CAPÍTULO XVI

En él se responde a los motivos de los que afirman ser estas Indias las Hespérides, con razones y muchas auctoridades, que no es regla general que todos los reinos, ni tampoco España, se denominasen de los reyes. —Tráense muchas cosas antiguas y dulces. —Rácese mención de aquel cabo nominatísimo por los antiguos de Buena Esperanza. —Tráense razones muy probables y a suficiente divisione se concluye que las Hespérides fueron las islas que ahora llamamos de Cabo Verde, que son siete, que están 300 leguas de las Canarias hacia el Austro o el Sur. —También cuáles fueron las islas Gorgonas o Gorgades. —Que las Hespérides fueron hijas de Héspero, Rey de África, o de Atlante, su hermano.—Que hobo muchos Hércules y muchos Atlantes. —Qué fueron los puertos y las manzanas de oro, que dellos cogían las nimphas Hespérides, y cuál el dragón que las guardaba de dia y de noche, al cual mató Hércules. —La interpretación desta fábula, y cómo se reduce a historia, y al cabo que todo lo que se dice de las Hespérides fue dudoso e incierto; y otras cosas agradables para oir, etc.

Mostrado habernos por las razones traídas en el capítulo antes deste, ser vana y errónea la opinión que dice haber sido estas Indias antiguamente del señorío de España, porque diz que son las Hespérides nombradas de Héspero, rey della; en este cap. 16.º será bien responder a los motivos y auctoridades que los que las tienen por si traen, porque se vea con mayor evidencia cuan lejos anduvieron de la verdad; y, dejado de responder al primer motivo de la isla o tierra que dice Aristóteles haber descubierto los de Cartago, porque ninguna cosa hace a su propósito, como se dijo en principio del capitulo precedente, al segundo, en que dicen que antiguamente las provincias y reinos tomaban los nombres de los reyes y personas que los descubrían o poblaban o alguna señalada obra en ellos hacían, respondemos en dos maneras.

La primera, que no es regla general ni infalible que todas las tierras y reinos, ni tampoco España, que tiene nombre de Hesperia o de Hespérides, lo haya solamente tomado de Héspero, rey que fue della, ni de algún otro varón notable cuanto a esto, sino del estrella o lucero Venus, que se pone tras el sol en anocheciendo, que llaman Hesperus; la razón es porque antes fue antiguamente universal manera de hablar que a todas las partes o provincias que por respecto de otras eran occidentales, llaman Hesperias o Hespérides, que suena, como está dicho, occidentales; esto se prueba, lo primero, por Italia, que según Macrobio fue llamada Hesperia por estar hacia el Occidente, donde se pone el sol y la dicha estrella que tras él corre. Venus, por respecto de Grecia y de las otras provincias orientales: Illi enim scilicet Graeci a stella Hespero dicunt Venus et Hesperia Italia quae occasui subiecta sit; haec Macrobius, lib. I, cap. 3.º, Saturnalium. Y asi parece en la tabla 6.ª de Europa por el Ptolomeo, donde dice: Italia Hesperia ab Hespero stella quod illius occasui subiecta sit. Concuerda lo que dice la Historia tripartita, lib. VIII, cap… Cum Valentinianus Imperator ad oras Hesperias navigaret id est ad Italiam et Hispaniam. ítem, Ptolomeo en la tabla 4.ª de África, describiendo los pueblos que confinan con los cabos de África, en especial de Buena Esperanza, de que Ptolomeo tuvo alguna noticia, los llama Hesperios por estar muy occidentales: Et ex his (inquit) meridionalissimis usque ad incognitam terram qui communi vocabulo Hesperi appelantur Aethiopes. Dice «incognitam terram» porque en tiempo de Ptolomeo no se sabia que la tierra de Etiopía se extendiese adelante del Cabo dicho, que llamamos de Buena Esperanza, que llamaban los antiguos Hesperioncæras, el cual, según los portogueses afirman, está de la otra parte de la línea equinocial 45°, porque, como abajo se dirá, ellos lo descubrieron. También se dudaba, y no se sabia por aquellos tiempos, si la tierra de la Berbería se continuaba y era toda una con la de dicho cabo Hesperionceras o de Buena Esperanza; aquellos pueblos, según allí la glosa o escholio dice, son agora los negros de Guinea. ítem, Plinio, lib. VI, cap. 3.º: Ab ea [scilicet quadam insula Atlantica de qua ibidem tangit) quinque dierum navigatione solitudines ad Ethiopes Hesperios, etc. ítem, Strabo, libro último De Situ Orbis: Supra hanc est Ethiopum regio qui Hesperi vocanturetc.; lo mismo Diodoro, lib. IV, cap. 4.º, de una isla de Etiopía, de que abajo se dirá, dice que se llama Hesperia porque está situada al Occidente o donde se pone el sol y el lucero Héspero: Asserunt (inquit) habitare illas scilicet quasdam feminas insulam Hesperiam, quia ad occasum sita est sic vocitatam. Lo mismo Pomponio Mela, lib. III, cap. 10.º. San Hierónimo sobre Isaias, capítulo 5.º, en el fin del: Unde Italia ab eo quo ibi Hesperus occidat, olim Hesperia dicebatur. Parece clarísimo, por lo que arriba en el capítulo precedente trajimos de Juan Bocaccio, haberse llamado el hermano de Atlante, de quien hablamos, Héspero, conviene a saber, Occidental, por la Etiopía occidental, en que reinó, y della haber tomado el nombre él, y no del ella. ítem, el cabo postrero de Etiopía, de que se tuvo alguna noticia, que hoy llamamos de Buena Esperanza, le llamaron los antiguos el promontorio Hesperionceras, por ser el más occidental que entonces de la tierra de África se conocía. Así lo nombra Plinio en el lib. VI, cap. 31.º: Ad Ethiopias Hesperos, et promontorium quod vocamus Hesperioncceras. ítem, Pomponio Mela, lib. III, cap. 10.º: Ipse terrae promontorio cui nomen est Hesperi cornu; y San Isidro, lib. XIV, cap. 6.º, de las Etimologías: Gorgades insulae Oceani obversae promontorio quod vocatur Hesperioncaeras.

Que aqueste cuerno o cabo de la tierra sea el que los pasados decían el promontorio, o cuerno, o punta o cabo Hesperionceras, que suena occidental, pruébase, lo primero, por el discurso que Solino trae describiendo la tierra y los cabos, promontorios e islas del mar Azanio, que es donde entra en el Oceano, el mar Arábico o Bermejo, hasta las Fortunadas o Canarias, en el capítulo último y cap. 37.º de su Polistor, juntamente con lo que Pomponio afirma del mismo monte o promontorio en el capítulo alegado 10.º y 11.º del libro III, los cuales autores, describiendo aquella costa, topan primero con aquel cabo Hesperionceras, y dél primero que de otro hablan; lo segundo, porque asi lo declara y expone la glosa o escholio del mismo Solino, en el dicho capítulo último, sobre la palabra Hesperionceras, donde dice asi: Sonat haec vox occidentale cornu et extremum Africae continentis promontorium, ubi scilicet veluti ex fronte circumaguntur naves in occasum ac mare Atlanticum, quod hodie vocant caput Bonae Spei. Lo mismo expone y declara sobre el cap. 1 del lib. III de Pomponio Mela, en el fin, y alega el dicho de Plinio en el cap. 31.º del lib. VI, que arriba fue recitado. Y que no haya sido regla general llamarse las Hesperias todas del rey de España Héspero, pruébase lo segundo por la misma España; porque aunque algunos digan que se nombró Hesperia del dicho rey Héspero, otros de mayor autoridad y más en número afirman haberse nombrado España, Hesperia, de la estrella Héspero, como ha parecido y parece por los siguientes: destos es San Isidro, lib. XIV, cap. 4.º de las Etimologías, al fin: Hispania prius ab ibero amne nuncupata, postea ab Hispalo Hispania cognominata est. Hispania est et vera Hesperia ab Héspero stella occidentali dicta. Lo mismo afirma el Arzobispo D. Rodrigo, lib. I, cap. 3.º; item el Obispo de Burgos, D. Alonso de Cartagena, en el libro único de los reyes de España, cap. 3.º; item, dello da también testimonio el Obispo de Girona, en su Paralipomenon, lib. VI, capítulo…: Quot nationes et populi usque ad nostra tempora Hispaniam obtinuerunt. Lo mismo afirma Pedro de Aliaco, Cardenal, en el De imagine mundi, cap. 31.º, hablando de España; el Tostado también, lib. III, cap. 83.º, sobre Eusebio; aprueban lo dicho todos los diccionarios, o por la mayor parte, como el Cornucopia, columna 502 y columna 345, y el Chatholicon y Calepino, y otros que no queremos aquí referir.

La segunda manera de responder al principal motivo de los que afirman el contrario desto es, que aunque hobiesen habido el nombre las islas Hespérides, cualesquiera que sean hacia el Occidente, de algún notable hombre, al menos, más probable y más semejanza de verdad tiene haberlo habido de Héspero, el que señoreó en África y en Etiopía, que no del que tuvo diez años el señorío de España.

A lo que añaden los que opinan el contrario desto, trayendo lo que dice Solino de las islas Hespérides, que según Seboso e Higinio habia de las islas Gorgonas a las Hespérides cuarenta dias de navegación, e interpretan los dichos que las Gorgonas fueron las islas de Cabo Verde, y las Hespérides aquestas nuestras islas y Tierra Firme; decimos que en lo que afirman se engañan, lo uno, en que hacen las islas de Cabo Verde ser las Gorgonas, y no son sino otras; esto parece, porque las islas de Cabo Verde están frontero y contra el mismo Verde Cabo cient leguas la vuelta de Poniente, como parece por todas las cartas de navegar, y abajo se dirá, y por esto reciben del el nombre, pero las Gorgonas están contra y frontero del promontorio o cabo Hesperionceras, que es el de buena Esperanza, como dice el mismo Solino: Gorgones insulae ut accepimus obversae sunt promontorio quod vocamus Hesperioncaeras; esto dice Solino, capítulo último, esto también se averigua por la tabla y figura que viene pintada en el Solino, al cabo del, donde asientan las islas Gorgonas frontero o cerca del dicho cabo o promontorio de Buena Esperanza, y esto no menos aprueba la glosa o escolio de Solino, arriba traida, y sobretodo Pomponio, lib. III, capítulo último, en el principio. Y decir que según Ptolomeo y todos los verdaderos cosmógrafos, como Gonzalo Hernández de Oviedo dice, las Gorgonas son las de Cabo Verde, no debiera mirar ni entender bien lo que dijo, porque ni Ptolomeo lo dice, ni él lo vio en algún verdadero cosmógrafo, porque no se hallará en Ptolomeo que hiciese mención de las islas Gorgonas o Gorgades, si yo mal no le he mirado, ni dará cosmógrafo de los antiguos ni de los modernos, sino es lo que tenemos dicho, que lo diga, a quien se deba dar crédito; y una cosa es hablar los poetas de las Gorgonas mujeres, y otra de las Gorgonas islas. Muchas y en muchas cosas Oviedo alega libros y autoridades que él nunca vio ni entendió, como él no entienda ni sepa latin, y asi parece que hizo en esta.

Lo segundo creemos que se engañó el dicho Gonzalo Hernández de Oviedo en la inteligencia de las palabras de Solino o de Seboso e Higinio, que dicen: Ultra Gorgonas Hesperidum insulae dierum quadraginta navigatione in intimos maris sinus recesserunt. Aquella palabra ultra, que quiere decir allende, piensa quizá, si entendió lo que quería decir, que Solino o Seboso entendió por allende hacia la parte del Poniente o rumbo que llaman los marineros güeste derechamente, imaginando tener las espaldas al Oriente o rumbo o viento leste; como quiera que Solino venga describiendo la costa de África y Etiopía, comenzando desde la mar o piélago Azanio, que es, como se dijo, donde entra en el Oceano el mar Bermejo, y el mismo camino llevó en describir la tierra de África Pomponio, lib. III, cap. 9.º, 10.º y 11.º; por manera que pasado el dicho promontorio Hesperionceras o cabo de Buena Esperanza, donde están o estaban las Gorgonas, vuelve la costa del mar hacia el Septentrión o Norte, por lo cual da a entender que las Hespérides habian de estar hacia el Norte o Septentrión y no al Poniente. No contradice a esto lo que dice allí Solino: In intimos maris sinus, porque de las Canarias, refiriendo a Juba, dice, que son cercanas a donde se pone el sol, próximas, inquit, occasui, o al Occidente, las cuales, como sabemos, en España tenemos cabe casa.

De lo dicho se ha de seguir necesariamente, conviene a saber, que las Hespérides o fueron las islas de cabo Verde, o las que llamamos de los Azores, que hallaron y tienen pobladas los portogueses, de que abajo algo diremos. Esto se puede persuadir desta mañera; lo primero, porque según Pomponio, lib. III, cap. 11.º, las Hespérides estaban situadas en derecho o frontero de la punta o tierra calidísima de Etiopía; asi lo dice, hablando della: Exustis scilicet terrae partibus insulae oppositae sunt quas Hesperides tenuisse memorantur; y esta tierra calidísima y quemada del terrible calor del sol es el cabo que llaman Verde, donde no hay más verdura que en el mismo verde, por la manera que llamamos al negro Juan blanco, por la figura que llaman los gramáticos antiphrasim, como decimos mundo al mundo, que quiere decir limpio, siendo el mundo sucio y lleno de todas las maldades y suciedades: este fuego sienten bien todos los navios que por aquel Cabo Verde y islas navegan. Las siete islas, pues, que son las de Mayo y las de Buena Vista y la del Fuego, etc., que se llaman de Cabo Verde, están frontero del dicho Cabo Verde, y porque su sitio dellas es debajo del mismo paralelo que es cabo Verde, son también calorosísimas y enfermisísimas; concuerda con esto Juan Bocaccio, lib. IV, cap. 30.º, del libro susodicho, donde dice: Fuere quippe, ut placet Pomponio, insulae in Oceano occidentali, habentes, ex opposito desertum litus in continenti inter Hesperos, Ethiopes et Atlantes populos, quae quidem insulae a puellis Hesperidibus possesse fuerunt, etc.; luego aquestas son las islas Hespérides, y cierto este es harto eficaz argumento, porque no se dice tal palabra, «partes tostadas o quemadas», de alguna otra parte de toda Etiopia o África, puesto que toda fuese tenida por caliente, porque aquella de Cabo Verde parece que a todas excede. Decláralo más y mejor el mismo Juan Bocaccio en el libro de las Mares, diciendo asi: Hesperium mare ethiophici Oceani pars est ab Hesperidis virginibus denominatum; nam ut aliquibus placet, ultra Atlanticum Oceanum insulae quaedum sunt Euripis distinctae, et a continenti modicum separatae, in quibus aiunt aliqui habitasse Gorgonas, alii vero Hesperidum domos illas fuisse asserunt, possibile lamen ut aut ex pluribus aliquas illis et reliquas aliis contigisse vel easdem succesive habitasse Hesperidas et Gorgonas; Hesperidis plus fama favet, etc. Confirmase por lo que cuenta Higinio en el libro de las Fábulas, fábula 30, de las doce hazañas que a Hércules mandó Euristeo, donde dice asi: Draconem immanem Tiphonis filium, qui mala aurea Hesperidum servare solitus erat, ad montem Atlantem interfecit, et Euristheo regi mala attulit; pues si distaban poco de la Tierra Firme, luego las Hespérides islas no son estas Indias, de donde parece que debían ser las islas de Cabo Verde. Ayuda lo que dice el papa Pío en la epístola 26: Hortos namque Hesperidum poetae ultra Atlantem in Africa situs fixere. Si en África los poetas situadas las fingieron o pusieron, conviene a saber, cerca de la Tierra Firme de África, manifiesto es que no fueron estas Indias las Hespérides.

Todo lo dicho se acaba de confirmar con lo que ahora Sebastian Mustero, moderno, en su Universal cosmographia, lib. V, pág. 1.103 y 1.104 escribió, nombrando las islas de Cabo Verde las Hespérides; el cual es de creer que habia visto todo lo que dellas se habia escrito por los antiguos, y son estas sus palabras: Hac ratione ut ab insulis Hesperidum quas nunc Capitis Viridis appellant; etc. hablando allí de la partición que el Papa Alejandro VI hizo del Oceano y tierras dél entre los reyes de Castilla y Portogal: pintólas también en la tabla o mapa que hizo del Nuevo Mundo, la cual puso al cabo de todas las mapas.

Lo segundo se persuade, porque, según todos los poetas e historiadores, las Hespérides, de quien tanto estruendo y mención hicieron, fueron islas donde tuvieron un huerto las nimphas hijas de Héspero, hermano o hijo de Atlante, aunque a otros place afirmar que fuesen hijas, como arriba digimos, de Atlante, en el cual huerto diz que se criaban las manzanas de oro; a este huerto guardaba un dragón que velaba de dia y de noche. Oidas las nuevas destas manzanas de oro por Euristeo, rey de los Argivos o de Egipto (ó según otros de la ciudad de Micena de la provincia de Peloponense, región de Grecia, que en tiempo de los Apóstoles. Acaya, y ahora se llama la Morea), envió a Hércules, su criado, el cual mató al dragón y hurtó las manzanas de oro, y este fue uno de los doce trabajos que atribuyen a Hércules, pues ningún autor griego ni latino, historiador ni poeta, de los que hablan de Hércules, toca en haber venido tan largo camino, como hiciera viniendo a estas Indias; el cual si hiciera, no se dejara de escribir por algunos de los escriptores pasados, como se escribieron otras muchas cosas diversas de Hércules, como quiera que venir acá no fuera el mas liviano de sus trabajos; mayormente, que no habia de venir y volver tan fácilmente por la mar, jornada de cuarenta dias para que a los historiadores se les encubriese, y siendo esta la mayor hazaña, si a estas tierras llegara, que él nunca hizo ni pudo hacer, y asi es manifiesto que se habia de escribir. Empero no se dice más de que, hurtó las odoríferas manzanas, luego las Hespérides de que tractan los antiguos, y Solino, que estaban de la otra parte de las Gorgades o Gorgonas, no son ni fueron ni pudieron ser estas Indias, sino las islas de Cabo Verde o de los Azores, que fuesen llamadas Hespérides o por Héspero, rey de Etiopia, o por sus hijas o por otra cualquiera persona, o por la estrella Venus, o por la ciudad que se dijo que hobo en el fin de Mauritania; cuanto más que como todo lo que de estas Hespérides se blasona es fabuloso, poco crédito o ninguno, a los que sobre ello se fundaren, se debe dar. Cuya interpretación, según Plinio y Solino, y Servio, y Sant Anselmo, y Sant Isidro, y Juan Bocaccio y otros, esta es, conviene a saber, que aquel huerto de las nimphas Hespérides era una isla de ellas, y, según Pausanias, historiador griego, eran dos, donde se criaban ciertas ovejas que producian la lana o vellocino de color de oro, muy rica. El dragón que las guardaba, eran los arracifes y peñascos y tormenta grandísima de la mar que las cercaba, y como la mar no duerme, no cesaba de dia ni de noche. El cual dragón se dice haber muerto Hércules, porque aguardó tan congruo y blando tiempo que cesase la braveza de la mar, y asi pasó en salvo a las islas, donde llevó hurtadas para Euristeo, Rey, las ricas ovejas. Muy por el contrario reduce la fábula a historia Palephato Parius o Prienensis, antiquísimo, del tiempo de Artaxerxes, filósofo griego, en el libro que compuso de Fabulosis narrationibus non credendis, lib. I, cap. De Hesperidibus, donde dice, que la verdad es: Héspero fue un hombre milesio que moraba en Caria región de Asia la menor, tenia dos hijas que se llamaban Hespérides; éste tenia unas ovejas hermosas y parideras como las habia en Mileto, según él dice, por lo cual las llamaban ovejas doradas, como el oro sea la cosa mas hermosa de los metales, y decíanse manzanas, porque manzana en griego, quiere decir oveja; estas pascian cerca de la mar, y pasando por allí Hércules en un navio, metiólas en él y al pastor que las guardaba, cuyo nombre era Dragón, con ellas, y esto diz, que muerto ya Héspero, poseyendo las hijas Hespérides las ovejas: de aquí comenzaron a decir las gentes, visto hemos las manzanas de oro que Hércules hurtó a las Hespérides, matándoles el dragón que las guardaba. Todo esto dice Palephato, harto diferentemente délos otros, y asi queda más dudosa y aun más vana la opinión de los que presumen decir que las Hespérides, de quien hablaron los antiguos, sean estas Indias nuestras. Esta fábula, tracta Higinio en el libro que hizo de las Fábulas que arriba se recitó en dos o tres lugares, y en el lib. II De Poetica Astronomia, cap. De Serpente, y cuéntala muy diferente de los otros, pero no dice que de las Gorgonas a las Hespérides habia cuarenta dias de navegación, antes contando la fábula de Perseo, en el dicho libro De Poetica Astronomia, no trata de islas, sino de las mismas mujeres Gorgonas. Así que Solino es el que lo dice o lo sacó de Stacio Seboso y pónelo, en el cap. 37, y Plinio hace mención de las Hespérides, lib. VI, cap. 31.º, Diodoro, lib. V, cap. 2.º y Boecio, lib. IV, metro último De consolatione, puesto que unos de una y otros de otra manera lo cuentan y equivocan este nombre Hércules, como hayan sido muchos según arriba se dijo.

Puédese persuadir lo tercero lo que está dicho, conviene a saber, que las Hespérides fueron, o las islas de Cabo Verde o las de los Azores, por lo que dice Sant Anselmo en el lib. I, cap. 20.º De imagine mundi, que las Hespérides estaban cerca de las Gorgonas, diciendo asi: Justa has scilicet Gorgonas Hesperidum ortus, etc. De donde parece que, si creyera Sant Anselmo estar tan distantes como cuarenta dias de navegación, no dijera que estaban cerca, y si tuvieron por cerca cuarenta dias de navegación, o si se puede salvar el dicho de Sant Anselmo, que las Hespérides estuviesen cerca de las Gorgonas, podemos decir que como las islas de los Azores distan del cabo de Buena Esperanza, que es el promontorio Hesperionceras, donde situamos por las razones arriba traídas las Gorgonas, cerca de tres mil leguas, y aun quizá más, si es verdad la navegación que los portogueses hicieron cuando descubrieron el dicho Cabo (como se dirá en el capítulo siguiente), bien habian menester los cuarenta dias para llegar los navios desde el dicho cabo de Buena Esperanza a las dichas islas de los Azores, que se podían llamar entonces las Hespérides, y porque según se colige de Strabon en el fin del lib. III De Cosmographia o De situ Orbis, los Cartaginenses descubrieron estas dichas islas de los Azores antiguamente, que en aquel tiempo se llamaron Casithéridas, cuya navegación dicen que tuvieron muchos años encubierta por el estaño que dellas sacaban, pudo ser que el viaje que hizo Himilcon, Capitán de Cartago, del Setemptrion hacia el Mediodía, de que arriba en el cap. 15.º hicimos mención, fuese habiendo partido de las dichas islas de los Azores, pues las lenian por suyas, y hasta llegar a las Gorgonas gastase en navegar cuarenta dias, y de allí quedase la fama y común opinión que las Hespérides distaban de las Gorgonas navegación de cuarenta dias; pero esta vuelta al Austro no se escribió, sino que se volvió de Inglaterra y de aquellas islas de por allí por la costa a Cádiz y a Cartago, y por eso no se debe creer esto. Y si esto fue verdad, convernian bien con esto las palabras de Solino, que estaban las Hespérides ad intimos maris sinus, porque las tales islas están como en los rincones de la mar, según entonces lo estimaban los que no tenian tanta experiencia de la mar ni de las navegaciones por ella, y por consiguiente, dado este caso, hemos también de decir necesariamente que si aquellas eran las Hespérides, que no fueron asi nombradas por la estrella Venus, sino por Héspero, Rey de Etiopía. Y parece que como fuesen siete nimphas hijas de Héspero, aunque otros dicen tres y otros dos, cada una debia o podia tener y señorear la suya; pero porque en la verdad todo esto es atinar y querer por conjeturas sacar en limpio y dar ser a lo que quizá nunca lo tuvo in rerum natura, baste mostrar poder ser el contrario de lo que Oviedo tan sin fundamento ni apariencia del ni color de verdad afirmó, y por consiguiente, supuestos los fundamentos y autoridades y razones traídas ser imposible todo lo que dijo en este caso, conviene a saber, que España hubiese tenido en los tiempos antiguos, que él asigna, el señorío destas oceanas Indias, porque aun allende de ser todo fábulas de poetas, como está dicho, lo que destas Hespérides (sobre que él principalmente se funda), por muchos y con mucha variedad se recita, Plinio las pone todas por tan inciertas, que de ninguna cosa dellas se debe hacer caso para probar lo que fuere cosa de veras, y en las historias se ha de referir en toda verdad. Plinio, que tan diligente y curioso fue en escudriñar lo que habia de escribir, por no errar en cosa alguna de mucha ni de poca importancia, pone todo lo que se cuenta de las Hespérides por tan dudoso, que le parece ser imposible estar las Hespérides cuarenta dias de navegación de las Gorgonas. El cual en el cap. 31.º del lib. VI, suso alegado, dice asi: Ultra has scilicet Gorgonas duae Hesperides insulae narrantur, adeoque omnia circa haec incerta sunt ut Statius Sebosus a Gorgonum insulis prae navigatione Atlantis dierum quadraginta ad Hesperidum insulas cursum prodiderit. Ab iis ad Hesperioncaeras unius. Nec Mauritaniae insularum certior fama est. Este dicho de Plinio bastar debiera para confusión de quien porfiase afirmar por cierto, que lo que se refiere de las Hespérides se hubiese escrito destas nuestras Indias, o que por eso de España hubiesen sido, pues Plinio no halló más cierta fama de las islas y tierras del mar Atlántico, que es el Oceano, las cuales llama todas de Mauritania y Etiopía, como allí parece, y asi, que las Hespérides distasen de las Gorgonas cuarenta dias de navegación, juzgó para creer por dificilísimo; y otra dificultad que apunta allí Plinio, conviene a saber, que las Hespérides estuviesen del promontorio Hesperionceras o de Buena Esperanza navegación de un dia, lo cual hace más increíble el negocio. Item, unos auctores dicen, que las ninfas Hespérides y las islas dellas nombradas eran siete, y Plinio dice aquí que eran no más de dos. Item, unos las cuentan de una manera y otros de otra. Item, Pausanias, lib. V, cap. 199.º, habla de dos Hespérides, y que ellas eran las guardas de las pomas o manzanas de oro; por manera que todo lo que dellas dicen más es poético y fabuloso que histórico y verdadero, y por consiguiente, todo es lleno de vanidad y nada, cuanto a las cosas de veras, creíble, y según dice el Papa Pío en el prólogo del libro que llamó Del mundo universo: Nugas in fabulis, in historia verum quaerimus et serium.

Resta luego, pues, por las muchas razones y auctoridades en estos dos capítulos traídas, no sólo deberse tener por dudoso que estas Indias en algún tiempo de los antiguos hobiesen sido del señorío de España, pero, las cosas del mundo supuestas como han ido, deberse juzgar y tener por imposible, y que ninguno que se arree de aflrmar verdad deba osar decirlo. Concedemos con todo esto que puede haber sido los antiguos tener alguna sospechas o muy leve nueva, en España o fuera della, de haber tierras por este nuestro Oceano de Poniente, por las muchas razones y auctoridades que arriba en los capítulos 5.º, 6.º, 7.º, 8.º, 9.º y 10.º dejamos referidas, y asi nombrarlas Hespérides, no por el rey Héspero de España ni del de Etiopía, ni por la ciudad de Mauritania, sino por estar occidentales, porque Hespérides, o Hesperionceras, o Héspero en la lengua griega, como ya mostramos arriba, tierra o estrella, o cosa occidental suena.

Historia de las Indias
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