¿Me prestas dinero?
Una querida amiga, o prima, o compañera de trabajo te pide un favor financiero: que le prestes un poco de dinero o que saques un crédito para que ella pueda usarlo (las peticiones más comunes) o que firmes como su aval (la petición más peligrosa) o que le prestes tu coche recién comprado para el que te tomó meses ahorrar.
Tú no quieres hacerle el favor porque no te sientes cómoda prestando dinero y sabes que los préstamos entre amigos son la manera más fácil de perder el dinero y la relación, porque no quieres reducir tu cuenta de banco, porque el dinero lo tienes ahorrado para irte de fin de semana, porque quieres mucho a tu amiga pero sabes que es un desastre manejando el dinero o, simplemente, porque no.
¿Cómo se lo dices sin parecer una mala persona ni dejarte chantajear por un préstamo que no quieres hacer?
I. Pídele un tiempo para pensarlo, unas horas o unos días, pero no más. Esto te ayudará a tomar una decisión informada (evaluando los pros y contras) y le dará a la otra persona la certidumbre de que la estás tomando en serio. Decir que no automáticamente puede dar lugar a súplicas (“Te lo pido”) o chantajes (“Piénsalo, por favor, porque lo necesito mucho”). Tomarte el tiempo para sopesar la decisión no implica que estés obligada a decir que sí; a lo único que te compromete es a darle una respuesta (sea la que sea) en el tiempo convenido.
II. Sé clara y directa, evita los titubeos (“Es que, fíjate, pues la verdad es que…”), las explicaciones, las justificaciones o las medias verdades. Un “No” simple y directo es la manera más efectiva de darte a entender y limita la probabilidad de malos entendidos o resentimientos (“Me dijiste una mentira para no prestarme dinero”).
III. Si no puedes / quieres cumplir con esa petición, pero estás dispuesta a ayudar a la persona de otra manera (ayudarla a conseguir trabajo en vez de prestarle dinero, por ejemplo), ofrécele esa ayuda con detalles.
IV. No te prestes a presiones o chantajes emocionales (“Es que tú no me entiendes porque nunca has pasado por algo así”). Simplemente repite la respuesta y, si es necesario, acaba la plática antes de llegar a una discusión que pueda lastimar la relación. Es más fácil perdonar a una persona que no te prestó dinero que a alguien que te llamó “perdedora irresponsable”.
V. Recuerda que ninguna relación sana puede depender de siempre decir que sí (la esclavitud se abolió hace siglos). Si el negarte a prestar dinero o a hacer alguna concesión financiera genera una ruptura en la relación, entonces la relación no valía la pena. ¡Qué bueno que dijiste que no!
