CAPÍTULO XXXIX
En el cual se tracta de algunos alegrones que tuvieron diciendo algunos que vían tierra, a los cuales se les tornaban luego en tristezas y en murmuraciones y desacatos de Cristóbal Colon, y a querérsele amotinar. —Como mudó el camino más al Austro por las señales de las aves que vian. —Como vieron muchas y ciertas señales de estar cerca de tierra. —Como vieron un junco verde y otras cosas de tierra. —Como jueves, 11 de Octubre, conociendo Cristóbal Colon que estaban cerca de tierra, hizo una habla a todos aquella noche, a primera noche, que velasen bien porque antes de muchas horas la verian. —Como a las diez de la noche vído él mismo lumbre, y a las dos, después de media noche, vído tierra. —Y como por haber visto la lumbre, primero, le adjudicaron los Reyes los 10.000 maravedises, aunque otro vído la tierra.
Porque nuestro Señor tenia determinado de abreviar ya el tiempo en que a Cristóbal Colon habia de hacer verdadero, y mostrar que lo habla escogido para esto, y escaparle también del gran peligro que con aquella gente impaciente e incrédula llevaba, y a ellos asi mismos despenar, y a todos consolar, domingo, 7 de Octubre, al levantar del sol, la carabela Niña que por ser muy velera iba delante, y también porque todos trabajaban de andar cuanto más podian por ver primero tierra, por ganar la merced de los 10.000 maravedís de juro que la Reina habia prometido al que primero viese tierra, como ya se dijo arriba, alzó una bandera en el topo del mastel y tiró una lombarda por señal que habia tierra, porque asi lo habia ordenado el Capitán general Cristóbal Colon.
Tenia también mandado, que, al salir y poner del sol, se juntasen todos los navios con él, porque aquestos son dos tiempos más propios y convenientes para que los humores o vapores de la mar no impidan a ver mas lejos mar o tierra que otros; pues como a la tarde no viesen la tierra que los de la Niña dijeron, y hobiesen sido celajes, de lo cual tornaron a tomar nuevo descorazonamiento y desmayo los que siempre desconfiaban, y viese Cristóbal Colon que pasaban gran multitud de aves de la parte del Norte hacia el Sudueste, lo cual era evidente argumento y cierta señal que iban a dormir a tierra o huian quizá del invierno que, en las tierras donde venian, debia de querer venir, acordándose Cristóbal Colon que las más de las islas que los portogueses hoy tienen, las habian descubierto por tomar y tener por cierto el dicho argumento de seguir tras las aves que vían volar como de corrida, mayormente sobre tarde, por esto acordó dejar el camino que llevaba del gueste, y poner la proa hacia el guesueste, que eran dos vientos más, con determinación de andar dos dias por aquel camino, porque consideraba que no se apartaba mucho del gueste, que era su principal intento; por el cual, si siempre siguiera, y la impaciencia castellana no lo impidiera, ninguna duda fuera, que no iba a dar en la Tierra Firme Florida, y de allí a la Nueva España, aunque fueran incomparables los inconvenientes y daños intolerables que se le ofrecieran, y fuera divino milagro si a Castilla jamás volviera. Pero hízolo y rodeólo Dios, que lo gobernaba, regia y sabia todo, muy mejor que él ni otro pudiera desearlo ni pedirlo, como constará por la que más referiremos. Anduvo este dia, antes que diese la vuelta, 23 leguas, y dióla por el Sudueste una hora antes que el sol se pusiese, y navegó, esta noche, obra de 5 leguas.
Lunes, 8 de Octubre, navegó al guessudueste, y luego les quiso Dios suplir o reformar el desmayo que de nuevo habian el dia pasado recobrado, porque parecieron mucho número de diversas aves, que fueron grajos y ánades, y un alcatraz, y, sobre todas, muchos pajaritos del campo, de los cuales tomaron en la nao uno, con que todos, como si vieran una gran cosa, se regocijaron. Y porque iban todas estas aves al Sudueste, y no parecía que podían ir a parar muy lejos, siguieron con más voluntad y alegría aquel camino, que era el que las aves llevaban.
Crecióles su consuelo con que también tenían la mar, como en el río de Sevilla, muy llana; los aires muy dulces, como por Abril en Sevilla, odoríferos y muy agradables, y la hierba que solían ver muy fresca, por todo lo cual Cristóbal Colon daba a nuestro Señor muchas gracias. Anduvieron entre dia y noche obra de 12 leguas no más, porque habia poco viento.
Martes, 9 de Octubre, navegando al Sudueste, porque se le mudaba el viento, anduvo 5 leguas; después corrió al gueste, cuarta al Norueste, y anduvo 4, después, con todas, 11 de dia, y a la noche 20 leguas y media y contó a la gente 17; sintieron toda la noche pasar pájaros.
Otro dia, miércoles, 10 de Octubre, arreciando el viento y navegando al guessudueste, anduvieron 10 millas por hora, que son 2 leguas y media, y algún rato a 7, y asi, entre dia y noche, corrieron 59 leguas: puso en la cuenta pública 44. Pues como la gente vído tanto andar, y que las señales de los pajaritos y muchas aves salian vanas todas, porque del bien que sucediese y alegría que en muy breve se les aparejaba, nadie con razón pudiese presumir aplicar a sí, antes toda la gloria se atribuyese al Señor muy alto y muy bueno que los regia, cuya voluntad, necesariamente de aquel camino se habia de cumplir; tornaron todos a reiterar sus importunas y desconfiadas querellas, y a insistir en sus temerarias peticiones, clamando a la vergonzosa tornada, despidiéndose de todo punto del placer y regocijo, que en espacio de no treinta horas Dios les tenia aparejado.
Pero no concediendo a tan vituperable cobardía el ministro que para este negocio allí Dios llevaba, antes con más renovado ánimo, con mayor libertad de espíritu, con más viva esperanza, con más graciosas y dulces palabras, exhortaciones y ofrecimientos mayores, los esforzó y animó a ir adelante y a la perseverancia, añidiendo también que por demás era quejarse, pues su fin del y de los Reyes habia sido y era, venir a descubrir, por aquella mar occidental, las Indias, y ellos para ello le hablan querido acompañar, y que asi lo entendía proseguir con el ayudado nuestro Señor, hasta hallarlas, y que tuviesen por cierto estar más cerca dellas de lo que pensaban. Aquí creo yo que puso Dios su mano, para que no hiciesen algún desatino de los que muchas veces habian imaginado.
Jueves, 11 dias de Octubre, cuando ya la misericordia divina quiso hacer a todos ciertos de no haber sido en valde su viaje, vieron nuevas, y más que todas las otras ciertas y averiguadas señales con que todos respiraron; navegaron al guessudueste, llevando mas alta y brava mar de la que hablan traido todo el viaje; vieron pardelas, y, lo que más que todo fue, junto a la nao un junco verde, como si entonces de sus raices lo bebieran cortado; los de la carabela Pinta vieron un palo y una caña, tomaron otro palillo, a lo que parecía, con hierro labrado, y un pedazo de caña, y una tablilla, y otra hierba que en tierra nace; los de la carabela Niña también vieron otras señales, y un palillo cargado de escaramujos con que todas las carabelas en gran manera se regucijaron; anduvieron en este dia, hasta que el sol se puso, 27 leguas.
Cognosciéndose Cristóbal Colon estar ya muy cerca de tierra, lo uno, por tan manifiestas señales, lo otro, por lo que sabia haber andado de las Canarias hacia estas partes, por que siempre tuvo en su corazón, por cualquiera ocasión o conjetura que le hobiese a su opinión venido, que, habiendo navegado de la isla del Hierro por este mar Oceano 750 leguas, pocas más o menos, habia de hallar tierra; después de anochecido, al tiempo que dijeron la Salve, como es la costumbre de marineros, hizo una habla muy alegre y graciosa a toda la gente y marineros, reduciéndoles a la consideración las mercedes que a él y a todos. Dios, en aquel viaje habia hecho, dándoles tan llana mar, tan suaves y buenos vientos, tanta tranquilidad de tiempos sin tormentas y zozobras, como comunmente a los que navegan por la mar suelen acaecer; y porque él esperaba en la misericordia de Dios, que antes de muchas horas les habia de dar tierra, que les rogaba encarecidamente que aquella noche hiciesen muy buena guardia en el castillo de proa, velando y estando muy sobre aviso, para mirar por tierra mejor que hasta entonces habian hecho (pues habiendo puesto en el primer capitulo la instrucción que dio a cada Capitán de cada navio, partiendo de las Canarias, conviene a saber, que habiendo navegado 700 leguas hacia el Poniente, sin haber descubierto tierra, no navegasen más de hasta media noche, lo cual no habian hasta entonces guardado, y él lo habia disimulado por no darles más pena, por el ansia que llevaban de ver tierra), porque él tenia gran confianza en nuestro Señor que aquella noche habian de estar muy cerca de tierra, o quizá verla; y que cada uno pusiese diligencia en velar por verla primero, porque, allende la merced de los 10.000 maravedís que la Reina habia concedido al primero que la viese, él prometía de darle luego un jubón de seda.
Esta noche, después del sol puesto, navegó al gueste, la vía que siempre desde las Canarias trujo, y anduvo. 12 millas por hora, y, hasta las dos, después de media noche, andarían 90 millas, que fueron 22 leguas y media.
Estando Cristóbal Colon en el castillo de popa, con los ojos más vivos hacia adelante que otro, como aquel que más cuidado dello tenia, porque más le incumbía que a todos, vído una lumbre, aunque tan cerrada o anublada, que no quiso afirmar que fuese tierra, pero llamó de secreto a Pero Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y díjole que parecía lumbre, que mirase él lo que le parecía, el cual la vído y dijo, que lo mismo le parecía ser lumbre; llamó también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que los Reyes habian dado cargo de ser veedor de toda el armada, pero éste no la pudo ver. Después se vído una vez o dos, y diz que, era como una candelilla que se alzaba y bajaba, Cristóbal Colon no dudó ser verdadera lumbre, y por consiguiente, estar junto a la tierra, y asi fue. Y lo que yo siento dello es, que los indios de noche por aquestas islas, como son templadas, sin algún frió, salen o salían de sus casas de paja, que llamaban bohíos, de noche a cumplir con sus necesidades naturales, y toman un tizón en la mano, o una poca de tea, o raja de pino, o de otra madera muy seca y resinosa, y arde como tea, cuando hace escura noche, y con aquel se tornan a volver, y desta manera pudieron ver la lumbre las tres y cuatro veces que Cristóbal Colon y los demás que la vieron.
Velando, pues, muy bien Cristóbal Colon sobre ver la tierra, y avisando a los que velaban la proa de la nao que no se descuidasen, como la carabela Pinta, donde iba Martin Alonso Pinzón, fuese delante de todas por ser más velera, vído la tierra, que estaría dos leguas, a las dos horas después demedia noche, y luego hizo las señales que de haber visto tierra, por la instrucción que llevaba, debia hacer, que era tirar un tiro de lombarda y alzar las banderas;[1] y asi parece que, pues se vído la tierra dos horas después de media noche, jueves, se debe atribuir al viernes este descubrimiento, y, por consiguiente, fue a 12 de Octubre.
Vido la tierra primero un marinero que se llamaba Rodrigo de Triana, pero los 10.000 maravedís de juro, sentenciaron los Reyes que los llevase Cristóbal Colon, juzgando, que, pues él habia visto primero la lumbre, fue visto ver primero la tierra. De donde podemos colegir un no chico argumento de la bondad y justicia de Dios, el cual aun en este mundo remunera como también castiga, respondiendo a la confianza que de su providencia se tiene, y a los trabajos y solicitud virtuosa de cada uno, en que ordenó, que, asi como habia Cristóbal Colon llevado lo más trabajoso y angustioso de todo el viaje, con padecer sobre sí la parte que dello le cabia como a particular persona, y la carga de todos como pública, con los desacatos y turbaciones y aflicciones que muchas veces todos le causaron, y solo él tuvo fe firme y perseverante constancia de la divinal providencia, que no habia de ser de su fin defraudado, él alcanzase este favor, y se le atribuyese haber primero visto la tierra por ver primero la lumbre en ella, en figura de la espiritual, que, por sus sudores y trabajos, habia Cristo de infundir en aquestas gentes que vivían en tan profundas tinieblas, y asi gozase de la merced de los 10.000 maravedís; lo cual es de estimar, no tanto por el valor dellos, como fuese tan poco, cuanto por el alegría y consuelo que en esto, aun tan mínimo temporal, favoreciéndole, quiso concederle. Estos 10.000 maravedís de juro llevó siempre por toda su vida, y si no me he olvidado, un día, hablando con la Vireina de las Indias, nuera del mismo Almirante D. Cristóbal Colon, mujer de su primer sucesor, en las cosas de aquel viaje, me dijo habérsele librado en las carnicerías de la ciudad de Sevilla donde siempre se los pagaron.
Por todo lo dicho, queda bien claro y confundido el error de algunos, que inventaron y osaron decir que Cristóbal Colon habia desmayado y arrepentídose del viaje, y que los Pinzones, hermanos, lo habian hecho ir adelante. Parece también la inconsideración de Oviedo que, en su Historia (defraudando y quitando la gloria y privilegio, que la bondad de Dios quiso que alcanzase, al que tan justa y condignamente ante todo el mundo la habia, por sus incomparables trabajos y sudores tan diuturnos, merecido), puso esto en duda, informado de un Hernán Pérez, marinero, y otros semejantes, de quien él tomó mucho de lo falso que escribe. No cierto escogió Dios a los Pinzones para principal autor deste grande e importantísimo negocio, sino a Colon, como podemos conjeturar por muchas cosas de las dichas, y otras más que se dirán, y asi, como a su principal ministro, concedió el don de sufrimiento y longanimidad, para que perseverase en lo que tantos años lo habia conservado, como ha parecido.
Ansí que, vista la tierra, bajaron todas la velas, quedándose los navios con el papahígo, que dicen los marineros, de la vela mayor, sacadas todas las bonetas, y anduvieron barloventeando hasta que fue de día.