(41) Dicen algunos que es suyo lo siguiente: habiéndole visto Platón lavando unas hierbas, se acercó y le dijo: «Si sirvieras a Dionisio, cierto no lavaras hierbas»; mas él, acercándose también le respondió: «y tú si lavaras hierbas seguramente no sirvieras a Dionisio».

Esta es también una hermosa historia. Si prefiero la otra, la del muchacho que enrojece, es por la simpatía y la belleza que irradia. En ésta, en cambio, se cruzan agudezas como se cruzan floretes. Platón se acercó; Diógenes al replicar, se acercó también. O sea, se encararon, se olieron el aliento. Supongo que es así por la versión de Laercio. Pero, ¿es de Laercio? Me paso de la traducción española de Ortiz y Sanz a la francesa de Robert Genaille. Esta respeta más el original:

Platón que lo vio lavando ensalada se aproximó y le dijo dulcemente: «Si hubieras sido amable con Dionisio, no lavarías ensalada» a lo cual Diógenes le respondió con el mismo tono: «Y tú, si hubieras lavado tu ensalada, no hubieras sido el esclavo de Dionisio».

Como se ve aquí, cambia en un detalle la traducción y el cuadro de nuestra representación cambia de la tierra al cielo. ¿Oyen a Platón? ¡Qué dulce habla! Yo veo cómo se está burlando de Diógenes. ¿Y oyen a Diógenes? ¡Lo remeda! Dice Genaille: «le respondió en el mismo tono». Suavito también Diógenes, igual que Platón. ¡Oh, yo los estoy viendo! Disputan como dos mocosos chicos. Un paso más y se sacan la lengua.

En una u otra traducción es una hermosa historia. La exacta oposición de Diógenes y Platón. En el centro, Dionisio tirano de Siracusa. Opuestos, Diógenes y Platón. Uno, al servicio del poder, disfruta de sus ventajas: otro, rechazando el disfrute, prescinde del poder. Diógenes ha descubierto la manera de sacarse de encima los arreos y riesgos del poder; Platón le hace ver desnudos los costos de su forma de vida. Hasta las frases que se cruzan están lindamente opuestas. Parece que se dan en la cabeza con los extremos de una contraposición. Algo de contraposición tiene. Podemos modificarla así: Decir «Si Diógenes sirve a Dionisio, entonces, no lava hierbas» es como decir, «Si Diógenes lava hierbas, entonces, no sirve a Dionisio». Quitado el sujeto, quedaría así: «Si se sirve a Dionisio, entonces, no se lavan hierbas» que es lo mismo que «si se lavan hierbas, entonces, no se sirve a Dionisio». O sea que Diógenes le dice a Platón lo mismo que Platón le dice a Diógenes. Entre los dos se reparten las mitades de una tautología. Pero, el hecho es que Platón sirve a Dionisio; y el hecho es que Diógenes lava hierbas Ni el segundo sirve a Dionisio, ni el primero lava hierbas. Yo pienso que Platón no lavaría hierbas aunque no sirviera a Dionisio; y pienso que Diógenes no serviría a Dionisio aunque no lavara hierbas. Hasta se me ocurre que Platón se dejaría morir de hambre antes que lavar hierbas y que Diógenes se dejaría colgar antes que servir a Dionisio. Pero creo más: Creo que hay en el pensamiento de Platón razones que lo llevan a servir a Dionisio y que hay en el pensamiento de Diógenes razones que lo llevan a lavar hierbas. Quiero decir, que hay algo de necesario en que haga cada uno lo que hace y que cada uno no haga lo que hace el otro.

No creo que se opongan tan perfecta y primorosamente estos dos personajes en otra parte como lo hacen en esta historia de Dionisio y las hierbas. ¿Por qué, pues, no es tan popular como la que más? Parece que en popularidad primero va «el barril de Diógenes»; segundo, «la linterna de Diógenes»; tercero, «la sombra de Alejandro»; cuarto, «el movimiento se prueba andando»; y quinto, «soy ciudadano del mundo». Me gustaría escuchar una explicación de la popularidad de estas historias sobre tantas otras tan buenas o mejores.

¿Y qué hierbas serían? Ortiz y Sanz pone «hierbas»; Genaille pone «ensalada»; Hicks pone «lechugas». El texto griego dice «verduras». ¿Será por mi crianza medio vagabunda en mi rincón de provincia que yo imaginé siempre que eran romazas? ¿Cómo las comería Diógenes, hervidas o con sal y vinagre?