CAPÍTULO CXLII

Cuanto a lo segundo que propuse decir, en qué sitio o región o parte de la tierra, o si en isla o Tierra Firme, puesto sea el Paraíso terrenal, decimos: que en qué lugar o debajo de qué parte del cielo sea su sitio, cierta, determinada y precisamente, nadie de los que vivimos y vivieron antes de nos, mientras vivían, ni lo sabemos ni lo supieron, sino fuesen aquellos a quien la divina voluntad quiso revelarlo, porque, la Escritura divina no lo declara. Y por esta causa de incertidumbre, hubo diversas opiniones, no sólo entre gentiles, pero también entre católicos. Lo que la Escritura Sancta dice, es esto: Plantaverat autem dominus Deus Paradisum voluptatis, a principio. Génesis. II. Algunos exponen a principio, por en el Oriente, porque de allí comienza el movimiento del cielo que primero se mueve, o que se llama primum mobile. De aquí entienden que el Paraíso sea situado en Oriente, y asi lo dice Sant Isidro, cap. 3.º del libro XIV, de las Etimologías: Paradisus est locus in Orientis partibus constitutus, cuius vocabulum ex graeco in latinum vertitur, hortus. Porro hebraice Eden dicitur, quod in nostra lingua delitice interpretatur, quod utrumque iunctum facit hortum deliciarum, etc.

San Juan Damasceno, De ortodoxa fide, libro II, cap. 2.º, inter cetera, dice: Hic locus divinus est Paradisus, Dei manibus in Eden, id est deliciis et voluptate, plantatus in Oriente quidem omni terra celsior, etc. La Historia scolástica, en el cap. 13.º, sobre el Génesis: Plantavit Deus Paradisum herbis et arboribus insitum, a principio creationis, scilicet cum aparuit arida, et germinare terram fecit. Vel a principio id est a prima orbis parte unde alia translatio habet Paradisum. In Edem ad Orientem. In Edem, id est delitiis: a principio id est ad Orientem est autem locus amenissimus longo terrae et maris tractu a nostra habitabili zona secretus, etc. Strabo también a lo mismo concuerda: Paradisus est locus in Oriente positus, interiecto Oceano et montibus appositis, a regionibus quas incolunt homines secretus et remotissimus. Lo mismo afirma Josefo, libro I, cap. 2.º, De Antiquitatibus: Dicit autem etiam Deum plantasse ad Orientem Paradisum, etc. Todas estas sentencias pretenden ser su asiento en las partes de Oriente, y ser secretísimo y apartado de toda población de hombres por mucha lejura de tierra y de mar que esté en medio.

Sancto Tomás dice en la primera parte, cuestión CII, art. 1.º, y en otros lugares, que convenientemente se afirma estar puesto el Paraíso terrenal en el Oriente, porque es de creer que en el más notable lugar de la tierra esté situado, y este es el Oriente, como sea la diestra parte del cielo, según el Filósofo, en el libro. II, De caelo et mundo, y la diestra es más noble que la siniestra, y asi, fue cosa conveniente que Dios allí lo pusiese. Estas son palabras de Sancto Tomás. Cerca de este punto es de notar, que, en cualquiera sitio que el Paraíso esté, se puede entender estar al Oriente; la razón es, porque cualquiera punto en la tierra se puede entender estar al Oriente, por respecto y en comparación del cielo, o por respecto de diversos sitios de la tierra, sino es por respecto de los dos polos, por ser inmovibles o movibles; y por eso, por decir estar al Oriente, no por eso se determina cierto y preciso lugar de la tierra en que tenga su sitio el Paraíso.

Otros hobo que tuvieron por opinión que estaba el Paraíso terrenal en alguna parte del Occidente, y este fue error de los gentiles que siguieron los versos y ficciones de los poetas, los cuales afirmaron estar en las islas de Canaria, por lo cual las llamaron Fortunadas y Bienaventuradas, cuasi diciendo que los que en ellas vivían eran felices y bienaventurados. Así lo testifica Sant Isidro en el libro XIV, cap. 6.º, délas Etimologías: Fortunatarum insulae vocabulo suo significant omnia fere bona quasi felices et beatae fructuum ubertate: sua enim natura pretiosarum poma silvarum parturiunt, fortuitis vitibus iuga colium vestiuntur. Ad herbarum vicem messis et olus vulgo est, unde gentilium error et secularium carmina poetarun, propter soli fecunditatem, easdem esse Paradissum putaverunt, etc. Estas son sus palabras.

Hesiodus, poeta que según Plinio, en principio del libro XIV de la Natural Historia, fue el primero que dio preceptos o reglas de agricultura, hace mención que en las islas Canarias estaba el Paraíso, que llamaban los gentiles los Campos Elíseos, como arriba en el capítulo 20 largamente dijimos.

Strabo, en el principio de su Geografía, hace la misma mención destas islas Canarias, y también que en España, por su fertilidad, ponia Homero y también Platón los dichos Campos Elíseos, que llamamos el Paraíso. Pero podrá preguntar alguno, ¿cómo adivinaban los gentiles nuestro Paraíso por la suavidad y amenidad o templanza y aspecto favorable de los cielos, que trataban de los Campos Elíseos, donde creían ir las ánimas de los que en esta vida justamente vivían? Responde Grogorio Nacianceno, en la oración octava sobre la muerte de Sant Basilio y Eusebio, en el libro XII De Evangelica preparatione, que los griegos, y señaladamente Platón, aquello y otras muchas cosas tomaron de los libros de Moisén y de nuestra antigua Sagrada Escritura. Sapientes (inquit Gregorius), qui fuissent in Elysios Campos receptos aserebant terram sicilicet inmortalem, quo nomine appellabant nostrum Paradisum ex Mosaicis libris edocti: licet in apellando eo discreparent, Campum Elisium vel pratum herbosum illum vocantes, etc.

Pero dejado el lugar o el sitio del Paraíso que aquestos decían, gran diferencia es la que hay entre la felicidad del Paraíso a las islas de Canaria, que llamaban Fortunadas, porque aunque muchas cualidades se cuentan por los antiguos dellas, fue por la gran licencia que los poetas se tomaron de fingir muchas más de las que en la verdad eran; lo cual se averigua, lo uno, por lo poco que las alaba de bienaventuradas Solino en el capítulo último de su Polistor, donde dice, que mucho más dice la fama que por sus nombres en la verdad tienen: De harum nominibus expectari magnum mirum reor, sed infra famam vocabuli res est, y referidas algunas buenas calidades suyas, dice al cabo: Ideoque non penitus ad nuncupationem suam congruere insularum qualitatem. Y asi, no son aquellas islas del nombre de Paraíso dignas, y por esto parece claro, los muy antiguos ninguna noticia haber tenido destas Indias sino fuese atinando, porque, si la tuvieran, con muy mayor razón pusieran en ellas los Campos Elíseos que en las islas de Canaria, ni en España, pues es manifiesta la ventaja, como cien mil partes a una, que a todas las del mundo, en felicidad, templanza de aires, aspecto délos cielos, aguas, frutas, frescura, suelo, disposición de la misma tierra y otras naturales riquezas hacen estas Indias, como arriba en muchos capítulos ha parecido, y es harto buen argumento; y porque allí, donde el Almirante andaba, era maravillosa la frescura y temperancia de aires, y alegría de la tierra, cielo, aguas y arboledas, que por los ojos vía, no era mucho que por allí concibiese, aunque habia navegado hacia el Poniente (puesto que también sentía ser el fin de Oriente), estar, no los Campos Elíseos como los gentiles, sino, como católico, el terrenal Paraíso.

Historia de las Indias
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