Para ser Millonaria no necesitas ser perfecta

Algunos consejos para ser Millonaria sin importar cuántas veces te equivoques:

Más vale paso que dure y no trote que canse. ¿Quieres hacer un presupuesto, empezar a invertir, hacer tu testamento, organizar tus tarjetas de crédito y contratar un seguro de vida todo en la misma semana (y además tener tiempo para ir al gimnasio todos los días y entregar una presentación que le urge a tu jefe)? Vas a acabar vuelta loca y sin conseguir nada. En vez de querer hacer todo al mismo tiempo, busca hacer las cosas poco a poco y siguiendo un orden. Siéntate cinco minutos una vez al mes y escribe en tu calendario tus objetivos financieros para cada semana (Semana 1: Hacer mi presupuesto. Semana 2: Cita con el notario. Semana 3: Organizar mis deudas. Semana 4: Cita con el agente de seguros y hablar con mi pareja sobre la situación financiera de la casa). Si una semana tienes más tiempo disponible, agenda más objetivos. El chiste es que no dejes ni una semana sin hacer un cambio, por más mínimo que sea (hacer las cuentas de la chequera, revisar el estado de cuenta de la tarjeta de crédito…).

Las 2 c’s. En vez de la P de Perfecta, busca la Constancia y la Consistencia. Pasos chiquitos pero constantes que no te avasallen ni se vuelvan una carga en tu vida. Sí, es un hecho que vas a sentir los cambios que te llevan a ser Millonaria, pero no se trata de sufrirlos. Ahorrar un poco cada mes (aunque no sea la cantidad que idealmente quieres guardar) y crear poco a poco un hábito es mucho mejor que ahorrar al máximo un mes, sentirte ahogada por las restricciones y olvidarte del ahorro por el resto del año. Consulta en Anexo B al final de este libro, en donde encontrarás actividades que puedes hacer para realmente mejorar tu vida financiera en menos de 30 minutos a la semana.

Más vale malo por conocido… Jamás. Seguir manejando tu dinero como lo habías hecho hasta hoy puede ser cómodo y seguro (“Nunca me he equivocado mucho, mejor sigo así”), pero no te va a llevar a ninguna parte. Para ser Millonaria debes estar dispuesta a hacer cosas que nunca te hubieras imaginado (“¿Aprender a invertir? ¡Ni en sueños!”) y que puedes considerar diferentes o, incluso, arriesgadas. No se trata de jugar a la ruleta y apostar todo tu dinero al número 19, sino de tomar riesgos calculados. Cuando tengas que hacer algo que nunca has hecho (desde invertir en un fondo de inversión o hablar con un notario hasta renegociar tus deudas), infórmate de lo que vas a hacer, evalúa los pros y los contras y decide con base en eso. Si la decisión implica desembolsar dinero (invertir en acciones, por ejemplo), quizá te sientas más cómoda empezando con una pequeña cantidad y viendo poco a poco cómo funcionan las cosas.

Aprende de tus errores. Metiste la pata terriblemente. Ni modo. Sacúdete el polvo, asume las pérdidas y analiza la situación. ¿Qué fue lo que hiciste mal? ¿Fue error tuyo o culpa de alguna circunstancia externa? ¿Qué puedes cambiar para la próxima vez? No se trata de recriminarte (el hubiera no existe en los diccionarios financieros), sino de señalar lo que no está funcionando. Querías meter en cintura tus deudas en tarjeta de crédito, pero cuando llega el estado de cuenta el total no sólo no bajó sino que está para arriba. ¿Qué hiciste mal? En vez de dejar guardada la tarjeta de crédito el fin de semana, me la llevé “a pasear” al centro comercial. ¿Fue error tuyo? Definitivamente ¿Qué puedes cambiar? Cada viernes voy a guardar la tarjeta en mi caja fuerte de la oficina para no verla hasta el lunes (¡ojo con que sea un lugar seguro!).

Oye (es más, busca) consejos. Ni la mujer más Millonaria es todo-conocedora. Siempre necesitamos la retroalimentación de otras personas para mejorar el manejo que hacemos de nuestro dinero. Cuando sientas que algo no te está saliendo bien, acércate a tus amigos o a expertos financieros para que puedan darte una opinión más objetiva o informada de lo que estás haciendo mal. Reitérales que no estás buscando una opinión reconfortante, sino una clara y dura. De nada te sirve que te digan “No importa que estés endeudada hasta el tope”, es mucho más crudo pero mejor oír “Lo que pasa es que te la pasas pidiendo dinero prestado a toda la gente que te rodea”.

Si tropiezas dos veces, busca la causa escondida. Muchas veces, sobre todo cuando comentes errores reincidentes, el mal manejo del dinero no se debe a razones financieras, sino a que estás tratando de solucionar o solventar algo más. El dinero, después de todo, es un estupendo paliativo. ¿No puedes controlar lo que gastas? Quizá la causa no es que tu presupuesto esté mal hecho, sino que tienes algún problemita emocional que estés tratando de resolver comprando compulsivamente. Si crees que hay algo encerrado, busca ayuda para resolverlo.

Cabrona y millonaria
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