(27) Viendo una vez a uno todo mojado de una aspersión, le dijo: ¡Oh, infeliz! ¿No sabes que así como tus aspersiones no te lavan de tus faltas en gramática, tampoco lavarán los crímenes de tu vida?
El razonamiento (y el de las aspersiones, comiéndose la toalla de rabia, tiene que conceder sus premisas) es así:
Si las aspersiones curan las faltas del alma, entonces, con más fuerza curan las de la gramática;
Pero las aspersiones no curan las faltas de la gramática;
Luego, las aspersiones no curan las faltas del alma.
¿Será de trámite tan fácil? Creo que fue en la Iglesia de Lourdes que vi una placa donde decía: «Gracias, Virgencita, por examen de latín».