3° Piensa, luego compra
Cuando una mujer se ve en un espejo, el resultado puede ser nuclear. Me falta… Me sobra… Hoy no me quedó… Podría estar mejor… Si tuviera… Si hiciera… Las chispas de la crítica saltan como fuegos artificiales. Y esto es antes de las 8 a.m.
El resto del día ejercitamos la autocrítica al máximo (“¡Si tan sólo esto quemara calorías!…”).
Juzgamos duramente nuestro físico (razón de existencia de los cirujanos plásticos), nuestros pensamientos y acciones (razón de existencia de los psicoanalistas) y nuestras relaciones (razón de existencia del tarot).
¿Por qué entonces somos tan condescendientes con nuestra forma de gastar?
Pregúntale a cualquier mujer cuáles son los errores que comete a la hora de comer y te puede recitar una docena. Pregúntale a la misma mujer cuáles son los errores que comete a la hora de comprar y probablemente su respuesta se limite a “Gasto mucho”, seguida de alguna justificación (“Pero es que lo necesitaba”, “Pero es que estaba en barata”, “Pero es que me gustó”).
Incluso cuando cometemos un error en nuestra forma de gastar, lo archivamos en la papelera de reciclaje. Puede ser que nunca te perdones haberle marcado por teléfono a tu ex pareja en un ataque de vino y sentimentalismo (te da vergüenza recordarlo todavía 10 años después), pero el haber tenido ese ataque de compras que te dejó endeuda por meses lo olvidas pocos días después.
Si quieres ser Millonaria, lo primero que tienes que hacer es cambiar tu manera de gastar. Tienes que alterar la manera en que tu cerebro da órdenes a tu cartera.