(24) A uno que le preguntó a qué hora conviene comer le respondió: «Si se es rico, cuando se quiere; si se es pobre, cuando se puede».

Diógenes viene de Antístenes. Sea que lo trató, sea que no, de él viene. Antístenes viene de Sócrates; pero también de Gorgias que era brillante en la disputa y los discursos.

Cuando a una pregunta se responde intercalando una distinción, ello puede ser porque la pregunta así lo requiere; pero puede ser también que el que responde lo quiere así. Hay preguntas que requieren inmediatamente una distinción. No podemos tolerarlas como preguntas simples. «Le gustan a usted las mujeres?» «Bueno, depende: si…» No estamos dispuestos a responder de un modo simple: pero tampoco lo estamos a dejar de responder. Damos una respuesta más débil; pero también más articulada.

Se puede considerar también la pedagogía de la respuesta: es decir, cuando la pregunta está por encima, como sobrevolando la distinción que se requiere para tomar contacto con la cosa sobre la que se pregunta. Una vez, en un cuestionario venido de la Habana, me preguntaron cómo definía a un intelectual de izquierda; y respondí de acuerdo a la figura lógica del texto anotado arriba (figura que, acaso, Diógenes aprendió de Antístenes y éste, acaso, aprendió de Gorgias). Respondí: «Si intelectual del mundo pobre, es una mezcla de lucidez e impotencia; si del mundo rico, es una mezcla de lucidez y mala fe». No tengo que decir que es una respuesta pobre y seguramente por ello no tuve más noticias de La Habana.

Dije que intercalar una distinción antes de responder se hace, sea porque lo requiere la pregunta, sea porque lo quiere el que responde. En el caso que comentamos, un dietista no haría distinción y respondería indicando las horas. Pero Diógenes sí distingue. Es una respuesta típica la suya. Como cuando se define la circunferencia de modo tan perfecto que no la encontramos en ninguna parte, así ocurre con las prescripciones del dietista: resultan ridículas en el sucucho del pobre e impertinentes en la mesa del rico. Uno tendría que ir a un banquete de Platón dentro de un libro de Platón para hacer algo con las prescripciones del dietista. La sociedad, la única sociedad que hay, está formada por ricos y pobres; y parece que lo prudente es tener algo así siempre a la vista.

Es lo que nos enseña Diógenes: ¡Cuidado con las respuestas simples a las cuestiones sociales!

He aquí otro dictum de Diógenes con igual estructura lógica: le preguntaron qué animal muerde más dañosamente, y respondió: «De los salvajes, el calumniador; de los domados, el adulador». Aquí se combinan una figura lógica y dos figuras retóricas. Porque hay sinécdoque al hablar de los hombres como si fueran todos los animales; y hay también ironía sobrepuesta a la sinécdoque. En la respuesta «El viejo pobre» que da Diógenes cuando le preguntan por el hombre de la condición más miserable, hay una respuesta con distinciones que está implícita. Si la explicitamos aparecería así: ¿Cuál es la condición peor del hombre? En cuanto al físico, la vejez; en cuanto a la economía, la pobreza; sin relación, la vejez junto con la pobreza. Explicitándola así, se ve que la respuesta no es satisfactoria, porque se puede seguir con el «en cuanto»: «en cuanto al cuerpo, la enfermedad; en cuanto al saber, la ignorancia; en cuanto al comportamiento, la maldad…». Supongo que la lista de las miserias humanas se puede prolongar mucho más. También hay una figura así en lo que dijo Diógenes al jovencito que se adornaba: «Si lo haces por los hombres es inútil; si por las mujeres, malo». Y la misma cuando le preguntaron cuándo debían casarse los hombres: «Los jóvenes todavía no: los viejos, nunca».