Notas
[1] Thomas Malthus (1766-1834) fue un economista inglés, considerado uno de los más influyentes de la escuela «clásica», al lado de Adam Smith (1723-1790) y David Ricardo (1772-1823). <<
[2] Desde luego que existía una escuela liberal más optimista: al parecer Adam Smith pertenece a ella, y a decir verdad no se cuestionaba realmente sobre una posible divergencia de la distribución de la riqueza a largo plazo. Lo mismo sucedía con Jean-Baptiste Say (1767-1832), quien también creía en la armonía natural. <<
[3] Desde luego, la otra posibilidad es incrementar la oferta, descubriendo nuevos yacimientos (o nuevas fuentes de energía, de ser posible más limpias), o mediante una densificación del hábitat urbano (por ejemplo, construyendo torres más altas), lo que plantea otras dificultades. En todo caso, esto también puede tomar decenios. <<
[4] Friedrich Engels (1820-1895), quien se volvería amigo y colaborador de Marx, tuvo una experiencia directa con su objeto de estudio, pues en 1842 se instaló en Manchester y dirigió una fábrica de su padre. <<
[5] Recientemente, el historiador Robert Allen propuso llamar «pausa de Engels» a ese largo estancamiento salarial. Véase R. Allen, «Engels’ Pause: A Pessimist’s Guide to the British Industrial Revolution», Oxford University, Nuffield College, Departamento de Economía, documento de trabajo núm. 315, 2007. Véase asimismo R. Allen: «Engels’ Pause: Technical Change, Capital Accumulation, and Inequality in the British Industrial Revolution», Explorations in Economic History, vol. 46, núm. 4, octubre de 2009, pp. 418-435. <<
[6] K. Marx y F. Engels, El manifiesto comunista, Jesús Izquierdo Martín, trad., FCE, México, 2007, p. 155. <<
[7] Y la primera frase prosigue así: «Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes». Ídem. El talento literario y polémico de Karl Marx (1818-1883), filósofo y economista alemán, explica sin duda parte de su inmensa influencia. <<
[8] Ibid., pp. 167-168. <<
[9] En 1847 Marx había publicado La miseria de la filosofía, libro en el que ridiculizó La filosofía de la miseria, publicada por Proudhon algunos años antes. <<
[10] En el capítulo VI volveremos a las relaciones que Marx mantenía con las estadísticas. En resumen: a veces Marx intentó utilizar de la mejor manera posible el aparato estadístico de su época (que era mejor que el de la época de Malthus y Ricardo, aunque objetivamente seguía siendo bastante rudimentario), pero muy a menudo lo hizo de manera relativamente impresionista y sin establecer de manera muy clara el vínculo con sus desarrollos teóricos. <<
[11] S. Kuznets, «Economic Growth and Income Inequality», The American Economic Review, American Economic Association, vol. 45, núm. 1, marzo de 1955, pp. 1-28. Los Treinta Gloriosos es el nombre dado a menudo —sobre todo en Europa continental— a las tres décadas posteriores a la segunda Guerra Mundial, caracterizadas por un crecimiento particularmente fuerte (volveremos a ello). <<
[12] R. Solow, «A Contribution to the Theory of Economic Growth», The Quarterly Journal of Economics, Oxford University Press, vol. 70, núm. 1, febrero de 1956, pp. 65-94. <<
[13] Véase S. Kuznets, Shares of Upper Income Groups in Income and Savings, NBER, Nueva York, 1953, 725 pp. Simon Kuznets fue un economista estadunidense nacido en Ucrania en 1901; se mudó a los Estados Unidos en 1922. Fue estudiante en Columbia, luego profesor en Harvard; falleció en 1985. Es autor tanto de las primeras cuentas nacionales estadunidenses como de las primeras series históricas sobre la desigualdad. <<
[14] Ya que a menudo las declaraciones de los ingresos sólo atañen a una parte de la población y de los ingresos, es esencial disponer también de las cuentas nacionales para calcular el total de los ingresos. <<
[15] Dicho de otra manera, las clases populares y medias —que pueden definirse como el 90% de los estadunidenses más pobres— vieron incrementarse claramente su participación en el ingreso nacional: de 50-55% en la década de 1910-1920 a 65-70% a finales de la década de 1940. <<
[16] Véase S. Kuznets, «Economic Growth and Income Inequality», op. cit., pp. 12-18. Esta curva también es conocida como «curva en U invertida» («inverted-U-curve»). El mecanismo específico descrito por Kuznets se basa en la idea de una transferencia progresiva de la población de un sector agrícola pobre hacia un sector industrial rico (al principio sólo una minoría goza de las riquezas del sector industrial, de ahí el incremento de la desigualdad; luego todo el mundo goza de ellas, por lo que se da una reducción de la desigualdad), pero es evidente que ese mecanismo muy estilizado puede adquirir una forma más general (por ejemplo, la forma de transferencias progresivas de mano de obra entre diferentes sectores industriales o entre diferentes empleos más o menos bien remunerados, etcétera). <<
[17] Es interesante señalar que Kuznets no tuvo ninguna serie que demostrara el incremento de la desigualdad en el siglo XIX, pero que ello le parecía evidente (como a la mayoría de los observadores de la época). <<
[18] Como lo precisa él mismo: «This is perhaps 5 per cent empirical information and 95 per cent speculation, some of it possibly tainted by wishful thinking» [Esto es tal vez un 5% de información empírica y un 95% de especulación, posiblemente parte de esto no sea más que una ilusión]. Ibid., pp. 24-26. <<
[19] «The future prospect of underdevelopped countries within the orbit of the free world» [La perspectiva futura de los países subdesarrollados dentro de la órbita del mundo libre]. Ibid., p. 26. <<
[20] En esos modelos, que se impusieron tanto en la investigación como en la enseñanza de la economía desde la década de 1960-1970, por regla general se supone que cada uno recibe el mismo salario, posee la misma riqueza y dispone de los mismos ingresos, de tal manera que por definición todos los grupos sociales gozan del crecimiento en las mismas proporciones. Semejante simplificación de la realidad puede justificarse para estudiar ciertos problemas muy específicos, pero desde luego limita drásticamente el conjunto de las cuestiones económicas que pueden plantearse. <<
[21] Las investigaciones sobre los ingresos y los gastos de los hogares realizadas por los institutos estadísticos nacionales rara vez se inician antes de la década de 1970-1980 y tienden a subestimar gravemente los ingresos elevados, lo que es problemático en la medida en que el decil superior a menudo posee hasta la mitad del ingreso nacional. A pesar de sus limitaciones, las fuentes fiscales ponen más de manifiesto los ingresos elevados y nos permiten contar con información de un siglo más. <<
[22] Véase T. Piketty, Les Hauts Revenus en France au XXe siècle: Inégalités et redistributions, 1901-1998, Grasset, París, 2001, 807 pp. Para una version resumida, véase asimismo «Income Inequality in France, 1901-1998», Journal of Political Economy, University of Chicago Press, vol. 111, núm. 5, octubre de 2003, pp. 1004-1042. <<
[23] Véase A. Atkinson y T. Piketty, Top Incomes over the Twentieth Century: A Contrast between Continental-European and English-Speaking Countries, Oxford University Press, Oxford, 2007, 604 pp.; Top Incomes: A Global Perspective, Oxford University Press, Oxford, 2010, 776 pp. <<
[24] Véase T. Piketty y E. Saez, «Income Inequality in the United States, 1913-1998», The Quarterly Journal of Economics, MIT Press, vol. 118, núm. 1, febrero de 2003, pp. 1-39. <<
[25] Las referencias bibliográficas completas están disponibles en línea en el anexo técnico. Véase asimismo el siguiente artículo de síntesis: A. Atkinson, T. Piketty y E. Saez, «Top Incomes in the Long Run of History», Journal of Economic Literature, American Economic Association, vol. 49, núm. 1, marzo de 2011, pp. 3-71. <<
[26] Es evidente que no podremos abordar de manera detallada el caso de cada país en el marco de este libro, que propone una síntesis de conjunto. Remitimos al lector interesado a las series completas disponibles en línea en el sitio de la WTID (véase topincomes.parisschoolofeconomics.eu) y en las obras y artículos técnicos antes indicados. Muchos textos y documentos también están disponibles en el anexo técnico del libro: véase piketty.pse.ens.fr/capital21c. <<
[27] La WTID está actualmente en vías de transformación hacia una «World Wealth and Income Database» (WWID), que integrará estos tres subconjuntos de datos complementarios. En este libro presentamos los elementos principales de los que se dispone en la actualidad. <<
[28] También se pueden utilizar las declaraciones patrimoniales de individuos vivos en aquellos países donde existe un impuesto a la riqueza, pero estos datos son más escasos que los sucesorios a largo plazo. <<
[29] Véanse las siguientes obras pioneras: R. J. Lampman, The Share of Top Wealth-Holders in National Wealth, 1922-1956, Princeton University Press, Princeton, 1962; A. B. Atkinson y A. J. Harrison, Distribution of Personal Wealth in Britain, 1923-1972, Cambridge University Press, Cambridge, 1978. <<
[30] Véase T. Piketty, G. Postel-Vinay y J.-L. Rosenthal, «Wealth Concentration in a Developing Economy: Paris and France, 1807-1994», The American Economic Review, American Economic Association, vol. 96, núm. 1, marzo de 2006, pp. 236-256. <<
[31] Véase J. Roine y D. Waldenström, «Wealth Concentration over the Path of Development: Sweden, 1873-2006», Scandinavian Journal of Economics, Wiley Blackwell, vol. 111, núm. 1, marzo de 2009, pp. 151-187. <<
[32] Véase T. Piketty, «On the Long-Run Evolution of Inheritance: France, 1820-2050», École d’Économie de Paris, documento de trabajo de la EEP, 2010 (versión resumida publicada en The Quarterly Journal of Economics, Oxford University Press, vol. 126, núm. 3, 2011, pp. 1071-1131). <<
[33] Véase T. Piketty y G. Zucman, «Capital Is Back: Wealth-Income Ratios in Rich Countries, 1700-2010», École d’Économie de Paris, París, CEPR Discussion Papers 9588, 2013, 70 pp. (publicado también en The Quarterly Journal of Economics, Oxford University Press, vol. 129, núm. 3, 2014, pp. 1255-1310). <<
[34] Véase en particular R. W. Goldsmith, Comparative National Balance Sheets: A Study of Twenty Countries, 1688-1978, University of Chicago Press, Chicago, 1985, 353 pp. Se dan referencias más completas en el anexo técnico. <<
[35] Véase A. H. Jones, American Colonial Wealth: Documents and Methods, Arno Press, Nueva York, 1977, 2216 pp. <<
[36] Véase A. Daumard, Les Fortunes françaises au XIXe siècle. Enquête sur la répartition et la composition des capitaux privés à Paris, Lyon, Lille, Bordeaux et Toulouse d’après l’enregistrement des déclarations de successions, Mouton, 1973, 603 pp. <<
[37] Véase en particular F. Simiand, Le Salaire, l’évolution sociale et la monnaie, Alcan, 1932; E. Labrousse, Esquisse du mouvement des prix et des revenus en France au XVIIIe siècle, Libraire Dalloz, París, 1933; J. Bouvier, F. Furet y M. Gilet, Le Mouvement du profit en France au XIXe siècle. Matériaux et études, Mouton, París, 1965, 456 pp. <<
[38] También existen razones propiamente intelectuales para explicar la decadencia de la historia económica y social consagrada a la evolución de los precios, de los ingresos y de los patrimonios (a veces llamada «historia serial»), decadencia a mi sentir lamentable y reversible, sobre la que volveremos. <<
[39] Este evidente mecanismo desestabilizador (mientras más rico se es, hay mayor incremento del patrimonio) inquietaba mucho a Kuznets; de ahí el título dado a su libro de 1953: Shares of Upper Income Groups in Income and Savings, National Bureau of Economic Research. Sin embargo, hacía falta la perspectiva histórica para analizarlo plenamente. Esta fuerza de divergencia también está en el centro del clásico libro de J. Meade, Efficiency, Equality, and the Ownership of Property, Allen & Unwin, 1964, 96 pp., así como de la obra de A. Atkinson y de A. Harrison, Distribution of Personal Wealth in Britain, 1923-1972, op. cit., que de cierta manera es el prolongamiento histórico del primero. Nuestros trabajos se sitúan directamente en las huellas de esos autores. <<