Yo amo a mi dinero
El amor al dinero no implica atesorarlo, recontarlo y besarlo, sino algo mucho más simple y efectivo: respetarlo. Simple ley de la vida: si quieres que tu dinero te respete (y que por lo tanto crezca), lo tienes que respetar tú primero. Tienes que aprender a darle la importancia que merece.
Cuida lo que amas. Empieza por lo más simple (y muchas veces olvidado): guarda bien tu dinero. Organiza tu cartera, tu monedero, tu bolsa, tu cajón y todos los lugares en donde guardes dinero. Es cuestión de interés y de control. No puedes hacer crecer tu dinero si tienes billetes perdidos por toda la casa o mezclados en los rincones de tu bolsa con tus cosméticos. Organiza también tus recibos, vouchers de la tarjeta de crédito, estados de cuenta y todos los papeles que tengan que ver con tu vida financiera.
El amor está en las pequeñas cosas. Muchas veces nos enfocamos en las grandes cosas de la vida y dejamos a un lado las “pequeñeces” porque las consideramos, valga la redundancia, pequeñas e intrascendentes. Dedicamos tiempo a abrir una cuenta de banco, pero luego olvidamos dedicarle tres minutos a hacer las cuentas de la chequera para que no reboten los cheques. Pasamos horas pensando en un seguro de vida, pero dejamos a un lado leer los detalles del contrato. Hacemos grandes planes de ahorro, pero no le prestamos atención a los pequeños gastos que hacemos. Los detalles son, a fin de cuentas, los que hacen la diferencia.
El amor no es espontáneo… Hay que dedicarle tiempo. No te vas a hacer Millonaria por arte de magia o por el simple hecho de desearlo. Tienes que invertir cierto tiempo en atender a tu dinero, en pensar en él y en tomar decisiones que lo hagan crecer. No es cuestión de que te vuelvas esclava de tus asuntos financieros, con que apartes 20 ó 30 minutos a la semana para resolver tus asuntos monetarios tienes el espacio suficiente para tomar decisiones, aprender a usar tu dinero (a hacer las cuentas de tu chequera, por ejemplo) y resolver dudas o problemitas.
