Cabrona ante los bancos, aseguradoras y otros vendedores financieros
Considera esta lista como la ley que debes seguir para tratar con cualquier institución financiera; incluye tanto los derechos (lo que debes exigirle al banco) como las responsabilidades (lo que te debes exigir a ti misma) para recibir mejor servicio y mejores rendimientos con tu dinero.
Derecho 1: La que manda eres tú, sin importar el tamaño de tu cuenta
No importa si tienes invertido mil o un millón de pesos, tú eres el cliente y como tal mereces que te atiendan como tú lo requieres, dedicándote el tiempo, el interés y la atención que necesites.
Responsabilidad 1: Antes de contratar, compara
Casi todas las instituciones financieras ofrecen los mismos productos, lo que cambia es el servicio que te brindan y las comisiones que cobran. Antes de contratar a una institución, sea para abrir una cuenta de banco o para hacer una inversión, ve de “compras” a diferentes bancos y compara lo que te ofrecen (menores comisiones, mejor servicio, más comodidad…) para tomar una decisión informada.
Derecho 2: Salir de dudas
Los asesores de los bancos deben tener el tiempo, la paciencia y los conocimientos para explicarte y responder, tantas veces como sea necesario, a tus dudas e inquietudes, ya sea para aclarar detalles sobre los productos que te ofrecen o para explicarte cómo ven el panorama económico. Como bien te repitieron toda la primaria, el burro no es el que pregunta sino el que se queda con la duda. No hay preguntas demasiado simples que no merezcan respuesta. Así preguntes mil veces qué es un Cete, la persona que te atiende en el banco tiene que explicártelo mil y una veces, y si no sabe o no se da a entender, debe encontrar a otra persona que te pueda ayudar.
Responsabilidad 2: Conocer todas las comisiones y condiciones de los productos que contratas
“Es que no sabía” o “Pues no me dijeron” no son excusas válidas para justificar no saber cuánto tienes que pagar por anualidad o cuál es la comisión por no cumplir con el saldo mínimo de una cuenta. Todos los productos y servicios que te ofrecen los bancos tienen un precio (a veces varios precios por el número de cuotas y comisiones que cobran). Debes tener muy claro cuánto vas a tener que pagar por el producto que estás contratando y las penalizaciones en caso de que incumplas alguna condición.
Derecho 3: Tener todo por escrito
Todo lo que te ofrecen, prometen, juran y perjuran en una institución financiera debe estar detallado en papel, desde las promesas de rendimientos y el monto de las comisiones, hasta los plazos o las condiciones especiales.
Responsabilidad 3: Nunca firmes nada sin leer hasta la letra más pequeña
Tu firma es tu palabra de honor, nunca la des sin revisar y entender perfectamente bien cada parte del contrato. Si un punto no te queda en claro, por más mínimo que parezca, pide que te lo detallen hasta que lo entiendas a la perfección (ya sea que te lo explique una persona del banco o algún amigo o conocido). Hacerle caso a frases como “No te preocupes si no lo entiendes, probablemente nunca lo necesites”, “En caso de un problema, luego lo arreglamos entre amigos” o “No te agobies leyendo la letra pequeña, es simplemente un requerimiento del departamento legal” es peligrosísimo porque te deja sin protección en caso de existir algún problema.
Derecho 4: Recibir un servicio individualizado
Podrás ser sólo un cliente más entre los diez millones que atienden, pero no por eso te tienen que dar recomendaciones como si estuvieras en una línea de producción en masa, ofreciéndote lo mismo que a los demás clientes, como si todos fueran iguales (lo cual generalmente es lo más rentable para el banco). Todo agente financiero debe dedicarte el tiempo necesario y conocer tu carácter y tus necesidades financieras para poder recomendarte de entre toda la gama de productos que maneja la institución (cinco cuentas de ahorro diferentes o diez distintos fondos de inversión), la que más se adecue a ti.
Responsabilidad 4: Revisar los resultados
Tratar con un banco no es cosa de “lo hago una vez y me olvido” (no, no es como la lavadora que aprietas un par de botones y listo). Tienes que revisar tus estados de cuenta mes a mes para verificar los cargos que se te están haciendo y confirmar que los rendimientos vayan en el camino correcto. Si tienes cualquier duda, por mínima que sea, debes aclararla al instante, antes de que se convierta en un problema.
Revisa también, una vez al año, tu historial de crédito (que es la manera en que los bancos te evalúan) para vigilar que no exista ningún error y poder corregirlo en caso de que lo haya. En México lo puedes consultar directamente (y de manera gratuita una vez al año) en el Buró de Crédito ‹www.burodecredito.com.mx›. En Estados Unidos cientos de empresas ofrecen este servicio.