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Porter
Día 2 – 17:58
—Sam, ¿puedes oírme? Creo que está volviendo en sí…
Era Clair.
Clair, mamá osa.
Cinco ositos, cinco, oyeron un fuerte rugido, uno salió corriendo, y entonces quedaron cuatro.
¿Dónde se había metido Bishop?
—Señora, apártese, por favor.
Una luz brillante.
La más brillante de todas las luces posibles.
—¿Detective?
La luz desapareció con un clic, y Porter parpadeó. Sentía un martilleo en la cabeza.
—¿Dónde…?
Clair apartó al técnico sanitario.
—En la calle, justo delante de las puertas del edificio. Te hemos bajado con la cesta del helicóptero. Bajar tantas escaleras cargando con ese culo gordo que tienes no era una opción.
—Bishop ha matado a Talbot.
Clair le apartó un mechón de pelo de los ojos.
—Lo sabemos. Oye, mira lo que tenemos ahí…
Porter siguió la dirección de su dedo.
Nash abrió la puerta de cristal que había junto a la giratoria y la sujetó mientras dos técnicos sanitarios empujaban una camilla con una chica joven. Sobre ella había colgada una bolsa con una vía intravenosa. Tenía la cabeza y la muñeca envueltas en vendajes blancos.
—¿Esa es…?
—Se pondrá bien —dijo Clair—. Bishop la tenía esposada a una camilla en el fondo del hueco de un ascensor. Sufre una deshidratación severa y tiene la muñeca hecha un Cristo por culpa de las esposas, pero no creo que vaya a perder la mano. Aparte de la oreja, no le ha puesto un dedo encima. La dejó ahí abajo sin más. Los obreros han estado entrando y saliendo del edificio todo este tiempo, pero nadie tenía la menor idea de que estuviera allí abajo. Estaban trabajando en las plantas superiores.
Porter se pasó la lengua por los labios. Notaba muy seca la garganta.
—Bishop se ha tirado por el otro hueco del ascensor. ¿Está muerto?
Clair respiró hondo y soltó todo el aire.
—No se ha tirado, ha bajado en rápel. Tenía una cuerda y un arnés preparados en una plataforma de servicio en el hueco del ascensor; lo ha usado para llegar hasta el fondo. Cuando hemos bajado hasta allí, hemos descubierto un agujero en la pared que conduce a otro de esos túneles subterráneos, como el que hallamos en el edificio de Mulifax. Se ha ido, Sam. Tenemos patrullas de agentes comprobando todas y cada una de las entradas y salidas de los túneles de los que se tiene constancia en el Ayuntamiento, pero no creo que vayamos a encontrarlo. Mientras la mitad del operativo estaba ahí dentro tratando de llegar hasta tu planta desde la azotea y desde aquí abajo, él se ha dejado caer justo a nuestras espaldas y ha desaparecido en algún lugar bajo la ciudad.
—¿Señora? —la interrumpió un técnico sanitario—. Tenemos que llevarlo al hospital. Ha perdido mucha sangre.
Clair miró al sanitario con cara de pocos amigos y volvió a sonreír a Porter.
—Lo has hecho muy bien, Sam. Has encontrado a Emory, y tenemos la identidad del CM. Cometerá un error, y daremos con él. Esta noche todo el mundo conocerá su cara. No tendrá un lugar donde esconderse.
Porter apretó la mano de Clair y vio cómo subían a Emory a una ambulancia a su derecha. Cerró entonces los ojos. Solo tenía ganas de dormir.