Agradecimientos

Una novela nunca es un proyecto en solitario, aunque el trabajo diario del escritor pueda parecerlo. Por ello me gustaría dedicar algunas palabras a todos aquellos que estuvieron a mi lado ayudándome a lo largo de esta aventura.

Quiero agradecer a mis padres y a Guillermo la confianza que depositaron siempre en este proyecto, las sugerencias con las que condimentaron el proceso de escritura y la paciencia con la que escucharon mis «se me ha ocurrido que…» pronunciados a las horas más intempestivas. Gracias también a Guillermo por todas las nociones sobre Física Energética, sin las cuales el profesor Quills habría sido muy diferente, y por todo aquello que realmente no es necesario poner por escrito. Felix qui potuit rerum cognoscere causas.

Como siempre, gracias a Javier Andrés por haber prendido en mí esa pasión por la ciudad de las agujas de ensueño que conocí a su lado en diciembre de 2010, por haber sabido contagiarme su entusiasmo por sus monumentos y su amor por sus colleges y por haber tenido siempre respuestas para cada una de mis preguntas. A Almudena Muñoz, por acompañarnos en ese viaje y conseguir que la nieve de Banbury Road pareciera más cálida al caminar a mi lado todo el tiempo. A Verónica García por los consejos que supo darme sobre el mundo del periodismo y por ayudarme a encontrarme a mí misma en su sonrisa cada vez que comenzaba a flaquear. A Clara y Celia Largo, por tantas cosas que no se podrían resumir en un párrafo, y porque mis historias siempre acaban debiéndoles más de lo que imaginan; gracias de nuevo a Clara por la ayuda que me prestó a la hora de investigar el sistema judicial irlandés, por los lunares de la señorita Stirling y por estar a una tecla de distancia cuando la necesito pese a que esta vez no envenenáramos a nadie.

Gracias de corazón a Enrique Vázquez por ayudarme a conseguir un buen puñado de libros sin los cuales esta historia habría sido contada de manera muy distinta: True Irish Ghost Stories: Haunted Houses, Banshees, Poltergeists, and Other Supernatural Phenomena, compilado por St. John D. Seymour y Harry L. Neligan (Dover Publications, 2005); A Haunted Land: Ireland’s Ghosts, de Bob Curran (The O’Brien Press, 2004); e Irish Tales of the Fairies and the Ghost World, de Jeremiah Curtin (Dover Publications, 2000). Igualmente provechosas resultaron las lecturas de Every Dark Hour: A History of Kilmainham Jail, de Niamh O’Sullivan (Liberties Press, 2007) y Dioses, tumbas y sabios de C. W. Ceram (Destino, 2011).

No puedo dejar de agradecer a Elena Hernández que me diera a conocer durante los largos paseos por París (aún recuerdo ese café a la sombra de Saint-Denis) la Irlanda más auténtica que tuvo la suerte de conocer de primera mano. A ella le debo el nombre de Ailish y unos cuantos apellidos, además de haberme puesto en contacto con Debbie McShane, quien revisó las frases en gaélico que aparecen en el libro. Por el mismo motivo, gracias al escritor Nacho Ares, autor de magníficas novelas ambientadas en el valle del Nilo, por la gran amabilidad con la que respondió a mis dudas sobre los dialectos árabes.

Y como una historia solo adquiere vida propia cuando encuentra lectores dispuestos a perderse entre sus páginas, quiero transmitir mi más sincero agradecimiento a todos aquellos que han hecho posible que Tu nombre después de la lluvia pudiera salir a la luz. A Irene M. Calpe, que sigue entusiasmándose cada vez que le escribo para hablarle de un nuevo proyecto literario; a Ella Sher, mi estupenda agente, siempre al pie del cañón y rebosante de energía y de recursos; y por supuesto, a todo el equipo de Lumen por el gran trabajo que hay detrás de esta novela, y en especial a Albert Puigdueta y a Silvia Querini. Con ella he aprendido más en un año que en todo el tiempo que he estado dedicándome a la escritura.

Y por último, gracias a vosotros, los lectores, por haberme acompañado hasta el final.