[1] Véase el capítulo VII, cuadro VII.3. <<

[2] Véanse el capítulo VII (cuadro VII.1) y el anexo técnico. <<

[3] Para obtener series completas sobre los diferentes percentiles, que pueden llegar incluso hasta el diezmilésimo superior, y un análisis detallado del conjunto de esas evoluciones, véase T. Piketty, Les Hauts Revenus en France au XXe siècle: Inégalités et redistributions, 1901-1998, Grasset, París, 2001, 807 pp. Aquí nos contentamos con resumir las grandes líneas de esta historia, teniendo en cuenta las investigaciones más recientes. Las series actualizadas están también disponibles en línea en la World Top Incomes Database. <<

[4] Las estimaciones indicadas en las gráficas VIII.1 y VIII.2 se realizaron a partir de las declaraciones de ingresos y de salarios (en Francia se creó el impuesto general sobre la renta en 1914 y el impuesto cedular sobre los salarios en 1917, con lo que fue posible medir anualmente y por separado el nivel de los ingresos altos y de los salarios altos a partir de esas dos fechas) y de las cuentas nacionales (que facilitan conocer el ingreso nacional total, así como la masa de los salarios), según el método desarrollado inicialmente por Kuznets y descrito brevemente en la introducción. Los datos fiscales se inician sólo con los ingresos de 1915 (cuando se aplica por primera vez el nuevo impuesto) y los completamos para los años de 1910-1914 mediante estimaciones realizadas antes de la guerra por la administración fiscal y los economistas de la época. Véase el anexo técnico. <<

[5] Utilizamos en la gráfica VIII.3 (y en las siguientes gráficas del mismo tipo) la notación introducida en Les Hauts Revenus en france au XXe siècle, op. cit., y en la World Top Incomes Database para designar a los diferentes «fractiles» de la jerarquía de los ingresos: «P90-95» reúne a las personas comprendidas entre el percentil 90 y el 95 (la mitad más pobre del 10% de los más ricos), «P95-99» a las comprendidas entre el percentil 95 y el 99 (el siguiente «4%»), «P99-99.5» el 0.5% siguiente (la mitad más pobre del «1%» de los más ricos), «P99.5-99.9» el 0.4% siguiente, «P99.9-99.99» el 0.09% siguiente y «P99.99-100» el 0.01% de los inmensamente ricos (el diezmilésimo superior). <<

[6] Como recordatorio, el percentil superior reúne a 500 000 personas adultas de los 50 millones en Francia a principios de la década de 2010. <<

[7] Como también ocurre para las nueve décimas partes de la población situadas debajo del percentil 90, pero que tienen salarios (o ingresos de reposición: jubilaciones, pensiones de desempleo) menos elevados. <<

[8] Las escalas salariales del sector público forman parte de las jerarquías salariales mejor conocidas a largo plazo. En Francia, de forma particular, dejaron una huella precisa, detallada y anual en los documentos presupuestales y parlamentarios desde principios del siglo XIX. No sucede lo mismo con los salarios del sector privado, que sólo se conocen bien gracias a las fuentes fiscales y que, por consiguiente, eran muy poco conocidos antes de la creación del impuesto sobre la renta en 1914-1917. Los datos a nuestro alcance sobre los salarios de los funcionarios sugieren que la jerarquía salarial vigente en el siglo XIX era en una primera aproximación bastante comparable a la observada en promedio a lo largo del periodo 1910-2010 (tanto en lo que se refiere a la participación del decil superior como a la de la mitad inferior; la del percentil superior era tal vez ligeramente más elevada; la ausencia de datos confiables respecto del sector privado no permite ser más preciso). Véase el anexo técnico. <<

[9] En los años 2000-2010, el porcentaje de los salarios dentro de los fractiles P99-P99.5 y P99.5-99.9 (es decir, en total los primeros 9/10 del percentil superior) alcanzaba 50-60% de los ingresos, frente a 20-30% para los ingresos mixtos (véase la gráfica VIII.4). El dominio de los salarios altos sobre los ingresos mixtos altos era apenas menos fuerte en el periodo de entreguerras (véase la gráfica VIII.3). <<

[10] Al igual que en el capítulo anterior, los montos en euros mencionados aquí se redondearon deliberadamente y son aproximados (sólo se trata de dar órdenes de magnitud). Los umbrales exactos de los diferentes percentiles y milésimos, año por año, están disponibles en línea. <<

[11] Sin embargo, es necesario subrayar que las categorías de las que disponemos para establecer estas fronteras son imperfectas: como señalamos en el capítulo VI, algunos ingresos empresariales pueden ser disimulados en forma de dividendos y, por consiguiente, clasificados como ingresos del capital. Para un análisis detallado, año por año, de la evolución de la composición de los diferentes percentiles y milésimos de los ingresos altos en Francia desde 1914, véase T. Piketty, Les Hauts Revenus en France au XXe siècle, op. cit., pp. 93-168. <<

[12] Los ingresos del capital parecen representar menos de 10% de los ingresos del «9%» en la gráfica VIII.4, pero esto resulta únicamente del hecho de que estas gráficas —así como las series sobre las participaciones del decil superior y del percentil superior— se basan sólo en los ingresos del capital que aparecen en las declaraciones de ingresos, excluyendo desde los años sesenta las rentas llamadas ficticias o imputadas (es decir, el valor del alquiler de las viviendas ocupadas por sus dueños, que anteriormente formaba parte del ingreso gravable). Si se incluyeran los ingresos del capital no gravables (incluso las rentas imputadas), el porcentaje de los ingresos del capital alcanzaría —y hasta rebasaría ligeramente— el 20% del total de los ingresos del «9%» en los años 2000-2010. Véase el anexo técnico. <<

[13] Véase el anexo técnico. <<

[14] En particular, para todos los países siempre tomamos en cuenta la totalidad de las rentas, intereses y dividendos que aparecen en las declaraciones, incluso cuando algunos de esos ingresos no están sometidos a los criterios del derecho común y son objeto de exoneraciones específicas o de tasas reducidas. <<

[15] Véase el anexo técnico. <<

[16] Precisemos que la administración fiscal francesa, durante todos los años de la segunda Guerra Mundial, prosiguió —como si nada sucediera— sus operaciones de recolección de las declaraciones de ingresos, de depuración y de confección de cuadros estadísticos resultantes de esas depuraciones. De hecho, se trata de la edad de oro del procesamiento mecánico de información (se acababan de inventar técnicas de clasificación automática de tarjetas perforadas, lo que permitía hacer muy rápido todo tipo de tablas de contingencia, cuando antes las depuraciones se hacían manualmente), de tal manera que las publicaciones estadísticas del Ministerio de Finanzas jamás fueron tan ricas y detalladas como en esos años. <<

[17] La participación del decil superior pasó de 47 a 29% del ingreso nacional, y la del percentil superior de 21 a 7%. Todas las series detalladas están disponibles en línea. <<

[18] Para un análisis detallado de todas estas evoluciones, año por año, véase T. Piketty, Les Hauts Revenus en France au XXe siècle, op. cit., sobre todo los capítulos 2 y 3, pp. 93-229. <<

[19] En el caso de la segunda Guerra Mundial, el movimiento de compresión de las jerarquías salariales comenzó en realidad a partir de 1936, con los acuerdos de Matignon. <<

[20] Véase T. Piketty, Les Hauts Revenus en France au XXe siècle, op. cit., pp. 201-202. La enorme ruptura observada en 1968 en la evolución de la desigualdad salarial era bien conocida por los contemporáneos. Véanse sobre todo los esmerados trabajos de C. Baudelot y A. Lebeaupin, Les Salaires de 1950 à 1975, INSEE, París, 1979. <<

[21] Véase el capítulo VI, gráfica VI.6. <<

[22] Véanse, sobre todo, los estudios de C. Landais («Les hauts revenus en France [1998-2006], Une explosion des inégalités?», École d’Économie de Paris, París, junio de 2007, 44 pp.) y O. Godechot («Is Finance Responsible for the Rise in Wage Inequality in France?», Socio-Economic Review, Oxford University Press, vol. 10, núm. 3, 2012, pp. 447-470). <<

[23] Para los años 1910-1912, completamos las series utilizando los diferentes datos disponibles y, en particular, las diversas estimaciones realizadas en los Estados Unidos con vistas a la creación del impuesto sobre el ingreso (de la misma manera que en el caso de Francia). Véase el anexo técnico. <<

[24] Para los años 1913-1926, utilizamos la información depurada por niveles de ingreso y por categorías de ingreso para estimar la evolución de la desigualdad en los salarios. Véase el anexo técnico. <<

[25] Las obras recientemente consagradas por P. Krugman (The Conscience of a Liberal, Norton, Nueva York/Londres, 2009, 352 pp.) y J. Stiglitz (The Price of Inequality, Norton, Nueva York/Londres, 2012, 560 pp.) al estudio del incremento de la desigualdad estadunidense muestran la fuerza del apego a ese periodo relativamente igualitario de su historia. <<

[26] Los datos disponibles —imperfectos— sugieren que la corrección de la subdeclaración de los ingresos del capital puede referirse a alrededor de dos-tres puntos del ingreso nacional. La participación no corregida del decil superior alcanza 49.7% del ingreso nacional estadunidense en 2007, y 47.9% en 2010 (con una clara tendencia al alza). Véase el anexo técnico. <<

[27] Desde luego, las series «con plusvalías» tienen en cuenta las plusvalías tanto en el numerador (para los deciles y percentiles de altos ingresos) como en el denominador (para el ingreso nacional total), mientras que las series «sin plusvalías» las excluyen en ambos casos. Véase el anexo técnico. <<

[28] El único salto sospechoso se produjo en torno a la gran reforma fiscal de Reagan en 1986, en la que un número importante de sociedades cambiaron de forma jurídica para que sus beneficios estuvieran sometidos al impuesto sobre la renta de las personas físicas y ya no al impuesto sobre las sociedades. Este simple efecto de transferencia a corto plazo entre bases fiscales fue compensado en unos cuantos años (ingresos que tendrían que haberse realizado un poco más tarde en forma de plusvalías se formalizaron antes), desempeñando un papel secundario en la tendencia a largo plazo. Véase el anexo técnico. <<

[29] Los ingresos anuales antes de impuestos mencionados aquí corresponden a ingresos por hogar (matrimonios o persona sola). La desigualdad en los ingresos calculada a nivel individual creció aproximadamente en las mismas proporciones que a nivel del hogar. Véase el anexo técnico. <<

[30] Este reconocimiento visceral es a veces particularmente marcado en los economistas nacidos en países extranjeros (en general, más pobres que los Estados Unidos) y que trabajan en universidades estadunidenses, lo que una vez más es muy comprensible, aunque un tanto involuntario. <<

[31] Todas las series detalladas están disponibles en línea. <<

[32] Esta tesis se acepta cada vez más. Por ejemplo, es defendida por R. Rancière y M. Kumhof («Inequality, Leverage and Crises», FMI Working Paper, 2010). Véase asimismo el libro de R. Rajan, Fault Lines, Princeton University Press, Princeton, 2010, 280 pp., quien, en cambio, subestima la importancia del crecimiento de la participación de los altos ingresos en el ingreso nacional estadunidense. <<

[33] Véase A. Atkinson, T. Piketty y E. Saez, «Top Incomes in the Long Run of History», Journal of Economic Literature, American Economic Association, vol. 49, núm. 1, marzo de 2011, tabla 1, p. 9. Este texto está disponible en línea. <<

[34] Recordemos que todas estas cifras atañen a la distribución de los ingresos primarios (antes de impuestos y transferencias). Examinaremos en la cuarta parte los efectos del sistema de impuestos y transferencias. Para decirlo brevemente: la progresividad de los impuestos se redujo considerablemente en ese periodo, lo que agravaba esas cifras, pero el crecimiento de ciertas transferencias a los más pobres las atenuaba levemente. <<

[35] Véase en el capítulo V el análisis de las burbujas japonesa y española. <<

[36] Véase T. Piketty y E. Saez, «Income Inequality in the United States, 1913-1998», The Quarterly Journal of Economics, MIT Press, vol. 118, núm. 1, febrero de 2003, pp. 29-30. Véase asimismo C. Goldin y R. Margo, «The Great Compression: The Wage Structure in the United States at Mid-Century», Quarterly Journal of Economics, MIT Press, vol. 107, núm. 1, febrero de 1992, pp. 1-34. <<

[37] Tampoco fue compensado por un aumento de la movilidad entre generaciones; muy al contrario (volveremos a este punto en la cuarta parte, capítulo XIII). <<

[38] Véase W. Kopczuk, E. Saez y J. Song, «Earnings Inequality and Mobility in the United States: Evidence from Social Security Data since 1937», Quarterly Journal of Economics, MIT Press, vol. 125, núm. 1, febrero de 2010, pp. 91-128. <<

[39] Véase E. Wolff y A. Zacharias, «Household Wealth and the Measurement of Economic Well-Being in the U. S.», Journal of Economic Inequality, Springer, vol. 7, núm. 2, junio de 2009, pp. 83-115. Wolff y Zacharias señalan acertadamente que nuestro artículo inicial de 2003 con Emmanuel Saez exageraba el hecho de que las evoluciones observadas se debían a una sustitución de «rentistas juntacupones» («coupon-clipping rentiers») por «trabajadores ricos» («working rich»), cuando en efecto se trata más bien de una «cohabitación». <<

[40] Véanse las gráficas suplementarias S8.1 y S8.2 (disponibles en línea). <<

[41] Véase S. Kaplan y J. Rauh, «Wall Street and Main Street: What Contributes to the Rise of the Highest Incomes?», Review of Financial Studies, Society for Financial Studies, vol. 23, núm. 3, marzo de 2009, pp. 1004-1050. <<

[42] Véase J. Bakija, A. Cole y B. Heim, «Jobs and Income Growth of Top Earners and the Causes of Changing Income Inequality: Evidence from U. S. Tax Return Data», Internal Revenue Service, 2010, tabla 1. Los demás grupos profesionales importantes son los médicos y los abogados (en conjunto, alrededor de 10% del total) y los promotores inmobiliarios (más o menos 5% del total). Sin embargo, hay que subrayar los límites de esos datos: no se conoce el origen de los patrimonios (heredados o no), aunque los ingresos del capital representan más de la mitad de los ingresos a nivel del milésimo superior si se incluyen las plusvalías (véase la gráfica VIII.10), y alrededor de una cuarta parte si se las excluye (véase la gráfica S8.2, disponible en línea). <<

[43] El tema de los «superempresarios» del tipo Bill Gates no atañe más que a un grupo muy pequeño, poco pertinente para el análisis de los ingresos, y no puede ser comprendido correctamente sino analizando los patrimonios correspondientes y, en particular, la evolución de las clasificaciones de las fortunas. Véase el capítulo XII. <<

[44] En concreto, si a un mando dirigente se le da la posibilidad de comprar acciones de su empresa a 100 dólares, con una cotización de las acciones a 200 dólares en el momento en que ejerce su opción, la diferencia entre los dos precios —es decir, 100 dólares— será tratada como una parte de su sueldo a lo largo del ejercicio anual. Si después el mando dirigente vende sus acciones a un precio aún más elevado (digamos, 250 dólares), la diferencia —es decir, 50 dólares— será registrada como plusvalía. <<