempus inter calorem solis quem facit accedendo, et eum quem facit in secundo accessu; propter quod unus calor alium in loco non invenit; et ideo calor ibi non multiplicatur. Y asi parece claro que Cristóbal Colon pudo tener probabilidad de que una de las tres partidas del mundo, que era la tórrida zona, era habitable y poblada, y que yendo a buscarla por la vía del austro podía hallar tierra y gente que la habitase, puesto que hasta entonces no fuese hallada.

Lo mismo pudo saber de la otra segunda parte, conviene a saber, la cuarta de la tierra que es de la equinoccial hacia y hasta el polo austral o de Mediodía, dando más crédito al filósofo Aristóteles y a su comentador Averroes, y a Ptolomeo» y a Homero y Alberto Magno, que afirman ser aquella cuarta habitable, que no a otros que decían el contrario. Aristóteles y Averroes, en el 4.º De cælo et mundo, daban esta razón, la cual aprueba mucho Alberto Magno en el susodicho libro De natura locorum, cap. 7.º, diciendo, que entre lo calidísimo y frígidísimo, de necesidad debe haber alguna templanza: debajo del trópico hiemal, que es el de Capricornio, es el lugar calidísimo, debajo del polo es frígidísimo, porque los rayos del sol miran aquel lugar obliquissime o muy de través, y no nada derecho, luego lo de en medio, por igual distancia de ambos a dos extremos, será lugar templado y apto para habitación; y asi concluye, que la cuarta parte del mundo que va de la equinoccial hacia y hasta el polo austral es divisible por los climas habitables, asi como se divide la cuarta de la tierra de Setentrion donde nosotros habitamos.

Da otra razón Ptolomeo en el libro «De la disposición de la esfera», que es introductorio al libro del Almagesto, y dice: que debajo de ambos a dos trópicos, estivo y hiemal, habitan dos géneros de etiopes o negros, y confírmalo por lo que dijo cierto poeta, que se decía Brices, el cual introducia a Homero que decia, y son palabras de Ptolomeo: Natura quidem exigit duo genera ethiopum; quorum unum est sub tropico aestito, et sunt ethiopes qui sequuntur nos; alterum genus ethiopum est quisunt sub tropico hiemali qui est tropicus aestivus illis, quorum pedes sunt in directo pedum nostrorum; la natura, diz, que requería que hubiese dos géneros de etiopes, etc. Asi que aquel poeta, Brices, testificaba y que Homero en sus versos habia hecho mención de dos géneros de etiopes o negros. Esto bien averiguado lo tenemos hoy, porque los navios que invió D. Antonio de Mendoza, Visorey de la Nueva España, por la mar del Sur a descubrir, el año, creo que de 1540, descubrieron tierra poblada de negros, más de trescientas leguas de costa, que llamaron la Nueva Guinea.

Consiente, pues, y aprueba Alberto Magno al dicho poeta Brices y a Homero en aquello que la naturaleza requiere dos géneros de etiopes, pero hace Alberto esta distinción: que en aquella cuarta de que hablamos, debajo del trópico de Capricornio, puede haber habitación, conviene a saber, cuando el sol entra en los planetas aqueborares, porque entonces ésles a aquellos invierno que templa el ardor del sol, pero será trabajosa y no continua la habitación, y que en algún tiempo del año convendrá o vivir en cuevas o salirse a otra parte, por las causas que algunos filósofos dijeron que causan el calor grande; pero el espacio y región que está después del dicho trópico de Capricornio, hasta la latitud o anchura del sétimo clima, midiendo en el Mediodia, conviene a saber, hasta la latitud de 48° o 50°, habitable, dice, que es con delectación y continuamente, asi como nuestro espacio o región, y quizá mucho más que la nuestra; da la razón, porque diz que allí, como esté más alta la vecindad del cielo y del sol, más templa el frió de las regiones que distan de la equinoccial por 50° al Mediodia que en Aquilón, porque su aux está en Aquilón, y el oppósito del auge en el Mediodia. Aux del sol quiere decir el lugar adonde el sol está más apartado de la tierra, y esto es en el signo de Cáncer; el oppósito del auge, quiere decir cierto punto en el cielo en el cual el sol está más cerca de la tierra, y esto es cuando el sol viene al signo del Capricornio, y asi parece que estos dos puntos son contrarios.

A lo que decían algunos que por no haber rumores ni nuevas que aquella parte fuese habitable, era señal que no lo era, item alegaban, porque hubo muchos reyes potentísimos y muchos filósofos peritísimos, y ni los reyes lo descubrieron, ni los filósofos ni historiadores lo escribieron, lo cual todo era indicio de que aquella parte no era habitable; a lo primero responde Alberto Magno que aquello no es verdad, porque rumores hartos habia, pues que Homero habló de los que en aquellas partes habitaban, y Lucano, hablando de los árabes que en la tórrida moraban, diciendo que en su tierra, vueltas las caras al Oriente en medio dia, tenían la sombra a la mano derecha, y viniendo a la cuarta aquilonar, las tenian a la mano izquierda; por lo cual dicen ellos, ignotum vobis arabes venistis in orbem. A lo segundo, responde Alberto Magno, que en la descripción que mandó hacer Octaviano Augusto, se lee, que envió mensajeros a los reyes de Egipto y Etiopia que mandasen aparejar las naos y expensas necesarias para los que enviaba a llamar las gentes, y que llegando a la equinoccial hallaron lugares de muchas lagunas y de piedras, que ni por tierra ni por el agua pudieron pasar, y asi, se tornaron sin poder hacer lo que llevaban mandado.

Dice también Alberto, haber leido en cierto filósofo, que la causa de no poder pasar de la cuarta aquilonar para la austral, por la tórrida, fue porque hacia el Mediodía estaban ciertos montes de cierta especie de piedra imán, que era de tal natura que atraia las carnes humanas a sí, de la manera que nuestra piedra imán trae a sí el acero, y que por esto no se podia pasar de una parte a otra porque algunos se morian pasando; y en otras partes habia virtud mineral que convertía los hombres que pasaban en piedra o en metal y se hallaban después asi hechos tales, y para prueba que habian sido hombres y no estatuas hechas por artificio de hombres, averiguábase por este indicio, que no sólo en la superficie y tez de encima, pero labrando o cabando en las mismas piedras o metal hallaban de dentro las figuras de las tripas y asaduras y lo demás que los cuerpos humanos dentro de sí tienen, todo convertido en la piedra o metal por la virtud y fuerza mineral, lo cual no pudiera hacer oficial alguno sino sólo en la tez o superficie. Esto postrero trae el Tostado sobre el Génesis, cap. 13, cuestión 94, y alega a Alberto Magno en el dicho libro De natura loci, aunque yo allí no lo hallo, sino en el lib. I, cap. 8.º De mineralibus. Por este impedimento y por montes inaccesibles y por desiertos grandes fue dificultosa y rara la pasada de aquellas partes a estas, pero no imposible; y asi se entiende lo que los filósofos que no habian visto quien hubiese escrito de aquella habitación cosa alguna, según dice Alberto en aquel susodicho libro; finalmente, basta para que Cristóbal Colon se moviese a buscar por aquellos mares las dichas tierras, tener por sí tan probables y dignos testigos.

Lo mismo se puede concluir de la tercera partida, conviene a saber, la del inferior hemispherio; comunmente se tenia por los antiguos que la mitad de la tierra del inferior hemispherio fuese inhabitable, y tras esta opinión se fue San Agustín en el 16 libro De Civitate Dei, de lo cual es de maravillar, los cuales daban sus razones; y una era, que como el agua sea mayor cuatro tanto que la tierra, no puede incluirse o encerrarse dentro de los extremos de la tierra, y por consiguiente de necesidad ha de cubrir más de la mitad della, la cual toda debiera de cubrir si los movimientos del sol y de las estrellas alguna parte della no secase y enjugase. A estos responde Albumasar y otros filósofos sus secuaces, y afirman ser aquella mitad del inferior hemispherio habitable de la manera que lo es la nuestra que habitamos; da la razón, que como los rayos del sol y de las estrellas describan todos sus ángulos y rincones sobre ella, necesario es que sequen y enjuguen lo húmido della en aquellos lugares sobre los cuales caen o influyen los ángulos agudos de los rayos y en aquellos sobre quien caen los rayos perpendicularmente o derechamente, y el húmedo se engendre en otros lugares que son de más luenga latitud o distancia de la vía del sol, por los cuales efectos los lugares se hacen habitables; donde parece, según ellos, que la tierra del hemispherio inferior es habitable como el nuestro.

A las razones que los contrarios daban respondian como Alberto Magno en el dicho libro De natura loci, cap. 12.º, y añade él otras razones y dice que los que esto tienen son filósofos aprobados en filosofía, y de no haber diz que venido de aquellas partes inferiores a las nuestras no es la causa porque allí no haya moradores, sino por la grandeza del mar Oceano y que cerca de todas partes la tierra, y por consiguiente hace grandísima distancia y longura de los lugares, por la cual transnavegar fácilmente no se puede; y si en alguna parte se ha transnavegado, esto es en la tórrida, porque allí, según natura, las riberas son más estrechas; decir que allí no pueden habitar los hombres porque caerían de cabeza, porque están sus pies con los pies nuestros, dice Alberto que es vulgar impericia y que los tales no son de oir, como quiera que lo inferior del mundo no se ha de entender cuanto a nos, sino simpliciter, porque simpliciter es inferior, y en todas partes se dice hacia el centro de la tierra; y asi concluye Alberto Magno, que el hemisferio inferior de la misma manera se ha de dividir que el superior se divide, conviene a saber, que algunas regiones tiene inhabitables o difíciles de habitar por mucho frió y algunas por el excesivo calor, y las habitables se distinguen por los climas como la nuestra, y esto es según la continencia de la natural disposición; también dice que el agua ser mayor que la tierra no está cierto en efecto, porque muchas son las causas que disminuyen el agua, y como sea elemento de fácil conversión, porque fácilmente se convierte en otro elemento, fácilmente se disminuye y se aumenta, y por esto muchas más veces acaecen los diluvios del agua que no de otro algún elemento, etc. Podriamos aquí añadir seis veces ser mayor la tierra que el agua por lo que está escrito en el cuarto libro de Esdras, cap. 6.º: Et tertia die imperasti aquis congregari in septima parte terrae, sex vero partes siccasti et conservasti, ut ex his sint coram te ministrantia seminata; et infra: Quinto autem die dixisti septimas parti terrae ubi erat aqua congregata ut procrearet animalia, etc. Por esta autoridad y la de Plinio y Aristóteles y Séneca y Solino, concluye Aliaco, Cardenal doctísimo en todas sciencias, que la mayor parte de toda la tierra está enjuta y no la cubren las aguas de la mar como decia Ptolomeo, y asi es habitable; allende que da buenas razones desto Aliaco, dice que más es de creer a los dichos autores que a Ptolomeo, por haberlo podido saber bien por la conversación y familiaridad que tuvieron Aristóteles con Alejandro, Séneca con Nerón, Plinio y Solino con otros Emperadores que fueron solícitos a saber las tierras que habia en el mundo. Esto dice Aliaco, libro De Imagine mundi, cap. 8.º y cap. 11.º y 12.º y 49.º, y en el tratado Mappae mundi, cap. De figura terræ y cap. De mari, y asi tiene por manifiesto ser verdad de haber antípodas.

Concuerda y confirma todo lo susodicho la opinión tenida por común de otros muchos filósofos e historiadores de cuasi irrefragable auctoridad, los cuales tuvieron por cierto haber antípodas, que son los que andan con nosotros pies con pies, como arriba hemos tocado; de los cuales fue uno Plinio, lib. II, cap. 67, y Machrobio, lib. I, cap. 22 De Somno Scipionis, y Solino en su Polistor, cap. 56, donde dice que la isla de la Taprobana otros tiempos fue creida por el otro orbe en que habitaban los antípodas: Taprobanam insulam (inquit) antequam temeritas humana exquisito penitus mari fidem panderet, diu orbem alterum putaverunt et quidem eum quem habitare Antichthones crederentur; Pomponio Mela también, en el primer capítulo de su primer libro, y Polibio, lib. III, y otros autores gravísimos.

Parece muy claro cuanta razón pudo tener Cristóbal Colon a tener por probable y muy probable, por los testimonios de tan aprobados autores, haber tierras y gentes donde las fue a buscar y a moverse para ir a buscarlas. Esto aun muy mejor constará por los capítulos siguientes.

Historia de las Indias
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