(36) Preguntado por uno quién le parecía que había sido Sócrates, respondió: «Un loco».
¿Desconcertante? Bueno, normalmente llevamos a juicio a los Sócrates que nos aparecen aquí o allá. No sólo los juzgamos, hasta llegamos a eliminarlos. Ya estamos al tanto de nuestros metabolismos sociales. Sólo después, cuando la locura de los Sócrates, ya bajo tierra, ha sido finalmente adobada y asimilada por sus mismos victimarios, a éstos por encima de todo les resulta desconcertante que alguien se atreva a decir: «Sócrates era un loco».
¿Qué quiere decir aquí «un loco»? Todos sabemos lo que ocurrió con Sócrates. Desde muchachos nos informan, nos dan a leer la famosa Apología de Platón. Sócrates es juzgado y eliminado por introducir nuevos dioses en Atenas y por corrupción de la juventud. Con Sócrates surge la interrogación, la crítica, la conducción racional del discurso. Los jóvenes que lo escuchan se vuelven contra los padres, contra los dioses, contra la tradición. Así, parece que una definición corriente de locura (pérdida del juicio, pérdida del sentido de la realidad) bastaría para estar de acuerdo con la afirmación de Diógenes: quien contraviene los hábitos, valores, creencias y tradiciones de los suyos se sitúa fuera de su cultura, su mundo. Es un demente, un insensato. El juicio de Diógenes sobre Sócrates parecerá a muchos exagerado. Pero, considérese. Diógenes es un discípulo de Sócrates que al término de su discipulado se encuentra con que vienen a decirle que es un Sócrates que se ha vuelto loco. ¿De dónde le vino la locura?
Lo que nos lleva a otra versión. R. D. Hicks traduce así:
Preguntado quién le parecía Diógenes, respondió: «un Sócrates loco».
O sea, todo cambió; no es Diógenes quien dice «Sócrates es un loco», sino Platón quien dice: «Diógenes es un Sócrates loco». Muy diferente un texto del otro, como se ve. Quizás en qué estado se encontrará el original. Pero, ¿en qué difiere Diógenes de Sócrates? En que aquél sigue «el camino corto» y se pone a practicar lo que Sócrates no termina nunca de silogizar. Hay esta afirmación de Stobaeus: «Diógenes decía que la pobreza impuesta es una ayuda para la filosofía, porque lo que ésta procura alcanzar por el razonamiento, la pobreza lo impone sin más». O sea: Diógenes era un Sócrates práctico; y Sócrates un Diógenes teórico. O un loco teórico. También hay algo de esto cuando Diógenes decía que procedía como los directores de coro «que dan la nota alta para que los demás den la justa».