¿Egoísta yo? Sí, y a mucha honra
En el mundo de doble moral en el que la mayor parte de nosotras fuimos educadas (un esquema de valores azul y otro rosa), los mismos adjetivos y características que son bien vistos, e incluso deseados, para ser un hombre exitoso son considerados una maldición para las mujeres.
Un hombre ambicioso es la imagen de la tenacidad y la perseverancia; una mujer ambiciosa es considerada fría y calculadora (Lady MacBeth, por ejemplo). Un hombre autoritario es fuerte, una mujer autoritaria es castrante…
Lo mismo pasa con el egoísmo. Ser calificada como egoísta es uno de los peores insultos que le puedes hacer a una mujer, porque atenta contra la imagen de bondad y desinterés que asumimos como mandato divino.
Craso error. El egoísmo es una de las mejores virtudes que puedes tener. Por ti, por tu dinero y, aunque no lo creas, por el bienestar de la gente que te rodea. Ser egoísta implica pensar y hacer lo que es bueno para ti y para tu dinero antes de preocuparte por satisfacer las necesidades o conflictos de los demás. Tu bienestar financiero debe ser tu máxima prioridad.
¿Esto implica ser un ogro tacaño y desalmado? No. Muy por el contrario. En el momento en que piensas primero en lo que es bueno para ti y para tus intereses, puedes tomar mejores decisiones para ayudar con más inteligencia a la gente que te rodea.
Arriesgar o poner en peligro tu dinero por llenar las expectativas, prioridades o necesidades de los demás no es altruismo, es estupidez.
Tener el propósito de convertirte en Cabrona y Millonaria es una meta doble que consigues con la mitad del trabajo, algo así como comprar uno y llevarse dos por el mismo precio.
Estés donde estés parada, hayas cometido los errores que hayas cometido y cualesquiera que sean tus deseos materiales, el camino para obtener el control de tu dinero no está pavimentado de sermones motivacionales (“Tienes dentro de ti la luz para hacerlo”… ¡guácala!) ni de recetas de cocina (“Vamos todas juntas de la manita a pintarnos los labios y a invertir en fondos de inversión”) ni de porras vacías (“Sí se puede, sí se puede…”). Simplemente depende de tener la actitud correcta y saber tomar las decisiones acertadas para ti, para tu situación y para cumplir tus objetivos.
Ni más ni menos.
Es mucho más sencillo que bajar de peso.
