Qué tanto es tantito
Todas nos preguntamos lo mismo: ¿cuánto es lo máaaaaaximo que puedo endeudarme? ¿Cuál es mi límite para poder disfrutar del crédito sin ahogarme en deudas?
Como bien debes saber, lo que importa no es el tamaño sino qué tan bien se sabe usar. Me explico antes de que pienses que estoy cambiando el tema:
Lo más importante no es cuánto es lo que puedes deber sino en qué vas a utilizar ese dinero que pides prestado. Hay que distinguir entre el crédito bueno y el crédito malo. La diferencia es simple.
El crédito bueno es el que usas para adquirir cosas que te dan orgullo y provecho años después de haberlas comprado o deudas que te ayudan a salir de un apuro: una hipoteca para comprar una casa, buen crédito. Una computadora, buen crédito. Endeudarte por tus estudios, buen crédito. Un viaje para pasar tiempo en familia, buen crédito. Comprar llantas nuevas para tu auto, buen crédito. Una cirugía plástica que te hace sentirte más segura y mejor, excelente.
Por otro lado, el crédito malo es el que destinas a cosas que al llegar a tu casa (o pocos meses después) te preguntas por qué diablos las compraste, empiezas a encontrarles peros o tienes fantasías recurrentes de cambiarlas por un modelo más nuevo y mejor. Firmar una TV de plasma, mal crédito. Otra bolsa del diario, mal crédito. Endeudarte por comprar prendas de marca para impresionar a los demás o accesorios que honestamente no necesitas, malo, malo.
Ojo, hay deudas que son lobos envueltos en piel de oveja; créditos que son malos aunque a simple vista parezcan buenos. Comprar a plazos un coche que necesitas como medio de transporte, bueno. Pero si te endeudas por cambiar ese mismo coche cada dos años por capricho, entonces es malo. Firmar ropa que necesitas para trabajar, vivir o sentirte bien es un buen crédito, pero en el momento en que te endeudas por comprar prendas de marcas más allá de tus posibilidades o en cantidades para la que ni siquiera tienes espacio en tu guardarropa, malo.
La consigna para saber hasta cuánto puedes deber es simple: si es crédito bueno, utilízalo. Si es crédito malo, olvídalo.
Ojo, esto no quiere decir que nunca vas a poder comprarte los pantalones de diseñador que tan bien esconden las caderas o que tengas que cambiar de coche hasta que el que tienes esté hecho chatarra, sino simplemente que para estos gastos uses tu criterio y no te endeudes. Cómpralos de contado una vez que ahorres el dinero para poder hacerlo o fírmalos con tu tarjeta si sabes que puedes pagar el total en cuanto llegue tu próximo estado de cuenta.