[1] Véase sobre todo la segunda parte del capítulo III, cuadro III.1. <<
[2] Agreguemos que, si se tienen en cuenta los activos poseídos por los hogares europeos en los paraísos fiscales, la posición patrimonial real de Europa frente al resto del mundo se torna netamente positiva: los hogares europeos poseen el equivalente de todo lo que hay para poseer en Europa más una parte del resto del mundo. Véase la tercera parte, capítulo XII, gráfica XII.6. <<
[3] Así como el producto de la venta de los activos financieros públicos (pero estos últimos pierden importancia respecto de los activos no financieros). Véanse los capítulos III a V y el anexo técnico. <<
[4] La reducción de la carga de intereses de la deuda permitiría reducir, en parte, los impuestos y financiar parcialmente ciertas inversiones nuevas, en particular en el campo de la educación (véase más adelante). <<
[5] Para que la equivalencia sea completa, habría que gravar los patrimonios en función de la localización de los activos inmobiliarios y financieros (incluidos los títulos de deuda pública localizados en Europa), y no sólo en función de la residencia de los poseedores. Volveremos a este punto más adelante. <<
[6] Más adelante volveremos al asunto del nivel óptimo de endeudamiento público de largo plazo, que no puede resolverse sin tener en cuenta el nivel de acumulación de capital público y privado. <<
[7] También se pueden simular otros esquemas utilizando el cuadro S15.1 (disponible en línea). <<
[8] Véase el capítulo X. <<
[9] Sobre los «fondos de redención», véase German Council of Economic Experts, Annual Report 2011 (noviembre de 2011); The European Redemption Pact. Questions and Answers (enero de 2012). Técnicamente, las dos ideas pueden complementarse perfectamente. Sin embargo, política y simbólicamente es posible que la noción de «redención» (que parece remitir a un largo sufrimiento compartido por el conjunto de la población) se vea con dificultad asociada a la del impuesto progresivo sobre el capital, por lo que el término «redención» resulta el menos idóneo. <<
[10] Además del efecto de reducción de la inflación, los Aliados anularon de un plumazo una parte importante de las deudas alemanas después de la segunda Guerra Mundial (o más exactamente, las aplazaron hasta una eventual unificación alemana, y nunca las cubrieron). Según los cálculos del historiador alemán Albrecht Ritschl, se llegaría a montos sustanciales si se recapitalizaran a una tasa razonable. Parte de estas deudas corresponde a gastos de ocupación retenidos a Grecia durante la ocupación alemana, de donde se derivaron controversias sin fin y en gran medida irresolubles. Esto complica todavía un poco más aplicar hoy una mera lógica de austeridad y reembolso de las deudas. Al respecto, véase A. Ritschl, «Does Germany Owe Greece a Debt? The European Debt Crisis in Historical Perspective», London School of Economics, 2012. <<
[11] Si el PIB avanza 2% anual y la deuda 1% anual (suponiendo que se parte de una deuda total cercana al PIB), la deuda expresada en porcentaje del PIB disminuye más o menos 1% anual. <<
[12] El gravamen excepcional o decenal sobre el capital descrito antes es una forma de destinar el excedente primario a la reducción de la deuda. La diferencia es que se trata de un recurso nuevo, que no agobia a la mayoría de la población y que no impacta en el resto del presupuesto público. En la práctica, las diferentes soluciones forman un continuo (impuesto sobre el capital, inflación, austeridad): todo depende de la dosis y de la manera en que el peso del ajuste se reparte entre los diferentes grupos sociales. El impuesto sobre el capital impone el esfuerzo en los poseedores de grandes patrimonios, mientras que las políticas de austeridad muy a menudo tienden a protegerlos. <<
[13] El ahorro financiero de los años 1920-1930 se destruyó prácticamente por completo al derrumbarse los mercados bursátiles. Eso no impidió que la inflación de 1945-1948 provocara otro choque. La respuesta fue la creación de una asignación mínima para la vejez (creada en 1956) y el desarrollo de sistemas de jubilación por reparto (creados en 1945, pero que se desarrollaron gradualmente). <<
[14] Hay modelos teóricos basados en esta idea; véase el anexo técnico. <<
[15] Véanse, en particular, los resultados presentados en el capítulo XII. <<
[16] Sería lo mismo en caso de volver a la moneda nacional. Siempre es posible reducir la deuda pública con emisiones de dinero e inflación, pero es difícil dominar las consecuencias distributivas de un proceso de esas características, ya sea con el euro o con el franco, el marco o la lira. <<
[17] Un ejemplo histórico muy citado es el de la ligera deflación (baja de precios y salarios) ocurrida en los países industrializados a fines del siglo XIX. La deflación suele ser muy mal aceptada por productores y asalariados por igual: éstos parecen esperar que los precios y salarios bajen para consentir que el que les corresponde también baje; de ahí se deriva una gran inercia, que en ocasiones se denomina «rigidez nominal». El argumento más importante en favor de una inflación baja pero positiva (típicamente 2%) es que permite realizar con mayor facilidad el ajuste de salarios y precios relativos que una inflación nula o negativa. <<
[18] La teoría clásica del declive español critica abiertamente las ventajas producidas por el oro. <<
[19] Véase M. Friedman y A. J. Schwartz, A Monetary History of the United States, 1857-1960, Princeton University Press, Princeton, 1963, 860 pp. <<
[20] Cabe hacer notar que la emisión monetaria pura no existe, en el sentido siguiente. Cuando un banco central imprime dinero con el fin de prestarle a su gobierno, ese fenómeno se produce siempre a manera de préstamo (cuyo rastro se conserva en la contabilidad del banco central, incluso en los periodos más caóticos, como en la Francia de 1944-1948), y no como un donativo. Todo depende también de lo que pase a continuación: si esta fabricación de moneda conduce a inflación alta, entonces puede implicar una redistribución muy elevada (por ejemplo, el valor real de la deuda pública puede verse reducido a poca cosa, en detrimento de los activos nominales privados). El efecto total en el ingreso nacional y en el capital nacional depende, por su parte, del impacto de esta política en el nivel global de actividad económica del país. A priori puede ser positivo o negativo, exactamente de la misma manera que para los préstamos a actores privados. Los bancos centrales redistribuyen el capital monetario, pero no tienen la facultad de crear riqueza nueva en forma inmediata. <<
[21] Por el contrario, las tasas de interés exigidas a países considerados como menos seguros llegaron a niveles extremadamente elevados en 2011-2012 (6 a 7% en Italia o España, incluso 15% en Grecia). Esto demuestra sobre todo la febrilidad de los inversionistas y su incertidumbre ante el futuro inmediato. <<
[22] El total de activos y pasivos financieros brutos es aún más elevado, pues equivale a 10-20 años de PIB en la mayor parte de los países desarrollados (véase el capítulo V). Por tanto, los bancos centrales no poseen actualmente más que cierto porcentaje del total de activos y pasivos financieros de los países ricos. Los balances de los diferentes bancos centrales están disponibles en línea cada semana o cada mes. Se conoce el detalle por categoría de activos y pasivos (pero no en el nivel de cada institución o país al que se le prestó dinero). Billetes y monedas no representan sino una pequeñísima parte del balance (en general, apenas 2% del PIB), y lo esencial corresponde a puros asientos contables, igual que en el caso de las cuentas bancarias de los hogares, las sociedades y los gobiernos. En el pasado, el balance de los bancos centrales llegó en ocasiones a 90-100% del PIB (por ejemplo en Francia, en 1944-1945, después de lo cual ese balance se eliminó en gran medida mediante la inflación). En el verano de 2013, el balance del Banco de Japón llegó a casi 40% del PIB. Para series históricas sobre los balances de los principales bancos centrales, véase el anexo técnico. El análisis de estos balances es instructivo y permite constatar que aún están muy lejos de recuperar sus más altos niveles pasados. Por otra parte, la inflación depende de muchas fuerzas diversas, y sobre todo de la competencia internacional de precios y salarios, que actualmente tiende a mantenerlos a la baja y a orientar las alzas a los precios de los activos. <<
[23] Como se indicó en el capítulo anterior, las discusiones sobre posibles cambios en los reglamentos europeos sobre la transmisión automática de información bancaria apenas empezaron en 2013 y están muy lejos de haber concluido. <<
[24] En particular, para aplicar un esquema progresivo es indispensable reunir información sobre todos los activos de una persona en diferentes cuentas y diferentes bancos (idealmente en Chipre y en toda la Unión Europea). La ventaja de una tasa poco progresiva es que podría aplicarse aisladamente en cada banco. <<
[25] Por ejemplo, los 200 accionistas principales tuvieron una función estatutaria importantísima en la gobernanza del Banco de Francia de 1803 a 1936 y, de hecho, determinaron la política monetaria del país, función muy cuestionada por el Frente Popular (que permitió que gobernadores y subgobernadores, nombrados por el gobierno, ya no tuvieran que ser accionistas), antes de la nacionalización total y definitiva de 1945. Desde esa fecha, el Banco de Francia ya no tiene accionistas privados y es una institución puramente pública, igual que la mayor parte de los bancos centrales del mundo. <<
[26] Uno de los momentos clave de la crisis griega fue el anuncio del BCE, de diciembre de 2009, de que ya no aceptaría los bonos griegos en garantía, en caso de que Grecia fuera degradada por las agencias calificadoras (aunque nada en sus estatutos le obligara a proceder de esa forma). <<
[27] La otra limitación, más técnica, del «fondo de redención» es que, teniendo en cuenta la amplitud de las renovaciones de la deuda (el vencimiento de buena parte de la deuda es a varios años y debe renovarse regularmente, sobre todo en Italia), al cabo de pocos años se llegará al límite de 60% del PIB; por tanto, es el conjunto de la deuda pública el que debería mutualizarse. <<
[28] Este parlamento podría contar con unos 50 miembros para cada uno de los países grandes de la zona, en proporción de la población. Los miembros podrían provenir de las comisiones de finanzas y asuntos sociales de los parlamentos nacionales, o seleccionarse de alguna otra manera. El nuevo tratado europeo adoptado en 2012 prevé una «conferencia de parlamentos nacionales», pero no es más que una asamblea consultora, sin poderes propios y, con mayor razón, sin deuda común. <<
[29] La versión oficial es que este impuesto casi uniforme (semi flat tax) sobre los depósitos se adoptó a solicitud del presidente chipriota, que quería gravar fuertemente a los pequeños depositarios para evitar que huyeran los más grandes. Sin duda así fue, en parte: esta crisis ilustra también el drama de los países pequeños en la globalización, que para salvarse y encontrar su nicho en ocasiones están dispuestos a participar en la competencia fiscal más feroz y atraer los capitales menos recomendables. El problema es que nunca se sabrá: todas las negociaciones se celebraron a puerta cerrada. <<
[30] El actual gobierno francés está retóricamente a favor de la mutualización de las deudas, pero no ha formulado una propuesta precisa y finge creer que cada país podría seguir decidiendo separadamente qué cantidad de deuda común desea emitir, lo cual es imposible. La mutualización implica el voto de un déficit común (cada país podría conservar una deuda propia, pero sólo de modestas dimensiones, como las deudas de las comunidades locales y regionales o de los estados estadunidenses). Es muy lógico que el presidente del Bundesbank indique frecuentemente en los medios de comunicación que no se puede compartir una tarjeta de crédito sin compartir también la opción sobre el monto de los gastos. <<
[31] La explicación habitual es que los dirigentes franceses están traumatizados por su derrota en el referendo de 2005 sobre el Tratado Constitucional Europeo. El argumento no es muy convincente, en la medida en que el TCE, cuyas disposiciones en esencia se adoptaron después sin pasar por la vía del referendo, no incluía justamente ninguna innovación democrática sustancial y consagraba la omnipotencia del consejo de jefes de Estado y de ministros, es decir, la impotencia de la Europa actual. Es posible que la cultura presidencial francesa explique por qué la reflexión sobre la unión política europea ha avanzado menos, en cierta forma, que en Alemania o Italia. <<
[32] El impuesto progresivo sobre la renta o el capital es más satisfactorio que el impuesto sobre las empresas porque permite graduar la tasa en función del nivel de ingresos o del capital individual (mientras que el impuesto sobre las empresas grava con la misma tasa todos los beneficios obtenidos, sea grande o pequeño el accionista). <<
[33] De creer en ciertas declaraciones de dirigentes de empresas como Google, parecería que su discurso es más o menos el siguiente: «Nosotros enriquecemos a la sociedad mucho más de lo que nuestras utilidades y nuestros salarios indican, por eso está bien que paguemos los impuestos más bajos que sea posible». De hecho, si una sociedad o una persona aporta al resto de la economía un bienestar marginal superior al precio que factura por sus productos, entonces es perfectamente legítimo que pague pocos impuestos, o incluso que se le subsidie (en economía se habla de «externalidad positiva»). Evidentemente, el problema es que a todos les interesa aparentar que son generadores de una considerable externalidad positiva para el resto del universo. Ahora bien, Google no ha presentado como se debe ni siquiera el principio de un estudio que sugiera que, en efecto, se le puede considerar en esta categoría. En todo caso, es muy evidente la dificultad de organizar la vida en común en un mundo en que cada uno pretende decidir por sí mismo su tasa impositiva. <<
[34] Recientemente se propuso imponer a las organizaciones internacionales un impuesto mundial sobre la fortuna. La ventaja es que este impuesto sería independiente de la nacionalidad y podría ser una forma de proteger el derecho a la multinacionalidad. Véase al respecto P. Weil, «Let Them Eat Slightly Less Cake: An International Tax on the Wealthiest Citizens of the World», Policy Network, 26 de mayo de 2011. <<
[35] Esta conclusión se acerca mucho a la de D. Rodrik según la cual el Estado-nación, la democracia y la globalización forman un trío inestable en el siglo XXI (uno de los tres términos debe abdicar en favor de los otros dos, al menos en parte). Véase D. Rodrik, The Globalization Paradox. Democracy and the Future of the World Economy, Norton, Nueva York/Londres, 2011, 368 pp. (La paradoja de la globalización. Democracia y el futuro de la economía mundial, Antoni Bosch Editor, Barcelona, 2012, 368 pp). <<
[36] El sistema ACE (Allowance for Corporate Equity), adoptado en Bélgica en 2006 (de ahí las múltiples localizaciones ficticias de las empresas), autoriza una deducción del beneficio gravable correspondiente al rendimiento «normal» de las acciones. Este sistema se presenta como el equivalente de la deducción de los intereses y como una forma técnica de igualar las condiciones impositivas de deudas y acciones. Sin embargo, hay otra forma de hacerlo, aplicada en Alemania (y recientemente en Francia), que consiste en limitar la deducción de los intereses. Aquellos interesados en este debate, como el FMI, y hasta cierto punto la Comisión Europea, fingen creer que ambas soluciones son equivalentes, cuando en realidad no lo son: si se deduce a la vez el rendimiento «normal» de deudas y acciones, es muy probable que el impuesto desaparezca. <<
[37] En particular, las tasas diferenciadas por tipo de bien sólo permiten una meta muy burda por nivel del ingreso. La principal razón por la que el impuesto al valor agregado (IVA) se ve tan favorecido por los gobiernos europeos actuales es que, de hecho, permite gravar los bienes importados y hacer minidevaluaciones. Obviamente es un juego sin ganancia ni pérdida (una vez que cada uno ha hecho lo mismo, ya no hay ventaja competitiva), sintomático de una unión monetaria apenas cooperativa. La otra justificación clásica del impuesto sobre el consumo se basa en la idea de favorecer la inversión, pero los fundamentos conceptuales de tal enfoque son poco claros (sobre todo en un periodo histórico en que la relación capital/ingreso es relativamente alta). <<
[38] El objetivo de este impuesto es disminuir el volumen de las transacciones financieras muy frecuentes, lo cual sin duda es bueno, pero, por definición, no puede generar muchos ingresos, pues el objetivo mismo es agotar la fuente. Las estimaciones de ingresos respecto de este impuesto muchas veces pecan de optimistas. Sin duda, no pueden ser superiores a 0.5% del PIB, como mucho, pues tal impuesto no permite, por definición, una meta que esté en función del nivel del ingreso o del capital individual. Véase el anexo técnico. <<
[39] Véase el capítulo X, gráficas X.9-X.11. Para evaluar la regla de oro se debe tomar en cuenta la tasa de rendimiento antes de impuestos (supuestamente igual a la productividad marginal del capital). <<
[40] El artículo original, escrito con cierta distancia irónica, en forma de fábula, merece releerse: E. Phelps, «The Golden Rule of Accumulation: A Fable for Growthmen», The American Economic Review, vol. 51, núm. 4, septiembre de 1961, pp. 638-643. También se puede encontrar una idea similar, pero expresada menos claramente, y sin que se mencione la expresión «regla de oro», en el libro de M. Allais de 1947 (Économie et intérêt, 2 vols., Imprimerie Nationale, París, 800 pp.), y en los artículos de Von Neumann de 1945 y de Malinvaud de 1953. Conviene subrayar que todos estos trabajos (incluido el artículo de Phelps) se sitúan en un plano exclusivamente teórico y no pretenden realmente discutir qué nivel de acumulación de capital sería susceptible de verificar la igualdad entre r y g. Véase el anexo técnico. <<
[41] La participación del capital está dada por α = r × β. En el largo plazo, β = s·g; por tanto, α = s × r/g, de ahí que α = s si r = g, y que α > s si y sólo si r > g. Véase el anexo técnico. <<
[42] Las razones por las que se trata de un límite máximo se explican con mayor precisión en el anexo técnico. <<
[43] En la práctica, el impuesto sobre el capital o la propiedad pública puede actuar de tal manera que la parte del ingreso nacional destinada a los ingresos del capital privado (después de impuestos) sea inferior a la tasa de ahorro, sin que sea necesario acumular tanto. Es el ideal socialdemócrata de la posguerra: las utilidades financian la inversión y no el tren de vida de los accionistas. Según la famosa expresión del canciller alemán Helmut Schmidt: «Las utilidades de hoy son las inversiones de mañana y los empleos de pasado mañana». El capital y el trabajo van de la mano, pero es importante comprender que esto depende de instituciones como el impuesto o la propiedad pública (salvo que imaginemos niveles de acumulación desconocidos hasta la fecha). <<
[44] En cierta forma, la regla de oro, interpretada al estilo soviético, consiste en transferir a la colectividad el deseo de acumulación infinita del capital atribuido a los capitalistas. Es interesante observar que en los pasajes de la Teoría general dedicados a la eutanasia de los rentistas (capítulos 16 a 24), Keynes planteaba una idea cercana a la de la «saturación del capital»: acumular suficiente capital es la forma de que los rentistas pierdan su rendimiento y sean sacrificados. Sin embargo, Keynes no precisaba hasta qué grado (ni rastro de r = g) y no consideraba explícitamente una acumulación pública. <<
[45] La solución matemática que dan los economistas a este problema se incluye en el anexo técnico. En resumen, todo depende de lo que se haya convenido en llamar concavidad de la función de utilidad (a través de la fórmula r = θ + γ × g, ya mencionada en el capítulo X, a la cual en ocasiones se le llama «regla de oro modificada»). Se considera que, con una concavidad infinita, las generaciones futuras no tendrán necesidad de un centésimo iPhone y, por ello, no se les deja ningún capital. En el caso extremo inverso, se puede llegar a la regla de oro, para lo cual puede ser necesario dejarles varias decenas de años de ingreso nacional en capital. La concavidad infinita suele estar asociada a un objetivo social de tipo rawlsiano y, por tanto, puede parecer atractiva. El problema es que, si no se deja capital, no es seguro que el crecimiento de la productividad siga al mismo ritmo. Todo ello vuelve el problema irresoluble y deja al investigador tan perplejo como al ciudadano. <<
[46] De manera general, la expresión «regla de oro» (en inglés, golden rule) remite a la idea de una regla moral que permite fijar las obligaciones de cada persona respecto de los demás. En economía y en política se utiliza con frecuencia para evocar reglas sencillas que permiten definir nuestras obligaciones frente a las generaciones futuras. Por desgracia, no existe una regla sencilla para resolver, de una vez por todas, esta cuestión existencial, que debe replantearse sin cesar. <<
[47] Estas cifras se retomaron en el nuevo tratado, concluido en 2012, con el objetivo adicional de tender hacia un déficit «estructural» inferior a 0.5% del PIB (aparte de los efectos coyunturales) y de aplicar sanciones automáticas en caso de que no se respetaran estos compromisos. Conviene señalar que todas las cifras de los déficits mencionados en los tratados europeos repercuten en el déficit secundario (los intereses de la deuda están incluidos en los gastos). <<
[48] En ocasiones se ha observado que un déficit de 3% permite estabilizar una deuda total de 60% del PIB si el crecimiento nominal del mismo es de 5% (por ejemplo, 2% de inflación y 3% de crecimiento real), en virtud de la fórmula β = s·g aplicada a la deuda pública. Sin embargo, el razonamiento es poco convincente (en particular, nada justifica realmente tal tasa de crecimiento nominal). Véase el anexo técnico. <<
[49] En los Estados Unidos, la Suprema Corte bloqueó durante mucho tiempo el impuesto sobre el ingreso a finales del siglo XIX y principios del XX, y luego el salario mínimo en la década de 1930, al mismo tiempo que, durante más de dos siglos, consideró que la esclavitud y la discri-minación racial eran perfectamente compatibles con los derechos fundamentales. En las últimas noticias, el Juzgado Constitucional Francés ha desarrollado una teoría excepcionalmente precisa sobre el nivel de la tasa impositiva superior, compatible, según éste, con la Constitución: concluidos sus razonamientos jurídicos de altos vuelos que sólo éste conoce, dicha tasa fluctúa entre 65 y 67%, y aún se pregunta si conviene o no tener en cuenta el impuesto sobre las emisiones de carbono. <<
[50] Es el mismo problema que el observado respecto del rendimiento de los sistemas de jubilación por reparto. Mientras el crecimiento sea tan grande y las bases fiscales avancen a la misma velocidad (o casi) que los intereses de la deuda, es relativamente fácil reducir el peso del endeudamiento público como porcentaje del ingreso nacional. No es lo mismo si el crecimiento es bajo: la deuda se convierte en un fardo del que es difícil deshacerse. Si se saca el promedio conjunto del periodo 1970-2010, en todos los países ricos se observa que la carga de intereses es mucho más pesada que el déficit primario medio, que es casi nulo en numerosos países, sobre todo en Italia, donde la carga promedio de los intereses de la deuda asciende al nivel astronómico de siete puntos del PIB en promedio para ese periodo. Véase el anexo técnico, cuadro S16.1. <<
[51] Si se intenta judicializar y constitucionalizar estos asuntos, no se excluye que soluciones como el impuesto progresivo sobre el capital se consideren como jurídicamente imposibles. <<
[52] Respecto de la manera en que uno y otro calculan la tasa de descuento que prefieren, véase el anexo técnico. Es interesante observar que Stern y Nordhaus utilizan la misma «regla de oro modificada» antes descrita, pero el parámetro de concavidad de la función de utilidad social es de plano opuesta (Nordhaus elige un parámetro más rawlsiano que Stern para justificar el poco peso que concede a las generaciones futuras). Una salida lógica más satisfactoria consiste en introducir el hecho de que la sustituibilidad entre el capital natural y el de las otras formas de riqueza está lejos de ser infinita a largo plazo (como hicieron Roger Guesnerie y Thomas Sterner). En otras palabras, si el capital natural se destruye, no bastará con reducir nuestro consumo de iPhones para reparar los daños. <<
[53] Como señalamos, esta situación sobre las tasas de interés de la deuda pública es sin duda parcialmente ilusoria y transitoria: hoy, las tasas de interés son muy elevadas para ciertos países, y es poco probable que los países que actualmente piden prestado a menos de 1% se beneficien de esta situación durante decenios (el análisis del periodo 1970-2010 sugiere que la tasa de interés real de la deuda pública a largo plazo para los países ricos es del orden de 3%; véase el anexo técnico). Eso no impide que se trate de un argumento económico poderoso en favor de la inversión pública (al menos mientras sigan vigentes esas tasas). <<
[54] En las últimas décadas, la inversión pública anual (libre de depreciación de los activos públicos) ha representado en la mayor parte de los países ricos cerca de 1 a 1.5% del PIB. Véase el anexo técnico, cuadro S16.1. <<
[55] Incluidos, por supuesto, instrumentos como el impuesto sobre las emisiones de carbono, que permite hacer pagar caras las diferencias en consumo de energía, según la emisión de CO2 (y no en función de variaciones presupuestales, que ha sido la lógica general del impuesto a las gasolinas). No obstante, todo hace pensar que ese indicador de los precios tiene menos efecto en la reducción de las emisiones que los enfoques en términos de inversión pública y de normas de construcción (aislamiento térmico, por ejemplo). <<
[56] La idea según la cual el mercado y la propiedad privada permiten coordinar y utilizar eficientemente (según ciertas condiciones) la información y las competencias de millones de individuos es una idea clásica que se ve en Smith, pero también en Hayek, Arrow o Debreu. La idea según la cual los mecanismos de voto constituyen otra forma eficiente de agregar la información (y, de manera más general, las ideas, reflexiones, etc.) de cada individuo es igualmente muy antigua: se remonta a Condorcet. Para investigaciones recientes en torno a este enfoque constructivista de las instituciones políticas y los sistemas electorales, véase el anexo el técnico. <<
[57] Por ejemplo, es importante poder estudiar dónde se sitúan los responsables políticos de los diferentes países en la jerarquía de los ingresos y los patrimonios de su tiempo (véanse los ca-pítulos anteriores). No obstante, cabe destacar que puede ser suficiente con cuadros estadísticos bien detallados: la información estrictamente individual en general no es necesaria. <<
[58] Es interesante observar que una de las primeras medidas de las asambleas revolucionarias de 1789-1790 fue la creación de un «gran libro de pensiones» que permitiera hacer una lista completa de las rentas pagadas por el poder real (rentas que se mezclaban con pago de deudas, pensiones de antiguos funcionarios reales y simples favores). El estado nominativo de 1600 páginas, que incluía 23 000 nombres, con todos los detalles sobre montos (las rentas múltiples se agruparon en una sola entrada individual), ministerio, edad, año de liquidación, motivos de la atribución, etc., se publicó en abril de 1790. Sobre este interesante documento, véase el anexo técnico. <<
[59] Esto se debe, sobre todo, a que los salarios suelen agruparse en una misma rúbrica que los consumos intermedios (es decir, lo que se compra a otras empresas, que remunera, a la vez, el trabajo y el capital). La consecuencia es que las cuentas publicadas no permiten calcular por separado utilidades y sueldos, ni examinar los posibles abusos sobre consumos intermedios (que pueden ser una forma de proporcionar un complemento importante de nivel de vida a los altos ejecutivos o a los accionistas). Sobre el ejemplo de la contabilidad de Lonmin y de la mina de Marikana, véase el anexo técnico. <<
[60] El exigente punto de vista sobre la democracia de un filósofo como Jacques Rancière es indispensable en este asunto. Véase en particular J. Rancière, La Haine de la démocratie, La Fabrique, París, 2005, 106 pp. <<