[1] En particular, todos los datos sobre la composición de los ingresos por nivel de ingreso global van en este sentido. Sucede lo mismo con las series que se inician a fines del siglo XIX (en Alemania, Japón y varios países nórdicos). Los datos disponibles para los países pobres y emergentes son más parciales, pero también indican la misma tendencia. Véase el anexo técnico. <<
[2] Véase en especial el capítulo VII, cuadro VII.2. <<
[3] Las series parciales disponibles para los demás países dan también resultados coherentes. Por ejemplo, las evoluciones observadas en Dinamarca y Noruega desde el siglo XIX son muy parecidas a la trayectoria observada en Suecia. Los datos relativos a Japón y Alemania indican una dinámica parecida a la de Francia. Un estudio reciente sobre Australia da resultados coherentes con los obtenidos para los Estados Unidos. Véase el anexo técnico. <<
[4] Para una descripción precisa de las diferentes fuentes, véase T. Piketty «On The Long-Run Evolution of Inheritance: France, 1820-2050», École d’Économie de Paris, documento de trabajo de la EEP, 2010 (versión resumida publicada en The Quarterly Journal of Economics, Oxford University Press, vol. 126, núm. 3, 2011, pp. 1071-1131). Las declaraciones individuales fueron reunidas por Gilles Postel-Vinay y Jean-Laurent Rosenthal en los archivos parisinos. Utilizamos asimismo las declaraciones para toda Francia, reunidas anteriormente en el marco del proyecto conocido como «TRA», gracias a los esfuerzos de muchos otros investigadores (en particular Jérôme Bourdieu, Lionel Kesztenbaum y Akiko Suwa-Eisenman). Véase el anexo técnico. <<
[5] Para un análisis detallado de estos resultados, véase T. Piketty, G. Postel-Vinay y J.-L. Rosenthal, «Wealth Concentration in a Developing Economy: Paris and France, 1807-1994», The American Economic Review, American Economic Association, vol. 96, núm. 1, marzo de 2006, pp. 236-256. Aquí presentamos una versión actualizada de esas series. La gráfica X.1, así como las siguientes, se concentran en los promedios decenales para fijar la atención en las evoluciones a largo plazo. Se puede acceder en línea a todas las series anuales disponibles. <<
[6] Las participaciones de los deciles y percentiles indicadas en las gráficas X.1 y siguientes fueron calculadas como porcentaje del total de los patrimonios privados. Sin embargo, si tenemos en cuenta el hecho de que estos últimos suelen representar la casi totalidad de la riqueza nacional, esto no supone una gran diferencia. <<
[7] Este método, conocido como «multiplicador de mortalidad» (mortality multiplier), equivale a ponderar de nuevo cada observación mediante la inversa de la tasa de mortalidad del grupo de edad considerado: un muerto de 40 años de edad representa a más vivos que un muerto de 80 años (también hay que tener en cuenta los diferenciales de mortalidad por nivel de riqueza). El método fue perfeccionado por economistas y estadísticos franceses y británicos en los años 1900-1910 (en particular Mallet, Séailles, Strutt y Stamp), y luego utilizado en todas las investigaciones históricas ulteriores. Cuando existen, los datos resultantes de las encuestas sobre patrimonios o de los impuestos anuales sobre los patrimonios de los vivos (especialmente en los países nórdicos, en donde dichos impuestos existen desde principios del siglo XX, o bien en Francia, con los datos que arroja el impuesto sobre la fortuna de los años 1990-2010) permiten verificar el fundamento de este método y refinar las hipótesis sobre los diferenciales de mortalidad: acerca de estos aspectos metodológicos, véase el anexo técnico. <<
[8] Véase el anexo técnico. Este porcentaje tal vez rebasaba el 50% antes de 1789. <<
[9] Sobre esta cuestión, véase también J. Bourdieu, G. Postel-Vinay, A. Suwa-Eisenmann, «Pourquoi la richesse ne s’est-elle pas diffusée avec la croissance? Le degré zéro de l’inégalité et son évolution en France: 1800-1940», Histoire et mesure, Éditions de l’EHESS, vol. XVIII, núms. 1-2, 2003, pp. 147-198. <<
[10] Véanse por ejemplo los interesantes datos sobre la distribución de las tierras reunidos por R. S. Bagnall, «Landholding in Late Roman Egypt. The Distribution of Wealth», Journal of Roman Studies, Cambridge University Press, vol. 82, 1992, pp. 128-149. Existen otros trabajos de este tipo que arrojan resultados parecidos. Véase el anexo técnico. <<
[11] Las referencias bibliográficas y las técnicas precisas se dan en el anexo técnico. <<
[12] Ciertas estimaciones encuentran una participación del percentil superior inferior a 15% de la riqueza total para los Estados Unidos hacia 1800, lo que se debe por completo a la concentración del cálculo en las personas libres, elección desde luego muy discutible. Las estimaciones indicadas aquí se refieren al conjunto de la población (personas libres y esclavos). Véase el anexo técnico. <<
[13] Véase W. I. King, The Wealth and Income of the People of the United States, MacMillan, Nueva York/Londres, 1915, 278 pp. El autor, profesor de estadística y economía de la Universidad de Wisconsin, reunió datos imperfectos pero sugerentes acerca de varios estados norteamericanos, y los comparó con estimaciones europeas, resultantes principalmente de las estadísticas fiscales prusianas de la época y cuyas diferencias analizadas fueron más reducidas de lo que imaginaba a priori. <<
[14] Es posible que estos niveles, resultantes de las investigaciones oficiales de la Reserva Federal, estén un poco subestimados (teniendo en cuenta las dificultades de estimación de las fortunas más grandes) y que la participación del percentil superior alcance el 40%. Véase el anexo técnico. <<
[15] El promedio europeo indicado en la gráfica X.6 se calculó a partir del caso de Francia, Reino Unido y Suecia (todo indica que son representativos). Véase el anexo técnico. <<
[16] Respecto de la renta de bienes raíces, los datos más antiguos disponibles acerca de la Antigüedad y de la Edad Media sugieren rendimientos anuales del orden de 5%. En lo tocante a los préstamos con intereses, en los periodos antiguos se observan a menudo tasas superiores al 5% —típicamente del orden de 6-8%—, incluso en el caso de préstamos garantizados con bienes inmobiliarios. Véanse por ejemplo los datos reunidos por S. Homer y R. Sylla, A History of Interest Rates, Rutgers University Press, New Brunswick (Nueva Jersey), 1996, 688 pp. Sin embargo, estos datos no permiten conocer con precisión la representatividad de esos diferentes rendimientos. <<
[17] Si el hecho de poseer un capital produce un rendimiento superior a la preferencia por el presente, entonces todo el mundo deseará disminuir su consumo presente y ahorrar más (en consecuencia, el acervo de capital empezará a aumentar indefinidamente, hasta que el rendimiento caiga al nivel de la tasa de preferencia por el presente); en el caso contrario, todos querrán deshacerse de una parte de su capital para aumentar su consumo presente (en consecuencia, el acervo de capital disminuirá hasta que el rendimiento del capital vuelva a subir). En ambos casos, siempre se vuelve a r = θ. <<
[18] El modelo de horizonte infinito y preferencia por el presente implica, en realidad, una infinita elasticidad del ahorro —y, por consiguiente, de la oferta de capital— a largo plazo. Supone pues, hipotéticamente, la imposibilidad de que cualquier política fiscal afecte al capital. <<
[19] Formalmente, en el modelo estándar de horizonte infinito, la tasa de rendimiento de equilibrio es proporcionada por la siguiente fórmula: r = θ + γ × g (en donde θ es la tasa de preferencia por el presente y γ mide la concavidad de la función de utilidad; se suele estimar que este parámetro está comprendido entre 1.5 y 2.5). Por ejemplo, si θ = 5% y γ = 2, entonces r = 5% para g = 0%, y r = 9% para g = 2%, de tal manera que la diferencia r − g pasa de 5 a 7% cuando el crecimiento pasa de 0 a 2%. Véase el anexo técnico. <<
[20] Un tercio de los bienes cuando son dos hijos; la mitad, en caso de hijo único. <<
[21] Debe señalarse que Napoleón introdujo en 1807 el «mayorazgo» para la nobleza de su Imperio (un suplemento de la participación que les corresponde a los primeros descendientes varones sobre ciertos bienes inmuebles vinculados con títulos de nobleza; el sistema atañía a algunos miles de personas), y que Carlos X intentó volver a crear las «sustituciones hereditarias» para su propia nobleza en 1826. Estas reminiscencias del Antiguo Régimen no afectaban más que a un bajo porcentaje de la población; fueron definitivamente suprimidas en 1848. <<
[22] Véase a este respecto el libro de J. Beckert, Inherited Wealth, Princeton University Press, Princeton, 2008, 382 pp. <<
[23] En teoría, según el Código Civil, las mujeres tenían los mismos derechos que los hombres en lo tocante al reparto patrimonial. Sin embargo, la esposa no podía disponer libremente de sus bienes (las asimetrías a este respecto —apertura y manejo de las cuentas bancarias, venta de los bienes, etc.— desaparecieron totalmente sólo en los años setenta), de tal manera que en la práctica el nuevo derecho era ante todo favorable para los cabeza de familia varones (los hijos del medio y menores adquirían los derechos de los primogénitos, pero las hijas permanecían rezagadas). Véase el anexo técnico. <<
[24] Véase P. Rosanvallon, La Société des égaux, Seuil, París, 2011, p. 50. (La sociedad de iguales, trad. Víctor Goldstein, Manantial, Buenos Aires, 2012). <<
[25] En el anexo técnico se presenta la ecuación matemática que permite vincular el coeficiente de Pareto y la diferencia r − g. <<
[26] Desde luego, esto no implica que la lógica r > g sea necesariamente la única fuerza operante: este modelo y esos cálculos se basan en una simplificación de la realidad, por lo que es imposible pretender identificar de manera perfectamente precisa y certera el papel exacto desempeñado por cada mecanismo (se pueden compensar varias fuerzas contradictorias). Sin embargo, ello demuestra que esta lógica basta por sí misma para explicar mecánicamente el grado de concentración observado. Véase el anexo técnico. <<
[27] El caso de Suecia es interesante, pues combina varias fuerzas contradictorias que parecen equilibrarse: por una parte, la relación capital/ingreso era históricamente más débil que en Francia y el Reino Unido en el siglo XIX y principios del XX (el valor de las tierras era menor y el capital nacional pertenecía en parte a los extranjeros; desde ese punto de vista, Suecia se parecía a Canadá); por otra parte, la primogenitura se aplicaba hasta fines del siglo XIX, perdurando hasta nuestros días ciertos entails vinculados con importantes fortunas dinásticas suecas. Al final, la concentración patrimonial sueca en 1900-1910 era menor que en el Reino Unido y próxima al nivel francés. Véanse las gráficas X.1 a X.4 y los trabajos de Ohlsson, Roine y Waldenström. <<
[28] Recordemos que las estimaciones del rendimiento «puro» del capital indicadas en la gráfica X.10 deben ser consideradas límites mínimos y que el rendimiento promedio observado alcanzó el 6-7% por año en el siglo XIX en el Reino Unido y Francia (véase el capítulo VI). <<
[29] Afortunadamente, Duquesa y sus gatitos acabaron encontrando a Thomas O’Malley, de profesión gato callejero, más popular y sobre todo más entretenido (un poco a semejanza de Jack Dawson con la joven Rose en la cubierta del Titanic, dos años más tarde, en 1912). <<
[30] Para un análisis de los datos de Pareto, véase T. Piketty, Les Hauts Revenus en France au XXe siècle: Inégalités et redistributions, 1901-1998, Grasset, París, 2001, pp. 527-530. <<
[31] En el anexo técnico se encuentran enunciadas y explicadas las fórmulas correspondientes. <<
[32] La manera más simple de recordar los coeficientes de Pareto es utilizando lo que a veces se llama los «coeficientes invertidos», que en la práctica varían de 1.5 a 3.5. Un coeficiente invertido de 1.5 significa que el ingreso, o el patrimonio promedio más allá de cierto umbral, es igual a una vez y media ese umbral (las personas que disponen de más de un millón de euros poseen en promedio 1.5 millones de euros y así sucesivamente para cualquier umbral), lo que corresponde a una desigualdad relativamente baja (hay pocas personas muy ricas). Por el contrario, un coeficiente invertido de 3.5 corresponde a una enorme desigualdad. Otra manera de comprender las funciones potenciales es la siguiente: un coeficiente de 1.5 significa que los miembros del 0.1% más alto son apenas dos veces más ricos en promedio que los del 1% más alto (y así sucesivamente para el 0.01% más alto en el interior del 0.1% más alto, etc.); un coeficiente de 3.5 significa por el contrario que son cinco veces más ricos. En el anexo técnico se explica todo esto y se presentan también gráficas que indican la evolución histórica de los coeficientes de Pareto a lo largo de todo el siglo XX en los diferentes países de la WTID. <<
[33] Esto corresponde a un nivel de vida del orden de 2-2.5 millones de euros anuales en un mundo en el que el salario promedio es del orden de 24 000 euros anuales (2000 euros por mes). Véase el anexo técnico. <<
[34] Se advertirá que el bien inmueble parisino (que en aquella época se poseía sobre todo a nivel del inmueble en su conjunto) era inaccesible para los patrimonios medios y modestos, los únicos para los cuales los bienes inmuebles provinciales —y en particular las tierras agrícolas— tenían todavía cierta importancia. César Birotteau, al negar a su esposa una inversión tan ordinaria como algunas buenas tierras cerca de Chinon, se creía audaz y precursor. ¡Qué mala idea! Véase el cuadro S10.4 (disponible en línea) para una versión más detallada del cuadro X.1, que permite comprobar el muy fuerte crecimiento de los activos extranjeros entre 1872 y 1912, especialmente en las carteras más elevadas. <<
[35] El impuesto de solidaridad nacional establecido por el ordenamiento del 15 de agosto de 1945 incluía un impuesto excepcional sobre el valor de todos los patrimonios estimados al 4 de junio de 1945, con tasas que podían llegar hasta 20% para los patrimonios más elevados, junto con un impuesto excepcional que se aplicaba a todos los incrementos nominales de patrimonio acontecidos entre 1940 y 1945, con tasas que podían llegar hasta 100% para los incrementos más importantes. En la práctica, teniendo en cuenta la enorme inflación (los precios se triplicaron, o incluso más, entre 1940 y 1945), esta deducción equivalía a gravar al 100% a todos los que no se habían empobrecido lo suficiente, como de hecho lo reconoció André Philip, miembro de la Section Française de l’Internationale Ouvrière, parte del gobierno provisional del general De Gaulle, quien explicaba que la imposición, de forma inevitable, debía aplicarse también sobre «quienes no se enriquecieron y tal vez también sobre quienes, monetariamente, se empobrecieron en el sentido de que su fortuna no aumentó en la misma proporción que el alza general de los precios, pero que pudieron conservar su fortuna global, mientras que hay tantos franceses que lo perdieron todo» (véase L’Année politique 1945, Éditions du Grand Siècle, París, p. 159). <<
[36] Véase el anexo técnico. <<
[37] Véanse en particular T. Piketty, Les Hauts Revenus en France au XXe siècle, op. cit., pp. 396-403, e «Income Inequality in France, 1901-1998», Journal of Political Economy, University of Chicago Press, vol. 111, núm. 5, octubre de 2003, pp. 1004-1042. <<
[38] Véanse las simulaciones presentadas por F. Dell, L’Allemagne inégale. Inégalités de revenus et de patrimoine en Allemagne, dynamique d’accumulation du capital et taxation de Bismarck à Schröder, 1870-2005, Éditions de l’EHESS, París, 2008, y «Top Incomes in Germany and Switzerland over the Twentieth Century», Journal of the European Economic Association, MIT Press, vol. 3, núms. 2-3, 2005, pp. 412-421. <<